/ jueves 21 de enero de 2021

Fractal | Niños burbuja, la realidad de la infancia tras la pandemia

Siendo totalmente sinceros, ¿qué tan preparados estamos los padres para dar el apoyo académico y psicológico a nuestros hijos e hijas en esta contingencia sanitaria?

¿Lo estamos haciendo bien o estamos causando un daño sin estar conscientes de ello?

En la columna anterior, les planteaba la problemática de como se ha olvidado que los pequeños de la casa han perdido todo y en un mundo de adultos preocupados, no se escuchan las súplicas y gritos de desesperación, ya que por su corta edad ellos no tienen voz ni voto, pasando a ser así los más protegidos pero con la incongruencia de ser los más olvidados, no pongo en duda el amor que los padres tienen a sus hijos, pero sí me incita a pensar, si en este envoltorio sanitizante de amor, estamos deformando el futuro de esos pequeños que tanto queremos proteger, sé que muchos padres de hoy en día ya cuentan con un grado académico mayor al de generaciones anteriores, pero también las exigencias de la vida moderna han generado un exceso de responsabilidades laborales con esta nueva forma de trabajo en casa, y a esto sumamos la responsabilidad de fungir como guías escolares.

El mundo se puso de cabeza cuando se inició con esta nueva normalidad, pero los adultos apuramos los pasos para comprender y adaptarnos a los retos de salir adelante, cosa contraria con los pequeños de casa, ellos siguen en el limbo educativo y social, en estudios relacionados con las necesidades de los menores en casa tras la pandemia, se menciona que el retraso académico será de grandes consecuencias en años venideros, y se prevé un impacto fuerte en las cuestiones socioculturales y de índole psiquiátrico, generado por la ausencia de contacto físico en la edad más vulnerable y cuando las relaciones de persona a persona son esenciales para un sano desarrollo social y psicológico, el cerebro desarrolla la mayoría de sus neuronas en la etapa de cero a los 3 años de vida, y se incrementa en un 80 a 85% del total de sus conexiones al llegar a los seis años, esto causa un impacto importante en su edad adulta, la interacción social y el contacto con la naturaleza y el entorno genera la base de un joven equilibrado y funge como cimiento para cuando se es adulto, que pasará con estos pequeños que solo están interactuando de manera virtual y abusando del sedentarismo, hago un llamado a la reflexión de los padres, para que dentro de lo posible, estimulen con actividades diarias, ya sea físicas, intelectuales y primordialmente cuidando su nutrición, para mermar un poco el posible daño a las generaciones de niños y niñas tras esta pandemia, generación insegura, temerosos de su entorno, con malos hábitos alimenticios, introvertidos y con una alta propensión a las adicciones, esto es lo que estamos formando en casa queridos lectores, si no ajustamos nuestra brújula y entendemos que amar y cuidar no solo es encapsular a nuestros hijos, tenemos que estar y prestar atención a lo que su desarrollo según su etapa requiere.

“Criemos niños y niñas que no tengan que recuperarse de su infancia”.

¿Usted qué opina? Regeneración 19.

Siendo totalmente sinceros, ¿qué tan preparados estamos los padres para dar el apoyo académico y psicológico a nuestros hijos e hijas en esta contingencia sanitaria?

¿Lo estamos haciendo bien o estamos causando un daño sin estar conscientes de ello?

En la columna anterior, les planteaba la problemática de como se ha olvidado que los pequeños de la casa han perdido todo y en un mundo de adultos preocupados, no se escuchan las súplicas y gritos de desesperación, ya que por su corta edad ellos no tienen voz ni voto, pasando a ser así los más protegidos pero con la incongruencia de ser los más olvidados, no pongo en duda el amor que los padres tienen a sus hijos, pero sí me incita a pensar, si en este envoltorio sanitizante de amor, estamos deformando el futuro de esos pequeños que tanto queremos proteger, sé que muchos padres de hoy en día ya cuentan con un grado académico mayor al de generaciones anteriores, pero también las exigencias de la vida moderna han generado un exceso de responsabilidades laborales con esta nueva forma de trabajo en casa, y a esto sumamos la responsabilidad de fungir como guías escolares.

El mundo se puso de cabeza cuando se inició con esta nueva normalidad, pero los adultos apuramos los pasos para comprender y adaptarnos a los retos de salir adelante, cosa contraria con los pequeños de casa, ellos siguen en el limbo educativo y social, en estudios relacionados con las necesidades de los menores en casa tras la pandemia, se menciona que el retraso académico será de grandes consecuencias en años venideros, y se prevé un impacto fuerte en las cuestiones socioculturales y de índole psiquiátrico, generado por la ausencia de contacto físico en la edad más vulnerable y cuando las relaciones de persona a persona son esenciales para un sano desarrollo social y psicológico, el cerebro desarrolla la mayoría de sus neuronas en la etapa de cero a los 3 años de vida, y se incrementa en un 80 a 85% del total de sus conexiones al llegar a los seis años, esto causa un impacto importante en su edad adulta, la interacción social y el contacto con la naturaleza y el entorno genera la base de un joven equilibrado y funge como cimiento para cuando se es adulto, que pasará con estos pequeños que solo están interactuando de manera virtual y abusando del sedentarismo, hago un llamado a la reflexión de los padres, para que dentro de lo posible, estimulen con actividades diarias, ya sea físicas, intelectuales y primordialmente cuidando su nutrición, para mermar un poco el posible daño a las generaciones de niños y niñas tras esta pandemia, generación insegura, temerosos de su entorno, con malos hábitos alimenticios, introvertidos y con una alta propensión a las adicciones, esto es lo que estamos formando en casa queridos lectores, si no ajustamos nuestra brújula y entendemos que amar y cuidar no solo es encapsular a nuestros hijos, tenemos que estar y prestar atención a lo que su desarrollo según su etapa requiere.

“Criemos niños y niñas que no tengan que recuperarse de su infancia”.

¿Usted qué opina? Regeneración 19.