/ lunes 10 de agosto de 2020

Con café y a media luz | Lejano Cambio de Luz

El anuncio realizado por el subsecretario de Salud del Gobierno de México y vocero de este en el tema del Covid-19 en nuestro país, Dr. Hugo López–Gatell, de cambiar, ampliar o redireccionar la estrategia de lucha en contra de la enfermedad que ya ha cobrado más de cincuenta mil vidas, o como lo citó el facultativo, iniciar un “lado B”, nos lleva a pensar en el poco éxito que se ha tenido hasta la fecha para evitar los contagios y, por tanto, los decesos.

López–Gatell, como ya se le llama entre la ciudadanía, ha sido “el caballo de batalla” de la 4T en este rubro. La razón es sencilla, además de la preparación académica, experiencia profesional y alineación política, el hombre tiene los recursos suficientes para hablar con claridad ante los medios de comunicación que difunden “en vivo” o de manera diferida un mensaje de carácter sanitario.

Sin embargo, en las últimas fechas, los resultados catastróficos han “echado por tierra” la imagen que el médico había generado en el concierto de la administración pública federal y en la percepción de la ciudadanía. Además de ello, los roces al interior del gabinete presidencial con otras figuras de igual o mayor peso y la exigencia de su cese por parte de un grupo de gobernadores, lo sitúan en “el ojo del huracán”.

Antes de continuar, vale la pena detenernos en el adjetivo que usé en el párrafo anterior: “Catastrófico”. El motivo de usar tal calificativo no es, en ningún momento, el escándalo o el amarillismo, por el contrario, es rememorar lo que el propio vocero indicó al inicio de este predicamento por el que estamos pasando todos los mexicanos.

Fue por el mes de febrero que, en una conferencia mañanera, en compañía del presidente López, el médico indicó el probable comportamiento de esta enfermedad y las variables que la detonarían en un avance más rápido o en la mitigación de la epidemia. Señaló con su consabida y condicionante frase “sí y solo sí” que el fin de este episodio sería a mitad de abril y el número de víctimas no sobrepasaría a las seis mil. Incluso el mismo AMLO, cuando hizo uso de la voz insistió: “Estoy seguro de que, para el 19 de abril esto habrá acabado”. Se volteó a ver al médico y le cuestionó: “¿No dijiste que para el 19 de abril?”, la respuesta, un tanto tartamuda, fue “Más o menos”.

Curioso detalle fue que, días después, Hugo López–Gatell, indicó que se tenían varias estimaciones con diferentes escenarios. La cifra más baja era de seis mil pérdidas humanas, y el escenario más catastrófico era de 60 mil muertos. Fue entonces que él mismo acuñó el adjetivo. Vale la mención de que estamos, lamentablemente, a unos cuantos miles de cumplir esa estimación.

Lo más preocupante, es que, al estar en la primera parte del octavo mes del año, la mitad del país se encuentra identificada por el color naranja; la otra parte se encuentra en rojo. Lo anterior es indicativo del alto número de contagios y muertes; en contrasentido, hay un bajo número de camas y espacios hospitalarios. Los números no mienten. La economía del país en general, por su parte, ya no puede soportar el “ahogamiento” al que ha sido sometida por las restricciones sanitarias y la demanda de la iniciativa privada es cada vez más contundente.

Es por ello por lo que el vocero anunció una nueva perspectiva consistente en “reequilibrar la relación directa entre la protección de la salud y la economía” la cual “integrará de una manera más amplia los distintos elementos que ayudan a la reactivación económica” con base en el argumento de la Organización Mundial de la Salud, la cual ha asegurado que “la pandemia en México, como en otros países, va a durar varios años”.

Como dice el viejo adagio: “Al buen entendedor, pocas palabras”.

Hay varias lecturas en esto. La fundamental es la que ya detallamos: La economía nacional está en una situación crítica y este anuncio da cuenta de ello. Impulsar el circulante implica, directamente, promover la actividad y la movilidad humanas. Y para que estos dos detalles ocurran, se asume la reclasificación del semáforo sanitario. Solo así se ve en el horizonte “el cambio de luz” que tanto ansía la sociedad. Lo último supondría un incremento en el número de contagios que, en un momento dado, llegaría a “justificarse” por la extensión temporal del padecimiento. No debemos pasar por alto que esa explicación ya se está usando cuando se cita la duración de años de la pandemia que nos azota de manera impía.

Por último, este “lado B” viene a apuntalar lo que sostiene el grupo de gobernadores opositores a la 4T y refrenda, desde su perspectiva, lo fallido de la estrategia de la Secretaría de Salud y, más que llamar a la concordia, la redefinición estratégica y los resultados obtenidos hasta el momento, nos hace rememorar al Dr. Hugo López–Gatell del sexenio de Felipe Calderón que terminó “saliendo por la puerta trasera” cuando vivimos el embate del virus AH1 – N1.

El pequeño gran detalle que cambiaría el rumbo de las cosas es, sin duda, el comportamiento poblacional. La conducta que nos llama a la prevención. El acatamiento a las normas sanitarias: El uso del cubrebocas, del gel antibacterial, el respeto a la sana distancia y la higiene constante de las manos. Solo así se logrará más rápido llegar a ese cambio de luz del semáforo y, con mayor seguridad, se abrirán los establecimientos, se generará empleo y se activará eficazmente la economía.

El anuncio realizado por el subsecretario de Salud del Gobierno de México y vocero de este en el tema del Covid-19 en nuestro país, Dr. Hugo López–Gatell, de cambiar, ampliar o redireccionar la estrategia de lucha en contra de la enfermedad que ya ha cobrado más de cincuenta mil vidas, o como lo citó el facultativo, iniciar un “lado B”, nos lleva a pensar en el poco éxito que se ha tenido hasta la fecha para evitar los contagios y, por tanto, los decesos.

López–Gatell, como ya se le llama entre la ciudadanía, ha sido “el caballo de batalla” de la 4T en este rubro. La razón es sencilla, además de la preparación académica, experiencia profesional y alineación política, el hombre tiene los recursos suficientes para hablar con claridad ante los medios de comunicación que difunden “en vivo” o de manera diferida un mensaje de carácter sanitario.

Sin embargo, en las últimas fechas, los resultados catastróficos han “echado por tierra” la imagen que el médico había generado en el concierto de la administración pública federal y en la percepción de la ciudadanía. Además de ello, los roces al interior del gabinete presidencial con otras figuras de igual o mayor peso y la exigencia de su cese por parte de un grupo de gobernadores, lo sitúan en “el ojo del huracán”.

Antes de continuar, vale la pena detenernos en el adjetivo que usé en el párrafo anterior: “Catastrófico”. El motivo de usar tal calificativo no es, en ningún momento, el escándalo o el amarillismo, por el contrario, es rememorar lo que el propio vocero indicó al inicio de este predicamento por el que estamos pasando todos los mexicanos.

Fue por el mes de febrero que, en una conferencia mañanera, en compañía del presidente López, el médico indicó el probable comportamiento de esta enfermedad y las variables que la detonarían en un avance más rápido o en la mitigación de la epidemia. Señaló con su consabida y condicionante frase “sí y solo sí” que el fin de este episodio sería a mitad de abril y el número de víctimas no sobrepasaría a las seis mil. Incluso el mismo AMLO, cuando hizo uso de la voz insistió: “Estoy seguro de que, para el 19 de abril esto habrá acabado”. Se volteó a ver al médico y le cuestionó: “¿No dijiste que para el 19 de abril?”, la respuesta, un tanto tartamuda, fue “Más o menos”.

Curioso detalle fue que, días después, Hugo López–Gatell, indicó que se tenían varias estimaciones con diferentes escenarios. La cifra más baja era de seis mil pérdidas humanas, y el escenario más catastrófico era de 60 mil muertos. Fue entonces que él mismo acuñó el adjetivo. Vale la mención de que estamos, lamentablemente, a unos cuantos miles de cumplir esa estimación.

Lo más preocupante, es que, al estar en la primera parte del octavo mes del año, la mitad del país se encuentra identificada por el color naranja; la otra parte se encuentra en rojo. Lo anterior es indicativo del alto número de contagios y muertes; en contrasentido, hay un bajo número de camas y espacios hospitalarios. Los números no mienten. La economía del país en general, por su parte, ya no puede soportar el “ahogamiento” al que ha sido sometida por las restricciones sanitarias y la demanda de la iniciativa privada es cada vez más contundente.

Es por ello por lo que el vocero anunció una nueva perspectiva consistente en “reequilibrar la relación directa entre la protección de la salud y la economía” la cual “integrará de una manera más amplia los distintos elementos que ayudan a la reactivación económica” con base en el argumento de la Organización Mundial de la Salud, la cual ha asegurado que “la pandemia en México, como en otros países, va a durar varios años”.

Como dice el viejo adagio: “Al buen entendedor, pocas palabras”.

Hay varias lecturas en esto. La fundamental es la que ya detallamos: La economía nacional está en una situación crítica y este anuncio da cuenta de ello. Impulsar el circulante implica, directamente, promover la actividad y la movilidad humanas. Y para que estos dos detalles ocurran, se asume la reclasificación del semáforo sanitario. Solo así se ve en el horizonte “el cambio de luz” que tanto ansía la sociedad. Lo último supondría un incremento en el número de contagios que, en un momento dado, llegaría a “justificarse” por la extensión temporal del padecimiento. No debemos pasar por alto que esa explicación ya se está usando cuando se cita la duración de años de la pandemia que nos azota de manera impía.

Por último, este “lado B” viene a apuntalar lo que sostiene el grupo de gobernadores opositores a la 4T y refrenda, desde su perspectiva, lo fallido de la estrategia de la Secretaría de Salud y, más que llamar a la concordia, la redefinición estratégica y los resultados obtenidos hasta el momento, nos hace rememorar al Dr. Hugo López–Gatell del sexenio de Felipe Calderón que terminó “saliendo por la puerta trasera” cuando vivimos el embate del virus AH1 – N1.

El pequeño gran detalle que cambiaría el rumbo de las cosas es, sin duda, el comportamiento poblacional. La conducta que nos llama a la prevención. El acatamiento a las normas sanitarias: El uso del cubrebocas, del gel antibacterial, el respeto a la sana distancia y la higiene constante de las manos. Solo así se logrará más rápido llegar a ese cambio de luz del semáforo y, con mayor seguridad, se abrirán los establecimientos, se generará empleo y se activará eficazmente la economía.