/ sábado 25 de noviembre de 2023

Hablemos de tecnología | Golpe de Estado

En los pensamientos cortos vive el dolor, es como una serie de fugaces ideas, de micro expresiones, de rencores coleccionados en un corazón vacío; ahí, vive el diablo, entre los detalles, juguetea por las líneas pequeñas al final del contrato, esperando el momento para saltarte encima como un lobo que ha pasado tiempo observando a su presa.

Estimado lector, en el mundo acelerado de la tecnología, los giros dramáticos no son solo el pan de cada día, son el espectáculo completo. La reciente saga de OpenAI, que involucra al CEO Sam Altman, nos ofrece un episodio digno de una telenovela tecnológica. Vamos a sumergirnos en este torbellino de eventos que ha sacudido los cimientos de una de las empresas más prominentes en inteligencia artificial (IA).

Empecemos con el viernes fatídico, noviembre 17: la destitución abrupta de Altman. Al parecer, una disputa con Ilya Sutskever, cofundador y miembro de la junta, fue la chispa que encendió la mecha. La junta, preocupada por el riesgo que podría representar la IA y la supuesta falta de atención de Altman a estas repercusiones, decidió su salida. Pero aquí no termina la historia, amigo lector, no, apenas comienza.

En los siguientes minutos, el caos se apoderó de la empresa. Los empleados, desconcertados; los inversionistas, inquietos, especialmente Microsoft, con una inversión de 13,000 millones de dólares sobre la mesa. Al poco, Microsoft intentó sin éxito persuadir a la junta para reinstaurar a Altman. La junta, firme en su decisión, nombró a Emmett Shear como jefe interino, reemplazando a Mira Murati, nombrada apenas dos días antes, CEO interina, 3 CEOS en 3 días.

Pero la trama se complica aún más. Los casi 800 empleados de OpenAI amenazaron con renunciar y unirse a Microsoft si no se recontrataba a Altman. Y aquí, estimado lector, vemos el poder de la unión y la lealtad, sobre todo cuando aquel que lleva el timón, comparte las responsabilidades y también las ganancias.

Finalmente, el martes 21, OpenAI anunció un “acuerdo de principios” para el retorno de Altman como CEO. Brockman, segundo al mando, quien también había dimitido, regresó a la empresa. Este giro nos muestra la influencia que pueden tener los empleados en las decisiones corporativas.

Ahora, OpenAI enfrenta un nuevo amanecer con una junta directiva remodelada, liderada por Bret Taylor de Salesforce. Esta remodelación representa un cambio significativo en la gobernanza de la empresa, algo que Satya Nadella de Microsoft considera un paso positivo hacia una gestión más estable y eficiente.

Este episodio en OpenAI nos lleva a reflexionar sobre el ritmo vertiginoso al que avanza la tecnología de IA y los debates éticos que la rodean. La división en el sector entre los que ven la IA como una amenaza potencial y quienes la ven como una herramienta salvadora es palpable. Más de 1000 líderes tecnológicos han pedido una pausa en el desarrollo de sistemas avanzados de IA, citando “profundos riesgos para la sociedad y la humanidad”. Altman, por su parte, promueve una gestión responsable de la IA.

Amigo lector, este episodio nos demuestra que, en el mundo de la IA, no solo la tecnología es avanzada, también lo son las dinámicas corporativas y los dilemas éticos, y porque no decirlo, también el poder de las grandes inversiones económicas en empresas, en personas, en ideas. Hoy el mundo invierte en futuro, OpenAI, bajo la dirección renovada de Altman, ahora navega en aguas turbulentas, buscando equilibrar innovación con responsabilidad.

Conservadores y Liberales marcan su frontera en cuanto a lo referente a Inteligencia Artificial, en el caso de su servidor, prefiero siempre mantener mi postura al centro, no considerar a la IA como parte de la sociedad, sino por el contrario, verla como una herramienta capaz de fortalecer los procesos de generación de conocimiento de las nuevas generaciones, estoy algo más al centro, si usted me lo permite.

Cerramos este capítulo con una reflexión: la tecnología, especialmente la IA, es una herramienta poderosa, pero su verdadero potencial yace en cómo la humanidad decide utilizarla y gobernarla. La historia de OpenAI no solo es un drama corporativo, sino también un recordatorio de la importancia de la ética, la transparencia y la colaboración en el avance tecnológico. La IA es el futuro, pero también es nuestro presente, y su manejo nos define como sociedad, hagamos bien las cosas.

  • Facebook: www.facebook.com/soylalodelatorre
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  • Correo: tecnologia@lalodelatorre.com



Con mucha diferencia, el mayor peligro de la Inteligencia Artificial es que las personas concluyen demasiado pronto que la entienden

Eliezer Yudkowsky



En los pensamientos cortos vive el dolor, es como una serie de fugaces ideas, de micro expresiones, de rencores coleccionados en un corazón vacío; ahí, vive el diablo, entre los detalles, juguetea por las líneas pequeñas al final del contrato, esperando el momento para saltarte encima como un lobo que ha pasado tiempo observando a su presa.

Estimado lector, en el mundo acelerado de la tecnología, los giros dramáticos no son solo el pan de cada día, son el espectáculo completo. La reciente saga de OpenAI, que involucra al CEO Sam Altman, nos ofrece un episodio digno de una telenovela tecnológica. Vamos a sumergirnos en este torbellino de eventos que ha sacudido los cimientos de una de las empresas más prominentes en inteligencia artificial (IA).

Empecemos con el viernes fatídico, noviembre 17: la destitución abrupta de Altman. Al parecer, una disputa con Ilya Sutskever, cofundador y miembro de la junta, fue la chispa que encendió la mecha. La junta, preocupada por el riesgo que podría representar la IA y la supuesta falta de atención de Altman a estas repercusiones, decidió su salida. Pero aquí no termina la historia, amigo lector, no, apenas comienza.

En los siguientes minutos, el caos se apoderó de la empresa. Los empleados, desconcertados; los inversionistas, inquietos, especialmente Microsoft, con una inversión de 13,000 millones de dólares sobre la mesa. Al poco, Microsoft intentó sin éxito persuadir a la junta para reinstaurar a Altman. La junta, firme en su decisión, nombró a Emmett Shear como jefe interino, reemplazando a Mira Murati, nombrada apenas dos días antes, CEO interina, 3 CEOS en 3 días.

Pero la trama se complica aún más. Los casi 800 empleados de OpenAI amenazaron con renunciar y unirse a Microsoft si no se recontrataba a Altman. Y aquí, estimado lector, vemos el poder de la unión y la lealtad, sobre todo cuando aquel que lleva el timón, comparte las responsabilidades y también las ganancias.

Finalmente, el martes 21, OpenAI anunció un “acuerdo de principios” para el retorno de Altman como CEO. Brockman, segundo al mando, quien también había dimitido, regresó a la empresa. Este giro nos muestra la influencia que pueden tener los empleados en las decisiones corporativas.

Ahora, OpenAI enfrenta un nuevo amanecer con una junta directiva remodelada, liderada por Bret Taylor de Salesforce. Esta remodelación representa un cambio significativo en la gobernanza de la empresa, algo que Satya Nadella de Microsoft considera un paso positivo hacia una gestión más estable y eficiente.

Este episodio en OpenAI nos lleva a reflexionar sobre el ritmo vertiginoso al que avanza la tecnología de IA y los debates éticos que la rodean. La división en el sector entre los que ven la IA como una amenaza potencial y quienes la ven como una herramienta salvadora es palpable. Más de 1000 líderes tecnológicos han pedido una pausa en el desarrollo de sistemas avanzados de IA, citando “profundos riesgos para la sociedad y la humanidad”. Altman, por su parte, promueve una gestión responsable de la IA.

Amigo lector, este episodio nos demuestra que, en el mundo de la IA, no solo la tecnología es avanzada, también lo son las dinámicas corporativas y los dilemas éticos, y porque no decirlo, también el poder de las grandes inversiones económicas en empresas, en personas, en ideas. Hoy el mundo invierte en futuro, OpenAI, bajo la dirección renovada de Altman, ahora navega en aguas turbulentas, buscando equilibrar innovación con responsabilidad.

Conservadores y Liberales marcan su frontera en cuanto a lo referente a Inteligencia Artificial, en el caso de su servidor, prefiero siempre mantener mi postura al centro, no considerar a la IA como parte de la sociedad, sino por el contrario, verla como una herramienta capaz de fortalecer los procesos de generación de conocimiento de las nuevas generaciones, estoy algo más al centro, si usted me lo permite.

Cerramos este capítulo con una reflexión: la tecnología, especialmente la IA, es una herramienta poderosa, pero su verdadero potencial yace en cómo la humanidad decide utilizarla y gobernarla. La historia de OpenAI no solo es un drama corporativo, sino también un recordatorio de la importancia de la ética, la transparencia y la colaboración en el avance tecnológico. La IA es el futuro, pero también es nuestro presente, y su manejo nos define como sociedad, hagamos bien las cosas.

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Con mucha diferencia, el mayor peligro de la Inteligencia Artificial es que las personas concluyen demasiado pronto que la entienden

Eliezer Yudkowsky