/ viernes 23 de julio de 2021

Ambiente y desarrollo | Impacto de la urbanización en zonas costeras

Las regiones costeras son privilegiadas ecológicamente, al ser la interfase entre los ambientes marino y continental.

Estos son ecosistemas frágiles y sensibles a modificaciones –principalmente antropogénicas- cuyas consecuencias y manifestaciones de alteración muchas veces pueden quedar fuera de nuestra percepción, ya sea por cuestiones técnicas o por una deficiente valoración de los impactos ambientales generados.

La zona costera sur del estado de Tamaulipas está bajo la influencia de una creciente zona metropolitana que integra a las ciudades de Tampico, Madero y Altamira (sumándose a esta urbanización las localidades de Pueblo Viejo, Pánuco y Tampico Alto, pertenecientes al estado de Veracruz).

Esta región es uno de los polos de desarrollo urbano, industrial y portuario de mayor importancia económica de la región costera del Golfo de México.

Cuenta, además, con un corredor industrial-portuario muy extenso con infraestructura comercial y de servicios para satisfacer las necesidades prioritarias de estos distintos sectores.

El pujante desarrollo de la región ha generado un incremento importante en la tasa de crecimiento poblacional en los últimos años (principalmente en el municipio de Altamira, el cual incrementó su población en más de un 918 por ciento del año 1970 al 2020 con una tasa actual de crecimiento medio anual de 4.5 por ciento, muy por arriba del promedio nacional, que ronda el 1 por ciento).

Los impactos ambientales de la urbanización en esta región tienen su principal origen en la falta de planificación del desarrollo bajo consideraciones ambientales (como lo es el caso de ordenamientos ecológicos).

Las escasas proyecciones sobre la demanda de servicios urbanos y reservas territoriales con vocación para urbanización han generado una infinidad de problemas, algunos de ellos muy críticos (disposición final de residuos sólidos).

De 1980 a la fecha en la zona se ha perdido más del 60 por ciento de la cobertura vegetal nativa (entre ellas, extensas zonas de mangle).

Se ha perdido además el 40 por ciento de marismas, y de igual forma la contaminación de agua y suelo es cada día más crítica en la región.

Sin embargo, en la región existen recursos naturales que se pueden restaurar y conservar a través de un esfuerzo conjunto de coordinación mediante acuerdos y participación de recursos humanos y financieros de los municipios, estados, federación, organizaciones no gubernamentales e instituciones educativas y de investigación.

La elaboración de un ordenamiento ecológico regional puede ser el instrumento de planeación que apoye a la zona en la búsqueda de un esquema de desarrollo bajo criterios de sustentabilidad viables a corto, mediano y largo plazo.

Será necesario en el reordenamiento urbano de la región sur de Tamaulipas tomar en cuenta los aspectos de riesgo ante eventos hidrometeorológicos extremos, como son las inundaciones, para mitigar y frenar asentamientos humanos bajo estos graves efectos.

Las regiones costeras son privilegiadas ecológicamente, al ser la interfase entre los ambientes marino y continental.

Estos son ecosistemas frágiles y sensibles a modificaciones –principalmente antropogénicas- cuyas consecuencias y manifestaciones de alteración muchas veces pueden quedar fuera de nuestra percepción, ya sea por cuestiones técnicas o por una deficiente valoración de los impactos ambientales generados.

La zona costera sur del estado de Tamaulipas está bajo la influencia de una creciente zona metropolitana que integra a las ciudades de Tampico, Madero y Altamira (sumándose a esta urbanización las localidades de Pueblo Viejo, Pánuco y Tampico Alto, pertenecientes al estado de Veracruz).

Esta región es uno de los polos de desarrollo urbano, industrial y portuario de mayor importancia económica de la región costera del Golfo de México.

Cuenta, además, con un corredor industrial-portuario muy extenso con infraestructura comercial y de servicios para satisfacer las necesidades prioritarias de estos distintos sectores.

El pujante desarrollo de la región ha generado un incremento importante en la tasa de crecimiento poblacional en los últimos años (principalmente en el municipio de Altamira, el cual incrementó su población en más de un 918 por ciento del año 1970 al 2020 con una tasa actual de crecimiento medio anual de 4.5 por ciento, muy por arriba del promedio nacional, que ronda el 1 por ciento).

Los impactos ambientales de la urbanización en esta región tienen su principal origen en la falta de planificación del desarrollo bajo consideraciones ambientales (como lo es el caso de ordenamientos ecológicos).

Las escasas proyecciones sobre la demanda de servicios urbanos y reservas territoriales con vocación para urbanización han generado una infinidad de problemas, algunos de ellos muy críticos (disposición final de residuos sólidos).

De 1980 a la fecha en la zona se ha perdido más del 60 por ciento de la cobertura vegetal nativa (entre ellas, extensas zonas de mangle).

Se ha perdido además el 40 por ciento de marismas, y de igual forma la contaminación de agua y suelo es cada día más crítica en la región.

Sin embargo, en la región existen recursos naturales que se pueden restaurar y conservar a través de un esfuerzo conjunto de coordinación mediante acuerdos y participación de recursos humanos y financieros de los municipios, estados, federación, organizaciones no gubernamentales e instituciones educativas y de investigación.

La elaboración de un ordenamiento ecológico regional puede ser el instrumento de planeación que apoye a la zona en la búsqueda de un esquema de desarrollo bajo criterios de sustentabilidad viables a corto, mediano y largo plazo.

Será necesario en el reordenamiento urbano de la región sur de Tamaulipas tomar en cuenta los aspectos de riesgo ante eventos hidrometeorológicos extremos, como son las inundaciones, para mitigar y frenar asentamientos humanos bajo estos graves efectos.