El miedo en términos médicos es una reacción emocional. También se le considera “una perturbación angustiosa del ánimo”. De acuerdo a diversos testimonios, el miedo te puede impulsar o paralizar, es decir, te prepara tanto para luchar como para huir. La pregunta es ¿por qué y cuáles son las consecuencias de tomar cada camino?
Cuando una persona tiene miedo ya sea real o imaginario, el cuerpo usualmente reacciona de esta manera: aumenta la segregación al torrente sanguíneo de adrenalina, noradrenalina y cortisol. Esta última hormona es responsable de elevar los índices de estrés. Lo anterior se combina con un aumento en las pulsaciones e incremento en la tensión sanguínea.
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Las consecuencias de luchar
Gracias al artículo “¿Por qué (a veces) buscamos sentir miedo?” escrito por Anna Forés Miravalles para “The Conversation” sabemos la siguiente información:
El miedo fue catalogado como una de las seis emociones básicas humanas por el psicólogo Paul Ekman. Bajo esta categoría, el miedo se asocia con la capacidad de supervivencia. Una dosis de miedo es necesaria para establecer límites.
Sin embargo, cuando los niveles de esta reacción emocional incrementan aparece la inquietud, el nerviosismo, la ansiedad, el temor y la desesperación. Todo lo cual puede desencadenar pánico y horror.
Ante el miedo se activa el sistema nervioso simpático y el cuerpo se prepara para hacer frente a la amenaza o huir (esconderse).
Aunque en ocasiones se cree que la primera es la mejor opción, optar por siempre luchar conlleva riesgos a corto y largo plazo. Diversos intelectuales consideran que esta reacción es la causa primera de los conflictos y las guerras.
Las consecuencias de huir
Entonces, ¿cómo elegir luchar provoca destrucción, es mejor siempre huir? La respuesta es no. La psicología a menudo aconseja enfrentar los miedos para fomentar una buena autoestima y, por ende, una mejor calidad de vida. Saber cuándo “pelear” y cuándo “huir” depende del contexto de cada situación y de un buen manejo de las emociones.
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Gracias a la nota “Cómo el miedo cambia nuestra mente: impacto de la difusión del terror” de Francisco Javier Saavedra Macías para “The Conversation” conocemos estos datos:
Sentir miedo a largo plazo y de forma crónica afecta a la memoria y puede propiciar que las personas pierdan control sobre sus acciones. Sentir miedo muchas veces desencadena una mala interpretación de la información o un mal enfoque de la realidad.
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El filósofo griego Aristóteles sostenía que la ética buscaba el equilibrio de la virtud. Ante el miedo real o imaginario existen casi siempre dos opciones: luchar o huir. El cuerpo se prepara para ambas y, al final, toma una decisión. Aunque cada una tiene sus ventajas y consecuencias coinciden en algo: abogan por el instinto de supervivencia.