/ lunes 24 de junio de 2019

Con café y a media luz | El desempleo y el adiós

Tengo cerca de diez años de conocer a una excelente profesionista en su área. Más allá de sus conocimientos y experiencia en el campo de trabajo, cuenta con actitudes que la hacen sobresalir de sus símiles: Es responsable, dedicada, comprometida y apasionada de la carrera que hoy profesa y que, cabe hacer mención, fue heredada de su padre, quien también ha entregado su vida a este ejercicio.

En estos días y después de mucho tiempo de búsqueda se le abren las puertas de la Unión Americana a través de una oferta de trabajo en una empresa asentada en ese país, ya que en nuestro México lindo y qué herido las propuestas para incorporarse al sector laboral de manera formal y establecida parecen ser cada vez más escasas, y las que existen no cumplen las expectativas de los profesionistas o, en un hecho risible, el aspirante está sobrevaluado para el puesto que se está ofreciendo.

¿Qué es lo que pasa en este círculo vicioso del que cada vez es más difícil salir?, ¿Cuánto tiempo debemos esperar a que se recupere la economía empresarial para ver buenos contratos para los profesionistas, particularmente para aquellos recién egresados?, ¿No será preocupante observar que “la fuga de cerebros” está repercutiendo severamente en el flujo de capitales en nuestro país?, ¿Por qué el profesionista mexicano está tan devaluado en su nación de origen?

Quizá, gentil amigo lector, no todas las preguntas del párrafo anterior tienen razón de ser y en otras, el atino me asista, sin embargo, la realidad es cruda y el mercado laboral para el profesionista de cualquier área está cada vez más cerrado, obligándolo a buscar nuevos horizontes más allá de las fronteras, donde su conocimiento aplicado a la práctica esté remunerado de manera más equitativa y justa.

Es sumamente curioso lo que ocurre. En primer término, vemos al sector gobierno que lanza programas para emplear NINIS –aquellos que ni estudian, ni trabajan– es decir, no cuentan con título alguno, como si los egresados de las aulas universitarias tuvieran las oportunidades regaladas por el simple hecho de alcanzar una cédula profesional. Ahí está el primer descuido. Sin mencionar que los NINIS dejan botados los empleos al cabo de unas cuantas semanas de estar desempeñándose.

Posteriormente, el recién titulado se enfrenta a dos cosas que lo llevan al mismo lugar: la desocupación. La primera de ellas es, por obviedad, la ausencia de espacios, y la otra es la llamada etiqueta de “sobrevaluación”. En otras palabras, la empresa busca a aquellos que no están tan preparados porque no está dispuesta a pagar un poco más.

Muchas ocasiones, este servidor ha escuchado conversaciones en las que aparece este consejo de un empresario a otro: “Contrata técnicos profesionales, son más baratos, salen más rápido y no aspiran a progresar como el titulado”.

Y ese es el segundo factor que incide en ese círculo que hemos platicado.

A alguien se le ocurrió promover el emprendimiento –por cierto, debo hacer énfasis en que la palabra “emprendedurismo” no existe- y el autoempleo para aquellos que egresaron de un instituto de educación superior. Sin embargo, el mercado que termina por contratar los servicios de un “freelance” es, en su mayoría, el del pequeño y mediano empresario que no puede erogar grandes cantidades. Lo cual, también es lamentable.

Y es, entonces, cuando aparece la oportunidad en el extranjero. A los muchachos se “les iluminan los ojos” con esta oferta y, sin dudarlo, “hacen maletas” en busca de un mejor porvenir.

Todos esos “cerebros” representan una fuga de capital humano que más adelante lamentaremos pues representan la fuerza del progreso que tanto necesita nuestra nación para alcanzar los sitiales que se han prometido en diversas compañas políticas y que nunca llegan a concretarse en realidades.

Debe ser un trabajo en conjunto. En el que universidades con programas actualizados y pertinentes a las necesidades empresariales, el Gobierno con programas de becas y estímulos reales dirigidos a la contratación de egresados de educación superior y, por último, una estrategia bien cimentada por parte de los actores económicos para brindar espacios estos muchachos, converjan para revertir el fenómeno que está aquejando a la juventud “SISI”, es decir “los que sí estudiaron y sí quieren trabajar”.

¡Hasta la próxima!

Escríbame y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

licajimenezmcc@hotmail.com

Tengo cerca de diez años de conocer a una excelente profesionista en su área. Más allá de sus conocimientos y experiencia en el campo de trabajo, cuenta con actitudes que la hacen sobresalir de sus símiles: Es responsable, dedicada, comprometida y apasionada de la carrera que hoy profesa y que, cabe hacer mención, fue heredada de su padre, quien también ha entregado su vida a este ejercicio.

En estos días y después de mucho tiempo de búsqueda se le abren las puertas de la Unión Americana a través de una oferta de trabajo en una empresa asentada en ese país, ya que en nuestro México lindo y qué herido las propuestas para incorporarse al sector laboral de manera formal y establecida parecen ser cada vez más escasas, y las que existen no cumplen las expectativas de los profesionistas o, en un hecho risible, el aspirante está sobrevaluado para el puesto que se está ofreciendo.

¿Qué es lo que pasa en este círculo vicioso del que cada vez es más difícil salir?, ¿Cuánto tiempo debemos esperar a que se recupere la economía empresarial para ver buenos contratos para los profesionistas, particularmente para aquellos recién egresados?, ¿No será preocupante observar que “la fuga de cerebros” está repercutiendo severamente en el flujo de capitales en nuestro país?, ¿Por qué el profesionista mexicano está tan devaluado en su nación de origen?

Quizá, gentil amigo lector, no todas las preguntas del párrafo anterior tienen razón de ser y en otras, el atino me asista, sin embargo, la realidad es cruda y el mercado laboral para el profesionista de cualquier área está cada vez más cerrado, obligándolo a buscar nuevos horizontes más allá de las fronteras, donde su conocimiento aplicado a la práctica esté remunerado de manera más equitativa y justa.

Es sumamente curioso lo que ocurre. En primer término, vemos al sector gobierno que lanza programas para emplear NINIS –aquellos que ni estudian, ni trabajan– es decir, no cuentan con título alguno, como si los egresados de las aulas universitarias tuvieran las oportunidades regaladas por el simple hecho de alcanzar una cédula profesional. Ahí está el primer descuido. Sin mencionar que los NINIS dejan botados los empleos al cabo de unas cuantas semanas de estar desempeñándose.

Posteriormente, el recién titulado se enfrenta a dos cosas que lo llevan al mismo lugar: la desocupación. La primera de ellas es, por obviedad, la ausencia de espacios, y la otra es la llamada etiqueta de “sobrevaluación”. En otras palabras, la empresa busca a aquellos que no están tan preparados porque no está dispuesta a pagar un poco más.

Muchas ocasiones, este servidor ha escuchado conversaciones en las que aparece este consejo de un empresario a otro: “Contrata técnicos profesionales, son más baratos, salen más rápido y no aspiran a progresar como el titulado”.

Y ese es el segundo factor que incide en ese círculo que hemos platicado.

A alguien se le ocurrió promover el emprendimiento –por cierto, debo hacer énfasis en que la palabra “emprendedurismo” no existe- y el autoempleo para aquellos que egresaron de un instituto de educación superior. Sin embargo, el mercado que termina por contratar los servicios de un “freelance” es, en su mayoría, el del pequeño y mediano empresario que no puede erogar grandes cantidades. Lo cual, también es lamentable.

Y es, entonces, cuando aparece la oportunidad en el extranjero. A los muchachos se “les iluminan los ojos” con esta oferta y, sin dudarlo, “hacen maletas” en busca de un mejor porvenir.

Todos esos “cerebros” representan una fuga de capital humano que más adelante lamentaremos pues representan la fuerza del progreso que tanto necesita nuestra nación para alcanzar los sitiales que se han prometido en diversas compañas políticas y que nunca llegan a concretarse en realidades.

Debe ser un trabajo en conjunto. En el que universidades con programas actualizados y pertinentes a las necesidades empresariales, el Gobierno con programas de becas y estímulos reales dirigidos a la contratación de egresados de educación superior y, por último, una estrategia bien cimentada por parte de los actores económicos para brindar espacios estos muchachos, converjan para revertir el fenómeno que está aquejando a la juventud “SISI”, es decir “los que sí estudiaron y sí quieren trabajar”.

¡Hasta la próxima!

Escríbame y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

licajimenezmcc@hotmail.com