/ viernes 20 de septiembre de 2019

Con café y a media luz | Momento de reinventarse

Recientemente escuché una charla de un grupo de alumnos de una universidad de la localidad, sobre la apertura de una conocida tienda de ropa de prestigio, aquí en nuestra región. La ubicación de este nuevo almacén sería en la parte frontal del centro comercial ubicado en el cruce de las avenidas Cuauhtémoc y Ejército Mexicano y, para tal efecto, había lanzado una promoción sumamente agresiva que consistía en que al cliente número uno le entregarían un vale por una cantidad de dinero sumamente interesante para adquirir ropa. Además de otros cien créditos de menor cantidad para sendos primeros clientes.

Hecho que me llamó poderosamente la atención por todo lo que representa en la zona sur de Tamaulipas, pues está hablando y haciendo referencia de un detonante económico en un giro comercial que siempre se había considerado sumamente complejo para un lugar provincial como nuestra conurbación que, si bien es cierto, es cosmopolita, pujante, moderna y con todos los servicios, aún se encuentra distante del comportamiento de un mercado tan desarrollado como lo representa Guadalajara y Monterrey, zonas que siempre han rivalizado con la capital de nuestro país en materia de economía y desarrollo.

Y es que, aunque la empresa se anuncie como proveedora de prendas para toda la familia, es inevitable pensar que el grupo consumidor al que desean llegar es aquel que está formado principalmente por los jóvenes de preparatoria y universidad que manifiestan una seria preocupación por el aspecto que lucen para poder continuar siendo aceptados en el círculo social al que pertenecen en sus escuelas, el cual, normalmente, es el más agresivo de todos al momento de excluir a sus miembros cuando cometen alguna falta en la aplicación de usos y costumbres.

Por tal motivo, pareciera irrisorio que un grupo de muchachos; cien, o por lo menos uno, hiciera fila el día de la apertura antes de las 9 o 10 de la mañana para llevarse el premio en cuestión. Pues permítame decirle, gentil amigo lector, que hubo jovencitos que con poco más de 24 horas de anticipación estuvieron sentados en las afueras de esta tienda para ser el primero y poder cobrar la jugosa recompensa que les mantendría el estatus social, prácticamente de forma gratuita, por lo menos, momentáneamente.

¿Qué es lo que ocurrió?, ¿Fue el apoderamiento de la marca?, ¿La necesidad urgente de la juventud por no quedarse sin ropa?, ¿Una campaña intensa por todo tipo de canales de información? Quizá esto nos lo pudieran contestar mis buenos amigos Eduardo de la Torre y Leoncio Cruz, que ellos sí son expertos en el tema.

Empero la pregunta que me asalta de verdad y de cierta manera me preocupa es ¿Hubiera ocurrido una respuesta similar si una empresa local alojada en el mismo complejo comercial hubiera ofrecido una cantidad de dinero para comprar ropa? O bien, ¿Las firmas de nuestra localidad se encuentran en condiciones de hacer ese tipo de promociones?

Creo que la respuesta a ambos cuestionamientos es más que obvia: No.

Lo que me lleva a la reflexión de la importancia de reinventarse, puesto que el monopolio que tuvieron en su momento aquí en nuestra región ha llegado a su fin y la realidad se está palpando de manera rápida, a algunos antes y a otros después.

¿Recuerda usted cuando, en nuestra infancia, el cumpleaños de la abuelita o la tía se festejaba partiendo un rollo de frutas de una conocida firma pastelera y restaurantera de nuestra ciudad? Esa generación está falleciendo y la nueva opta por comprar un producto similar en supermercados o en otros giros completamente distintos como las neverías de marcas norteamericanas que venden el helado en forma de torta y lo llaman pastel. Curiosamente, los más jóvenes están dirigiendo su mirada a empresas pasteleras que antes se encontraban únicamente en las grandes ciudades, olvidándose de lo local.

¿O qué me dice del tubo plástico de jarabe congelado que tenía como marca un pez muy conocido en nuestra zona y cuya recomendación de garantía estaba en torno a la estampa del animal al que debía su nombre en diminutivo?

En menos de que le cuento perdió una gran cantidad de ingresos con la llegada de un producto de competencia con una modernización de la marca, con canales de distribución bien definidos a mercados específicos y con una propuesta innovadora en tamaño, empaque, sabores y combinaciones de estos últimos que hicieron que la empresa local, casi desapareciera del contexto comercial.

El crecimiento de nuestra región y el polo de desarrollo en que se ha convertido, son factores que han hecho que empresas importantes volteen hacia estos lares y decidan tomar “una rebanada del pastel” económico que representamos. Por lo que las empresas locales ya deberán poner “manos a la obra” para que no les “coman el mandado”, porque la idea primordial es que el circulante se quede aquí y no se lo lleven firmas foráneas, ¿no cree?

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Recientemente escuché una charla de un grupo de alumnos de una universidad de la localidad, sobre la apertura de una conocida tienda de ropa de prestigio, aquí en nuestra región. La ubicación de este nuevo almacén sería en la parte frontal del centro comercial ubicado en el cruce de las avenidas Cuauhtémoc y Ejército Mexicano y, para tal efecto, había lanzado una promoción sumamente agresiva que consistía en que al cliente número uno le entregarían un vale por una cantidad de dinero sumamente interesante para adquirir ropa. Además de otros cien créditos de menor cantidad para sendos primeros clientes.

Hecho que me llamó poderosamente la atención por todo lo que representa en la zona sur de Tamaulipas, pues está hablando y haciendo referencia de un detonante económico en un giro comercial que siempre se había considerado sumamente complejo para un lugar provincial como nuestra conurbación que, si bien es cierto, es cosmopolita, pujante, moderna y con todos los servicios, aún se encuentra distante del comportamiento de un mercado tan desarrollado como lo representa Guadalajara y Monterrey, zonas que siempre han rivalizado con la capital de nuestro país en materia de economía y desarrollo.

Y es que, aunque la empresa se anuncie como proveedora de prendas para toda la familia, es inevitable pensar que el grupo consumidor al que desean llegar es aquel que está formado principalmente por los jóvenes de preparatoria y universidad que manifiestan una seria preocupación por el aspecto que lucen para poder continuar siendo aceptados en el círculo social al que pertenecen en sus escuelas, el cual, normalmente, es el más agresivo de todos al momento de excluir a sus miembros cuando cometen alguna falta en la aplicación de usos y costumbres.

Por tal motivo, pareciera irrisorio que un grupo de muchachos; cien, o por lo menos uno, hiciera fila el día de la apertura antes de las 9 o 10 de la mañana para llevarse el premio en cuestión. Pues permítame decirle, gentil amigo lector, que hubo jovencitos que con poco más de 24 horas de anticipación estuvieron sentados en las afueras de esta tienda para ser el primero y poder cobrar la jugosa recompensa que les mantendría el estatus social, prácticamente de forma gratuita, por lo menos, momentáneamente.

¿Qué es lo que ocurrió?, ¿Fue el apoderamiento de la marca?, ¿La necesidad urgente de la juventud por no quedarse sin ropa?, ¿Una campaña intensa por todo tipo de canales de información? Quizá esto nos lo pudieran contestar mis buenos amigos Eduardo de la Torre y Leoncio Cruz, que ellos sí son expertos en el tema.

Empero la pregunta que me asalta de verdad y de cierta manera me preocupa es ¿Hubiera ocurrido una respuesta similar si una empresa local alojada en el mismo complejo comercial hubiera ofrecido una cantidad de dinero para comprar ropa? O bien, ¿Las firmas de nuestra localidad se encuentran en condiciones de hacer ese tipo de promociones?

Creo que la respuesta a ambos cuestionamientos es más que obvia: No.

Lo que me lleva a la reflexión de la importancia de reinventarse, puesto que el monopolio que tuvieron en su momento aquí en nuestra región ha llegado a su fin y la realidad se está palpando de manera rápida, a algunos antes y a otros después.

¿Recuerda usted cuando, en nuestra infancia, el cumpleaños de la abuelita o la tía se festejaba partiendo un rollo de frutas de una conocida firma pastelera y restaurantera de nuestra ciudad? Esa generación está falleciendo y la nueva opta por comprar un producto similar en supermercados o en otros giros completamente distintos como las neverías de marcas norteamericanas que venden el helado en forma de torta y lo llaman pastel. Curiosamente, los más jóvenes están dirigiendo su mirada a empresas pasteleras que antes se encontraban únicamente en las grandes ciudades, olvidándose de lo local.

¿O qué me dice del tubo plástico de jarabe congelado que tenía como marca un pez muy conocido en nuestra zona y cuya recomendación de garantía estaba en torno a la estampa del animal al que debía su nombre en diminutivo?

En menos de que le cuento perdió una gran cantidad de ingresos con la llegada de un producto de competencia con una modernización de la marca, con canales de distribución bien definidos a mercados específicos y con una propuesta innovadora en tamaño, empaque, sabores y combinaciones de estos últimos que hicieron que la empresa local, casi desapareciera del contexto comercial.

El crecimiento de nuestra región y el polo de desarrollo en que se ha convertido, son factores que han hecho que empresas importantes volteen hacia estos lares y decidan tomar “una rebanada del pastel” económico que representamos. Por lo que las empresas locales ya deberán poner “manos a la obra” para que no les “coman el mandado”, porque la idea primordial es que el circulante se quede aquí y no se lo lleven firmas foráneas, ¿no cree?

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!