Ellos no entienden porque deben viajar arriba de los vagones de un tren, porque deben dormir en plena calle o baja una carpa de plástico y porque cruzan un río sobre un colchón inflable, son los niños y las niñas migrantes las principales víctimas, aquellos que a la par de que ya no van escuela exponen su vida en un trayecto eterno hacia Estados Unidos.
Con las fallas de la aplicación CBP One, abierta por el Gobierno de los Estados Unidos para promover un ingreso controlado de migrantes, familias enteras han optado por cruzar el río Bravo, con la esperanza de que se les permita llevar a cabo su proceso dentro del territorio norteamericano.
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De acuerdo con datos del Centro de Atención a Menores Fronterizos (Camef) de Reynosa, unos dos mil niños migrantes arriban deportados cada año a la frontera de Tamaulipas.
EL SOL DE MÉXICO publicó que con el fin de evitar a las autoridades y a la delincuencia organizada, los migrantes cambiaron las tradicionales rutas, como el uso del tren La Bestia, para llegar a Estados Unidos y en los últimos años optaron por transitar por el país a través de lugares más peligrosos como senderos, bosques, selvas, ríos y desiertos.
El terror de Nicolás, se enfrentó al río Bravo
Nicolás, de escasos siete años, tuvo que enfrentar su miedo y cruzar en un colchón, junto a su mamá conocida como “La Chiquis” quien trataba de controlar, sin éxito, al angustiado pequeño.
Le colocaron un chaleco salvavidas amarillo, casi color Bob Esponja, ayudado incluso por extraños a ajuste los cinchos de seguridad, pero nada evitaba que el pequeño venezolano dejara de temblar.
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El pequeño no sabe por qué estaba en ese sitio y menos por que tenía que cruzar el río, desconoce la crisis política, la inseguridad o los motivos que lo expulsaron de su país, esa patria que ya le es ajena.
Otros niños, de escasos meses, en brazos de sus papás, algunos con flotadores en la cintura y otros más agarrando su propio medicamento o alimento.
Entre llanto y los ojos asustados logró llegar a la balsa, donde su mamá lo esperaba, para cruzar y finalmente llegar a suelo norteamericano, donde no saben cuánto tiempo pasará antes de ser detenidos por personal de migración.
Hay niños y niñas que migran solos
En el libro Antropología de la Movilidad Infantil en la frontera de Tamaulipas, publicado por el Colegio de Tamaulipas, su autor, Oscar Misael Hernández-Hernández, realizó un planteamiento sobre los motivos que llevan a los menores a convertirse en migrantes.
Apuntó que la reunificación familiar, el obtener un trabajo, estudiar, así como la mezcla de estos aspectos son los principales motivantes que sacan a los niños de sus casas para emprender la incierta aventura de llegar, en la mayoría de los casos, a Estados Unidos.
En Tamaulipas, este flujo migrante es amplio, de acuerdo con los datos de la Unidad de Política Migratoria del Instituto Nacional de Migración (INM) tan solo en el 2019 se reportaron 12 mil 736 eventos de repatriación, de los que 34.5% se realizaron por Tamaulipas pese a que solo 13.9 % eran originarios de este estado.
Como Nicolás, cuya situación actual se ignora son siempre los niños y niñas las principales víctimas de la migración.
Con información de Antonio Sosa