/ domingo 28 de mayo de 2023

El universo de Maxwell | Samuel Morse y el telégrafo

William Cooke nació el 4 de mayo de 1806 en Londres, Inglaterra. Estudió en las universidades de Edimburgo y de Durham. Sirvió en el ejército británico en la India (Indian Army) de 1826 a 1831, y posteriormente estudió medicina en París, Francia y Heidelberg, Alemania. Es en esta ciudad donde asiste a la presentación de un telégrafo primitivo, en 1837, por lo que a su regreso a Inglaterra decide abandonar sus estudios de medicina y trabajar en la mejora de ese invento.

Sin embargo, Cooke carecía de conocimientos de electricidad, pero afortunadamente conoce a otro científico británico, Charles Wheatstone –nacido en 1802–, y los dos forman un excelente equipo de trabajo, al utilizar los conocimientos de éste y las habilidades administrativas de Cooke. Obtienen la patente para su invento en 1837, así como el permiso para una instalación experimental de telegrafía.

No se puede afirmar que el telégrafo tuvo un solo inventor, sin embargo, se reconoce a Cooke y a Wheatstone como los principales creadores de este aparato. Aunque fundaron su propia compañía, el sistema de telegrafía fue nacionalizado en 1868. Los dos fueron nombrados caballeros por su contribución al desarrollo científico y tecnológico del Imperio británico. William Cooke falleció el 25 de junio de 1879, mientras que Charles Wheatstone murió el 19 de octubre de 1875.

ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Samuel Morse nació el 27 de abril de 1791, en Boston, Massachusetts, Estados Unidos. Se especializó en arte en la Universidad de Yale, y dominaba varias ramas de la ciencia y filosofía, pero su sueño era ser pintor. Se dedicaba a pintar retratos, trabajo por el que obtenía pocos ingresos, además de que tenía que viajar constantemente y vivir alejado de su esposa e hijos. Es en uno de estos viajes que su esposa fallece y él se entera un día después del funeral. Debido a esto, queda en su mente la obsesión por conseguir una forma de comunicación que sea instantánea.

En 1829 viaja a Europa con el fin de estudiar otras técnicas de pintura, y tres años después regresa a Estados Unidos. Mientras viaja en el barco, escucha a varios pasajeros hablar sobre la nueva ciencia de la electricidad, en particular sobre el desarrollo de los electroimanes y de cómo la corriente eléctrica puede transmitirse de forma instantánea de un punto a otro de un alambre, sin importar la distancia.

A partir de lo anterior, y a pesar de obtener un puesto como profesor de arte en la Universidad de Nueva York, se dedica al desarrollo de un telégrafo –en forma paralela a Cooke y Wheatstone–. En el año de 1837 patenta su invento, y en 1844 convence al Congreso de los Estados Unidos para tender una línea telegráfica entre Baltimore, Maryland y Washington, D.C. El primer mensaje enviado es “what hath God wrought” (lo que ha hecho Dios).

Además del telégrafo, otra gran aportación de Morse fue la invención del código que lleva su nombre. La “clave Morse” es un código de puntos y rayas que se utiliza para enviar los mensajes, mediante un pulso corto o largo, respectivamente. El mensaje más importante es el de auxilio, “SOS”. Aunque su significado original pudo ser “save our souls” (salve nuestras almas) o “save our ship” (salven nuestro barco), en realidad tuvo mucho que ver que es un mensaje cuya combinación de letras puede ser transmitido con una probabilidad muy baja de confusión o de alteración por la estática del ambiente.

El telégrafo tuvo una aceptación y uso inmediato, lo que le permitió a Morse fundar su compañía y vivir –por fin– de una manera acomodada. Su diseño se mantuvo con cambios mínimos durante varias décadas y el código Morse se volvió un estándar en las comunicaciones. Samuel Morse falleció el 2 de abril de 1872.

CONEXIÓN ENTRE DOS MUNDOS

Hacia 1855 ya existían cables telegráficos submarinos en el Canal de la Mancha y el mar Mediterráneo, con el fin de comunicar distintos países. Sin embargo, quedaba pendiente el tendido de un cable que uniera a Europa y América. La búsqueda de este objetivo inició en 1857, mediante el tendido de un cable entre Irlanda y Terranova –una distancia de más de 3 mil 700 km–. Antes incluso de tender un metro de cable, hubo que inventar aparatos para analizar el fondo del mar y conocer si existían rocas afiladas o abismos.

Para poder transportar la carga de 4 mil 500 toneladas de cable se utilizó un buque de dimensiones colosales, el “Great Eastern” –el cual había resultado un fiasco como barco de pasajeros de lujo–. Después de varios años de fracasos –se rompía el cable y se hundía en el fondo del mar, o quedaba inservible por la corrosión–, por fin en 1866 quedó establecida la línea de comunicación entre los dos continentes.

Esta obra marcó el inicio de los grandes logros de ingeniería en la época moderna. Requirió la colaboración de ingenieros navales, electricistas y mecánicos; así como de físicos, oceanógrafos y especialistas de distintas áreas. En su momento causó tanta expectación como el lanzamiento de los primeros cohetes al espacio.

MÉXICO

En lo que respecta a México, el telégrafo fue impulsado en el gobierno de Porfirio Díaz, como parte medular de su estrategia de orden, paz y progreso. Fue un elemento muy importante para unir a un país que era prácticamente rural. Sin embargo, requirió el uso de su mano dura para poder tender –y sobre todo conservar– las líneas telegráficas.

Como muestra de lo anterior, me permito citar parte de la entrevista concedida por Díaz al periodista norteamericano James Creelman: “Dimos órdenes, para que dondequiera que fuesen cortados los hilos telegráficos, sufriera la pena el jefe del distrito, en caso de no aprehender al criminal, y en caso de que la interrupción acaeciese en una hacienda, al propietario que no podía impedirlo se le colgaba del poste más cercano”.

EL LEGADO

En la novela “El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez, el telégrafo juega un papel importante en los inicios de la historia de amor de Florentino Ariza y Fermina Daza (la cual está basada en la historia verdadera del noviazgo de sus padres). El viernes 27 de enero de 2006 la compañía Western Union, de los Estados Unidos, envió el último telegrama en ese país. El 13 de julio de 2013, en la India –un país donde todavía se enviaban 5 mil telegramas diarios, y en 1985 se mandaron 60 millones– se envió el último telegrama.

Lo anterior puso fin a más de 150 años de uso, en los cuales el telégrafo sirvió como un instrumento muy importante en la comunicación instantánea de noticias de todo tipo, a distintos niveles.

correo electrónico: rechavarrias@upv.edu.mx

William Cooke nació el 4 de mayo de 1806 en Londres, Inglaterra. Estudió en las universidades de Edimburgo y de Durham. Sirvió en el ejército británico en la India (Indian Army) de 1826 a 1831, y posteriormente estudió medicina en París, Francia y Heidelberg, Alemania. Es en esta ciudad donde asiste a la presentación de un telégrafo primitivo, en 1837, por lo que a su regreso a Inglaterra decide abandonar sus estudios de medicina y trabajar en la mejora de ese invento.

Sin embargo, Cooke carecía de conocimientos de electricidad, pero afortunadamente conoce a otro científico británico, Charles Wheatstone –nacido en 1802–, y los dos forman un excelente equipo de trabajo, al utilizar los conocimientos de éste y las habilidades administrativas de Cooke. Obtienen la patente para su invento en 1837, así como el permiso para una instalación experimental de telegrafía.

No se puede afirmar que el telégrafo tuvo un solo inventor, sin embargo, se reconoce a Cooke y a Wheatstone como los principales creadores de este aparato. Aunque fundaron su propia compañía, el sistema de telegrafía fue nacionalizado en 1868. Los dos fueron nombrados caballeros por su contribución al desarrollo científico y tecnológico del Imperio británico. William Cooke falleció el 25 de junio de 1879, mientras que Charles Wheatstone murió el 19 de octubre de 1875.

ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Samuel Morse nació el 27 de abril de 1791, en Boston, Massachusetts, Estados Unidos. Se especializó en arte en la Universidad de Yale, y dominaba varias ramas de la ciencia y filosofía, pero su sueño era ser pintor. Se dedicaba a pintar retratos, trabajo por el que obtenía pocos ingresos, además de que tenía que viajar constantemente y vivir alejado de su esposa e hijos. Es en uno de estos viajes que su esposa fallece y él se entera un día después del funeral. Debido a esto, queda en su mente la obsesión por conseguir una forma de comunicación que sea instantánea.

En 1829 viaja a Europa con el fin de estudiar otras técnicas de pintura, y tres años después regresa a Estados Unidos. Mientras viaja en el barco, escucha a varios pasajeros hablar sobre la nueva ciencia de la electricidad, en particular sobre el desarrollo de los electroimanes y de cómo la corriente eléctrica puede transmitirse de forma instantánea de un punto a otro de un alambre, sin importar la distancia.

A partir de lo anterior, y a pesar de obtener un puesto como profesor de arte en la Universidad de Nueva York, se dedica al desarrollo de un telégrafo –en forma paralela a Cooke y Wheatstone–. En el año de 1837 patenta su invento, y en 1844 convence al Congreso de los Estados Unidos para tender una línea telegráfica entre Baltimore, Maryland y Washington, D.C. El primer mensaje enviado es “what hath God wrought” (lo que ha hecho Dios).

Además del telégrafo, otra gran aportación de Morse fue la invención del código que lleva su nombre. La “clave Morse” es un código de puntos y rayas que se utiliza para enviar los mensajes, mediante un pulso corto o largo, respectivamente. El mensaje más importante es el de auxilio, “SOS”. Aunque su significado original pudo ser “save our souls” (salve nuestras almas) o “save our ship” (salven nuestro barco), en realidad tuvo mucho que ver que es un mensaje cuya combinación de letras puede ser transmitido con una probabilidad muy baja de confusión o de alteración por la estática del ambiente.

El telégrafo tuvo una aceptación y uso inmediato, lo que le permitió a Morse fundar su compañía y vivir –por fin– de una manera acomodada. Su diseño se mantuvo con cambios mínimos durante varias décadas y el código Morse se volvió un estándar en las comunicaciones. Samuel Morse falleció el 2 de abril de 1872.

CONEXIÓN ENTRE DOS MUNDOS

Hacia 1855 ya existían cables telegráficos submarinos en el Canal de la Mancha y el mar Mediterráneo, con el fin de comunicar distintos países. Sin embargo, quedaba pendiente el tendido de un cable que uniera a Europa y América. La búsqueda de este objetivo inició en 1857, mediante el tendido de un cable entre Irlanda y Terranova –una distancia de más de 3 mil 700 km–. Antes incluso de tender un metro de cable, hubo que inventar aparatos para analizar el fondo del mar y conocer si existían rocas afiladas o abismos.

Para poder transportar la carga de 4 mil 500 toneladas de cable se utilizó un buque de dimensiones colosales, el “Great Eastern” –el cual había resultado un fiasco como barco de pasajeros de lujo–. Después de varios años de fracasos –se rompía el cable y se hundía en el fondo del mar, o quedaba inservible por la corrosión–, por fin en 1866 quedó establecida la línea de comunicación entre los dos continentes.

Esta obra marcó el inicio de los grandes logros de ingeniería en la época moderna. Requirió la colaboración de ingenieros navales, electricistas y mecánicos; así como de físicos, oceanógrafos y especialistas de distintas áreas. En su momento causó tanta expectación como el lanzamiento de los primeros cohetes al espacio.

MÉXICO

En lo que respecta a México, el telégrafo fue impulsado en el gobierno de Porfirio Díaz, como parte medular de su estrategia de orden, paz y progreso. Fue un elemento muy importante para unir a un país que era prácticamente rural. Sin embargo, requirió el uso de su mano dura para poder tender –y sobre todo conservar– las líneas telegráficas.

Como muestra de lo anterior, me permito citar parte de la entrevista concedida por Díaz al periodista norteamericano James Creelman: “Dimos órdenes, para que dondequiera que fuesen cortados los hilos telegráficos, sufriera la pena el jefe del distrito, en caso de no aprehender al criminal, y en caso de que la interrupción acaeciese en una hacienda, al propietario que no podía impedirlo se le colgaba del poste más cercano”.

EL LEGADO

En la novela “El amor en los tiempos del cólera”, de Gabriel García Márquez, el telégrafo juega un papel importante en los inicios de la historia de amor de Florentino Ariza y Fermina Daza (la cual está basada en la historia verdadera del noviazgo de sus padres). El viernes 27 de enero de 2006 la compañía Western Union, de los Estados Unidos, envió el último telegrama en ese país. El 13 de julio de 2013, en la India –un país donde todavía se enviaban 5 mil telegramas diarios, y en 1985 se mandaron 60 millones– se envió el último telegrama.

Lo anterior puso fin a más de 150 años de uso, en los cuales el telégrafo sirvió como un instrumento muy importante en la comunicación instantánea de noticias de todo tipo, a distintos niveles.

correo electrónico: rechavarrias@upv.edu.mx