/ sábado 16 de diciembre de 2023

Hablemos de tecnología | Oversharing

Alguna vez leía con risas en Facebook que si a tu ex pareja no le importaban un elote tus problemas emocionales, a tus miles de “amigos” en la red, menos. Bienvenidos a la era de la sobrexposición mediática, hoy todos quieren ser importantes, pero ya nadie quiere ser útil.

Recuerdo hace algunos años estar frente a mis alumnos en la Universidad y haberles hecho una demostración en la que, tomaba una foto de la punta de mi zapato, la mandaba por la red y luego, con una herramienta de informática forense, de esa foto podía obtener datos que iban desde el celular con la que se había tomado, hasta la posición geográfica exacta de la misma, pasando por otras cosas “interesantes” como la fecha y hora exacta de su toma … terrorífico y al alcance de cualquiera, bajo ciertas reservas claro.

La vida personal dejó de ser privada cuando cambiamos sonrisas por “likes”, vivimos en la economía de la atención, donde es más importante tener “seguidores” que verdaderos amigos, si aún vale de algo el término. Estimado lector, en la era digital donde cada aspecto de nuestra vida parece estar a un clic de distancia, surge una práctica tan común como peligrosa: el Oversharing. Este término, proveniente del inglés “over” (demasiado) y “sharing” (compartir), refiere a la tendencia de exponer excesivamente nuestra vida privada en internet. Aunque pueda parecer inocuo, este hábito esconde riesgos insospechados que afectan desde nuestra privacidad hasta nuestra seguridad.

El Oversharing se manifiesta de diversas maneras: desde la publicación constante de detalles personales en Twitter hasta historias de Instagram que revelan nuestra ubicación exacta. Aunque pueda parecer una forma de mantenerse conectado con amigos y seguidores, en realidad puede convertirse en una ventana abierta a los peligros de la red. Según el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), la información personal compartida en redes sociales puede ser mal utilizada, con consecuencias graves.

Pero, ¿cómo identificar el Oversharing? Cualquier información que revele aspectos demasiado personales, como ubicaciones exactas, rutinas diarias o detalles íntimos, entra en esta categoría. Y aquí radica el peligro: esta sobreexposición no sólo nos hace vulnerables a los ciberdelincuentes, sino que también puede afectar nuestra vida laboral y personal.

Es crucial entender que no todo necesita ser compartido. Pensar dos veces antes de publicar, configurar adecuadamente la privacidad en nuestras redes y enseñar a los más jóvenes sobre los riesgos de compartir información personal, son pasos esenciales para evitar el Oversharing. Según el INAI, una vez que la información está en internet, perdemos el control sobre ella. Por ello, es fundamental ejercer un uso responsable y consciente de las redes sociales.

Este fenómeno no solo pone en riesgo nuestra privacidad, sino que también refleja una vulnerabilidad emocional. La constante necesidad de validar nuestra existencia a través de “likes” y comentarios puede desencadenar una dependencia emocional hacia la aprobación virtual, afectando nuestro bienestar mental.

En este contexto, querido lector, es importante reflexionar: ¿Estamos compartiendo demasiado? ¿Está nuestra necesidad de conexión online poniendo en peligro aspectos esenciales de nuestra vida? La clave está en encontrar un equilibrio, donde podamos disfrutar de las ventajas de las redes sociales sin sacrificar nuestra privacidad y seguridad.

En todo contexto posiblemente los más vulnerables son los más jóvenes, quienes de manera inocente sienten que son “reporteros de la vida familiar” y comparten muchas veces de manera pública incluso situaciones personales que no deberían de ninguna manera cruzar las puertas del hogar, sin embargo; sucede, y cuando esto pasa la mejor recomendación es y será siempre la comunicación y la supervisión de la vida privada y de las redes que usan los hijos.

Así que, la próxima vez que esté a punto de compartir ese detalle íntimo de su vida, pregúntese: ¿Es realmente necesario? Recuerde, en el arte del autocompartir, menos suele ser más.

Facebook:

www.facebook.com/soylalodelatorre

Twitter:

@lalodelatorreg

Correo:

tecnologia@lalodelatorre.com

Alguna vez leía con risas en Facebook que si a tu ex pareja no le importaban un elote tus problemas emocionales, a tus miles de “amigos” en la red, menos. Bienvenidos a la era de la sobrexposición mediática, hoy todos quieren ser importantes, pero ya nadie quiere ser útil.

Recuerdo hace algunos años estar frente a mis alumnos en la Universidad y haberles hecho una demostración en la que, tomaba una foto de la punta de mi zapato, la mandaba por la red y luego, con una herramienta de informática forense, de esa foto podía obtener datos que iban desde el celular con la que se había tomado, hasta la posición geográfica exacta de la misma, pasando por otras cosas “interesantes” como la fecha y hora exacta de su toma … terrorífico y al alcance de cualquiera, bajo ciertas reservas claro.

La vida personal dejó de ser privada cuando cambiamos sonrisas por “likes”, vivimos en la economía de la atención, donde es más importante tener “seguidores” que verdaderos amigos, si aún vale de algo el término. Estimado lector, en la era digital donde cada aspecto de nuestra vida parece estar a un clic de distancia, surge una práctica tan común como peligrosa: el Oversharing. Este término, proveniente del inglés “over” (demasiado) y “sharing” (compartir), refiere a la tendencia de exponer excesivamente nuestra vida privada en internet. Aunque pueda parecer inocuo, este hábito esconde riesgos insospechados que afectan desde nuestra privacidad hasta nuestra seguridad.

El Oversharing se manifiesta de diversas maneras: desde la publicación constante de detalles personales en Twitter hasta historias de Instagram que revelan nuestra ubicación exacta. Aunque pueda parecer una forma de mantenerse conectado con amigos y seguidores, en realidad puede convertirse en una ventana abierta a los peligros de la red. Según el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), la información personal compartida en redes sociales puede ser mal utilizada, con consecuencias graves.

Pero, ¿cómo identificar el Oversharing? Cualquier información que revele aspectos demasiado personales, como ubicaciones exactas, rutinas diarias o detalles íntimos, entra en esta categoría. Y aquí radica el peligro: esta sobreexposición no sólo nos hace vulnerables a los ciberdelincuentes, sino que también puede afectar nuestra vida laboral y personal.

Es crucial entender que no todo necesita ser compartido. Pensar dos veces antes de publicar, configurar adecuadamente la privacidad en nuestras redes y enseñar a los más jóvenes sobre los riesgos de compartir información personal, son pasos esenciales para evitar el Oversharing. Según el INAI, una vez que la información está en internet, perdemos el control sobre ella. Por ello, es fundamental ejercer un uso responsable y consciente de las redes sociales.

Este fenómeno no solo pone en riesgo nuestra privacidad, sino que también refleja una vulnerabilidad emocional. La constante necesidad de validar nuestra existencia a través de “likes” y comentarios puede desencadenar una dependencia emocional hacia la aprobación virtual, afectando nuestro bienestar mental.

En este contexto, querido lector, es importante reflexionar: ¿Estamos compartiendo demasiado? ¿Está nuestra necesidad de conexión online poniendo en peligro aspectos esenciales de nuestra vida? La clave está en encontrar un equilibrio, donde podamos disfrutar de las ventajas de las redes sociales sin sacrificar nuestra privacidad y seguridad.

En todo contexto posiblemente los más vulnerables son los más jóvenes, quienes de manera inocente sienten que son “reporteros de la vida familiar” y comparten muchas veces de manera pública incluso situaciones personales que no deberían de ninguna manera cruzar las puertas del hogar, sin embargo; sucede, y cuando esto pasa la mejor recomendación es y será siempre la comunicación y la supervisión de la vida privada y de las redes que usan los hijos.

Así que, la próxima vez que esté a punto de compartir ese detalle íntimo de su vida, pregúntese: ¿Es realmente necesario? Recuerde, en el arte del autocompartir, menos suele ser más.

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