/ domingo 16 de mayo de 2021

Café Cultura | Las aves y los cafetales

Por la Ecología

México ocupa el quinto lugar en el mundo como productor de café después de Brasil, Vietnam, Colombia e Indonesia. Las zonas cafetaleras de nuestro país tienen coincidencia con regiones donde flora y fauna se desarrollan a plenitud, tal regalo mágico y natural que da vigor a las plantaciones e inspira, entre silbos de pajarillos, a los cortadores de la cereza, trabajo artesanal realizado en las fincas.

La premisa de los cafetaleros mexicanos en el ámbito de lo ecológico es conciliar producción y conservación. Con tecnología ajustada a los requerimientos de cada zona y con la debida certificación, los programas tradicionales de producción tienden a convertirse en esquemas sustentables. La inaplazable atención que demanda el Medioambiente mantiene interesados y comprometidos a los caficultores mexicanos, y han generado por ello estrategias no destructivas ni contaminantes. Lo dicho se refleja en el nacimiento de un nuevo mercado: el café orgánico sin agroquímicos, cuyo proceso se da en un marco de experiencia heredada de una generación a otra, como resultado de la entrega familiar a la actividad cafetalera.

México actualmente figura en el mundo como primer productor de café orgánico seguido de Perú. Éste es un producto certificado que se cultiva mayormente al calor de manos indígenas, con un sistema agroforestal diversificado tendiente a resguardar la riqueza de las montañas del sur y sureste mexicanos. En nuestro suelo destacan dos modalidades de producción: café bajo sombra y café a pleno sol. Con el manejo tradicional, los cafetales bajo sombra conservan mayor biomasa y cantidad de nutrimentos, mayor biodiversidad aérea y del suelo, mayor balance de humedad, y un menor riesgo de maleza e insectos dañinos. En la modalidad de café a pleno sol se tecnifica el manejo de las fincas, su estructura es más sencilla, y la biodiversidad albergada disminuye.

En Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, República Dominicana, Colombia y en definitiva en México, los cafetales se han convertido en santuario de aves migratorias y refugio de mamíferos terrestres de pequeño y regular tamaño, y de algunos grupos de insectos. Los cafetales bajo sombra, algunos bajo la sombra de los nobles platanales, son hábitat de numerosas especies de plantas con flores, especialmente orquídeas, ornamento delicado que ennoblece el ya muy bello paisaje de las fincas cafetaleras...

Los oriundos del Paraíso

inventaron las orquídeas

que mueven el silencio de las horas.

Los oriundos del Paraíso

hicieron de un rubí

el ave que nos acostumbra

a la tristeza

del Orinoco sombrío.

Los oriundos del Paraíso lanzaron

las más bellas mariposas

que vuelan entre las ramas

de los viejos cafetales de Canoabo.

¿Y qué es Canoabo? ¿Quiénes lo hicieron?

Lo hicieron los oriundos del Paraíso.

Allá donde toda la vastedad

suena en los montes.*

La devoción en el cultivo tradicional del café, permite la variación de productos como la madera, las plantas medicinales y de ornato, y la regulación de hierbas útiles. Permite también la conservación de cierto rango ecológico y que las especies de flora y fauna guarden equilibro. Estos cuidados conducen a conservar los sustentos naturales y a contribuir en la obtención de café de primera calidad producido al calor de la CULTURA INDÍGENA. De los 283 mil productores mexicanos, 200 mil tienen fincas menores de dos hectáreas y más del 60 por ciento de los cultivadores son de la clase autóctona. El sistema orgánico acoge a 12 mil caficultores que producen 300 mil sacos al año.

El café orgánico de nuestra tierra se exporta principalmente a los Estados Unidos, Alemania, Holanda, Dinamarca, Suecia y Japón, países que se han dejado seducir por la calidad de este producto mexicano, nacido del ESFUERZO en las comunidades originarias con una categoría que se percibe, se disfruta, y sorbo a sorbo se expande aromando las mesas del primer mundo.

*Los oriundos del Paraíso, Vicente Gerbasi.

amparo.gberumen@gmail.com