/ martes 19 de marzo de 2024

Verba luminis / Semana Santa... Una fe inteligente...

¿Cómo podemos estar seguros de que el cristianismo es la fe correcta?, ¿Qué evidencias hay de que Jesús es el hijo de Dios y de que la biblia es la palabra de Dios?

La respuesta está en la apologética cristiana. Que es la ciencia que se dedica a defender la fe con argumentos racionales, históricos y filosóficos. La apologética cristiana, nos muestra que el cristianismo es la fe más coherente y convincente que existe. La fe cristiana no es ciega, sino que se basa en razones y evidencias, es una fe que se basa en el amor y sacrificio de Jesucristo, nuestro señor y salvador.

Los primeros cristianos tuvieron que enfrentarse a una dura persecución por seguir a Jesús. Muchas veces nos enfocamos en predicarle a la mente de las personas, tratando de convencerlas con argumentos y evidencias de que Dios existe y que el evangelio es verdadero, sin embargo olvidamos que la mente no es el único obstáculo para la fe, sino también el corazón. El corazón es el centro de nuestros afectos, deseos y motivaciones. Es el lugar donde se aloja el amor o el rechazo a Dios. ¿Debemos seguir nuestra fe o nuestra razón?, ¿Son compatibles o se contradice? ¿Podemos creer en algo sin entenderlo? La verdad es que existe un balance entre la fe y la razón y no tenemos que renunciar a ninguna de las dos, la fe nos da esperanza, confianza y sentido a nuestra vida.

Estamos en la época de mayor reflexión, meditación profunda sobre el significado de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo en lo que se denomina Semana Santa. Independientemente de cualquier creencia, credo religioso, creyentes o no creyentes, debemos de reconocer, alejado de todo dogma que la fe en Jesucristo y en su palabra descrita en los evangelios ilumina los principios que son el único e insustituible fundamento de estable tranquilidad en que se apoya nuestra vida interior, y también la vida pública, además me atrevo a afirmar la prosperidad de una nación.

Es cada hombre personal e individualmente quien decide lo que se llama salvación o condenación. Por eso no se puede decir que una sociedad es justa en el mismo sentido en el que se afirma que un hombre es justo. Los cristianos no debemos olvidar que Jesucristo se opuso terminantemente a todos los intentos de convertirse en un mesías político.

La reflexión y meditación parte de la fe para explicar los hechos y los problemas del hombre, y toda la realidad y la problemática del mundo en el que se vive se debe dar una explicación desde el fundamento de una visión cristiana. Los creyentes sabemos que el amor es el motivo por el cual Dios entra en relación con el hombre. El amor debe animar todos los aspectos de la vida humana extendiéndose igualmente al orden internacional. El respeto al otro y sus derechos, hace ver el amor prójimo como así mismo.

El amor a Cristo y a nuestros hermanos será, no solo la fuerza liberadora de la justicia y la opresión, sino inspiradora de la justicia social, entendida como concepción de vida y como impulso hacia desarrollo integral de nuestros pueblos… Es el mismo Dios quien envía a su hijo para que venga a liberar a todos los hombres del pecado, la ignorancia, la miseria, la opresión, la injusticia y el odio, por ello necesitamos una profunda conversión a fin de que llegue a nosotros el reino de justicia, de amor y de paz.

¿Cómo podemos estar seguros de que el cristianismo es la fe correcta?, ¿Qué evidencias hay de que Jesús es el hijo de Dios y de que la biblia es la palabra de Dios?

La respuesta está en la apologética cristiana. Que es la ciencia que se dedica a defender la fe con argumentos racionales, históricos y filosóficos. La apologética cristiana, nos muestra que el cristianismo es la fe más coherente y convincente que existe. La fe cristiana no es ciega, sino que se basa en razones y evidencias, es una fe que se basa en el amor y sacrificio de Jesucristo, nuestro señor y salvador.

Los primeros cristianos tuvieron que enfrentarse a una dura persecución por seguir a Jesús. Muchas veces nos enfocamos en predicarle a la mente de las personas, tratando de convencerlas con argumentos y evidencias de que Dios existe y que el evangelio es verdadero, sin embargo olvidamos que la mente no es el único obstáculo para la fe, sino también el corazón. El corazón es el centro de nuestros afectos, deseos y motivaciones. Es el lugar donde se aloja el amor o el rechazo a Dios. ¿Debemos seguir nuestra fe o nuestra razón?, ¿Son compatibles o se contradice? ¿Podemos creer en algo sin entenderlo? La verdad es que existe un balance entre la fe y la razón y no tenemos que renunciar a ninguna de las dos, la fe nos da esperanza, confianza y sentido a nuestra vida.

Estamos en la época de mayor reflexión, meditación profunda sobre el significado de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo en lo que se denomina Semana Santa. Independientemente de cualquier creencia, credo religioso, creyentes o no creyentes, debemos de reconocer, alejado de todo dogma que la fe en Jesucristo y en su palabra descrita en los evangelios ilumina los principios que son el único e insustituible fundamento de estable tranquilidad en que se apoya nuestra vida interior, y también la vida pública, además me atrevo a afirmar la prosperidad de una nación.

Es cada hombre personal e individualmente quien decide lo que se llama salvación o condenación. Por eso no se puede decir que una sociedad es justa en el mismo sentido en el que se afirma que un hombre es justo. Los cristianos no debemos olvidar que Jesucristo se opuso terminantemente a todos los intentos de convertirse en un mesías político.

La reflexión y meditación parte de la fe para explicar los hechos y los problemas del hombre, y toda la realidad y la problemática del mundo en el que se vive se debe dar una explicación desde el fundamento de una visión cristiana. Los creyentes sabemos que el amor es el motivo por el cual Dios entra en relación con el hombre. El amor debe animar todos los aspectos de la vida humana extendiéndose igualmente al orden internacional. El respeto al otro y sus derechos, hace ver el amor prójimo como así mismo.

El amor a Cristo y a nuestros hermanos será, no solo la fuerza liberadora de la justicia y la opresión, sino inspiradora de la justicia social, entendida como concepción de vida y como impulso hacia desarrollo integral de nuestros pueblos… Es el mismo Dios quien envía a su hijo para que venga a liberar a todos los hombres del pecado, la ignorancia, la miseria, la opresión, la injusticia y el odio, por ello necesitamos una profunda conversión a fin de que llegue a nosotros el reino de justicia, de amor y de paz.