/ lunes 6 de septiembre de 2021

La madriguera del lobo | Pausa y limbo

Estamos viviendo momentos sin duda muy interesantes, pero que han abierto un espacio o un paréntesis de frente a 2022, al que podríamos denominar intermedio, con un vacío y una sensación de indefinición de lo que pueda venir, momentos en los que no se ve con claridad quiénes serán los protagonistas, o al menos se juega a no saberlo, pero lo cierto es que nada está abierto a estas alturas.

Algo que no siempre es común en política en la que, si bien es cierto, todavía no hay nombres, también es cierto que ya se sabe o sobreentienden algunos, aunque debería de haber más certeza y presencia de las diferentes corrientes políticas que aspiran a lo que está por venir, de ninguna hay un anuncio claro, pero tampoco un prearranque en el que al menos se empiecen a enviar señales en panorámicos subliminales, discurso, recorrido o saludo.

Nadie quiere exponerse a salir, porque quizás eso pueda abrir un ambiente álgido que pueda reactivar declaraciones como suele ser en política, como parte de la materia prima de la misma, fuertes y directas, con o sin fundamento, ciertas o falsas, pero desde luego que cualquier salida de alguien cambiaría el ambiente y el estado de sopor que se vive en estos momentos, en lo que puede describirse como limbo. Es decir, un vacío.

Sin embargo, ya se terminaron hasta las vacaciones de verano, y además se hace más urgente que el ambiente, las noticias y la lectura empiecen a ponerse mucho más interesantes, o sea, no solamente ponerse a trabajar cada quien en su proyecto y cada marca en lo suyo. Es muy importante empezar a generar un clima de interés para todos, reactivar la curiosidad y la pasión por los temas del futuro 2022.

Lo cierto es que la gente, los analistas y a quienes les gusta la política por hobby o por oficio, ya están haciendo quinielas, apuestas y cálculos para empezar a especular quiénes serán los protagonistas que encabezarán las corrientes políticas y más aún; hasta adivinar el nombre de quién gobernará próximamente. Esa parte al menos en este momento sigue siendo tema de conversación y desde luego de café de análisis casero.

Pero sin duda sigue siendo un extraño paréntesis, que aunque algunos dijeran “que no son los tiempos” (frase casi internacional de la política), también es cierto que las formas han cambiado mucho en este país y que ahora los tiempos de esta pausa después de momentos públicos y electorales muy ajetreados, podrían dar paso a una o más voces que se esperan más que nunca en donde habría que definir posturas, armar equipos y mandar una gran señal de seguridad y presencia.

No estaríamos hablando de aventureros o quien tome decisiones por su cuenta, desde luego se sabe que hay quien decide, el punto es que no se ha hecho público, al menos abiertamente, de ningún lado y en realidad no falta tanto tiempo, porque está claro que quien construya tendrá que empezar de algún modo desde cero o desde el principio, con innovación de propuestas, de mensaje y desde luego de imagen.

Hay entonces una pausa que podría considerarse hasta institucional, si hablamos de formas; sobre todo si hablamos de lo que conocíamos como reglas no escritas, respecto a cuándo y cómo deberían salir nombres y el esperado humo blanco, sin embargo, no debería ser lo mismo para todos los equipos en la cancha, cada uno podría asumir su tiempo de arranque, su propio tiempo de remontar o emparejar la aceptación pública de acuerdo a los últimos resultados, cambios y circunstancias políticas en el Estado.

Tamaulipas ha sido testigo de estos cambios, en lo que se refiere a la relación Federación-Estado, que sin duda influye directamente en el ambiente político. No se trata en este caso de cuestionar si los cambios son buenos o malos, estamos hablando de que, en este nuevo clima, se requiere una nueva estrategia para generar presencia, para empezar a abrir este paréntesis y moverse.

Claro que las formas cuentan, sobre todo si recientemente se perdió o se ganó, eso por lógica debería definir quién arranca primero y, posiblemente de eso dependa cómo asomarse a la nueva contienda, cómo empezar también a movilizar un mercado de líderes y de ciudadanía para lo que está por venir.

En términos de tiempo para la ciudadanía, esto ya empezó desde hace algunos meses, porque la opinión pública tiene claro los últimos acontecimientos en Tamaulipas. Hay a quienes nos les ha gustado, pero se pueden formar distintos criterios, en los que por complejo que se vea el ambiente, hay retos en ambos lados políticos, en los que el tiempo juega un papel muy importante, que como objetivo debe enfocarse a la opinión de la gente.

Esto quiere decir que el gran trabajo por hacer en cuanto a esta opinión pública se refiere, es fomentar las positivas, mover las imparciales y neutralizar las negativas, pero no porque esto sea cliché ni mucho menos, se trata de aprovechar un momento de sopor, de incertidumbre, de duda para sembrar nuevas esperanzas y abrir la cancha, de irrumpir positivamente.

El caso es que, en medio de este paréntesis del tiempo, se esperan unas elecciones en el Estado otra vez históricas, ya que nuestra entidad es sumamente participativa y muy activa en cuanto a política se refiere. Si en 2016 la votación y los resultados marcaron un antes y un después, ahora en 2022 se espera un encuentro de dos corrientes políticas incluso en el país, porque, aunque sean en Tamaulipas esto representará un eslabón muy trascendente para el futuro 2024.

En política se dice que todo puede cambiar en cualquier momento, pero hay decisiones de impacto público, que desde ahora estarán siendo medidas por la opinión ciudadana, no solo por lo que haya pasado en los años anteriores, por lo que esté pasando ahora, y por lo que pueda pasar de aquí al 2022, pero también por las propuestas que se hagan antes y a tiempo, para eso son ciertos espacios.

Con base en esto, se debe salir a un recorrido político relativamente corto, las elecciones están a la vuelta; el tiempo no se va a detener, aunque todo esté pausado, habría que tener como ejemplo que la campaña de 2016 se construyó incluso años antes y aun cuando el grado de dificultad, las condiciones y el plano político ha cambiado, quizás no sea tiempo de dar tanto margen al paréntesis.

Hasta pronto.

Estamos viviendo momentos sin duda muy interesantes, pero que han abierto un espacio o un paréntesis de frente a 2022, al que podríamos denominar intermedio, con un vacío y una sensación de indefinición de lo que pueda venir, momentos en los que no se ve con claridad quiénes serán los protagonistas, o al menos se juega a no saberlo, pero lo cierto es que nada está abierto a estas alturas.

Algo que no siempre es común en política en la que, si bien es cierto, todavía no hay nombres, también es cierto que ya se sabe o sobreentienden algunos, aunque debería de haber más certeza y presencia de las diferentes corrientes políticas que aspiran a lo que está por venir, de ninguna hay un anuncio claro, pero tampoco un prearranque en el que al menos se empiecen a enviar señales en panorámicos subliminales, discurso, recorrido o saludo.

Nadie quiere exponerse a salir, porque quizás eso pueda abrir un ambiente álgido que pueda reactivar declaraciones como suele ser en política, como parte de la materia prima de la misma, fuertes y directas, con o sin fundamento, ciertas o falsas, pero desde luego que cualquier salida de alguien cambiaría el ambiente y el estado de sopor que se vive en estos momentos, en lo que puede describirse como limbo. Es decir, un vacío.

Sin embargo, ya se terminaron hasta las vacaciones de verano, y además se hace más urgente que el ambiente, las noticias y la lectura empiecen a ponerse mucho más interesantes, o sea, no solamente ponerse a trabajar cada quien en su proyecto y cada marca en lo suyo. Es muy importante empezar a generar un clima de interés para todos, reactivar la curiosidad y la pasión por los temas del futuro 2022.

Lo cierto es que la gente, los analistas y a quienes les gusta la política por hobby o por oficio, ya están haciendo quinielas, apuestas y cálculos para empezar a especular quiénes serán los protagonistas que encabezarán las corrientes políticas y más aún; hasta adivinar el nombre de quién gobernará próximamente. Esa parte al menos en este momento sigue siendo tema de conversación y desde luego de café de análisis casero.

Pero sin duda sigue siendo un extraño paréntesis, que aunque algunos dijeran “que no son los tiempos” (frase casi internacional de la política), también es cierto que las formas han cambiado mucho en este país y que ahora los tiempos de esta pausa después de momentos públicos y electorales muy ajetreados, podrían dar paso a una o más voces que se esperan más que nunca en donde habría que definir posturas, armar equipos y mandar una gran señal de seguridad y presencia.

No estaríamos hablando de aventureros o quien tome decisiones por su cuenta, desde luego se sabe que hay quien decide, el punto es que no se ha hecho público, al menos abiertamente, de ningún lado y en realidad no falta tanto tiempo, porque está claro que quien construya tendrá que empezar de algún modo desde cero o desde el principio, con innovación de propuestas, de mensaje y desde luego de imagen.

Hay entonces una pausa que podría considerarse hasta institucional, si hablamos de formas; sobre todo si hablamos de lo que conocíamos como reglas no escritas, respecto a cuándo y cómo deberían salir nombres y el esperado humo blanco, sin embargo, no debería ser lo mismo para todos los equipos en la cancha, cada uno podría asumir su tiempo de arranque, su propio tiempo de remontar o emparejar la aceptación pública de acuerdo a los últimos resultados, cambios y circunstancias políticas en el Estado.

Tamaulipas ha sido testigo de estos cambios, en lo que se refiere a la relación Federación-Estado, que sin duda influye directamente en el ambiente político. No se trata en este caso de cuestionar si los cambios son buenos o malos, estamos hablando de que, en este nuevo clima, se requiere una nueva estrategia para generar presencia, para empezar a abrir este paréntesis y moverse.

Claro que las formas cuentan, sobre todo si recientemente se perdió o se ganó, eso por lógica debería definir quién arranca primero y, posiblemente de eso dependa cómo asomarse a la nueva contienda, cómo empezar también a movilizar un mercado de líderes y de ciudadanía para lo que está por venir.

En términos de tiempo para la ciudadanía, esto ya empezó desde hace algunos meses, porque la opinión pública tiene claro los últimos acontecimientos en Tamaulipas. Hay a quienes nos les ha gustado, pero se pueden formar distintos criterios, en los que por complejo que se vea el ambiente, hay retos en ambos lados políticos, en los que el tiempo juega un papel muy importante, que como objetivo debe enfocarse a la opinión de la gente.

Esto quiere decir que el gran trabajo por hacer en cuanto a esta opinión pública se refiere, es fomentar las positivas, mover las imparciales y neutralizar las negativas, pero no porque esto sea cliché ni mucho menos, se trata de aprovechar un momento de sopor, de incertidumbre, de duda para sembrar nuevas esperanzas y abrir la cancha, de irrumpir positivamente.

El caso es que, en medio de este paréntesis del tiempo, se esperan unas elecciones en el Estado otra vez históricas, ya que nuestra entidad es sumamente participativa y muy activa en cuanto a política se refiere. Si en 2016 la votación y los resultados marcaron un antes y un después, ahora en 2022 se espera un encuentro de dos corrientes políticas incluso en el país, porque, aunque sean en Tamaulipas esto representará un eslabón muy trascendente para el futuro 2024.

En política se dice que todo puede cambiar en cualquier momento, pero hay decisiones de impacto público, que desde ahora estarán siendo medidas por la opinión ciudadana, no solo por lo que haya pasado en los años anteriores, por lo que esté pasando ahora, y por lo que pueda pasar de aquí al 2022, pero también por las propuestas que se hagan antes y a tiempo, para eso son ciertos espacios.

Con base en esto, se debe salir a un recorrido político relativamente corto, las elecciones están a la vuelta; el tiempo no se va a detener, aunque todo esté pausado, habría que tener como ejemplo que la campaña de 2016 se construyó incluso años antes y aun cuando el grado de dificultad, las condiciones y el plano político ha cambiado, quizás no sea tiempo de dar tanto margen al paréntesis.

Hasta pronto.