/ viernes 23 de marzo de 2018

Sabia virtud

Renato Leduc, poeta y escritor mexicano que estuvo casado con la pintora Leonora Carrington, se aventuró a desarrollar una oda al “tiempo”, palabra que en la poesía hispana representa un verdadero “callejón sin salida” puesto que, según tengo entendido, es el único vocablo que carece de rima consonante, es decir, que no existe otra palabra que concluya de la misma manera para poder tejer un verso.

Algunos dicen que se trató de una apuesta que se pactó en aquellas cenas culturales en las que se reunía la clase letrada de la antigua Ciudad de México. Otros aseguran que fue un capricho de su esposa, una mujer talentosa y sensible con la que compartía el gusto por las bellas artes. Alguien más afirmó que solo fue un reto personal y, así, demostrarse que podía lograr la construcción de un poema cuya métrica, ritmo y rima, estuviera a toda prueba. El hecho es que esta composición reza en su inicio de la siguiente manera: “Sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo, como dice el refrán dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor alivia el tiempo”. Años más tarde algún artista musicalizó esta bella letra y, por ende, cantantes siguen engrosando la lista de aquellos que la tomaron como parte fundamental de su interpretación en una extensa discografía. Hago este pequeño preámbulo porque, sin afán de preciosismos o falsas prendas de heroicidad, debo hacer la observación que, debido a la época, los valores y las enseñanzas, esta poesía debería cambiar la letra de su primer verso y dictar “Sabia virtud de respetar el tiempo”. Sí, respetar el tiempo, el propio y de los demás ya que es el único bien que se mide en instantes y que, una vez transcurrido no se vuelve a recuperar. No importa el oficio, profesión o actividad, ya que desde el más discreto de los artesanos hasta el más acaudalado de los empresarios, pasando por el político, el profesor o el médico, todos gozan de la misma cantidad de horas, minutos o segundos a lo largo del día y tienen el derecho de invertirlos como mejor les parezca o convenga para incrementar su ingreso económico, acrecentar su cultura o desarrollar cualquier actividad que se desee. Desafortunadamente, en la actualidad, nos hemos vuelto tan irresponsables con el manejo y desarrollo de nuestras actividades a lo largo del trajín diario que, inconscientemente, desperdiciamos ese factor tan preciado y de manera indirecta hacemos que los demás caigan en la misma situación. Es por ello por lo que en las recomendaciones que los expertos hacen, está, en primer término, planear las acciones con un día de anterioridad, tratando de llevar al cabo la agenda planteada, en tiempo y forma, considerando tiempos, distancias, traslados y cualquier otro factor que pueda afectar de un momento a otro nuestro desempeño. Así, evitaremos que se empalmen dos o tres acontecimientos, ocasionando retrasos que pudieran resultar molestos e infructuosos para con aquellos con los que pactamos la cita. En países europeos la impuntualidad está considerada ofensiva y una muestra innegable de respeto que se le está ofreciendo a la contraparte. En casos más extremos como ocurre en el Lejano Oriente, el llegar tarde o hacer esperar a un individuo le puede ocasionar serios problemas con la ley. No pretendo con esto ocasionar una revolución social o hacerle suponer que se debe legislar al respecto. Estas líneas son una sencilla pero valiosa reflexión en torno a la filosofía de vida que cada uno de nosotros deberá implementar para darle una mayor precisión y certeza a nuestras diligencias y así, sin dudarlo, aumentarán nuestros contratos, mejorarán los negocios, se generarán más ganancias y las relaciones con nuestros semejantes estarán en condiciones inmejorables. ¿No cree usted, querido amigo lector? ¡Hasta la próxima!

Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Renato Leduc, poeta y escritor mexicano que estuvo casado con la pintora Leonora Carrington, se aventuró a desarrollar una oda al “tiempo”, palabra que en la poesía hispana representa un verdadero “callejón sin salida” puesto que, según tengo entendido, es el único vocablo que carece de rima consonante, es decir, que no existe otra palabra que concluya de la misma manera para poder tejer un verso.

Algunos dicen que se trató de una apuesta que se pactó en aquellas cenas culturales en las que se reunía la clase letrada de la antigua Ciudad de México. Otros aseguran que fue un capricho de su esposa, una mujer talentosa y sensible con la que compartía el gusto por las bellas artes. Alguien más afirmó que solo fue un reto personal y, así, demostrarse que podía lograr la construcción de un poema cuya métrica, ritmo y rima, estuviera a toda prueba. El hecho es que esta composición reza en su inicio de la siguiente manera: “Sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo, como dice el refrán dar tiempo al tiempo, que de amor y dolor alivia el tiempo”. Años más tarde algún artista musicalizó esta bella letra y, por ende, cantantes siguen engrosando la lista de aquellos que la tomaron como parte fundamental de su interpretación en una extensa discografía. Hago este pequeño preámbulo porque, sin afán de preciosismos o falsas prendas de heroicidad, debo hacer la observación que, debido a la época, los valores y las enseñanzas, esta poesía debería cambiar la letra de su primer verso y dictar “Sabia virtud de respetar el tiempo”. Sí, respetar el tiempo, el propio y de los demás ya que es el único bien que se mide en instantes y que, una vez transcurrido no se vuelve a recuperar. No importa el oficio, profesión o actividad, ya que desde el más discreto de los artesanos hasta el más acaudalado de los empresarios, pasando por el político, el profesor o el médico, todos gozan de la misma cantidad de horas, minutos o segundos a lo largo del día y tienen el derecho de invertirlos como mejor les parezca o convenga para incrementar su ingreso económico, acrecentar su cultura o desarrollar cualquier actividad que se desee. Desafortunadamente, en la actualidad, nos hemos vuelto tan irresponsables con el manejo y desarrollo de nuestras actividades a lo largo del trajín diario que, inconscientemente, desperdiciamos ese factor tan preciado y de manera indirecta hacemos que los demás caigan en la misma situación. Es por ello por lo que en las recomendaciones que los expertos hacen, está, en primer término, planear las acciones con un día de anterioridad, tratando de llevar al cabo la agenda planteada, en tiempo y forma, considerando tiempos, distancias, traslados y cualquier otro factor que pueda afectar de un momento a otro nuestro desempeño. Así, evitaremos que se empalmen dos o tres acontecimientos, ocasionando retrasos que pudieran resultar molestos e infructuosos para con aquellos con los que pactamos la cita. En países europeos la impuntualidad está considerada ofensiva y una muestra innegable de respeto que se le está ofreciendo a la contraparte. En casos más extremos como ocurre en el Lejano Oriente, el llegar tarde o hacer esperar a un individuo le puede ocasionar serios problemas con la ley. No pretendo con esto ocasionar una revolución social o hacerle suponer que se debe legislar al respecto. Estas líneas son una sencilla pero valiosa reflexión en torno a la filosofía de vida que cada uno de nosotros deberá implementar para darle una mayor precisión y certeza a nuestras diligencias y así, sin dudarlo, aumentarán nuestros contratos, mejorarán los negocios, se generarán más ganancias y las relaciones con nuestros semejantes estarán en condiciones inmejorables. ¿No cree usted, querido amigo lector? ¡Hasta la próxima!

Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!