/ lunes 4 de marzo de 2019

Con café y a media luz | Cuestiones carnavalescas

El carnaval, “fiesta del abandono de la carne” o carnestolendas es una celebración pagana que tiene sus orígenes en culturas antiguas de la humanidad. La cual ocurría de jueves a martes y terminaba con el miércoles de ceniza y el inicio de la cuaresma, episodio que nos debe conducir a la reflexión, el ayuno y el recogimiento para poder sanar el alma de aquellos actos indebidos y no gratos a los ojos de la divinidad.

En la actualidad, los gobiernos de cada localidad lo han convertido en una fiesta que pretexta el baile, los disfraces, las plumas y las lentejuelas; en otros lugares más aventurados, las autoridades se muestran tolerantes con el consumo de alcohol y otro tipo de sustancias. Incluso hay ciudades como Río de Janeiro, capital mundial de este festejo, en el que se permiten otro tipo de situaciones que pudieran agraviar la sensibilidad de una sociedad como la nuestra.

En Veracruz, puerto que comparte el nombre de nuestro estado vecino, el carnaval también tiene un especial simbolismo entre los habitantes para la manifestación de conductas que nos pudieran parecer sorprendentes, en cualquiera de los extremos que usted pudiera suponer. Lo mismo en Chapala, a unos minutos de la bella Guadalajara y así, pudiéramos citar una infinidad de lugares más-

Tampico, en su momento, tuvo una etapa gloriosa con su carnaval. La sociedad se partía en dos y, cada segmento, a su modo, disfrutaba de esta celebración. El pópulo danzaba por las calles del centro y apreciaba los carros alegóricos como el de una conocida pastelería de mucha tradición en nuestro puerto. La alcurnia, por su parte, hacía un baile de gala en el casino tampiqueño. Por cierto, en una ocasión que visité la hemeroteca municipal, observé un anuncio en EL SOL DE TAMPICO solicitado por la administración del casino que recordaba a los miembros que el asistir disfrazados no era “andar en fachas”.

En este fin de semana, nuestra ciudad vivió una edición más del carnaval y este que le escribe aprovechó para observar los nuevos detalles de un festejo que ya se volvió una tradición y me sorprendieron varias cuestiones que antes no se habían observado y me permito narrarle a continuación.

En primer término, y no puedo hacer “ojos ciegos” ante algo que se está comentando en las redes sociales: me refiero a la venta de alcohol. Creo que es la primera vez que observamos la venta de cerveza con total libertad en los jardines de la laguna del carpintero.

Este hecho ha partido la opinión de la ciudadanía. Existen aquellos, principalmente los jóvenes, que aplauden la comercialización del embriagante, bajo el argumento de que “así son los carnavales en otras partes del mundo” y, los otros, que condenan la desaparición de un momento de esparcimiento familiar. Curiosa es la respuesta de algunos que sostienen que los carnavales son “fiestas de adultos”.

Cabe hacer mención que, desde temprana hora, un buen número de familias ya “apartaban asientos” para poder mirar de primera mano a las comparsas y carros alegóricos que preparaban sus respectivos arreos en el inicio de este céntrico paseo, por donde se encuentra el cuartel de los bomberos de nuestra ciudad y, para las siete de la tarde, estaban ocupados casi la totalidad de los asientos.

También me percaté de los locales improvisados que se establecieron en el perímetro del vaso lacustre que lo mismo ofrecían hamburguesas, tacos, refrescos, botanas, brochetas de mariscos y otras carnes, hasta los aditamentos característicos de estas fechas como antifaces, sombreros, collares de plumas y mil cosas. Lo que no me pareció muy apropiado es la presencia de un grupo de jovencitos que se paseaban con animales exóticos entre la gente, invitando a tomarse la fotografía con los ejemplares: boas y cocodrilos morelleti, pero eso sí, quedaba estrictamente prohibido que apareciera en la imagen el muchacho que estaba haciendo el negocio.

Pensé que volvería a ver al “Mauricio Garcés” que anduvo el año pasado y lamentablemente no fue así, este servidor inocentemente se imaginó que sería el inicio de una especie de “tradición” el ver “vivos” a famosos tampiqueños bailando en el carnaval, quizá a “Tuntún”, “Rockdrigo”, Roberto Cantoral, Juan García Esquivel y otros.

Así marché desde la calle Cristóbal Colón hasta la tercera avenida, ya muy cercano a la colonia Tolteca y decidí retornar por el mismo camino, fue en ese instante en el que pude atender un detalle más: la basura. Como lo he sostenido en un sinfín de ocasiones, somos una ciudad con una escasa cultura del cuidado al medio ambiente y el uso de recipientes especializados para depositar los desperdicios de cualquier índole y en este fin de semana lo pude constatar.

¡No conté un bote de basura disponible a lo largo de toda la calle!

Por su parte los paseantes no mostraban pena alguna al solucionar el problema dejando los plásticos y los vasos y platos de unicel en las jardineras, arteria, banquetas y camellón. Además de que pude observar a un “buen ciudadano” que, al no tener dónde depositar su lata de cerveza la aventó entre los árboles de la pista de la laguna.

Espero que, para la siguiente edición, la administración municipal contemple todas esas situaciones que tal vez no previó o, quizá, asumió que los tampiqueños no caeríamos en estas irreverencias y cuestiones de “libertad” carnavalesca.

Por lo pronto, insisto: Cuidemos del ejemplo que le damos a nuestros hijos a través del cuidado que le damos la ciudad en la que vivimos.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

El carnaval, “fiesta del abandono de la carne” o carnestolendas es una celebración pagana que tiene sus orígenes en culturas antiguas de la humanidad. La cual ocurría de jueves a martes y terminaba con el miércoles de ceniza y el inicio de la cuaresma, episodio que nos debe conducir a la reflexión, el ayuno y el recogimiento para poder sanar el alma de aquellos actos indebidos y no gratos a los ojos de la divinidad.

En la actualidad, los gobiernos de cada localidad lo han convertido en una fiesta que pretexta el baile, los disfraces, las plumas y las lentejuelas; en otros lugares más aventurados, las autoridades se muestran tolerantes con el consumo de alcohol y otro tipo de sustancias. Incluso hay ciudades como Río de Janeiro, capital mundial de este festejo, en el que se permiten otro tipo de situaciones que pudieran agraviar la sensibilidad de una sociedad como la nuestra.

En Veracruz, puerto que comparte el nombre de nuestro estado vecino, el carnaval también tiene un especial simbolismo entre los habitantes para la manifestación de conductas que nos pudieran parecer sorprendentes, en cualquiera de los extremos que usted pudiera suponer. Lo mismo en Chapala, a unos minutos de la bella Guadalajara y así, pudiéramos citar una infinidad de lugares más-

Tampico, en su momento, tuvo una etapa gloriosa con su carnaval. La sociedad se partía en dos y, cada segmento, a su modo, disfrutaba de esta celebración. El pópulo danzaba por las calles del centro y apreciaba los carros alegóricos como el de una conocida pastelería de mucha tradición en nuestro puerto. La alcurnia, por su parte, hacía un baile de gala en el casino tampiqueño. Por cierto, en una ocasión que visité la hemeroteca municipal, observé un anuncio en EL SOL DE TAMPICO solicitado por la administración del casino que recordaba a los miembros que el asistir disfrazados no era “andar en fachas”.

En este fin de semana, nuestra ciudad vivió una edición más del carnaval y este que le escribe aprovechó para observar los nuevos detalles de un festejo que ya se volvió una tradición y me sorprendieron varias cuestiones que antes no se habían observado y me permito narrarle a continuación.

En primer término, y no puedo hacer “ojos ciegos” ante algo que se está comentando en las redes sociales: me refiero a la venta de alcohol. Creo que es la primera vez que observamos la venta de cerveza con total libertad en los jardines de la laguna del carpintero.

Este hecho ha partido la opinión de la ciudadanía. Existen aquellos, principalmente los jóvenes, que aplauden la comercialización del embriagante, bajo el argumento de que “así son los carnavales en otras partes del mundo” y, los otros, que condenan la desaparición de un momento de esparcimiento familiar. Curiosa es la respuesta de algunos que sostienen que los carnavales son “fiestas de adultos”.

Cabe hacer mención que, desde temprana hora, un buen número de familias ya “apartaban asientos” para poder mirar de primera mano a las comparsas y carros alegóricos que preparaban sus respectivos arreos en el inicio de este céntrico paseo, por donde se encuentra el cuartel de los bomberos de nuestra ciudad y, para las siete de la tarde, estaban ocupados casi la totalidad de los asientos.

También me percaté de los locales improvisados que se establecieron en el perímetro del vaso lacustre que lo mismo ofrecían hamburguesas, tacos, refrescos, botanas, brochetas de mariscos y otras carnes, hasta los aditamentos característicos de estas fechas como antifaces, sombreros, collares de plumas y mil cosas. Lo que no me pareció muy apropiado es la presencia de un grupo de jovencitos que se paseaban con animales exóticos entre la gente, invitando a tomarse la fotografía con los ejemplares: boas y cocodrilos morelleti, pero eso sí, quedaba estrictamente prohibido que apareciera en la imagen el muchacho que estaba haciendo el negocio.

Pensé que volvería a ver al “Mauricio Garcés” que anduvo el año pasado y lamentablemente no fue así, este servidor inocentemente se imaginó que sería el inicio de una especie de “tradición” el ver “vivos” a famosos tampiqueños bailando en el carnaval, quizá a “Tuntún”, “Rockdrigo”, Roberto Cantoral, Juan García Esquivel y otros.

Así marché desde la calle Cristóbal Colón hasta la tercera avenida, ya muy cercano a la colonia Tolteca y decidí retornar por el mismo camino, fue en ese instante en el que pude atender un detalle más: la basura. Como lo he sostenido en un sinfín de ocasiones, somos una ciudad con una escasa cultura del cuidado al medio ambiente y el uso de recipientes especializados para depositar los desperdicios de cualquier índole y en este fin de semana lo pude constatar.

¡No conté un bote de basura disponible a lo largo de toda la calle!

Por su parte los paseantes no mostraban pena alguna al solucionar el problema dejando los plásticos y los vasos y platos de unicel en las jardineras, arteria, banquetas y camellón. Además de que pude observar a un “buen ciudadano” que, al no tener dónde depositar su lata de cerveza la aventó entre los árboles de la pista de la laguna.

Espero que, para la siguiente edición, la administración municipal contemple todas esas situaciones que tal vez no previó o, quizá, asumió que los tampiqueños no caeríamos en estas irreverencias y cuestiones de “libertad” carnavalesca.

Por lo pronto, insisto: Cuidemos del ejemplo que le damos a nuestros hijos a través del cuidado que le damos la ciudad en la que vivimos.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!