/ martes 5 de enero de 2021

Cambiavía | Cerrar círculos

Una de las maneras más sencillas de evitar el síndrome de la frustración y el pesimismo, propios de todo inicio de año, tiene que ver con la manera en que nos manejamos con los deseos reprimidos o insatisfechos.

La búsqueda permanente por alcanzar felicidad a través de las cosas materiales, de tener más o, por lo menos, lo mismo que el vecino, nos genera un gran nivel de frustración que algunas veces puede desencadenar en cuestiones graves como el suicidio, la violencia hacia los propios miembros de la familia o el rompimiento con nuestros hijos, con la pareja o algún familiar cercano.

Así que una buena forma de evitar grandes males es remediar las pequeñas cosas, las del día a día, esas que en la cotidianidad se van transformando imperceptiblemente hasta convertirse en algo bastante serio.

Con respecto de las cosas “sencillas” (y lo entrecomillo porque en realidad se trata de asuntos que aparentemente son fáciles de resolver, pero que en realidad cuesta muchísimo trabajo si no se tiene un poco de disciplina y de carácter) una buena forma de terminar con esos asuntos es cerrar círculos, aplicar eso que se ha convertido en un lugar común, y que también nombramos como “cambiar de página” o “cambiar de libreta”. Es tradicional que al inicio del año se establezcan propósitos, los cuales, generalmente, no son cumplidos, según avanza el calendario y, de repente, nos encontramos al final del año para darnos cuenta de que no hicimos lo suficiente y que estamos igual o peor que antes.

Por ello, antes de plantearnos un propósito debemos tener cuidado de que este sea alcanzable, así nos aseguramos casi casi de que lo vamos a lograr y, al conseguirlo, nos generará una grado de confianza para avanzar hacia el siguiente o para incrementar el grado de dificultad del que ya hemos conseguido. Pero con demasiada frecuencia sucede que, a pesar de que el objetivo que nos planteamos era “sencillo” y de que luchamos por obtenerlo, no llegamos a la meta esperada.

Esa pérdida nos empieza a molestar y solemos canalizarla de muy diversas maneras, a veces hacia la parte interna y a veces hacia los que nos rodean. Aquí es donde entra el asunto de cerrar el círculo. Cada vez que abrimos uno, le proporcionamos una cantidad de energía, si abrimos dos, esta se divide y así sucesivamente. De tal manera que llega un momento en que nuestra vida transcurre con una carga energética que se va desgastando y, consecuentemente, nos sentimos fatigados, inseguros, infelices. Cerrar círculos te permite restablecer parte de la energía que se encuentra dispersa y, de entrada, te proporciona una satisfacción.

Un ejemplo es el de escribir la famosa tesis para obtener el título de grado académico. Hay personas que llevan años escribiendo “La Tesis”, y lo pongo en mayúsculas porque quieren hacer no una tesis, sino La Tesis, la mejor obra del mundo vaya. Con esta idea pasa un año y luego otro y el caso es que tienen abierto un círculo que deviene en un desgaste energético muy severo. Entonces lo que se tiene que hacer es cerrar el círculo, y para este caso, solo hay dos alternativas: o se hace la tesis o se cancela para siempre. Si se opta por la primera opción pues hay que poner manos a la obra y establecer un límite de tiempo. Si uno decide que ya no, simplemente se cancela ese proyecto, se cierra el capítulo y a otra cosa. Como te puedes dar cuenta, para cada círculo abierto tienes dos alternativas y siempre serán las mismas: hacerlo o no. Si se medita bien la situación y se toma la decisión correcta se habrá cerrado para siempre un círculo y se habrá recuperado una gran cantidad de energía que se podrá utilizar en otro proyecto de vida.

Algo semejante nos ocurre con respecto de nuestras relaciones sentimentales. En este momento hay muchísimas parejas en el mundo que atraviesan un conflicto y que no han podido resolverlo. En la mayoría de los casos el círculo está abierto y no se ha querido cerrar por falta de autoestima, por codependencia, por miedo o por todas las anteriores y las que gustes agregar. Pero ya decíamos líneas arriba que siempre hay dos alternativas; en este caso habría que optar por la separación o por la reconciliación, ambas con un carácter definitivo. Ambas soluciones resultan dolorosas al principio, pero a través del tiempo y trabajando internamente se puede superar y alcanzar grados de felicidad insospechada. El punto es que uno debe cerrar el círculo porque mientras siga abierto también estará abierta la herida y esta duele cada día que pasa. Mientras el círculo se mantenga abierto te estás dañando tú y a tu pareja, estás dañando a tus hijos o hijas, si los hay.

Los propósitos tradicionales de año nuevo generalmente incluyen: dejar de fumar, bajar de peso y hacer ejercicio, casarse, viajar al extranjero, ¿a poco no? Y bueno, está bien, pareciera que uno o dos o todos se pueden conseguir. El asunto, creo, es ir paso a paso. Las empresas comerciales nos conocen tan bien que ya saben que a principios de año hay que promocionar productos dietéticos, aparatos para hacer ejercicio y ayuda profesional para los que van a dejar de fumar. Yo creo que lo mejor es plantearse una meta que se pueda conseguir. Si vas a bajar de peso considera que los diez kilos que tienes de más, no los subiste en una semana, fueron meses o años. Entonces, para bajarlos hay que ir poco a poco, pero sin pausa. Si te propones bajar un kilo a la semana o al mes, está bien, quiere decir que en tres o en diez meses lo habrás conseguido, pero no te propongas bajar diez kilos en un mes, ¡cuando todavía te faltan la rosca de reyes y los tamales del día de la candelaria!

Si vas a dejar de fumar y también quieres bajar de peso entonces recuerda que te estás planteando una meta más difícil, sobre todo porque quienes dejan el cigarro, al comienzo, suelen subir de peso, pues “sienten” más hambre. Lo que puede ocurrir es que sientan un gran nivel de frustración porque ya no fuman y ya no comen como antes. No hay mejor forma de evitar la frustración que convertirla en motivación; es decir, en lugar de enfocar tu pensamiento en lo que estás “perdiendo” al dejar de fumar y de comer, piensa en lo que estás ganando, imagina cómo te verás más delgada, la ropa que siempre te has querido poner, las enfermedades que te evitarás al dejar de fumar, el dinero que te ahorrarás, etcétera. ¡Canalizar tus pensamientos hacia lo positivo te generará la energía suficiente para conseguirlo!

Así que aún estás a tiempo, reflexiona sobre los círculos que tienes abiertos, decide cuáles vas a cerrar, recupera energía, elabora un plan de acción y manos a la obra. Recuerda que solo la muerte es inevitable, pero durante nuestra vida sí podemos elegir cómo la queremos vivir. Besitos a las niñas azules, a las mariposas y mi gaviota que en estos días de invierno suele mirar atardeceres.

Una de las maneras más sencillas de evitar el síndrome de la frustración y el pesimismo, propios de todo inicio de año, tiene que ver con la manera en que nos manejamos con los deseos reprimidos o insatisfechos.

La búsqueda permanente por alcanzar felicidad a través de las cosas materiales, de tener más o, por lo menos, lo mismo que el vecino, nos genera un gran nivel de frustración que algunas veces puede desencadenar en cuestiones graves como el suicidio, la violencia hacia los propios miembros de la familia o el rompimiento con nuestros hijos, con la pareja o algún familiar cercano.

Así que una buena forma de evitar grandes males es remediar las pequeñas cosas, las del día a día, esas que en la cotidianidad se van transformando imperceptiblemente hasta convertirse en algo bastante serio.

Con respecto de las cosas “sencillas” (y lo entrecomillo porque en realidad se trata de asuntos que aparentemente son fáciles de resolver, pero que en realidad cuesta muchísimo trabajo si no se tiene un poco de disciplina y de carácter) una buena forma de terminar con esos asuntos es cerrar círculos, aplicar eso que se ha convertido en un lugar común, y que también nombramos como “cambiar de página” o “cambiar de libreta”. Es tradicional que al inicio del año se establezcan propósitos, los cuales, generalmente, no son cumplidos, según avanza el calendario y, de repente, nos encontramos al final del año para darnos cuenta de que no hicimos lo suficiente y que estamos igual o peor que antes.

Por ello, antes de plantearnos un propósito debemos tener cuidado de que este sea alcanzable, así nos aseguramos casi casi de que lo vamos a lograr y, al conseguirlo, nos generará una grado de confianza para avanzar hacia el siguiente o para incrementar el grado de dificultad del que ya hemos conseguido. Pero con demasiada frecuencia sucede que, a pesar de que el objetivo que nos planteamos era “sencillo” y de que luchamos por obtenerlo, no llegamos a la meta esperada.

Esa pérdida nos empieza a molestar y solemos canalizarla de muy diversas maneras, a veces hacia la parte interna y a veces hacia los que nos rodean. Aquí es donde entra el asunto de cerrar el círculo. Cada vez que abrimos uno, le proporcionamos una cantidad de energía, si abrimos dos, esta se divide y así sucesivamente. De tal manera que llega un momento en que nuestra vida transcurre con una carga energética que se va desgastando y, consecuentemente, nos sentimos fatigados, inseguros, infelices. Cerrar círculos te permite restablecer parte de la energía que se encuentra dispersa y, de entrada, te proporciona una satisfacción.

Un ejemplo es el de escribir la famosa tesis para obtener el título de grado académico. Hay personas que llevan años escribiendo “La Tesis”, y lo pongo en mayúsculas porque quieren hacer no una tesis, sino La Tesis, la mejor obra del mundo vaya. Con esta idea pasa un año y luego otro y el caso es que tienen abierto un círculo que deviene en un desgaste energético muy severo. Entonces lo que se tiene que hacer es cerrar el círculo, y para este caso, solo hay dos alternativas: o se hace la tesis o se cancela para siempre. Si se opta por la primera opción pues hay que poner manos a la obra y establecer un límite de tiempo. Si uno decide que ya no, simplemente se cancela ese proyecto, se cierra el capítulo y a otra cosa. Como te puedes dar cuenta, para cada círculo abierto tienes dos alternativas y siempre serán las mismas: hacerlo o no. Si se medita bien la situación y se toma la decisión correcta se habrá cerrado para siempre un círculo y se habrá recuperado una gran cantidad de energía que se podrá utilizar en otro proyecto de vida.

Algo semejante nos ocurre con respecto de nuestras relaciones sentimentales. En este momento hay muchísimas parejas en el mundo que atraviesan un conflicto y que no han podido resolverlo. En la mayoría de los casos el círculo está abierto y no se ha querido cerrar por falta de autoestima, por codependencia, por miedo o por todas las anteriores y las que gustes agregar. Pero ya decíamos líneas arriba que siempre hay dos alternativas; en este caso habría que optar por la separación o por la reconciliación, ambas con un carácter definitivo. Ambas soluciones resultan dolorosas al principio, pero a través del tiempo y trabajando internamente se puede superar y alcanzar grados de felicidad insospechada. El punto es que uno debe cerrar el círculo porque mientras siga abierto también estará abierta la herida y esta duele cada día que pasa. Mientras el círculo se mantenga abierto te estás dañando tú y a tu pareja, estás dañando a tus hijos o hijas, si los hay.

Los propósitos tradicionales de año nuevo generalmente incluyen: dejar de fumar, bajar de peso y hacer ejercicio, casarse, viajar al extranjero, ¿a poco no? Y bueno, está bien, pareciera que uno o dos o todos se pueden conseguir. El asunto, creo, es ir paso a paso. Las empresas comerciales nos conocen tan bien que ya saben que a principios de año hay que promocionar productos dietéticos, aparatos para hacer ejercicio y ayuda profesional para los que van a dejar de fumar. Yo creo que lo mejor es plantearse una meta que se pueda conseguir. Si vas a bajar de peso considera que los diez kilos que tienes de más, no los subiste en una semana, fueron meses o años. Entonces, para bajarlos hay que ir poco a poco, pero sin pausa. Si te propones bajar un kilo a la semana o al mes, está bien, quiere decir que en tres o en diez meses lo habrás conseguido, pero no te propongas bajar diez kilos en un mes, ¡cuando todavía te faltan la rosca de reyes y los tamales del día de la candelaria!

Si vas a dejar de fumar y también quieres bajar de peso entonces recuerda que te estás planteando una meta más difícil, sobre todo porque quienes dejan el cigarro, al comienzo, suelen subir de peso, pues “sienten” más hambre. Lo que puede ocurrir es que sientan un gran nivel de frustración porque ya no fuman y ya no comen como antes. No hay mejor forma de evitar la frustración que convertirla en motivación; es decir, en lugar de enfocar tu pensamiento en lo que estás “perdiendo” al dejar de fumar y de comer, piensa en lo que estás ganando, imagina cómo te verás más delgada, la ropa que siempre te has querido poner, las enfermedades que te evitarás al dejar de fumar, el dinero que te ahorrarás, etcétera. ¡Canalizar tus pensamientos hacia lo positivo te generará la energía suficiente para conseguirlo!

Así que aún estás a tiempo, reflexiona sobre los círculos que tienes abiertos, decide cuáles vas a cerrar, recupera energía, elabora un plan de acción y manos a la obra. Recuerda que solo la muerte es inevitable, pero durante nuestra vida sí podemos elegir cómo la queremos vivir. Besitos a las niñas azules, a las mariposas y mi gaviota que en estos días de invierno suele mirar atardeceres.