El sol cae a plomo y don Miguel hace gala de su paciencia y su experiencia, para esperar el momento de lanzar su atarraya. El lugar es el malecón de Playa Miramar, en Ciudad Madero. del que sobresale la pesca milagrosa.
En ese sitio se congregan decenas de pescadores diariamente, pero no todos tienen la fortuna de vivir una historia como la de él.
Este fin de semana, como todos los días Miguel Ángel Banda acudió al lugar en mención. Llegó a las seis de la mañana en busca de llevar alimento y el sustento a su casa.
La pesca milagrosa desde Playa Miramar
Nunca imaginó que le tocaría vivir el pasaje como lo marca la biblia, de la pesca milagrosa, como el que describe el versículo de Lucas 5:5-7
"Respondiendo Simón, le dijo a Jesucristo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía: entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían"
Es la bendición que el Señor nos da
Al ser entrevistado por EL SOL DE TAMPICO dijo, “primeramente, es la bendición que el Señor nos da”.
Y es que don Miguel sacó en un solo atarrayazo, más de 20 pescados de buen tamaño, a tal grado que parecía que la red se le rompía y fue gran cantidad que dos de sus compañeros de pesca fueron rápidamente a ayudarlo a sacar lo que había obtenido.
Pasa 12 horas pescando al día
A pesar de que tiene más de 50 años de dedicarse a la pesca, no deja de sentir la pasión y la adrenalina de haber capturado una gran cantidad de peces, se le notaba lo contento en su rostro el gusto.
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Comenta que lo que pescó eran lisas, pero que le ha tocado capturar muchas especies como jurel, róbalo, barracudas y petos, asegurando que es por temporadas.
“Dice el Señor, si tu me pides yo te doy, si andas en mis caminos yo te tendré a mi lado y es lo que quiere Dios, que seamos obedientes para darnos bendición”, declara emocionado don Miguel una vez que ya se encuentra en la parte alta del malecón contando el pescado, considerando que lo que ha él le pasó es una bendición del Señor.
Sobre ese mismo tema dijo que él llega a Playa Miramar de lunes a sábado a las seis de la mañana aproximadamente y se va como las seis o siete de la tarde, menos el domingo, porque ese día se lo dedica a Dios.
Pescar es su trabajo
Confiesa que ya por su edad no le dan trabajo y que hace como 50 años empezó la pesca por diversión, pero que ahora se ha convertido en su modo de sustento para él y su familia.
Comenta “de aquí comemos mi familia y yo y también vendo en mi casa, la gente ya sabe y de ahí sale para pagar mis pendientes y necesidades”.
Don Miguel, oriundo de la colonia Obrera, en Ciudad Madero, se sincera y dice que a veces no saca nada y como quiera ahí se la pasa todo el día, mientras que en su casa su esposa y su hija se encargan de vender el pescado.
Asegura que ya está acreditado y que lo vende en filete, pero que antes pescaba más y que ahora el oficio es más complicado, porque hay menos producción en el mar y en el río.
Asegura que todo es cuestión de paciencia
“Hay muchos compañeros que van y vienen por varias partes del malecón y que él prácticamente no se mueve del mismo lugar, aquí es cuestión de paciencia”, asegura.
Es importante señalar que una vez que capturó aproximadamente 20 peces, otros dos pescadores corrieron a ayudarle, primero llevando una nevera para meter completamente la atarraya con lo capturado y luego subir con dificultad entre las piedras irregulares hasta la explanada del malecón.
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Él mismo en su faceta espiritual reiteró: “esto fue como lo que le pasó a Pedro en la biblia, cuando Jesús le dijo echa tus redes y él le dijo que ya habían intentado pescar toda la noche y que no habían sacado nada, pero le tuvo fe y ya ves lo que ocurrió, no podía ni sacar la red de tanto pescado”.
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Manifiesta, don Miguel con una sonrisa de oreja a oreja, que es sin duda una pesca milagrosa la que a él le toco en esta ocasión, en el Malecón de la Playa Miramar.
