Apenas puso un pie afuera del hospital móvil en el que estuvo internado durante dos semanas Julio Javier Gámez Peña cayó de rodillas y alzó los brazos al cielo, agradeciendo a Dios el haber superado el Covid-19 y poder así regresar a casa.
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Fueron 336 horas, mezcla de sufrimiento, pánico, fe, tenacidad y ganas de sobrevivir. El lunes 6 de julio ingresó al nosocomio temporal ubicado en el estacionamiento del Hospital Dr. Carlos Canseco, donde sus esperanzas de sobrevivir se reducían por las complicaciones generadas por el coronavirus.
A su lado, como durante esas dos semanas, se encontraban los médicos quienes lo despedían agradeciéndole su alegría, paciencia y recordándole que cumpliera todos los sueños planteados durante su convalecencia.
“Estoy infinitamente agradecido con Dios, le doy la gloria a Dios, cuando entré por esa puerta le dije padre santo estoy en tus manos hágase tu perfecta voluntad, hoy bendito Dios me da la oportunidad de salir” refirió el hombre agradecido por las oraciones y a quien la respiración se agita con solo caminar.
Las dos semanas transcurridas fueron las más difíciles de su vida, por las noches con fiebre, tos, complicaciones para respirar y terribles dolores provocados por el virus que entró a su organismo colocándolo en severo riesgo.
Durante su estadía vio morir al menos a 14 personas por Covid-19, entre ellas tres amigos muy cercanos que no lograron contar una historia de superación de este mal pandémico.
En carne propia Julio vivió esta terrible experiencia: “Es muy difícil, no se lo deseo a nadie, primero Dios sané, es algo difícil pero primero Dios todo estará bien”.
A los incrédulos de la existencia del coronavirus y su letalidad les dice: “Es algo tremendamente difícil, no ha cabido en la conciencia de mucha gente y uno que lo vivió personalmente les digo cuídense, de verdad esto no es un juego, es una enfermedad mortal que bendito Dios hoy he librado”.
Julio, quien forma parte de los más de 7,000 pacientes que se han recuperado de esta enfermedad en Tamaulipas, recuerda llorando el pánico que sentía al estar internado “pero fue más la confianza y la fe en Dios que me sanaría y aquí está la prueba”.
“Estaré pronto visitándolo” prometió Julio, mientras se despedía de los héroes médicos que jamás lo dejaron solo.
Un amigo esperaba afuera del hospital móvil, para llevar a Julio a casa, donde guardaba su familia en espera de recibirlo y comenzar de nuevo con la fe de una nueva promesa de vida.
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