/ miércoles 28 de abril de 2021

Con café y a media luz | Por "encimita"

Pareciera que así es la sentencia para llevar a efecto las campañas políticas de la que, desde el año pasado, ha sido llamada “la jornada electoral” más importante y grande de la historia del México contemporáneo. “Por encimita” es la estrategia que todos y cada uno de los partidos han optado para adjudicarse el triunfo en las elecciones de mitad de año. Nomás “por encimita”.

Como si una voz fantasmagórica proveniente del más allá les hubiera hablado durante la madrugada y les hubiera dicho con gutural tono de ultratumba: "¡No te comprometas a nada serio!” y, antes de que el onírico personaje desapareciera de su conciencia, les remató con la orden “¡Haz como antes! ¡Lúcete, pasea y que todos te vean tomándote fotos mientras abrazas señoras y lanzas besos a los niños!”

Sin importar partido, alianzas, colores de camisetas, ideologías políticas, “chapulineos” o caras repetidas que, de la noche a la mañana, han dejado un cargo para buscar otro o bien para reelegirse en el mismo, las premisas que lanzan en sus marchas y mítines no pasan de ser las mismas de siempre, las que usted y yo, gentil amigo lector, hemos oído de mucho tiempo atrás.

Incluso hemos escuchado frases sumamente interesantes que ya han sido ocupadas por otros personajes del pasado que, por la distancia que han decidido marcar entre su vida privada y la vida pública, me abstengo de poner sus nombres en este espacio, no obstante, basta con echarse un “clavado” en la hemeroteca pública municipal para darse cuenta de que, hay premisas y promesas que no es la primera vez que se escuchan en la política porteña.

¿La razón? ¡Esa pregunta ni se debe realizar! La verdadera guerra política en nuestros días se puede percibir de manera radical, cruda y sin dar ni pedir tregua en las redes sociales. En esta jornada electoral valen más los ataques y el desprestigio entre los rivales en turno que las propuestas inteligentes y las estrategias de gobierno o de legislación. Esas cuestiones son solo “por encimita”, lo que importa es convencer de que fulano es “el menos peor”. Perdone la última expresión.

Curiosamente, también debemos reconocer que este no es un problema de ahora. No es una conducta, propiamente, de las últimas elecciones, la diferencia es que antes, aunque también ocurría, no había redes sociales ni una sociedad que demandara el morbo por encima de la seriedad del trabajo político de la clase social que ha aprendido a vivir de esa actividad.

Como mero ejemplo y sin citar nombres, podemos decir que antes, en el peor de los casos, llegaba a ocupar un puesto de elección popular un individuo que no tenía idea, siquiera, de lo que debía hacer con esa encomienda. Desconocía por completo cuáles eran sus obligaciones, hasta dónde llegaban sus responsabilidades y en qué consistía la labor que debía realizar. Estaba allí porque “alguien más” así lo había decidido.

Hoy, pareciera que, una vez iniciadas las campañas, todos aquellos que están participando en la contienda, sin excepción, cuentan con un historial delictivo que los hace indignos de ver de frente a la ciudadanía. Y este juicio, que en la mayoría de los casos, no tiene sustento, exacerba los ánimos de los votantes quienes, cegados por la simpatía hacia un partido u otro, dan por cierto lo que las redes cuentan.

“Aquel golpeaba a su mujer”, “… se robó dinero cuando estuvo en el puesto”, “… Es chapulín porque quiere seguir viviendo del erario”, “… Se hizo de propiedades cuando tuvo que repartir tierras”, “…Nunca fue a trabajar”, “… Desvió recursos”, “… Construyó obras en mal estado” y más son las cuestiones, disfrazadas de notas “serias”, que usted y yo podemos leer en las redes sociales.

¿Ha escuchado usted, alguna propuesta profunda y seria de trabajo de alguno de los candidatos?, ¿Le han presentado un programa de obras bien detallado que le permita valorar su voto?, ¿Ha sido informado de manera puntual y de viva voz del candidato sobre las reformas que planteará en la cámara si es que se ve beneficiado con el voto que usted le otorgue?

En el tejido político de la realidad actual sabemos que todos aquellos partidos contrarios a MORENA tienen, como consigna, debilitar al partido en el poder y a su principal protagonista: el presidente Andrés Manuel López Obrador. Quitarle al ejecutivo la mayoría en el congreso es la meta final y el objetivo primordial de los escaparates que no están de acuerdo con el proyecto de nación del mandatario tabasqueño.

Por otra parte, para los candidatos de Regeneración Nacional, en el caso del sur de Tamaulipas, la prioridad pareciera ser enterrar el pasado construido con base en su participación en los partidos que hoy denuestan y rechazan. Aunque para algunos, por lo realizado en esos oscuros ayeres, quitarse el estigma de sus partidos anteriores resulta más complejo de lo que quisieran.

Y, mientras cada uno está llevando “agua a su molino” en esta trifulca proselitista de desprestigios, ahora resulta que hasta “el árbitro” –el INE– también es indigno de confianza y si no se reforma, pues de plano “se quita”, según dijo el hombre originario de Macuspana, quien se autonombró “guardián de la democracia” para garantizar que todos los resultados se respeten, claro, siempre que le convengan a él.

Conforme avanzan los días, no podemos hacer “ojos ciegos ni oídos sordos” a lo que ocurre pues, para la clase política, esta jornada está fundamentada en el encono y las rivalidades; en el desprestigio y en el descrédito; en la exhibición y en la difamación, empero, para los ciudadanos, los que a la postre decidimos quién será el triunfador, para nosotros, solo nos corresponde escuchar los jingles en la radio, ver al candidato tomándose fotos, recibir los souvenirs con el nombre del contendiente impreso, es decir, nos tocan las campañas “por encimita”.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

Pareciera que así es la sentencia para llevar a efecto las campañas políticas de la que, desde el año pasado, ha sido llamada “la jornada electoral” más importante y grande de la historia del México contemporáneo. “Por encimita” es la estrategia que todos y cada uno de los partidos han optado para adjudicarse el triunfo en las elecciones de mitad de año. Nomás “por encimita”.

Como si una voz fantasmagórica proveniente del más allá les hubiera hablado durante la madrugada y les hubiera dicho con gutural tono de ultratumba: "¡No te comprometas a nada serio!” y, antes de que el onírico personaje desapareciera de su conciencia, les remató con la orden “¡Haz como antes! ¡Lúcete, pasea y que todos te vean tomándote fotos mientras abrazas señoras y lanzas besos a los niños!”

Sin importar partido, alianzas, colores de camisetas, ideologías políticas, “chapulineos” o caras repetidas que, de la noche a la mañana, han dejado un cargo para buscar otro o bien para reelegirse en el mismo, las premisas que lanzan en sus marchas y mítines no pasan de ser las mismas de siempre, las que usted y yo, gentil amigo lector, hemos oído de mucho tiempo atrás.

Incluso hemos escuchado frases sumamente interesantes que ya han sido ocupadas por otros personajes del pasado que, por la distancia que han decidido marcar entre su vida privada y la vida pública, me abstengo de poner sus nombres en este espacio, no obstante, basta con echarse un “clavado” en la hemeroteca pública municipal para darse cuenta de que, hay premisas y promesas que no es la primera vez que se escuchan en la política porteña.

¿La razón? ¡Esa pregunta ni se debe realizar! La verdadera guerra política en nuestros días se puede percibir de manera radical, cruda y sin dar ni pedir tregua en las redes sociales. En esta jornada electoral valen más los ataques y el desprestigio entre los rivales en turno que las propuestas inteligentes y las estrategias de gobierno o de legislación. Esas cuestiones son solo “por encimita”, lo que importa es convencer de que fulano es “el menos peor”. Perdone la última expresión.

Curiosamente, también debemos reconocer que este no es un problema de ahora. No es una conducta, propiamente, de las últimas elecciones, la diferencia es que antes, aunque también ocurría, no había redes sociales ni una sociedad que demandara el morbo por encima de la seriedad del trabajo político de la clase social que ha aprendido a vivir de esa actividad.

Como mero ejemplo y sin citar nombres, podemos decir que antes, en el peor de los casos, llegaba a ocupar un puesto de elección popular un individuo que no tenía idea, siquiera, de lo que debía hacer con esa encomienda. Desconocía por completo cuáles eran sus obligaciones, hasta dónde llegaban sus responsabilidades y en qué consistía la labor que debía realizar. Estaba allí porque “alguien más” así lo había decidido.

Hoy, pareciera que, una vez iniciadas las campañas, todos aquellos que están participando en la contienda, sin excepción, cuentan con un historial delictivo que los hace indignos de ver de frente a la ciudadanía. Y este juicio, que en la mayoría de los casos, no tiene sustento, exacerba los ánimos de los votantes quienes, cegados por la simpatía hacia un partido u otro, dan por cierto lo que las redes cuentan.

“Aquel golpeaba a su mujer”, “… se robó dinero cuando estuvo en el puesto”, “… Es chapulín porque quiere seguir viviendo del erario”, “… Se hizo de propiedades cuando tuvo que repartir tierras”, “…Nunca fue a trabajar”, “… Desvió recursos”, “… Construyó obras en mal estado” y más son las cuestiones, disfrazadas de notas “serias”, que usted y yo podemos leer en las redes sociales.

¿Ha escuchado usted, alguna propuesta profunda y seria de trabajo de alguno de los candidatos?, ¿Le han presentado un programa de obras bien detallado que le permita valorar su voto?, ¿Ha sido informado de manera puntual y de viva voz del candidato sobre las reformas que planteará en la cámara si es que se ve beneficiado con el voto que usted le otorgue?

En el tejido político de la realidad actual sabemos que todos aquellos partidos contrarios a MORENA tienen, como consigna, debilitar al partido en el poder y a su principal protagonista: el presidente Andrés Manuel López Obrador. Quitarle al ejecutivo la mayoría en el congreso es la meta final y el objetivo primordial de los escaparates que no están de acuerdo con el proyecto de nación del mandatario tabasqueño.

Por otra parte, para los candidatos de Regeneración Nacional, en el caso del sur de Tamaulipas, la prioridad pareciera ser enterrar el pasado construido con base en su participación en los partidos que hoy denuestan y rechazan. Aunque para algunos, por lo realizado en esos oscuros ayeres, quitarse el estigma de sus partidos anteriores resulta más complejo de lo que quisieran.

Y, mientras cada uno está llevando “agua a su molino” en esta trifulca proselitista de desprestigios, ahora resulta que hasta “el árbitro” –el INE– también es indigno de confianza y si no se reforma, pues de plano “se quita”, según dijo el hombre originario de Macuspana, quien se autonombró “guardián de la democracia” para garantizar que todos los resultados se respeten, claro, siempre que le convengan a él.

Conforme avanzan los días, no podemos hacer “ojos ciegos ni oídos sordos” a lo que ocurre pues, para la clase política, esta jornada está fundamentada en el encono y las rivalidades; en el desprestigio y en el descrédito; en la exhibición y en la difamación, empero, para los ciudadanos, los que a la postre decidimos quién será el triunfador, para nosotros, solo nos corresponde escuchar los jingles en la radio, ver al candidato tomándose fotos, recibir los souvenirs con el nombre del contendiente impreso, es decir, nos tocan las campañas “por encimita”.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.