/ sábado 23 de diciembre de 2023

Cantos del Poder | Coincidencias y casualidades


Se nota una serie casi “ridícula” de coincidencias entre los presidentes de Estados Unidos, Abraham Lincoln y John F. Kennedy. “Lincoln fue elegido en el congreso en 1846 , Kennedy en 1946. Uno fue elegido presidente en 1860, y otro en 1960.

Ambos presidentes estuvieron muy interesados en mejorar los derechos civiles. Ambos fueron asesinados en viernes. A ambos les dispararon en la cabeza. La secretaria de Lincoln era de apellido Kennedy y la secretaria de Kennedy …Lincoln. Ambos fueron asesinados por sureños y reemplazados por políticos de apellido Johnson. Andrew Johnson que reemplazó a Lincoln, nació en 1808, y Lyndon B. Johnson que reemplazó a Kennedy, nació en 1908. John Wilkes Booth, el asesino de Lincoln nació en 1839, Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy, nació en 1939. Ambos asesinos usaban y se les conocía por sus tres nombres, algo no muy practicado en la cultura norteamericana. La suma de las letras de los nombres da el mismo número: 15. A Lincoln le dispararon en un Teatro llamado Ford. A Kennedy le dispararon en un coche Lincoln hecho por la compañía Ford. Booth y Oswald fueron asesinados antes de ir a juicio…”. Existen coincidencias tan grandes que no creemos que puedan ser producto de una simple casualidad. Por el contrario, resulta sencillo pensar que debe haber algo más en el fondo. Veamos:

Una persona cerró por accidente con candado todas las puertas de su casa y olvidó las llaves adentro; pero para su buena fortuna en ese preciso instante llega el cartero para hacerle entrega de una carta que le envió un familiar que reside a miles de kilómetros de distancia, y contiene las llaves de repuesto que este le había pedido y prometió devolverle. Curioso ¿No?

Hay sucesos que parecen una premonición, más que otra cosa. El pensar en una persona determinada que hace meses no vemos y repentinamente encontrarnos con ella el mismo dia. Esto es un hecho remarcable, aunque no demasiado inusual, después de todo, menos ahora que vivimos en la era de los algoritmos.

En otras ocasiones, todo parece una emboscada del destino. Sucedió con Bobby Leach, quien sobrevivió a una caída por las Cataratas del Niágara para morir pocos años después al resbalar con la cáscara de una naranja. Y con Sir Edmond Godfrey, asesinado en su residencia en Green Berry Hill en 1911 por tres individuos apellidados Green, Berry y Hill, respectivamente. Esto ha sucedido, aunque usted no lo crea, como dice la columna de Ripley. ¿Serán bromas del destino o existe una explicación a partir de datos comprobables y medibles? El científico suizo, Carl G. Jung, postuló el concepto de Sincronicidad en 1952, para definir actos que denominamos coincidencias que podrían explicar eventos extraños que surgen en el mundo que llamamos “real”.

Según Jung, generalmente desconocemos la serie de coincidencias que abundan en la vida, hecho que responde a que el individuo solo es capaz de comprender la causa y efecto en relación a experiencias cotidianas; aunque de acuerdo a la Sincronicidad es probable que existan otras formas de espacio y tiempo. ¿Se adelantó Jung a la teoría de la cuántica?

La esencia de la sincronicidad consiste, de acuerdo a observadores, en que una experiencia sincrónica suele aparecer en momentos no esperados, pero siempre en el momento exacto, hasta llegar al extremo, en ocasiones, de cambiar la dirección de nuestras vidas para influir en nuestros pensamientos.

Hay quienes dicen que el sentido de sincronía es solo la realización de un deseo buscado inconscientemente. Esto no es descartable. Sabemos menos del universo y sus leyes físicas que lo que conocemos.

La incorporación de ex priistas a la fórmula de Claudia Sheinbaum, de Morena, no debería causar sorpresa. No hay nada peor que el amor no correspondido, y seguramente dirigentes del partido tricolor se convencieron de que al seguir dónde estaban, podían quedar fuera de la jugada para siempre. Jefes de estado, reyes, tiranos, generales, demócratas, republicanos, creyentes o no, todos, ante la inminente derrota, – la victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana --, lo más que pueden discurrir—que es poco realmente--, es tratar de que las consecuencias sean lo menos graves posibles. A esto se llama “ el mal menor”.

En toda lucha política –y una elección presidencial lo es--,se dan hechos que parecen inexplicables, azares, circunstancias no previstas del todo, asuntos desconocidos para el común de los mortales, pero que se convierten en datos que influyen en el curso de la historia, siempre enigmática y llena de recovecos, aun para el ojo bien entrenado.

Hace ocho años o más que no veía al peso. Me lo encontré en un “shopping Center”. Me acerqué a saludarlo. Ya no trae muletas. Ahora es otro. Distinto al que conocí. Terno de marca, zapatos lustrados, atlética figura. Amable en su trato.

“El quebranto de salud que tuve a causa de la especulación financiera y el endeudamiento irracional, ya pasó--, dijo el peso-. Los “ genios” del neoliberalismo casi me mandan al exit, la puerta de salida. Fueron largos años de remar contracorriente. Pero aquí estoy. De pie, como nuevo. Es más, aun mejor. Tanto, que ya no se oye hablar de la cuesta de enero, de apretarse el cinturón y esas cosas.

El peso se mostraba confiado y amable. Un grupo de gente se acercó a desearle una feliz Navidad y Año Nuevo. "mis mejores deseos para esta Nochebuena y aún más para 2024, mis amigos, un fuerte abrazo", contestó el peso.

La incorporación de ex priistas a la fórmula de Claudia Shienbaum, de Morena, no debería causar sorpresa. No hay nada peor que el amor no correspondido, y seguramente dirigentes del partido tricolor se convencieron de que al seguir dónde estaban, podían quedar fuera de la jugada para siempre


Se nota una serie casi “ridícula” de coincidencias entre los presidentes de Estados Unidos, Abraham Lincoln y John F. Kennedy. “Lincoln fue elegido en el congreso en 1846 , Kennedy en 1946. Uno fue elegido presidente en 1860, y otro en 1960.

Ambos presidentes estuvieron muy interesados en mejorar los derechos civiles. Ambos fueron asesinados en viernes. A ambos les dispararon en la cabeza. La secretaria de Lincoln era de apellido Kennedy y la secretaria de Kennedy …Lincoln. Ambos fueron asesinados por sureños y reemplazados por políticos de apellido Johnson. Andrew Johnson que reemplazó a Lincoln, nació en 1808, y Lyndon B. Johnson que reemplazó a Kennedy, nació en 1908. John Wilkes Booth, el asesino de Lincoln nació en 1839, Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy, nació en 1939. Ambos asesinos usaban y se les conocía por sus tres nombres, algo no muy practicado en la cultura norteamericana. La suma de las letras de los nombres da el mismo número: 15. A Lincoln le dispararon en un Teatro llamado Ford. A Kennedy le dispararon en un coche Lincoln hecho por la compañía Ford. Booth y Oswald fueron asesinados antes de ir a juicio…”. Existen coincidencias tan grandes que no creemos que puedan ser producto de una simple casualidad. Por el contrario, resulta sencillo pensar que debe haber algo más en el fondo. Veamos:

Una persona cerró por accidente con candado todas las puertas de su casa y olvidó las llaves adentro; pero para su buena fortuna en ese preciso instante llega el cartero para hacerle entrega de una carta que le envió un familiar que reside a miles de kilómetros de distancia, y contiene las llaves de repuesto que este le había pedido y prometió devolverle. Curioso ¿No?

Hay sucesos que parecen una premonición, más que otra cosa. El pensar en una persona determinada que hace meses no vemos y repentinamente encontrarnos con ella el mismo dia. Esto es un hecho remarcable, aunque no demasiado inusual, después de todo, menos ahora que vivimos en la era de los algoritmos.

En otras ocasiones, todo parece una emboscada del destino. Sucedió con Bobby Leach, quien sobrevivió a una caída por las Cataratas del Niágara para morir pocos años después al resbalar con la cáscara de una naranja. Y con Sir Edmond Godfrey, asesinado en su residencia en Green Berry Hill en 1911 por tres individuos apellidados Green, Berry y Hill, respectivamente. Esto ha sucedido, aunque usted no lo crea, como dice la columna de Ripley. ¿Serán bromas del destino o existe una explicación a partir de datos comprobables y medibles? El científico suizo, Carl G. Jung, postuló el concepto de Sincronicidad en 1952, para definir actos que denominamos coincidencias que podrían explicar eventos extraños que surgen en el mundo que llamamos “real”.

Según Jung, generalmente desconocemos la serie de coincidencias que abundan en la vida, hecho que responde a que el individuo solo es capaz de comprender la causa y efecto en relación a experiencias cotidianas; aunque de acuerdo a la Sincronicidad es probable que existan otras formas de espacio y tiempo. ¿Se adelantó Jung a la teoría de la cuántica?

La esencia de la sincronicidad consiste, de acuerdo a observadores, en que una experiencia sincrónica suele aparecer en momentos no esperados, pero siempre en el momento exacto, hasta llegar al extremo, en ocasiones, de cambiar la dirección de nuestras vidas para influir en nuestros pensamientos.

Hay quienes dicen que el sentido de sincronía es solo la realización de un deseo buscado inconscientemente. Esto no es descartable. Sabemos menos del universo y sus leyes físicas que lo que conocemos.

La incorporación de ex priistas a la fórmula de Claudia Sheinbaum, de Morena, no debería causar sorpresa. No hay nada peor que el amor no correspondido, y seguramente dirigentes del partido tricolor se convencieron de que al seguir dónde estaban, podían quedar fuera de la jugada para siempre. Jefes de estado, reyes, tiranos, generales, demócratas, republicanos, creyentes o no, todos, ante la inminente derrota, – la victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana --, lo más que pueden discurrir—que es poco realmente--, es tratar de que las consecuencias sean lo menos graves posibles. A esto se llama “ el mal menor”.

En toda lucha política –y una elección presidencial lo es--,se dan hechos que parecen inexplicables, azares, circunstancias no previstas del todo, asuntos desconocidos para el común de los mortales, pero que se convierten en datos que influyen en el curso de la historia, siempre enigmática y llena de recovecos, aun para el ojo bien entrenado.

Hace ocho años o más que no veía al peso. Me lo encontré en un “shopping Center”. Me acerqué a saludarlo. Ya no trae muletas. Ahora es otro. Distinto al que conocí. Terno de marca, zapatos lustrados, atlética figura. Amable en su trato.

“El quebranto de salud que tuve a causa de la especulación financiera y el endeudamiento irracional, ya pasó--, dijo el peso-. Los “ genios” del neoliberalismo casi me mandan al exit, la puerta de salida. Fueron largos años de remar contracorriente. Pero aquí estoy. De pie, como nuevo. Es más, aun mejor. Tanto, que ya no se oye hablar de la cuesta de enero, de apretarse el cinturón y esas cosas.

El peso se mostraba confiado y amable. Un grupo de gente se acercó a desearle una feliz Navidad y Año Nuevo. "mis mejores deseos para esta Nochebuena y aún más para 2024, mis amigos, un fuerte abrazo", contestó el peso.

La incorporación de ex priistas a la fórmula de Claudia Shienbaum, de Morena, no debería causar sorpresa. No hay nada peor que el amor no correspondido, y seguramente dirigentes del partido tricolor se convencieron de que al seguir dónde estaban, podían quedar fuera de la jugada para siempre