/ viernes 12 de marzo de 2021

Con café y a media luz | Cuando siempre hay otros datos

El pasado miércoles ocurrió un evento sumamente curioso a mi gusto, a mitad de la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, por el que, de manera involuntaria, recordé varios detalles en cadena que quisiera compartirle para construir juntos, el apunte que hoy pongo a su amable dispensa, gentil amigo lector.

Cuando era presidente del país Vicente Fox se puso en marcha el programa de desarrollo social “Oportunidades”; al frente de la Secretaría que lo impulsaba estaba la panista Josefina Vázquez Mota. Al mismo tiempo, este servidor cubría para una televisora nacional la información generada en la Huasteca potosina.

En esta región –y me supongo que en muchas otras del país– el programa había generado un impacto en el incremento de la población pues, bajo la premisa de que se pagaba una cantidad de dinero por cada hijo que se tenía, los habitantes de los sectores rurales que eran beneficiados vieron en ese detalle la oportunidad de cobrar más por lo que, de manera irresponsable empezaron a “escribirle a la cigüeña” de forma insistente.

En una gira realizada por Tamazunchale y otros municipios de la llamada “Huasteca alta”, al guanajuatense se le hizo ver esa situación y, en lugar de contestar, hizo que el planteamiento fuera resuelto por Vázquez Mota quien lo acompañaba en ese momento. La otrora funcionaria dio tres o cuatro traspiés y rápidamente se alejó del área destinada a los representantes de la prensa.

A las pocas semanas llegó en campaña AMLO –el candidato– con quien, en ese entonces pude platicar, el tabasqueño no tuvo empacho en condenar ese tipo de “figuras” que solo simulaban ayudar a los habitantes quienes no se daban cuenta que los estaban condenando porque dichos programas de asistencia “no eran eternos” y la solución que él proponía, de llegar a la presidencia del país, sí sería funcional.

Con el paso de los años vimos al mismo AMLO en un debate público para alcanzar la figura del Poder Ejecutivo teniendo de rivales a Ricardo Anaya, José Meade Kuribreña y Jaime Rodríguez Calderón “el Bronco”, siendo este último el que rebatió la participación del originario de Macuspana cuando sostuvo que el programa “Sembrando vida” sería la solución a la economía de las zonas rurales. Una cantidad impresionante de árboles frutales y maderables impulsarían el flujo de dinero de las comunidades apartadas y, a la par, estaría beneficiando al medio ambiente.

El neoleonés, en su papel de ingeniero agrónomo, le indicó –con sobrada razón– que no se siembra por sembrar y que hay especies vegetales que para su desarrollo requieren de condiciones estrictas de humedad, temperatura, altura, presión y calidad del sustrato y que, de no ser cumplidas, simplemente no se puede garantizar el éxito del cultivo.

Pues bien, como le decía al inicio de la entrega de hoy, el pasado lunes, un periodista de origen norteamericano cuestionó al presidente López sobre dos fenómenos que había atestiguado durante los últimos meses y de los que había realizado una investigación.

En resumen, el hombre aquel indicaba que los habitantes de la sierra de Guerrero, así como de otros lugares, habían tomado la decisión de incendiar la selva para poder acceder a los beneficios económicos del programa “Sembrando vida”. Fenómeno similar a aquel que le platiqué renglones arriba en el sexenio foxista, solo que ahora, en lugar de traer niños al mundo, se había optado por quemar 70 hectáreas de jungla mexicana.

Y, por otra parte, el extranjero continuó explicando que, una vez que las autoridades locales les permiten el acceso a los jornaleros para verse beneficiados, les entregan especímenes para la siembra que no pueden sobrevivir porque no existen las condiciones para ello, por lo que están solicitando que se les otorguen especies endémicas para que puedan desarrollarse exitosamente y a esto último solo han recibido negativas.

Me sorprendió que el Ejecutivo desestimara, con un aire de burlona condescendencia, la labor de investigación del reportero al que, por su condición, nacionalidad y funciones, el mandatario no lo podía señalar como “chayotero”, por lo que recurrió a su ya tradicional argumento de “yo, como siempre, tengo otros datos”.

Este tipo de situaciones no es exclusiva de este sexenio o de la visión “lopezobradorista” del ejercicio del poder y del proyecto de nación. Aquí se manifiesta una situación que se impele por la condición económica, la cultura y la necesidad por parte de uno de los factores que inciden en el fenómeno y, por otro lado, la fragilidad y las lagunas que tienen la mayoría de los programas de asistencia que deben “deambular” entre lo jurídico y lo humanamente social para cumplir con las metas que el mismo gobierno impone.

La cuestión es que no se puede negar a una realidad que se le fue a presentar de manera sencilla, sin preguntas tendenciosas y con el ánimo de solicitar una estrategia remedial para poder llegar al éxito que tanto se desea por toda una nación y beneficiar de manera directa a los pobladores de aquella región. Tal vez, hubiera sido mejor el aceptar los datos, generar y mandar una comisión para readecuar los elementos que construyen al programa “Sembrando vida” y no declarar que solo “quemaron monte alto”.

Este detalle lo cierro con una sencilla reflexión que nos decían los abuelos: “Ni la pulpa es pecho, ni el espinazo, cadera”. O lo que es lo mismo “los toros no se ven igual desde la barrera”.

¡Y hasta aquí! pues, como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

El pasado miércoles ocurrió un evento sumamente curioso a mi gusto, a mitad de la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, por el que, de manera involuntaria, recordé varios detalles en cadena que quisiera compartirle para construir juntos, el apunte que hoy pongo a su amable dispensa, gentil amigo lector.

Cuando era presidente del país Vicente Fox se puso en marcha el programa de desarrollo social “Oportunidades”; al frente de la Secretaría que lo impulsaba estaba la panista Josefina Vázquez Mota. Al mismo tiempo, este servidor cubría para una televisora nacional la información generada en la Huasteca potosina.

En esta región –y me supongo que en muchas otras del país– el programa había generado un impacto en el incremento de la población pues, bajo la premisa de que se pagaba una cantidad de dinero por cada hijo que se tenía, los habitantes de los sectores rurales que eran beneficiados vieron en ese detalle la oportunidad de cobrar más por lo que, de manera irresponsable empezaron a “escribirle a la cigüeña” de forma insistente.

En una gira realizada por Tamazunchale y otros municipios de la llamada “Huasteca alta”, al guanajuatense se le hizo ver esa situación y, en lugar de contestar, hizo que el planteamiento fuera resuelto por Vázquez Mota quien lo acompañaba en ese momento. La otrora funcionaria dio tres o cuatro traspiés y rápidamente se alejó del área destinada a los representantes de la prensa.

A las pocas semanas llegó en campaña AMLO –el candidato– con quien, en ese entonces pude platicar, el tabasqueño no tuvo empacho en condenar ese tipo de “figuras” que solo simulaban ayudar a los habitantes quienes no se daban cuenta que los estaban condenando porque dichos programas de asistencia “no eran eternos” y la solución que él proponía, de llegar a la presidencia del país, sí sería funcional.

Con el paso de los años vimos al mismo AMLO en un debate público para alcanzar la figura del Poder Ejecutivo teniendo de rivales a Ricardo Anaya, José Meade Kuribreña y Jaime Rodríguez Calderón “el Bronco”, siendo este último el que rebatió la participación del originario de Macuspana cuando sostuvo que el programa “Sembrando vida” sería la solución a la economía de las zonas rurales. Una cantidad impresionante de árboles frutales y maderables impulsarían el flujo de dinero de las comunidades apartadas y, a la par, estaría beneficiando al medio ambiente.

El neoleonés, en su papel de ingeniero agrónomo, le indicó –con sobrada razón– que no se siembra por sembrar y que hay especies vegetales que para su desarrollo requieren de condiciones estrictas de humedad, temperatura, altura, presión y calidad del sustrato y que, de no ser cumplidas, simplemente no se puede garantizar el éxito del cultivo.

Pues bien, como le decía al inicio de la entrega de hoy, el pasado lunes, un periodista de origen norteamericano cuestionó al presidente López sobre dos fenómenos que había atestiguado durante los últimos meses y de los que había realizado una investigación.

En resumen, el hombre aquel indicaba que los habitantes de la sierra de Guerrero, así como de otros lugares, habían tomado la decisión de incendiar la selva para poder acceder a los beneficios económicos del programa “Sembrando vida”. Fenómeno similar a aquel que le platiqué renglones arriba en el sexenio foxista, solo que ahora, en lugar de traer niños al mundo, se había optado por quemar 70 hectáreas de jungla mexicana.

Y, por otra parte, el extranjero continuó explicando que, una vez que las autoridades locales les permiten el acceso a los jornaleros para verse beneficiados, les entregan especímenes para la siembra que no pueden sobrevivir porque no existen las condiciones para ello, por lo que están solicitando que se les otorguen especies endémicas para que puedan desarrollarse exitosamente y a esto último solo han recibido negativas.

Me sorprendió que el Ejecutivo desestimara, con un aire de burlona condescendencia, la labor de investigación del reportero al que, por su condición, nacionalidad y funciones, el mandatario no lo podía señalar como “chayotero”, por lo que recurrió a su ya tradicional argumento de “yo, como siempre, tengo otros datos”.

Este tipo de situaciones no es exclusiva de este sexenio o de la visión “lopezobradorista” del ejercicio del poder y del proyecto de nación. Aquí se manifiesta una situación que se impele por la condición económica, la cultura y la necesidad por parte de uno de los factores que inciden en el fenómeno y, por otro lado, la fragilidad y las lagunas que tienen la mayoría de los programas de asistencia que deben “deambular” entre lo jurídico y lo humanamente social para cumplir con las metas que el mismo gobierno impone.

La cuestión es que no se puede negar a una realidad que se le fue a presentar de manera sencilla, sin preguntas tendenciosas y con el ánimo de solicitar una estrategia remedial para poder llegar al éxito que tanto se desea por toda una nación y beneficiar de manera directa a los pobladores de aquella región. Tal vez, hubiera sido mejor el aceptar los datos, generar y mandar una comisión para readecuar los elementos que construyen al programa “Sembrando vida” y no declarar que solo “quemaron monte alto”.

Este detalle lo cierro con una sencilla reflexión que nos decían los abuelos: “Ni la pulpa es pecho, ni el espinazo, cadera”. O lo que es lo mismo “los toros no se ven igual desde la barrera”.

¡Y hasta aquí! pues, como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.