/ sábado 24 de junio de 2023

La 'botana' en las cantinas de Tampico: te contamos el origen de esta tradición [Video]

Algunas de las cantinas más famosas han dejado de existir y solo se conservan en la memoria de quienes los llegaron a visitar durante su auge

El calor, la alegría, la buena charla y en ocasiones la buena mesa atraían a la gente a estos pintorescos locales, donde la cerveza era lo principal en el menú.

Las cantinas eran en Tampico, en las décadas de 1940 a 1960 la diversión de los jóvenes, la terapia para el mal de amores y el escenario perfecto para narrar las historias más sorprendentes del puerto.

➡️ También te puede interesar: El día que Nino Canún grabó '¿Y usted qué opina?' en Tampico: han pasado 30 años

A mitad del siglo pasado, en las 30 manzanas que conformaban la zona sur de la ciudad y su principal área comercial, existieron 110 cantinas.

Locales que se podían encontrar en casi todas las esquinas del centro y que iban desde jacales donde se atendía solo de píe, hasta los eran elegantemente absurdos, con meseros que portaban guantes blancos.

Daban pequeñas porciones de comida, la llamada 'botana'

“Parte de la diversión en esos años era ir de cantina en cantina por las calles de la ciudad, conociendo mucha gente y las historias que contaban. Muchos trabajadores del muelle se daban una pausa para la cerveza, otros saliendo de sus labores pasaban a tomar algo y los más iban por el ambiente que se tenía en estos establecimientos”.

El Bar Palacio estuvo entre los mejores sitios de Tampico | Archivo de Tampico


Comenta Adrián Pérez Sobrevilla, quien colabora en diversas agrupaciones de promoción cultura e históricas, mencionando que las cantinas de Tampico tuvieron un auge internacional durante la época de oro del petróleo y que los marineros hicieron famosos los nombres de varios centros de convivencia tampiqueños en tierras lejanas.

Ahora el ambiente empezó a cambiar en estos locales de Tampico | José Luis Tapia

Añade para que los parroquianos siguieran consumiendo en el local, se daban pequeñas porciones de comida, a la que llamaban botana y fue una tradición desde los primero bares, pues al ser la mayoría de españoles, esta costumbre se trajo de allá y se incorporó a las cantinas de manera natural.

El bar Isabel era de los que servía de las mejores botanas en Tampico | Archivo de Tampico

La botana de mariscos empezó su historia en el centro

Pero hablando de las botanas, las hicieron una tradición a mediados del siglo pasado.

Algunos de los recintos que innovaron fueron el Salón Bar Palacio, marcado por la filmación de una película que ganó varios Óscars, el Pensilvannia, el Manhattan, donde fue que por primera vez se tuvo música en vivo, con violonchelos, el Majestic, la Tapatía, el Salón Madrid, con su fila de alijadores esperando las jarras de cerveza para seguir en labor.

➡️ También te puede interesar: Tampico fue sede del único motín contra Benito Juárez: costó cientos de vidas

Los viejos locales empiezan a desaparecer en Tampico | Paulo Monsiváis



“También estaban el Vapor, con una excelsa botana de marisco y donde varios parroquianos se gastaron fortunas al saber que le habían pegado al gordo de la lotería, pues en su esquina está un estanquillo.

El Isabel que innovó sirviendo jaibones en la botana y el primero que empezó a vender ostiones y ceviche fue el Comopolitan, que antes se llamó Cuauhtémoc”, indica.

Así se veía el ambiente de las cantinas la década de 1930 en Tampico | Archivo de Tampico



“Además el 5 Avenida, el primero en tener aire acondicionado, marcando así una pauta para muchos que tuvieron que incorporar clima en sus negocios para no quedarse atrás.

Otro fue el Huasteco, que su mayor clientela eran los trabajadores de Pemex del edificio Águila y que tenía botanas exclusivas que los propios petroleros pedían y pagaban”, expone.

La Sevillana ha estado entre los favoritos de varias generaciones | José Luis Tapia



Otro que se convertía a media noche en cantina fifí era La Gloria, por la calle Díaz Mirón rumbo al Cascajal, donde muchos de quienes iban al Casino Tampiqueño, después de la fiesta se iban ahí, llegando con su esmoquin, pues el cantinero siempre tenía una atención especial y buen servicio.

➡️ También te puede interesar: Música Go-Go, torneos de pesca, exportaciones y delfines: el Tampico de los años 70

Los vendedores tradicionales de las cantinas también desaparecen | Paulo Monsiváis

El Espía y Julio Jaramillo, ¿qué otra recuerdas?

“En el Dominó, que estaba en la esquina de César López de Lara y Carranza, dicen que un día llegó a beber a ahí Julio Jaramillo y cantó varias canciones.

Otras famosas eran el Guante Blanco por la Colonia del Pueblo muy antigua y ahora dicen ahí se reúnen los tríos que comenzaron en el Foco Rojo y luego se fueron afuera del café Mundo”, menciona.

Están en extinción las viejas cantinas del puerto | Paulo Monsiváis



Expones que una particular fue La Pureza, que estuvo en la parte baja del centro y luego en Matienzo y Altamira, de Luis Yamamoto, un japonés que lo habían agarrado la policía secreta trasmitiendo información a los submarinos nazis que rodeaban Tampico, se lo llevaron a la cárcel de Perote, cerró su cantina y después la volvió abrir 20 años después, cuando salió de la prisión.

El Salón Palacio era una cantina de tradición que desapareció | Archivo de Tampico

Fuera del centro también hubo varias cantinas que 'se extrañan'

Saliendo del centro hacia la Avenida Hidalgo, dice, estaban la Llave del Rastro, de Don Alfonso Villasana; La Ferrolana, donde se agarró a golpes el presidente municipal de Tampico a finales de 1960.

El Porvenir, que para aquellos años ya llevaba un tiempo operando, La Puesta del Sol en la colonia Jardín; La Aurora en la colonia Aurora y el Coliseo en la colonia Lauro Aguirre.

Sobreviven solo algunas de las tradicionales cantinas en el puerto | Paulo Monsiváis



Estos centros de convivencia fueron parte de muchas historias en Tampico, ahí se diseñaron los primeros contratos colectivos de los primeros gremios obreros del país, se planearon revoluciones, se espió a los nazis, se intercambió información de la segunda guerra mundial, todo entre las amenas pláticas y choque de botellas de las cervezas.

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Las viejas cantinas están ahora en extinción, muchas se ha transformado y otras ya cierran sus puertas, pero siempre habrá quienes las recuerden y cuenten sus historias, anécdotas y leyendas de ese tiempo en que estos locales fueron parte natural de la vida de este puerto.

El calor, la alegría, la buena charla y en ocasiones la buena mesa atraían a la gente a estos pintorescos locales, donde la cerveza era lo principal en el menú.

Las cantinas eran en Tampico, en las décadas de 1940 a 1960 la diversión de los jóvenes, la terapia para el mal de amores y el escenario perfecto para narrar las historias más sorprendentes del puerto.

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A mitad del siglo pasado, en las 30 manzanas que conformaban la zona sur de la ciudad y su principal área comercial, existieron 110 cantinas.

Locales que se podían encontrar en casi todas las esquinas del centro y que iban desde jacales donde se atendía solo de píe, hasta los eran elegantemente absurdos, con meseros que portaban guantes blancos.

Daban pequeñas porciones de comida, la llamada 'botana'

“Parte de la diversión en esos años era ir de cantina en cantina por las calles de la ciudad, conociendo mucha gente y las historias que contaban. Muchos trabajadores del muelle se daban una pausa para la cerveza, otros saliendo de sus labores pasaban a tomar algo y los más iban por el ambiente que se tenía en estos establecimientos”.

El Bar Palacio estuvo entre los mejores sitios de Tampico | Archivo de Tampico


Comenta Adrián Pérez Sobrevilla, quien colabora en diversas agrupaciones de promoción cultura e históricas, mencionando que las cantinas de Tampico tuvieron un auge internacional durante la época de oro del petróleo y que los marineros hicieron famosos los nombres de varios centros de convivencia tampiqueños en tierras lejanas.

Ahora el ambiente empezó a cambiar en estos locales de Tampico | José Luis Tapia

Añade para que los parroquianos siguieran consumiendo en el local, se daban pequeñas porciones de comida, a la que llamaban botana y fue una tradición desde los primero bares, pues al ser la mayoría de españoles, esta costumbre se trajo de allá y se incorporó a las cantinas de manera natural.

El bar Isabel era de los que servía de las mejores botanas en Tampico | Archivo de Tampico

La botana de mariscos empezó su historia en el centro

Pero hablando de las botanas, las hicieron una tradición a mediados del siglo pasado.

Algunos de los recintos que innovaron fueron el Salón Bar Palacio, marcado por la filmación de una película que ganó varios Óscars, el Pensilvannia, el Manhattan, donde fue que por primera vez se tuvo música en vivo, con violonchelos, el Majestic, la Tapatía, el Salón Madrid, con su fila de alijadores esperando las jarras de cerveza para seguir en labor.

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Los viejos locales empiezan a desaparecer en Tampico | Paulo Monsiváis



“También estaban el Vapor, con una excelsa botana de marisco y donde varios parroquianos se gastaron fortunas al saber que le habían pegado al gordo de la lotería, pues en su esquina está un estanquillo.

El Isabel que innovó sirviendo jaibones en la botana y el primero que empezó a vender ostiones y ceviche fue el Comopolitan, que antes se llamó Cuauhtémoc”, indica.

Así se veía el ambiente de las cantinas la década de 1930 en Tampico | Archivo de Tampico



“Además el 5 Avenida, el primero en tener aire acondicionado, marcando así una pauta para muchos que tuvieron que incorporar clima en sus negocios para no quedarse atrás.

Otro fue el Huasteco, que su mayor clientela eran los trabajadores de Pemex del edificio Águila y que tenía botanas exclusivas que los propios petroleros pedían y pagaban”, expone.

La Sevillana ha estado entre los favoritos de varias generaciones | José Luis Tapia



Otro que se convertía a media noche en cantina fifí era La Gloria, por la calle Díaz Mirón rumbo al Cascajal, donde muchos de quienes iban al Casino Tampiqueño, después de la fiesta se iban ahí, llegando con su esmoquin, pues el cantinero siempre tenía una atención especial y buen servicio.

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Los vendedores tradicionales de las cantinas también desaparecen | Paulo Monsiváis

El Espía y Julio Jaramillo, ¿qué otra recuerdas?

“En el Dominó, que estaba en la esquina de César López de Lara y Carranza, dicen que un día llegó a beber a ahí Julio Jaramillo y cantó varias canciones.

Otras famosas eran el Guante Blanco por la Colonia del Pueblo muy antigua y ahora dicen ahí se reúnen los tríos que comenzaron en el Foco Rojo y luego se fueron afuera del café Mundo”, menciona.

Están en extinción las viejas cantinas del puerto | Paulo Monsiváis



Expones que una particular fue La Pureza, que estuvo en la parte baja del centro y luego en Matienzo y Altamira, de Luis Yamamoto, un japonés que lo habían agarrado la policía secreta trasmitiendo información a los submarinos nazis que rodeaban Tampico, se lo llevaron a la cárcel de Perote, cerró su cantina y después la volvió abrir 20 años después, cuando salió de la prisión.

El Salón Palacio era una cantina de tradición que desapareció | Archivo de Tampico

Fuera del centro también hubo varias cantinas que 'se extrañan'

Saliendo del centro hacia la Avenida Hidalgo, dice, estaban la Llave del Rastro, de Don Alfonso Villasana; La Ferrolana, donde se agarró a golpes el presidente municipal de Tampico a finales de 1960.

El Porvenir, que para aquellos años ya llevaba un tiempo operando, La Puesta del Sol en la colonia Jardín; La Aurora en la colonia Aurora y el Coliseo en la colonia Lauro Aguirre.

Sobreviven solo algunas de las tradicionales cantinas en el puerto | Paulo Monsiváis



Estos centros de convivencia fueron parte de muchas historias en Tampico, ahí se diseñaron los primeros contratos colectivos de los primeros gremios obreros del país, se planearon revoluciones, se espió a los nazis, se intercambió información de la segunda guerra mundial, todo entre las amenas pláticas y choque de botellas de las cervezas.

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Las viejas cantinas están ahora en extinción, muchas se ha transformado y otras ya cierran sus puertas, pero siempre habrá quienes las recuerden y cuenten sus historias, anécdotas y leyendas de ese tiempo en que estos locales fueron parte natural de la vida de este puerto.

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