/ lunes 15 de febrero de 2021

Con café y a media luz | La economía del amor

El 14 de febrero es considerado por los especialistas en la mercadotecnia como el mejor ejemplo de los efectos que esta disciplina del conocimiento puede generar en la sociedad en general, al trastocar sus hábitos de consumo. Asumido por muchos profesionales del área, exprofesamente, como “su fecha conmemorativa”, la mitad del segundo mes del año se ve engalanada con motivos alusivos al más sublime de los sentimientos: el amor.

Y ...es precisamente el amor lo que nos hace perder la razón. Una buena dosis de dopamina, endorfina, serotonina y oxitocina, que se disparan en el cerebro cada vez que vemos o besamos a aquella persona en especial, generan, por instantes –que en ocasiones duran meses– una obnubilación que nos impele a manifestar y corresponder esa sensación.

Es entonces cuando sacamos las billeteras y compramos rosas, figuras de peluche y cajas de bombones cubiertos de chocolate; invitamos desayunos, comidas o cenas; compramos boletos para la premier de aquel meloso filme hollywoodense o para la obra de teatro que retrata la historia de una pareja que, a pesar de los obstáculos que les ofrece el destino, al final alcanzan la felicidad, con un romántico sacrificio en aras del amor eterno.

Presumimos, para ese momento que, siendo fuertes, nos sentimos debilitados cuando nos embelesa el vaivén de la dulce y femenina voz; si nos consideramos astutos, aceptamos el hecho de perder la razón ante la luz reflejada en un par de ojos bonitos; si éramos parcos, nos congratulan todos los detalles de cursilería sin límite y, entre más adornos contengan, mejor.

¡Qué importa si es un día antes de la quincena y solo se tenga lo de los pasajes para ir al trabajo y volver a casa!, ¡Qué más da si los floristas y vendedores de objetos con forma de corazón deciden aumentar el precio de un día para otro!, ¡No pasa nada si la Profeco realizó su operativo de verificación cuando los precios ya estaban alterados! ¡En nada afecta que se nos haya acabado el efectivo!

¡Para todos esos contratiempos se han inventado las tarjetas de crédito y es momento para usarlas! Dicho lo anterior, es cuando empezamos a usar y a abusar del plástico que, según dijimos el día en que lo adquirimos, sería implementado para casos de emergencia.

La tarjeta que fue concebida para gastos mayores, imprevistos de salud, emergencias familiares, casos no controlados como reposición de objetos de emergencia que fueron robados y otro tipo de cuestiones de gravedad, empieza a ser pasada por las terminales de perfumerías, joyerías y almacenes de prestigio que anuncian una “gran barata” y aseguran que “te entienden”.

Lo anterior ocurre porque, al hacer una consulta a la conciencia, en nuestro interior resuena la voz del Cupido alado quien, mientras apunta a nuestro pecho con una flecha dorada, nos dice que “reparar un corazón roto también es un caso de verdadera emergencia”. Y allá vamos, sin miramientos, a incrementar nuestra, de por sí, pesada carga de deudas.

Sin embargo, en este 2021, los comerciantes de los giros preferidos de los enamorados declararon que esperaban una inversión igual a la de los años anteriores o, por lo menos, cercana, lo que les hubiera representado una verdadera “bocanada de oxígeno”, pues a causa de la pandemia del Covid-19 y el confinamiento al que hemos estado obligados en los últimos meses, las ganancias se han comportado casi nulas.

Algunos negocios se vieron obligados a implementar medidas a las que, otrora, se resistían, rechazaban y hasta criticaban severamente, como los servicios a domicilio “sin cargo extraordinario”, la incursión en las redes sociales, la implementación de promociones y regalos para motivar la compra y hasta la personalización de sus productos a gusto del cliente.

Asimismo, la necesidad económica derivada de la pandemia motivó a que buena parte de la población haya incursionado en la economía informal y, el día de ayer, gentil amigo lector, usted pudo encontrar en las redes sociales un sinfín de publicaciones en las que se ofertaban todos los obsequios que enlistamos párrafos arriba, así como otros novedosos importados y unos más “subidos de tono” para aquellos amantes apasionados.

Ese tipo de participaciones, a la postre, están representando una merma importante al comercio establecido, el cual, está viviendo un verdadero galimatías, pues a mitad de una terrible desaceleración económica, deben enfrentarse a la competencia establecida, a los rivales informales, a la inversión extraordinaria de servicios y promociones alternativos y, aunque suene a chiste, a una población de enamorados que va en declive, lo que representa una disminución del mercado meta.

Sin duda, el reordenamiento de la vida “normal” de la población ha abierto grietas en lo social, emocional y en lo económico que han tratado de ser selladas desde la perspectiva individual de cada ciudadano generando un severo desequilibrio en la dinámica acostumbrada. Esas estrategias dejan al descubierto vacío que también deben ser reinventados, como en el ejemplo del caso del comercio establecido en el marco del 14 de febrero.

Esta última reflexión refuerza, de igual manera, la premisa de que, una vez que pase este episodio de la humanidad, la sociedad –con sus hábitos, usos y conductas– ya no será la misma, incluso, en la manifestación de los sentimientos, como el amor.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

El 14 de febrero es considerado por los especialistas en la mercadotecnia como el mejor ejemplo de los efectos que esta disciplina del conocimiento puede generar en la sociedad en general, al trastocar sus hábitos de consumo. Asumido por muchos profesionales del área, exprofesamente, como “su fecha conmemorativa”, la mitad del segundo mes del año se ve engalanada con motivos alusivos al más sublime de los sentimientos: el amor.

Y ...es precisamente el amor lo que nos hace perder la razón. Una buena dosis de dopamina, endorfina, serotonina y oxitocina, que se disparan en el cerebro cada vez que vemos o besamos a aquella persona en especial, generan, por instantes –que en ocasiones duran meses– una obnubilación que nos impele a manifestar y corresponder esa sensación.

Es entonces cuando sacamos las billeteras y compramos rosas, figuras de peluche y cajas de bombones cubiertos de chocolate; invitamos desayunos, comidas o cenas; compramos boletos para la premier de aquel meloso filme hollywoodense o para la obra de teatro que retrata la historia de una pareja que, a pesar de los obstáculos que les ofrece el destino, al final alcanzan la felicidad, con un romántico sacrificio en aras del amor eterno.

Presumimos, para ese momento que, siendo fuertes, nos sentimos debilitados cuando nos embelesa el vaivén de la dulce y femenina voz; si nos consideramos astutos, aceptamos el hecho de perder la razón ante la luz reflejada en un par de ojos bonitos; si éramos parcos, nos congratulan todos los detalles de cursilería sin límite y, entre más adornos contengan, mejor.

¡Qué importa si es un día antes de la quincena y solo se tenga lo de los pasajes para ir al trabajo y volver a casa!, ¡Qué más da si los floristas y vendedores de objetos con forma de corazón deciden aumentar el precio de un día para otro!, ¡No pasa nada si la Profeco realizó su operativo de verificación cuando los precios ya estaban alterados! ¡En nada afecta que se nos haya acabado el efectivo!

¡Para todos esos contratiempos se han inventado las tarjetas de crédito y es momento para usarlas! Dicho lo anterior, es cuando empezamos a usar y a abusar del plástico que, según dijimos el día en que lo adquirimos, sería implementado para casos de emergencia.

La tarjeta que fue concebida para gastos mayores, imprevistos de salud, emergencias familiares, casos no controlados como reposición de objetos de emergencia que fueron robados y otro tipo de cuestiones de gravedad, empieza a ser pasada por las terminales de perfumerías, joyerías y almacenes de prestigio que anuncian una “gran barata” y aseguran que “te entienden”.

Lo anterior ocurre porque, al hacer una consulta a la conciencia, en nuestro interior resuena la voz del Cupido alado quien, mientras apunta a nuestro pecho con una flecha dorada, nos dice que “reparar un corazón roto también es un caso de verdadera emergencia”. Y allá vamos, sin miramientos, a incrementar nuestra, de por sí, pesada carga de deudas.

Sin embargo, en este 2021, los comerciantes de los giros preferidos de los enamorados declararon que esperaban una inversión igual a la de los años anteriores o, por lo menos, cercana, lo que les hubiera representado una verdadera “bocanada de oxígeno”, pues a causa de la pandemia del Covid-19 y el confinamiento al que hemos estado obligados en los últimos meses, las ganancias se han comportado casi nulas.

Algunos negocios se vieron obligados a implementar medidas a las que, otrora, se resistían, rechazaban y hasta criticaban severamente, como los servicios a domicilio “sin cargo extraordinario”, la incursión en las redes sociales, la implementación de promociones y regalos para motivar la compra y hasta la personalización de sus productos a gusto del cliente.

Asimismo, la necesidad económica derivada de la pandemia motivó a que buena parte de la población haya incursionado en la economía informal y, el día de ayer, gentil amigo lector, usted pudo encontrar en las redes sociales un sinfín de publicaciones en las que se ofertaban todos los obsequios que enlistamos párrafos arriba, así como otros novedosos importados y unos más “subidos de tono” para aquellos amantes apasionados.

Ese tipo de participaciones, a la postre, están representando una merma importante al comercio establecido, el cual, está viviendo un verdadero galimatías, pues a mitad de una terrible desaceleración económica, deben enfrentarse a la competencia establecida, a los rivales informales, a la inversión extraordinaria de servicios y promociones alternativos y, aunque suene a chiste, a una población de enamorados que va en declive, lo que representa una disminución del mercado meta.

Sin duda, el reordenamiento de la vida “normal” de la población ha abierto grietas en lo social, emocional y en lo económico que han tratado de ser selladas desde la perspectiva individual de cada ciudadano generando un severo desequilibrio en la dinámica acostumbrada. Esas estrategias dejan al descubierto vacío que también deben ser reinventados, como en el ejemplo del caso del comercio establecido en el marco del 14 de febrero.

Esta última reflexión refuerza, de igual manera, la premisa de que, una vez que pase este episodio de la humanidad, la sociedad –con sus hábitos, usos y conductas– ya no será la misma, incluso, en la manifestación de los sentimientos, como el amor.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.