/ viernes 23 de diciembre de 2016

Niñez sin Navidad cuando Santa olvida la dirección

“¿Un juguete nuevo?, sería muy bonito. Mi hermana abrióuno, la Navidad que vinieron muchas personas a dar regalos y ¡losentregó un señor Santa Claus!”, recuerda con emoción Gabriel,quien a sus 7 años no ha disfrutado el placer de abrir un regalo,como miles de niños lo hacen el 25 de diciembre.

Gabriel vive con su hermana Daniela, de 10 años, sus hermanitosJuan, de 6; Víctor, de 5, y sus padres (Marco y José Luis) en lacomunidad de Flores Magón al oriente de Altamira, cerca delrelleno sanitario, donde de forma cotidiana su padre va a buscarproductos para ser vendidos por kilos a las empresasrecicladoras.

Para nosotros esos días (la Nochebuena y Navidad) son comootros, añade, “mi mamá hace la comida como siempre, nosacostamos temprano. Cuando era más niño sí quería juguetes y aveces nos regalaban personas unos que estaban usados, pero seguíansiendo divertidos”.

De acuerdo a la organización Alimentos por la Caridad, en lazona sur de Tamaulipas y norte de Veracruz son cerca de 10 milpersonas las que carecen de recursos para poder comer tres veces aldía y se les apoya con una despensa, así como en los comedorescomunitarios. Y seguramente serán las que no podrán llevar este24 de diciembre un platillo especial para su cena.

Con 120 toneladas mensuales de comida que se reciben enAlimentos por la Caridad, se preparan todos los días 8,500raciones calientes en los comedores comunitarios de la asociaciónque se manejan con otras instancias. Pero parece no ser suficiente,pues existen tan sólo en este organismo 100 personas en lista deespera para ser atendidas.

“Nunca hemos podido comprarles algo a los niños, a veces lesdamos un juguetito que nos encontramos o nos regalan. Apenas nosalcanza para mandarlos a la escuela y ahí ellos saben de posadas yde las fiestas que se hacen en la Navidad, pero aquí en la casa escomo cualquier otro día”.

Comenta María del Rosario Juárez Medina, que junto a sus treshijos, José Alberto, de 8 años; Sarahí, de 10, y CristelaAlejandra, de 12, su esposo Jesús Hernández Nuñez habita una delas casas más humildes del sector Unidos Avanzamos Más, en laparte centro norte de Altamira. Ella debe de cuidar además a suspadres, ancianos de 87 y 91 años de edad, que viven en el mismopredio.

La madre añade que ante la insistencia de los niños por quererun pino de Navidad ella terminó de pelar un árbol pequeñoplantado en el patio y le colocó, a modo de esferas, loscascarones de huevo que van desechando, “en su imaginación es elarbolito de Navidad y ahí se ponen a cantar y juegan”.

“Es que yo le decía a mi mamá que necesitamos un pinito, poreso se tardan tanto en traer los regalos”, dice José Alberto,“por eso pusimos este que está afuera de la casa y lo adornamoscon las cáscaras de huevo, así sin luces. A lo mejor no tenemosregalos en la Navidad, porque eso cuesta”.

José Alberto y su hermana Sarahí fueron los encargados deadornar su pinito, cada vez que se hace la comida ellos corren acolocar el cascarón en su árbol. Van en la escuela primaria querecién se abrió en fraccionamiento y este jueves asistieron a laposada que se realiza en el plantel. Tal vez sean los únicosdulces y diversión que tengan en esta Navidad.

La familia llegó de Estación Colonia, en el norte delmunicipio en busca de una mejor condición de vida y el señorJosé encontró trabajo en una empresa de velador. Por eso decidiócomprar el terreno en la esquina de la calle Loma Real con SantaPatricia en la parte última de Unidos Avanzamos Más.

Ellos son una de las poco más de 60 familias que existen enextrema pobreza sólo en el fraccionamiento Unidos Avanzamos Más,comenta Fredy Torres, dirigente de la asociación GestoresProductivos Comunitarios, “son familias que seguramente no van atener una Navidad como muchas otras con regalos, cena ofiestas”.

En este fraccionamiento son casi 600 familias y el 30 por cientode sus habitantes tiene como actividad primaria pepenar productosque pueden vender en las recicladoras, condición que los mantienenentre los más pobres de la zona, junto a otras áreas ubicadas enla zona marginal como el sector Los Presidentes y algunascomunidades de la zona rural.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldetampico/2016/12/6-2NAVI2-483x314.jpg

Cuando la prioridad es algo que llevarse a la boca cada día, laNavidad es muy diferente, “sí queremos regalos como otros niños-afirma Gabriel- pero a veces no se puede y jugamos con los mismosque tenemos, porque hay que comprar la comida y juguetes puedesencontrarlos en muchas partes, aunque les falte una rueda, sirvenpara jugar”.

Para José Alberto, lo más importante es que su abuelito estébien, pues con sus 91 años ya no puede caminar y debe de quedarseen la cama todo el día, porque no tiene una silla de ruedas y“en las noches habla de frío”. "Sí me gusta la Navidad -dice-porque hay vacaciones en la escuela".

La esquina de Loma Real con Santa Patricia, en Unidos AvanzamosMás, La calle Benito Juárez en Flores Magón y muchas otras deTamaulipas y otras partes de México y el mundo, al parecer noestán en el mapa del Santa Claus de la Navidad de hoy, donde unbuen regalo es mejor si se recibe que si se ofrece.

No fue en una casa con un gran árbol colmado de adornos, ni congrandes regalos. No fue en lugar donde había una gran fiesta niuna suculenta cena. No fue un día de rebajas, estrenos y compras.La Navidad fue un momento que abrió una esperanza hace más de 2mil años, para los humildes de corazón. Lo que quiso ser unalección de amor se ha ido convirtiendo en la impostura de lafelicidad.

En casas como las de José, Sarahí y Gabriel mañana pasarácomo un día más. Su mundo no se detendrá para abrir regalos,tendrán en algunos casos dulces y besos. Y aunque la Navidad llegapara todos, ellos segurán a la espera de un mensaje que se puedaescuchar más fuerte que el tintineo de los precios de temporada yla fiesta ensordecedora de la vanidad.

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Gabriel vive con su hermana Daniela, de 10 años, sus hermanitosJuan, de 6; Víctor, de 5, y sus padres (Marco y José Luis) en lacomunidad de Flores Magón al oriente de Altamira, cerca delrelleno sanitario, donde de forma cotidiana su padre va a buscarproductos para ser vendidos por kilos a las empresasrecicladoras.

Para nosotros esos días (la Nochebuena y Navidad) son comootros, añade, “mi mamá hace la comida como siempre, nosacostamos temprano. Cuando era más niño sí quería juguetes y aveces nos regalaban personas unos que estaban usados, pero seguíansiendo divertidos”.

De acuerdo a la organización Alimentos por la Caridad, en lazona sur de Tamaulipas y norte de Veracruz son cerca de 10 milpersonas las que carecen de recursos para poder comer tres veces aldía y se les apoya con una despensa, así como en los comedorescomunitarios. Y seguramente serán las que no podrán llevar este24 de diciembre un platillo especial para su cena.

Con 120 toneladas mensuales de comida que se reciben enAlimentos por la Caridad, se preparan todos los días 8,500raciones calientes en los comedores comunitarios de la asociaciónque se manejan con otras instancias. Pero parece no ser suficiente,pues existen tan sólo en este organismo 100 personas en lista deespera para ser atendidas.

“Nunca hemos podido comprarles algo a los niños, a veces lesdamos un juguetito que nos encontramos o nos regalan. Apenas nosalcanza para mandarlos a la escuela y ahí ellos saben de posadas yde las fiestas que se hacen en la Navidad, pero aquí en la casa escomo cualquier otro día”.

Comenta María del Rosario Juárez Medina, que junto a sus treshijos, José Alberto, de 8 años; Sarahí, de 10, y CristelaAlejandra, de 12, su esposo Jesús Hernández Nuñez habita una delas casas más humildes del sector Unidos Avanzamos Más, en laparte centro norte de Altamira. Ella debe de cuidar además a suspadres, ancianos de 87 y 91 años de edad, que viven en el mismopredio.

La madre añade que ante la insistencia de los niños por quererun pino de Navidad ella terminó de pelar un árbol pequeñoplantado en el patio y le colocó, a modo de esferas, loscascarones de huevo que van desechando, “en su imaginación es elarbolito de Navidad y ahí se ponen a cantar y juegan”.

“Es que yo le decía a mi mamá que necesitamos un pinito, poreso se tardan tanto en traer los regalos”, dice José Alberto,“por eso pusimos este que está afuera de la casa y lo adornamoscon las cáscaras de huevo, así sin luces. A lo mejor no tenemosregalos en la Navidad, porque eso cuesta”.

José Alberto y su hermana Sarahí fueron los encargados deadornar su pinito, cada vez que se hace la comida ellos corren acolocar el cascarón en su árbol. Van en la escuela primaria querecién se abrió en fraccionamiento y este jueves asistieron a laposada que se realiza en el plantel. Tal vez sean los únicosdulces y diversión que tengan en esta Navidad.

La familia llegó de Estación Colonia, en el norte delmunicipio en busca de una mejor condición de vida y el señorJosé encontró trabajo en una empresa de velador. Por eso decidiócomprar el terreno en la esquina de la calle Loma Real con SantaPatricia en la parte última de Unidos Avanzamos Más.

Ellos son una de las poco más de 60 familias que existen enextrema pobreza sólo en el fraccionamiento Unidos Avanzamos Más,comenta Fredy Torres, dirigente de la asociación GestoresProductivos Comunitarios, “son familias que seguramente no van atener una Navidad como muchas otras con regalos, cena ofiestas”.

En este fraccionamiento son casi 600 familias y el 30 por cientode sus habitantes tiene como actividad primaria pepenar productosque pueden vender en las recicladoras, condición que los mantienenentre los más pobres de la zona, junto a otras áreas ubicadas enla zona marginal como el sector Los Presidentes y algunascomunidades de la zona rural.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldetampico/2016/12/6-2NAVI2-483x314.jpg

Cuando la prioridad es algo que llevarse a la boca cada día, laNavidad es muy diferente, “sí queremos regalos como otros niños-afirma Gabriel- pero a veces no se puede y jugamos con los mismosque tenemos, porque hay que comprar la comida y juguetes puedesencontrarlos en muchas partes, aunque les falte una rueda, sirvenpara jugar”.

Para José Alberto, lo más importante es que su abuelito estébien, pues con sus 91 años ya no puede caminar y debe de quedarseen la cama todo el día, porque no tiene una silla de ruedas y“en las noches habla de frío”. "Sí me gusta la Navidad -dice-porque hay vacaciones en la escuela".

La esquina de Loma Real con Santa Patricia, en Unidos AvanzamosMás, La calle Benito Juárez en Flores Magón y muchas otras deTamaulipas y otras partes de México y el mundo, al parecer noestán en el mapa del Santa Claus de la Navidad de hoy, donde unbuen regalo es mejor si se recibe que si se ofrece.

No fue en una casa con un gran árbol colmado de adornos, ni congrandes regalos. No fue en lugar donde había una gran fiesta niuna suculenta cena. No fue un día de rebajas, estrenos y compras.La Navidad fue un momento que abrió una esperanza hace más de 2mil años, para los humildes de corazón. Lo que quiso ser unalección de amor se ha ido convirtiendo en la impostura de lafelicidad.

En casas como las de José, Sarahí y Gabriel mañana pasarácomo un día más. Su mundo no se detendrá para abrir regalos,tendrán en algunos casos dulces y besos. Y aunque la Navidad llegapara todos, ellos segurán a la espera de un mensaje que se puedaescuchar más fuerte que el tintineo de los precios de temporada yla fiesta ensordecedora de la vanidad.

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