/ domingo 26 de noviembre de 2023

Hablando de medicina y salud | La carga oculta del cuidador

Durante casi 30 años de práctica profesional sin duda he tenido la oportunidad de atender infinidad de pacientes, algunos de ellos recordados con mucho cariño. Sin embargo, alrededor de estos pacientes yace oculto un personaje que a veces pasa desapercibido para el resto del entorno del paciente; pero que vive y siente como cualquier otro ser humano la salud de su familiar. El día de hoy me motivó precisamente uno de ellos a escribir este artículo acerca del síndrome del cuidador del enfermo.

En las profundidades de la estructura del cuidado de la salud yacen cimientos sostenidos por personas extraordinarias, los cuidadores familiares. Estas personas, armadas con amor, dedicación y lealtad, se enfrentan a la titánica tarea de cuidar a un ser querido enfermo, sin pedir nada a cambio. Sin embargo, esta labor la acompaña un precio alto, uno que se paga en silencio y sin reconocimiento adecuado: el síndrome del cuidador.

Este síndrome es más que un cansancio pasajero, es un estado de agotamiento que consume física, mental y emocionalmente. Estos personajes a veces sacrifican su vida personal, social, profesional e incluso en algunos casos sentimental. Este síndrome puede causar a la larga problemas de salud como obesidad, enfermedades del corazón, depresión y ansiedad, entre otros.

Esta labor está subvalorada, tanto en el entorno social como en políticas de salud. Recientemente durante el último congreso de investigación en salud en la Facultad de Medicina de Tampico, unos estudiantes de medicina presentaron un trabajo acerca del tema y posteriormente acudió una paciente que regularmente veo y me expone la causa de su deterioro en los últimos meses y me dice: “Doctor, estoy cuidando a mi hermano que no se vale por sí mismo”.

En el corazón de cada familia que enfrenta la enfermedad de un ser querido, hay esta figura que a menudo permanece en la sombra: el cuidador.

El síndrome del cuidador es un espejo que refleja nuestras propias vulnerabilidades y la interdependencia de nuestras vidas. Al cuidar de los cuidadores, no solo estamos asegurando el bienestar de nuestros seres queridos enfermos, sino que estamos procurando a la comunidad en general. Tenemos que invertir en políticas de salud y laboral que den las condiciones necesarias para que quien cuida de un enfermo tenga el ambiente idóneo para procurar su salud física y mental.

Es importante invertir en educación, debe hacer un mayor énfasis en la formación de los cuidadores, en enseñarles técnicas de movilización de paciente, en la prevención de riesgos al interior de los domicilios, en la gestión del tiempo, salud mental y tanatología que permita abordar de forma más eficiente el cuidado de sus familiares y del suyo propio.

Es necesario que los empleadores también tengan un rol que desempeñar, ofreciendo flexibilidad y políticas que permitan a los empleados cuidar de sus seres queridos sin temor a perder su sustento. La conciencia empresarial sobre este asunto es crucial para fomentar un entorno de trabajo comprensivo y compasivo.

El día de hoy quiero invitarlos a observar alrededor de su entorno, a encontrar a ese héroe silencioso que acompaña en el día a día al médico en el cuidado del enfermo en casa y que le ofrezcamos nuestra ayuda para hacer su labor más llevadera. Solo con empatía con ellos haremos de nuestra sociedad una sociedad más justa y saludable.

Durante casi 30 años de práctica profesional sin duda he tenido la oportunidad de atender infinidad de pacientes, algunos de ellos recordados con mucho cariño. Sin embargo, alrededor de estos pacientes yace oculto un personaje que a veces pasa desapercibido para el resto del entorno del paciente; pero que vive y siente como cualquier otro ser humano la salud de su familiar. El día de hoy me motivó precisamente uno de ellos a escribir este artículo acerca del síndrome del cuidador del enfermo.

En las profundidades de la estructura del cuidado de la salud yacen cimientos sostenidos por personas extraordinarias, los cuidadores familiares. Estas personas, armadas con amor, dedicación y lealtad, se enfrentan a la titánica tarea de cuidar a un ser querido enfermo, sin pedir nada a cambio. Sin embargo, esta labor la acompaña un precio alto, uno que se paga en silencio y sin reconocimiento adecuado: el síndrome del cuidador.

Este síndrome es más que un cansancio pasajero, es un estado de agotamiento que consume física, mental y emocionalmente. Estos personajes a veces sacrifican su vida personal, social, profesional e incluso en algunos casos sentimental. Este síndrome puede causar a la larga problemas de salud como obesidad, enfermedades del corazón, depresión y ansiedad, entre otros.

Esta labor está subvalorada, tanto en el entorno social como en políticas de salud. Recientemente durante el último congreso de investigación en salud en la Facultad de Medicina de Tampico, unos estudiantes de medicina presentaron un trabajo acerca del tema y posteriormente acudió una paciente que regularmente veo y me expone la causa de su deterioro en los últimos meses y me dice: “Doctor, estoy cuidando a mi hermano que no se vale por sí mismo”.

En el corazón de cada familia que enfrenta la enfermedad de un ser querido, hay esta figura que a menudo permanece en la sombra: el cuidador.

El síndrome del cuidador es un espejo que refleja nuestras propias vulnerabilidades y la interdependencia de nuestras vidas. Al cuidar de los cuidadores, no solo estamos asegurando el bienestar de nuestros seres queridos enfermos, sino que estamos procurando a la comunidad en general. Tenemos que invertir en políticas de salud y laboral que den las condiciones necesarias para que quien cuida de un enfermo tenga el ambiente idóneo para procurar su salud física y mental.

Es importante invertir en educación, debe hacer un mayor énfasis en la formación de los cuidadores, en enseñarles técnicas de movilización de paciente, en la prevención de riesgos al interior de los domicilios, en la gestión del tiempo, salud mental y tanatología que permita abordar de forma más eficiente el cuidado de sus familiares y del suyo propio.

Es necesario que los empleadores también tengan un rol que desempeñar, ofreciendo flexibilidad y políticas que permitan a los empleados cuidar de sus seres queridos sin temor a perder su sustento. La conciencia empresarial sobre este asunto es crucial para fomentar un entorno de trabajo comprensivo y compasivo.

El día de hoy quiero invitarlos a observar alrededor de su entorno, a encontrar a ese héroe silencioso que acompaña en el día a día al médico en el cuidado del enfermo en casa y que le ofrezcamos nuestra ayuda para hacer su labor más llevadera. Solo con empatía con ellos haremos de nuestra sociedad una sociedad más justa y saludable.