Cada día es un reto para los miles de migrantes varados en la frontera de Tamaulipas, donde son vistos como una posibilidad de negocio no solo para las bandas del crimen organizado, sino también para otros migrantes que les cobran 200 pesos para cruzar el río Bravo.
Los que los cruzan son justamente otros migrantes, jóvenes y con habilidad para nadar quienes con este trabajo han encontrado una forma de ganar dinero pese al riesgo que implica.
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Para sobrevivir a la jungla migrante se tiene que tener dinero, generarlo o recibir el apoyo de su familia.
Pagan prácticamente por todo, desde la salida de sus países, el cruce por México y su estancia en la frontera. Para comida, bebida, ropa, la pequeña choza en el campamento, ahora para cruzar en colchones inflables el Río Bravo, los migrantes requiere hacer un pago, que muchas veces no tienen.
EL SOL DE MÉXICO publicó el 23 de abril que con el fin de evitar a las autoridades y a la delincuencia organizada, los migrantes cambiaron las tradicionales rutas, como el uso del tren La Bestia, para llegar a Estados Unidos.
En los últimos años optaron por transitar por el país a través de lugares más peligrosos como senderos, bosques, selvas, ríos y desiertos.
Cobran doscientos pesos por niño o adulto
El cruce se apalabra en el improvisado campamento ubicado en la avenida Tamaulipas de Matamoros o en el sitio de cruce, localizado a menos de un kilómetro del puente internacional Matamoros-Brownsville, también conocido como Puente Nuevo.
A plena luz del día, generalmente entre las 10:00 y las 15:00 horas, se disponen a pasar el río Grande, que en ese tramo no exceder los 50 metros de ancho.
"Es mucha la necesidad de cruzar, la gente quiere estar ya del otro lado, llevamos muchos meses esperando y nadie resuelve esa situación", dijo Jerry Colmenares, procedente de Honduras.
En el sitio hay un grupo de no más de diez migrantes, en su mayoría hombres de entre 20 y 30 años, que ofrecen colchones inflables como balsas y un cable que atraviesa el afluente, solo si pagas 200 pesos por cada niño o adulto.
El número de migrantes que cruzan por día por este método varía, dependiendo de aquellos que quieran arriesgarse, venzan el miedo o juntar el dinero que requieren para llegar al lado texano.
La fila se forma la margen del cauce, donde muchos dejan sus pocas pertenencias para ir lo más ligero posible, otros se despiden de amigos que hicieron en el tiempo de espera y otros se persignan ante la decisión.
Bajan, la mayoría descalzos esperando de esa manera tener mejor agarre en el polvoriento barranco.
Con el agua hasta la cintura efectúan el pago de 200 pesos, para dar paso al avance en el inflable o aquellos que saben un poco de nado avanzar asidos del mecate que va de México a Estados Unidos.
Una vez que aliviados llegan al "otro lado", los migrantes descansan un poco, sin embargo, el personal de la patrulla fronteriza quienes seguirán el proceso para expulsarlos y así la historia comienza de nuevo.
Más de 13 mil migrante en la frontera tamaulipeca
Actualmente en la frontera de Tamaulipas viven al menos 13 mil migrantes entre los municipios de Matamoros y Reynosa, ya que después de que Estados Unidos cerró el cruce de Nuevo Laredo, las miles de personas -en su mayoría de origen haitiano- que se encontraban en esta ciudad se movilizaron a otros puntos de la frontera tamaulipeca y coahuilense.
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"En Matamoros hay unas 3 mil personas, mil 500 en el nuevo campamento, los demás habitan casas abandonadas, cuartos de renta o hasta en lo que antes fue una gasolinera", dijo la activista en Matamoros.
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Mientras que en Reynosa la cifra podría alcanzar las 10 mil personas, de los que 3 mil 300 se encuentran en los refugios Senda de Vida I y Senda de Vida II.
