/ lunes 20 de septiembre de 2021

Con café y a media luz | Una crisis extranjera para detonar una local

Mientras los jefes de Estado de América Latina y el Caribe desviaron por unos instantes la intención de la cumbre del CELAC al caer en comentarios simplones sobre el reconocimiento mutuo y la concepción de la democracia y los regímenes impositivos, las sociedad de esta parte del mundo da muestras claras y contundentes de que se está colapsando para tratar de reagruparse en una ordenanza que le permita encontrar nuevas formas de supervivencia a costa de la integridad de las naciones, de la sociedad y de su vida misma.

Los dichos, los alegatos, los señalamientos y las negaciones se quedaron allá “arriba” en donde los asientos cómodos, los autos de lujo, las escoltas y el catering fueron enmarcados en un recinto destinado a la proposición –ignorada, por cierto– de desaparecer a la OEA y a la propuesta –quizá la más seria– de crear un bloque latinoamericano similar al que se ve en la Unión Europea y en Asia, obviamente, guardando las debidas proporciones, limitaciones y condiciones económicas que prevalecen en los países de esta parte del orbe.

Acá “abajo”, en el plano social de la masa poblacional conformada por individuos en los que el sufrimiento, la carencia, en ocasiones el hambre y las enfermedades son “el pan nuestro de cada día”, las cosas, en estos momentos, se miran completamente diferentes. Antes de que condene el radicalismo implícito en este párrafo me permito insistir en el conectivo semántico aplicado: “en estos momentos”.

La muestra más clara es el fenómeno migratorio en el que se ha envuelto México por su condición limítrofe con la unión americana; en particular Tamaulipas que cubre un margen de frontera de poco más de tres mil kilómetros y, cuya ubicación costera lo convirtió, de la noche a la mañana, en el “corredor” por el cual ha transitado una buena cantidad de haitianos que buscan el tan mencionado “sueño americano”. Así, ya no nos parece extraño ver a gente extranjera sentada a las afueras de la central de autobuses de Tampico, deambulando por las calles de la ciudad o durmiendo en algunas de las bancas de la laguna del carpintero.

Aunque debemos reconocer que “al inicio” de este fenómeno masivo – lo coloco entrecomillado porque no podemos asegurar que este sea el primero de estos hechos – sí hubo síntomas latentes de caos social en nuestra conurbación.

Cito como ejemplo el bloqueo ocurrido en una de las arterias más importantes de Altamira que derivó en una serie de problemas para transportistas que se dirigían al norte u occidente del país por Ciudad Victoria.

Este “pequeño” detalle no se compararía en nada con lo que ha acontecido en el último fin de semana en dos de los municipios fronterizos que se han declarado insuficientes para atender la llegada de los migrantes cuya presencia ha colapsado buena parte de los servicios destinados a la población local, mismos que, de un instante a otro, han sido redirigidos para atender a los trotamundos haitianos, en un gesto humanitario como los que siempre han caracterizado a los mexicanos.

Hace tres días, aproximadamente, las autoridades de Ciudad Acuña, se declararon rebasadas por una cantidad aproximada a los 120 mil migrantes provenientes de Haití que se sumaron a otros venezolanos que ya tenían un campamento establecido en el puente internacional que termina en la ciudad de ”Del Rio” en Texas. Si consideramos que este municipio es hogar de casi 170 mil mexicanos, ya nos podemos empezar a dar una idea de la problemática que está teniendo, tanto el municipio como el gobierno del estado.

Porque, ante la invasión masiva, de inmediato se deben activar operativos de salud para garantizar que los extranjeros no padezcan de un mal severamente contagioso como el Covid-19 y, en caso de detectarse, evitar que se propague dicha enfermedad. Asimismo, como en el caso ocurrido en Ciudad Madero, se debe brindar atención a mujeres embarazadas en el momento del parto.

Al ya descrito se deben sumar los operativos relacionados con los temas de seguridad, de atención humanitaria y consideraciones de otra índole que, como escribimos en renglones arriba, sí generan desestabilidad en el recurso etiquetado que tenía el municipio para concluir la administración, al igual que los gobiernos de las respectivas entidades.

Una de las declaraciones que podemos tomar como ejemplo, es la vertida por la alcaldesa de Reynosa, Tamaulipas, Maki Ortiz Domínguez quien sostuvo que, aunque sí ha habido casos de migrantes que han intentado cruzar por el puente “Hidalgo”, ninguno ha tenido éxito por la intervención del personal de aduanas y por las autoridades norteamericanas en este tenor. Asimismo, señaló que “la frontera tiene un grave problema” y solicitó a los legisladores “ a considerar un recurso extraordinario para tratar esta situación en el presupuesto 2022”

Como parte de la solución la alcaldesa de aquella ciudad declaró que “se les ha ofrecido trabajo para incluirlos en el desarrollo económico de la ciudad y, para que no ocupen las plazas públicas que son de la población, se les ha ofrecido terrenos en los que se puedan establecer”, aunque, pareciera que esa estrategia ha sido rechazada por los foráneos que han encontrado, en la buena voluntad de la ciudadanía, la forma de hacerse de alimentos, ropa y cobija sin el mayor esfuerzo.

De continuar la situación como hasta ahora, el “cuello de botella” sociopolítico que representa la frontera, generará un severo problema que se estará extendiendo hasta otros municipios que se consideran parte del “corredor” del que hablamos al principio de esta entrega y, entonces, no nos deberá extrañar que en un año o dos, escuchemos a las autoridades locales de la conurbación decir cosas como las que ya dictan sus homólogos fronterizos en materia de salud, seguridad y economía locales.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame y recuerde, será un gran día.

Correo:

licajimenezmcc@hotmail.com

Mientras los jefes de Estado de América Latina y el Caribe desviaron por unos instantes la intención de la cumbre del CELAC al caer en comentarios simplones sobre el reconocimiento mutuo y la concepción de la democracia y los regímenes impositivos, las sociedad de esta parte del mundo da muestras claras y contundentes de que se está colapsando para tratar de reagruparse en una ordenanza que le permita encontrar nuevas formas de supervivencia a costa de la integridad de las naciones, de la sociedad y de su vida misma.

Los dichos, los alegatos, los señalamientos y las negaciones se quedaron allá “arriba” en donde los asientos cómodos, los autos de lujo, las escoltas y el catering fueron enmarcados en un recinto destinado a la proposición –ignorada, por cierto– de desaparecer a la OEA y a la propuesta –quizá la más seria– de crear un bloque latinoamericano similar al que se ve en la Unión Europea y en Asia, obviamente, guardando las debidas proporciones, limitaciones y condiciones económicas que prevalecen en los países de esta parte del orbe.

Acá “abajo”, en el plano social de la masa poblacional conformada por individuos en los que el sufrimiento, la carencia, en ocasiones el hambre y las enfermedades son “el pan nuestro de cada día”, las cosas, en estos momentos, se miran completamente diferentes. Antes de que condene el radicalismo implícito en este párrafo me permito insistir en el conectivo semántico aplicado: “en estos momentos”.

La muestra más clara es el fenómeno migratorio en el que se ha envuelto México por su condición limítrofe con la unión americana; en particular Tamaulipas que cubre un margen de frontera de poco más de tres mil kilómetros y, cuya ubicación costera lo convirtió, de la noche a la mañana, en el “corredor” por el cual ha transitado una buena cantidad de haitianos que buscan el tan mencionado “sueño americano”. Así, ya no nos parece extraño ver a gente extranjera sentada a las afueras de la central de autobuses de Tampico, deambulando por las calles de la ciudad o durmiendo en algunas de las bancas de la laguna del carpintero.

Aunque debemos reconocer que “al inicio” de este fenómeno masivo – lo coloco entrecomillado porque no podemos asegurar que este sea el primero de estos hechos – sí hubo síntomas latentes de caos social en nuestra conurbación.

Cito como ejemplo el bloqueo ocurrido en una de las arterias más importantes de Altamira que derivó en una serie de problemas para transportistas que se dirigían al norte u occidente del país por Ciudad Victoria.

Este “pequeño” detalle no se compararía en nada con lo que ha acontecido en el último fin de semana en dos de los municipios fronterizos que se han declarado insuficientes para atender la llegada de los migrantes cuya presencia ha colapsado buena parte de los servicios destinados a la población local, mismos que, de un instante a otro, han sido redirigidos para atender a los trotamundos haitianos, en un gesto humanitario como los que siempre han caracterizado a los mexicanos.

Hace tres días, aproximadamente, las autoridades de Ciudad Acuña, se declararon rebasadas por una cantidad aproximada a los 120 mil migrantes provenientes de Haití que se sumaron a otros venezolanos que ya tenían un campamento establecido en el puente internacional que termina en la ciudad de ”Del Rio” en Texas. Si consideramos que este municipio es hogar de casi 170 mil mexicanos, ya nos podemos empezar a dar una idea de la problemática que está teniendo, tanto el municipio como el gobierno del estado.

Porque, ante la invasión masiva, de inmediato se deben activar operativos de salud para garantizar que los extranjeros no padezcan de un mal severamente contagioso como el Covid-19 y, en caso de detectarse, evitar que se propague dicha enfermedad. Asimismo, como en el caso ocurrido en Ciudad Madero, se debe brindar atención a mujeres embarazadas en el momento del parto.

Al ya descrito se deben sumar los operativos relacionados con los temas de seguridad, de atención humanitaria y consideraciones de otra índole que, como escribimos en renglones arriba, sí generan desestabilidad en el recurso etiquetado que tenía el municipio para concluir la administración, al igual que los gobiernos de las respectivas entidades.

Una de las declaraciones que podemos tomar como ejemplo, es la vertida por la alcaldesa de Reynosa, Tamaulipas, Maki Ortiz Domínguez quien sostuvo que, aunque sí ha habido casos de migrantes que han intentado cruzar por el puente “Hidalgo”, ninguno ha tenido éxito por la intervención del personal de aduanas y por las autoridades norteamericanas en este tenor. Asimismo, señaló que “la frontera tiene un grave problema” y solicitó a los legisladores “ a considerar un recurso extraordinario para tratar esta situación en el presupuesto 2022”

Como parte de la solución la alcaldesa de aquella ciudad declaró que “se les ha ofrecido trabajo para incluirlos en el desarrollo económico de la ciudad y, para que no ocupen las plazas públicas que son de la población, se les ha ofrecido terrenos en los que se puedan establecer”, aunque, pareciera que esa estrategia ha sido rechazada por los foráneos que han encontrado, en la buena voluntad de la ciudadanía, la forma de hacerse de alimentos, ropa y cobija sin el mayor esfuerzo.

De continuar la situación como hasta ahora, el “cuello de botella” sociopolítico que representa la frontera, generará un severo problema que se estará extendiendo hasta otros municipios que se consideran parte del “corredor” del que hablamos al principio de esta entrega y, entonces, no nos deberá extrañar que en un año o dos, escuchemos a las autoridades locales de la conurbación decir cosas como las que ya dictan sus homólogos fronterizos en materia de salud, seguridad y economía locales.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame y recuerde, será un gran día.

Correo:

licajimenezmcc@hotmail.com