/ domingo 27 de agosto de 2023

Historias breves | Invasión española de 1829

RESUMEN DE LA SEGUNDA PARTE.- En el escrito anterior se publicó la proclama del brigadier invasor español Isidro Barradas para convencer a los moradores mexicanos de la región invadida, que se adhirieran a la causa de reconquista, que lo mejor para todos era el gobierno monárquico español; el ejército mexicano al mando del general Antonio López de Santa Anna recuperó Pueblo Viejo de Tampico, Veracruz; el general Manuel de Mier y Terán ataca Doña Cecilia ocupada por los españoles y se repliega a Altamira, el brigadier Barradas ataca y toma Altamira, Tamaulipas; Antonio López de Santa Anna se prepara para atacar y recuperar Tampico, Tamaulipas.

La Batalla de Tampico. La noche del 20 de agosto, las tropas mexicanas después de cruzar el río Pánuco arribaron sigilosamente rumbo al Espartal, se organizaron tres columnas, una al mando del coronel Antonio Mejía, otra a las órdenes del teniente coronel Telles y una tercera a las órdenes directas del general Antonio López de Santa Anna, avanzaban en orden en el silencio de la noche, enterados de que iban a ser atacados por los españoles que tenían tomada la villa de Tampico bajo la orden del nonagenario coronel D. José Salomón, comandante de las fuerzas de Barradas en Tampico Tamaulipas; descubierta la avanzada mexicana, los españoles se pusieron sobre las armas y se entabló la lucha decidida, dos lanchas desde el río atacaban; la tropa del 3er de línea, siguiendo su bandera, asaltó el edificio del cuartel del general Salomón llamada Casa de Castilla, a las dos y media de la mañana se redobló la fusilería y hasta el amanecer siguió el fuego de una y otra parte; el comandante español Arroyo, mirando por el anteojo observó una nueva columna de mexicanos que desembarcaban por El Humo, les sería difícil prolongar la resistencia y pensando que era el momento de poner bandera de parlamento y obtener una capitulación honrosa le comunica al coronel Salomón y este lo autorizó sin haber podido comunicarse con Barradas; el comandante Arroyo, sin reparar el peligro que corría, fijó en una vara un pañuelo blanco y lo colocó en una azotea, apenas había terminado y fue herido por una bala, el fuego cesó de ambos bandos, quedando más de cien muertos en el encuentro por ambas partes.

El coronel D. José Salomón dio órdenes de suspender hostilidades, no para capitular sino para curar a los heridos y recoger los muertos, Salomón se dirigió a la casa del cónsul inglés mandando un comunicado a Santa Anna donde lo esperaría, Santa Anna acudió antes de una hora con un Estado Mayor, aproximadamente 30 personas, el cónsul los recibió muy bien, ofreciéndoles por hora y media toda clase de buenos alimentos y bebidas hasta que Santa Anna, que no consumía bocadillos, solo bebía agua y vino, dijo: "Se hace tarde, vamos a entender la capitulación hacia los términos más favorables para ustedes". Salomón le contestó: "¿qué es eso de capitulación, mi general?, capitulación NO; suspensión de hostilidades, es lo que venimos a pedir, para recoger los heridos de ambos campos, curar y alimentar los enfermos y heridos"; Eugenio Aviraneta, operador político de la invasión, se encontraba ahí y dijo: "El coronel Salomón no tiene facultades para capitular, si a usted le parece, su ayudante de campo el coronel Castrillón y yo podemos pasar a Altamira a consultar ese punto y si acaso el brigadier Barradas se avendrá a una capitulación, toda la división se reembarque para La Habana". El coronel mexicano Landeros tomó la palabra y dijo a Santa Anna: "Aviraneta piensa racionalmente y creo que ustedes deben aceptar la propuesta y suspender hostilidades", Salomón se retiró; el coronel Castrillón y Eugenio Aviraneta se disponían a partir hacia Altamira cuando se presentó un capitán mexicano que estaba de observación en las afueras de Tampico avisando que el ejército español regresaba de Altamira y se encontraba a la izquierda de la Laguna del Carpintero para apoderarse del embarcadero de El Humo con un ejército muchas veces superior al de Santa Anna y, en efecto, momentos después de una marcha forzada de 7 horas, hizo entrada a Tampico con su ejército el brigadier Barradas y dándose cuenta de la situación el astuto Santa Anna se fue al Consulado de Francia con varios de sus militares y por medio del cónsul de Francia llamó a entrevista a Barradas, el cual se presentó inmediatamente y allí acordaron dejar libre el paso del río a los mexicanos en virtud de la suspensión de hostilidades pactadas con el coronel Salomón y que pudiesen pasar libremente a Tampico de Pueblo Viejo, Veracruz y que estando Barradas en el suyo, ya se pondrían de acuerdo para futuras pláticas; la actitud de Barradas permitió al general Santa Anna, quien de hecho estaba prisionero con toda su tropa, salir con banderas desplegadas y toda su tropa hasta el cuartel general en Tampico de Pueblo Viejo, Veracruz. Posterior a la batalla de Tampico, el brigadier español escribe a Santa Anna para tener una entrevista en El Humo, solo iría Barradas, acompañado del operador político de la invasión, Eugenio Aviraneta y el general Santa Anna para tratar asuntos que interesan a todos en general, incluía también una carta de Aviraneta llamando amigo a López de Santa Anna, sin duda para ofrecerle algún gran puesto a cambio de adherirse a Barradas o retirar las tropas mexicanas. El 25 de agosto el brigadier Barradas manda una misiva a Santa Anna invitándolo a conversar, Santa Anna responde que si no es para capitular o evacuar inmediatamente el territorio mexicano no asistiría por órdenes superiores, también dirigió ese día una carta a Eugenio Aviraneta donde le dice los motivos que le impiden acudir a la entrevista con Barradas, la carta de Santa Anna a Aviraneta inicia así: Estimado amigo, y termina diciendo que es su afectísimo y seguro servidor.

El haber marchado hacia Altamira, combatir y tener que retornar apresuradamente hizo que muchos soldados españoles enfermaran y algunos fallecieran; el médico González Pérez, facultativo del Colegio de San Carlos en Madrid, que ejerció además en La Habana y Veracruz, ayudado por dos cirujanos y algunos practicantes, procedió a la autopsia de varios cadáveres que abrieron y reconocieron, dando por resultado el examen anatómico que las vejigas estaban llenas de aguas verdosas y corrompidas, que los soldados bebieron en exceso en los estanques, pantanos o charcos de los montes del camino de Altamira, sedientos por la fatiga, el excesivo calor de agosto, los mosquitos y, más que todo, por la excesiva carne y tocino salado de que se hartaron durante los días que permanecieron en Altamira, y el mucho aguardiente y licor que bebieron. Asegurando que todas estas causas habían producido en el cuerpo del soldado una verdadera peste oriental difícil de atacar por la carencia de medicamentos y alimentos convenientes. Dado este dictamen reservado, el médico González Pérez se volvió a su lecho por el resto de los días que duró la invasión. Continuará...

* Cronista Municipal de Altamira, Tamaulipas

RESUMEN DE LA SEGUNDA PARTE.- En el escrito anterior se publicó la proclama del brigadier invasor español Isidro Barradas para convencer a los moradores mexicanos de la región invadida, que se adhirieran a la causa de reconquista, que lo mejor para todos era el gobierno monárquico español; el ejército mexicano al mando del general Antonio López de Santa Anna recuperó Pueblo Viejo de Tampico, Veracruz; el general Manuel de Mier y Terán ataca Doña Cecilia ocupada por los españoles y se repliega a Altamira, el brigadier Barradas ataca y toma Altamira, Tamaulipas; Antonio López de Santa Anna se prepara para atacar y recuperar Tampico, Tamaulipas.

La Batalla de Tampico. La noche del 20 de agosto, las tropas mexicanas después de cruzar el río Pánuco arribaron sigilosamente rumbo al Espartal, se organizaron tres columnas, una al mando del coronel Antonio Mejía, otra a las órdenes del teniente coronel Telles y una tercera a las órdenes directas del general Antonio López de Santa Anna, avanzaban en orden en el silencio de la noche, enterados de que iban a ser atacados por los españoles que tenían tomada la villa de Tampico bajo la orden del nonagenario coronel D. José Salomón, comandante de las fuerzas de Barradas en Tampico Tamaulipas; descubierta la avanzada mexicana, los españoles se pusieron sobre las armas y se entabló la lucha decidida, dos lanchas desde el río atacaban; la tropa del 3er de línea, siguiendo su bandera, asaltó el edificio del cuartel del general Salomón llamada Casa de Castilla, a las dos y media de la mañana se redobló la fusilería y hasta el amanecer siguió el fuego de una y otra parte; el comandante español Arroyo, mirando por el anteojo observó una nueva columna de mexicanos que desembarcaban por El Humo, les sería difícil prolongar la resistencia y pensando que era el momento de poner bandera de parlamento y obtener una capitulación honrosa le comunica al coronel Salomón y este lo autorizó sin haber podido comunicarse con Barradas; el comandante Arroyo, sin reparar el peligro que corría, fijó en una vara un pañuelo blanco y lo colocó en una azotea, apenas había terminado y fue herido por una bala, el fuego cesó de ambos bandos, quedando más de cien muertos en el encuentro por ambas partes.

El coronel D. José Salomón dio órdenes de suspender hostilidades, no para capitular sino para curar a los heridos y recoger los muertos, Salomón se dirigió a la casa del cónsul inglés mandando un comunicado a Santa Anna donde lo esperaría, Santa Anna acudió antes de una hora con un Estado Mayor, aproximadamente 30 personas, el cónsul los recibió muy bien, ofreciéndoles por hora y media toda clase de buenos alimentos y bebidas hasta que Santa Anna, que no consumía bocadillos, solo bebía agua y vino, dijo: "Se hace tarde, vamos a entender la capitulación hacia los términos más favorables para ustedes". Salomón le contestó: "¿qué es eso de capitulación, mi general?, capitulación NO; suspensión de hostilidades, es lo que venimos a pedir, para recoger los heridos de ambos campos, curar y alimentar los enfermos y heridos"; Eugenio Aviraneta, operador político de la invasión, se encontraba ahí y dijo: "El coronel Salomón no tiene facultades para capitular, si a usted le parece, su ayudante de campo el coronel Castrillón y yo podemos pasar a Altamira a consultar ese punto y si acaso el brigadier Barradas se avendrá a una capitulación, toda la división se reembarque para La Habana". El coronel mexicano Landeros tomó la palabra y dijo a Santa Anna: "Aviraneta piensa racionalmente y creo que ustedes deben aceptar la propuesta y suspender hostilidades", Salomón se retiró; el coronel Castrillón y Eugenio Aviraneta se disponían a partir hacia Altamira cuando se presentó un capitán mexicano que estaba de observación en las afueras de Tampico avisando que el ejército español regresaba de Altamira y se encontraba a la izquierda de la Laguna del Carpintero para apoderarse del embarcadero de El Humo con un ejército muchas veces superior al de Santa Anna y, en efecto, momentos después de una marcha forzada de 7 horas, hizo entrada a Tampico con su ejército el brigadier Barradas y dándose cuenta de la situación el astuto Santa Anna se fue al Consulado de Francia con varios de sus militares y por medio del cónsul de Francia llamó a entrevista a Barradas, el cual se presentó inmediatamente y allí acordaron dejar libre el paso del río a los mexicanos en virtud de la suspensión de hostilidades pactadas con el coronel Salomón y que pudiesen pasar libremente a Tampico de Pueblo Viejo, Veracruz y que estando Barradas en el suyo, ya se pondrían de acuerdo para futuras pláticas; la actitud de Barradas permitió al general Santa Anna, quien de hecho estaba prisionero con toda su tropa, salir con banderas desplegadas y toda su tropa hasta el cuartel general en Tampico de Pueblo Viejo, Veracruz. Posterior a la batalla de Tampico, el brigadier español escribe a Santa Anna para tener una entrevista en El Humo, solo iría Barradas, acompañado del operador político de la invasión, Eugenio Aviraneta y el general Santa Anna para tratar asuntos que interesan a todos en general, incluía también una carta de Aviraneta llamando amigo a López de Santa Anna, sin duda para ofrecerle algún gran puesto a cambio de adherirse a Barradas o retirar las tropas mexicanas. El 25 de agosto el brigadier Barradas manda una misiva a Santa Anna invitándolo a conversar, Santa Anna responde que si no es para capitular o evacuar inmediatamente el territorio mexicano no asistiría por órdenes superiores, también dirigió ese día una carta a Eugenio Aviraneta donde le dice los motivos que le impiden acudir a la entrevista con Barradas, la carta de Santa Anna a Aviraneta inicia así: Estimado amigo, y termina diciendo que es su afectísimo y seguro servidor.

El haber marchado hacia Altamira, combatir y tener que retornar apresuradamente hizo que muchos soldados españoles enfermaran y algunos fallecieran; el médico González Pérez, facultativo del Colegio de San Carlos en Madrid, que ejerció además en La Habana y Veracruz, ayudado por dos cirujanos y algunos practicantes, procedió a la autopsia de varios cadáveres que abrieron y reconocieron, dando por resultado el examen anatómico que las vejigas estaban llenas de aguas verdosas y corrompidas, que los soldados bebieron en exceso en los estanques, pantanos o charcos de los montes del camino de Altamira, sedientos por la fatiga, el excesivo calor de agosto, los mosquitos y, más que todo, por la excesiva carne y tocino salado de que se hartaron durante los días que permanecieron en Altamira, y el mucho aguardiente y licor que bebieron. Asegurando que todas estas causas habían producido en el cuerpo del soldado una verdadera peste oriental difícil de atacar por la carencia de medicamentos y alimentos convenientes. Dado este dictamen reservado, el médico González Pérez se volvió a su lecho por el resto de los días que duró la invasión. Continuará...

* Cronista Municipal de Altamira, Tamaulipas