/ viernes 27 de septiembre de 2019

Con café y a media luz | ¿Y los derechos de los niños?

En las organizaciones empresariales, desde hace muchos años, están bien fundamentados y aplicados tres importantes conceptos y normas: Las áreas de oportunidad, los sistemas de gestión de la calidad y la mejora continua. La observación de esos tres elementos en conjunto les permite trazar rumbos bien definidos para alcanzar altas metas de competitividad, incluso, de nivel internacional.

La iniciativa privada, sabedora de que, cumplir con ciertos estándares de calidad, les permitirá, en un momento dado, garantizar buenos ingresos y un alto índice de ventas, no dudan, ni por un momento, en invertir más de lo necesario para obtener resultados óptimos y satisfactorios.

El primero de estos elementos –las áreas de oportunidad– son esos espacios que manifestaron cierto error, omisión o algún detalle que puede ser superado con una mejor capacitación y posterior evaluación del recurso humano. En tanto que un sistema de gestión de la calidad le permite ver a la organización a sí misma, como un conjunto de procedimientos, que tienen entradas y salidas ordenadas en un ciclo perfectible, que da como resultado, un producto de alto nivel. Por último, la mejora continua, es derivada de los últimos dos, pues se observan las oportunidades de mejora en el contexto del sistema de calidad para rencauzar de manera integral el aparato organizacional.

Lamentablemente, son muy pocas las dependencias y oficinas del orden público que conciben estos preceptos y los aplican en el desarrollo de los servicios que ofrecen a la población en general.

Una de las pocas cosas buenas que trajo consigo el sexenio de Enrique Peña Nieto, fue la reforma educativa, que buscaba colocar al maestro frente a grupo en este proceso de mejora en bien de la niñez mexicana, además de buscar, hasta la mínima expresión, el fenómeno de ausencia docente en el aula por cuestiones de política sindical interna que terminaban por mermar la calidad de la educación que recibían las nuevas generaciones.

Curiosamente, estados como Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Guerrero, en donde opera la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, el nivel de avance académico es sumamente inferior al del resto de las entidades y, cabe hacer mención, son los lugares en los que se han prodigado una serie de complacencias al sector docente como en ninguna otra entidad de la República Mexicana.

Conceptos como la herencia de plazas al familiar inmediato que apenas y llegó a la secundaria; la falsificación de calificaciones por parte del mismo profesorado para aprobar al niño que no ha aprendido a leer y a escribir por la irresponsabilidad del docente quien tiene que elevar los índices de aprobación y no le importa heredar el problema al compañero del grado siguiente; las dádivas como “el bono de lástima”, que no es otra cosa que dinero regalado que se entrega cuando el maestro vuelve de sus vacaciones en las que derrochó las quincenas adelantadas; todo ello contradice en fondo y en forma, cualquier término relacionado con calidad educativa.

El día de ayer, que el Senado, en su mayoría morenista, aprobó en lo general las nuevas leyes secundarias de educación y, con esto, se terminó por sepultar las tres concepciones que presentamos párrafos arriba. Debo decir que me entristeció escuchar al coordinador de la bancada de ese escaparate político, Ricardo Monreal, decir con ínfulas de grandeza que “Se ha cumplido con el magisterio”.

Y yo me pregunto ¿Cuándo se cumplirá con la niñez mexicana? ¿Cuándo habrá un gobierno que “meta en cintura al profesor” y lo haga entender que es un empleado federal que tiene obligaciones qué cumplir? ¿Cuándo se privilegiará a los infantes y será su derecho el que predomine sobre el del maestro irresponsable que no asiste al salón de clases a trabajar como se debe?

¿Será, acaso, que la decisión fue tomada porque el magisterio sí vota y seguirá votando y los niños, por lo pronto, no tienen ese sagrado derecho de decidir y terminan siendo víctimas de la política irresponsable y los intereses egoístas de una clase privilegiada que solo piensa en el adoctrinamiento del pueblo ya que una sociedad sin educación es la más fácil de convencer con programas clientelares como los que hoy observamos?

Creo que en esta ocasión no hay mucho, mejor dicho, no hay nada qué celebrar.

Y es que gran parte de este repudio que sirvió de coyuntura política para ganar la confianza de un sector que se sentía en peligro de ser evidenciado fue por la mediatización de la “satanizada” evaluación docente que sería la “punta de lanza” para redirigir y rencauzar las actividades del profesor y llevar a la educación a una condición de competitividad, sin embargo, si el recurso humano se niega a ser examinado, ¿Cómo saber cuál rumbo tomar o qué paso dar primero?

Hoy se le cumplió al magisterio, se le garantizó plazas sin examen al normalista recién egresado, se le concederán los privilegios inmerecidos y fuera del orden laboral al profesor, aunque no cumpla con su actividad docente, se continuarán inflando calificaciones para no “traumar” a los niños, se aprobará por igual al que estudió y asistió, como a aquel que no le importó cumplir.

Hoy se está condenando al pueblo a tener una educación de bajo nivel porque se está respetando el derecho del magisterio a conservar su zona de confort y yo me pregunto, ¿Y los derechos de los niños?

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

En las organizaciones empresariales, desde hace muchos años, están bien fundamentados y aplicados tres importantes conceptos y normas: Las áreas de oportunidad, los sistemas de gestión de la calidad y la mejora continua. La observación de esos tres elementos en conjunto les permite trazar rumbos bien definidos para alcanzar altas metas de competitividad, incluso, de nivel internacional.

La iniciativa privada, sabedora de que, cumplir con ciertos estándares de calidad, les permitirá, en un momento dado, garantizar buenos ingresos y un alto índice de ventas, no dudan, ni por un momento, en invertir más de lo necesario para obtener resultados óptimos y satisfactorios.

El primero de estos elementos –las áreas de oportunidad– son esos espacios que manifestaron cierto error, omisión o algún detalle que puede ser superado con una mejor capacitación y posterior evaluación del recurso humano. En tanto que un sistema de gestión de la calidad le permite ver a la organización a sí misma, como un conjunto de procedimientos, que tienen entradas y salidas ordenadas en un ciclo perfectible, que da como resultado, un producto de alto nivel. Por último, la mejora continua, es derivada de los últimos dos, pues se observan las oportunidades de mejora en el contexto del sistema de calidad para rencauzar de manera integral el aparato organizacional.

Lamentablemente, son muy pocas las dependencias y oficinas del orden público que conciben estos preceptos y los aplican en el desarrollo de los servicios que ofrecen a la población en general.

Una de las pocas cosas buenas que trajo consigo el sexenio de Enrique Peña Nieto, fue la reforma educativa, que buscaba colocar al maestro frente a grupo en este proceso de mejora en bien de la niñez mexicana, además de buscar, hasta la mínima expresión, el fenómeno de ausencia docente en el aula por cuestiones de política sindical interna que terminaban por mermar la calidad de la educación que recibían las nuevas generaciones.

Curiosamente, estados como Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Guerrero, en donde opera la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, el nivel de avance académico es sumamente inferior al del resto de las entidades y, cabe hacer mención, son los lugares en los que se han prodigado una serie de complacencias al sector docente como en ninguna otra entidad de la República Mexicana.

Conceptos como la herencia de plazas al familiar inmediato que apenas y llegó a la secundaria; la falsificación de calificaciones por parte del mismo profesorado para aprobar al niño que no ha aprendido a leer y a escribir por la irresponsabilidad del docente quien tiene que elevar los índices de aprobación y no le importa heredar el problema al compañero del grado siguiente; las dádivas como “el bono de lástima”, que no es otra cosa que dinero regalado que se entrega cuando el maestro vuelve de sus vacaciones en las que derrochó las quincenas adelantadas; todo ello contradice en fondo y en forma, cualquier término relacionado con calidad educativa.

El día de ayer, que el Senado, en su mayoría morenista, aprobó en lo general las nuevas leyes secundarias de educación y, con esto, se terminó por sepultar las tres concepciones que presentamos párrafos arriba. Debo decir que me entristeció escuchar al coordinador de la bancada de ese escaparate político, Ricardo Monreal, decir con ínfulas de grandeza que “Se ha cumplido con el magisterio”.

Y yo me pregunto ¿Cuándo se cumplirá con la niñez mexicana? ¿Cuándo habrá un gobierno que “meta en cintura al profesor” y lo haga entender que es un empleado federal que tiene obligaciones qué cumplir? ¿Cuándo se privilegiará a los infantes y será su derecho el que predomine sobre el del maestro irresponsable que no asiste al salón de clases a trabajar como se debe?

¿Será, acaso, que la decisión fue tomada porque el magisterio sí vota y seguirá votando y los niños, por lo pronto, no tienen ese sagrado derecho de decidir y terminan siendo víctimas de la política irresponsable y los intereses egoístas de una clase privilegiada que solo piensa en el adoctrinamiento del pueblo ya que una sociedad sin educación es la más fácil de convencer con programas clientelares como los que hoy observamos?

Creo que en esta ocasión no hay mucho, mejor dicho, no hay nada qué celebrar.

Y es que gran parte de este repudio que sirvió de coyuntura política para ganar la confianza de un sector que se sentía en peligro de ser evidenciado fue por la mediatización de la “satanizada” evaluación docente que sería la “punta de lanza” para redirigir y rencauzar las actividades del profesor y llevar a la educación a una condición de competitividad, sin embargo, si el recurso humano se niega a ser examinado, ¿Cómo saber cuál rumbo tomar o qué paso dar primero?

Hoy se le cumplió al magisterio, se le garantizó plazas sin examen al normalista recién egresado, se le concederán los privilegios inmerecidos y fuera del orden laboral al profesor, aunque no cumpla con su actividad docente, se continuarán inflando calificaciones para no “traumar” a los niños, se aprobará por igual al que estudió y asistió, como a aquel que no le importó cumplir.

Hoy se está condenando al pueblo a tener una educación de bajo nivel porque se está respetando el derecho del magisterio a conservar su zona de confort y yo me pregunto, ¿Y los derechos de los niños?

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!