Desde hace más de una década comenzó a hablarse del grave problema que representaba el pez diablo en los ecosistemas acuáticos de la región del sur de Tamaulipas y norte de Veracruz, pero a la fecha ninguna autoridad ha aplicado un plan para frenar su voracidad que sigue impactando negativamente en especies endémicas.
Al ser un potente depredador, el hypostomus plecostomus ha afectado la población de peces de consumo y comercialización, como las mojarras, incluso algunos crustáceos en sistemas lagunarios y ríos del sur de Tamaulipas y norte de Veracruz.
El gobierno federal, por medio de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural -Sagarpa- hoy Sader, había anunciado medidas para el aprovechamiento integral a la especie invasora pero quedó en buenas intenciones ya que nada se ha concretado e incluso las oficinas de pesca en la región norte de Veracruz fueron desaparecidas.
Los primeros registros de la presencia del pez diablo en México fue hace 25 años, en el río Balsas entre Guerrero y Michoacán, pero fue hace aproximadamente una década que comenzó a tener mayor presencia en la región noreste del país, dándose desde entonces una sistemática depredación de otras especies.
En ese contexto el entonces delegado Federal de Pesca en el norte de Veracruz, Raúl Pérez Drawiled, detalló que se trata de una especie considerada como dañina y depredadora, pero también indicó que existen estudios en Tabasco y Chiapas donde alcanzó valor comercial.
De pez diablo a bagre armado, ¿por qué se rebautizó?
Para evitar el rechazo popular, al pez diablo se le rebautizó como bagre armado, sin embargo no se han tenido los efectos deseados entre la población para su consumo.
Esta especie ataca a especies como tilapia, carpa, plateado, langostino y acamaya, afectando con ello la productividad de centenares de pescadores en el norte de Veracruz y sur de Tamaulipas.
El efecto negativo ha sido denunciado por el presidente de la cooperativa pesquera El Mango, Guillermo Coronel Cruz, quién indicó que ya se trataba de un problema que afectaba a más de cuatro mil familias que dependen de la pesca diariamente.
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En el año 2020 la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, alertó que el pez diablo podría representar un riesgo para los peces endémicos del país, ya que se ha detectado en entidades como Veracruz, Tamaulipas, Campeche, Chiapas y Quintana Roo.
Esta especie puede sobrevivir hasta 14 horas fuera del agua, tiene un cuerpo protegido por espinas y cartílagos, buscan espacios que se adecúen más a sus necesidades biológicas, llegando por crecidas y arrastre de lluvias o ciclones a diversos cuerpos lagunarios.
Solo fueron buenos deseos
Las autoridades de pesca se comprometieron a dar cursos para el aprovechamiento de la carne del pez diablo o bagre armado así como también indicaron que se podría fabricar harinas de pescado y cápsulas afrodisíacas por la supuestas propiedades de la carne de esta especie.
Sin embargo pescadores del sistema lagunario de Mayorazgo, La Tortuga, Miradores y la zona limítrofe entre Tamaulipas y Veracruz en el río Tamesí destacaron que es poco probable el aprovechamiento pues el manejo de esta especie es riesgoso por sus puntas agudas, escasa carne y la falta de instalaciones para industrializar el producto.
También destacaron que en la zona nadie quiere comer pez diablo a pesar de que ya lo convirtieron en algunos platillos típicos en la zona.
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Las instancias de educación superior en el norte de Veracruz y sur de Tamaulipas abordaron el tema, Adrián Medina Cruz, entonces director del Instituto Tecnológico Superior de Pánuco, hizo un llamado para generar mesas de análisis sobre este problema.
Se acordaron capacitaciones para la conversión del pez diablo o bagre armado en productos alimenticios locales también se habló de solicitar a instancias nacionales e internacionales asesoría para industrializar en harinas, alimentos forrajeros e incluso abonos orgánicos, sin embargo nada esto sucedió esta especie exótica sigue afectando la región.
