/ martes 16 de abril de 2024

Pre-textos del caimán / Sharon Tate: Más que una tragedia

“Denme dos semanas para tener a mi bebé y después me pueden matar”, suplicó la actriz y modelo Sharon Tate, embarazada de ocho meses, a Tex Watson, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel. Recibió 16 puñaladas. Así terminó “el verano del amor aquella sangrienta noche" de 1969.

En el mundo del cine hay historias que trascienden las pantallas y se convierten en leyendas. La historia de Sharon Tate es una de esas leyendas, pero no solo por su talento en la actuación o su belleza deslumbrante, sino también por la tragedia que marcó su vida y su trágica muerte a manos de seguidores del culto liderado por Charles Manson.

Sharon Marie Tate nació el 24 de enero de 1943 en Dallas, Texas, en el seno de una familia de clase media. A los seis meses de edad ganó el concurso “Señorita pequeña de las festividades de Dallas". En la adolescencia participó en concursos de belleza y fue elegida Miss Richland en 1959.

Su padre pertenecía a la milicia, fue trasladado a Italia y se llevó a su familia con él. En ese país, Sharon participó como extra en las películas “Adventures of a Young Man” y “Barrabás”. El actor Richard Beymer quedó prendado de su belleza y la animó a hacer carrera en el cine. Sin poseer una carrera como actriz, en 1963, Martin Rasonhoff le firmó un contrato por 7 años con Filmways, Inc.

Fue entonces que inició una relación amorosa con el famoso estilista Jay Sebring. Él le propuso matrimonio, pero ella no aceptó porque estaba centrada en la actuación. Debutó oficialmente con la cinta “El ojo del diablo” en 1966. Los críticos expresaron que fue “escalofriantemente hermoso pero inexpresivo”. Se trataba de una obra de suspenso y terror en donde interpreta a la bruja Odile. Para promocionarla, Rasonhoff rodó el documental “All Eyes in Sharon Tate”, mientras se rodaba la película. Viajó a Londres, donde se interesó por el mundo de la moda. Ahí conoció a Roman Polanski. Este reconocido cineasta preparaba “The fearless Vampire Killers”. Rasonhoff aprovechó la ocasión para insistir en que le realizara una prueba a Sharon, no muy convencido, aceptó.

Cineasta escrupuloso, Polanski era todo un perfeccionista, grababa decenas de tomas hasta quedar satisfecho. A medida que avanzaba la filmación, comenzó a elogiar sus actuaciones. Pronto iniciaron una relación y, tras el rodaje, ella se mudó con él a Londres. Fueron la nota del momento por la prensa londinense.

Sharon regresa a los Estados Unidos para actuar en la comedia “Don´t Make Waves”. Protagonizaba a “Malibú, la reina del surf”, y casi todo el tiempo aparecía en bikini. La productora realizó una campaña de publicidad en la que se exhibieron figuras de cartón de tamaño natural en todos los cines.

Todo marchaba de maravilla, particularmente su relación con Polanski. Semanalmente celebraban fiestas en sus casas, recibían a mucha gente y fumaban marihuana. Llevaban una relación libre. En algún momento expresó: “Roman me engaña y yo finjo que le creo”. Contrajeron matrimonio en enero de 1968, todo el mundillo del espectáculo estuvo presente.

Polanski, por su parte, fue contratado para dirigir y escribir el guión de la cinta “El bebé de Rosemary” (1968). Aspiraba a que Sharon fuera la protagonista, pero Robert Evans eligió a Mia Farrow. La película fue todo un éxito, tanto que salvó a la Paramount de la quiebra, al mismo tiempo que se consagró como un gran director.

También Sharon avanzaba en su carrera como actriz. Basada en una de las novelas más vendidas de la historia, partició en la versión fílmica de “Valley of the Dolls”, una cinta muy esperada. Ella sabía que un papel así la haría consolidar su carrera, pero le confesó a Polanski que ni el guión ni el libro eran de su total agrado.

Luego rodaría la cinta “The Wrecking Crew” (1968), ahí trabó amistad con el artista y experto en artes marciales Bruce Lee. Esta sería su última película proyectada en salas de cine antes de su asesinato, puesto que “The Thirteen Chairs” (1969) se estrenó póstumamente.

Hasta que cumplió cuatro meses de embarazo le dio la noticia a Polanski. La propiedad ubicada en el 10050 Cielo Drive en Beverly Hills, antigua propiedad de Terry Melcher, era ideal para la crianza de su hijo, así que se mudaron. Ignoraba que una sombría secta se encontraba cerca de allí.

El músico frustrado y criminal, Charles Manson, había reunido a un grupo de fanáticos seguidores, en su mayoría jovencitas desequilibradas, con el cerebro atrofiado a causa de las drogas. En consonancia con la época, su mensaje hablaba del amor libre y los estupefacientes. Se llamaban “La Familia”.

Polanski mantenía un trabajo incansable. Sus proyectos lo obligaban a viajar frecuentemente a Londres. El 8 de agosto de 1969, Sharon fue a cenar con Jay Sebring, Wojciech Frankowski y Abigail Folger a su restaurante favorito, El Coyote.

Esa noche la “Familia Manson” tenía una misión y la iba a cumplir ciegamente.

Cerca de las diez de la noche, Tex Watson detuvo su vehículo a las puertas de la entrada, trepó por el poste telefónico y cortó los cables y regresó al auto en el que esperaban Susan Atkins, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel. En el silencio de la noche desenvainaron los cuchillos y las armas. Helter Skelter.

Steven Parent, de 18 años, fue la primera víctima: recibió 4 balazos en el pecho y el abdomen. Era la primera vez que visitaba la residencia. Había ido a vender una radio al cuidador William Garretson. Si hubiera salido en su Rambler unos minutos antes, habría salvado la vida, pero la suerte lo abandonó.

Tex se coló en la propiedad por una de las ventanas y le ordenó a Kasabian que montara guardia. El resto del grupo le siguió. Sometieron a los cuatro ocupantes de la sala y los sometieron. Sebring suplicó que no le hicieran daño a Sharon, en ese instante Watson le disparó, dando inicio a la matanza.

Frykowski y Folger corrieron hacia el jardín de la entrada, pero fueron perseguidos y masacrados. Sharon rogó por la vida del hijo que esperaba. Watson, harto de escucharla, la apuñaló. Atkins empapó una toalla con su sangre y escribió en la puerta principal “Pig”. Sharon tenía 25 años. Al amanecer llegó la policía y lo que encontraron fue macabro. Sharon fue enterrada el 13 de agosto junto a su hijo Paul Richard Polanski en el cementerio Holy Cross de Culver City, California. Sus películas se reeditaron, logrando más popularidad que las versiones originales.

En noviembre, estando bajo arresto por el robo de un auto, Atkins dijo ser la responsable del asesinato de Sharon. Reveló los nombres de los integrantes de “La Familia”. Un jurado los declaró culpables de asesinato en primer grado y condenados a cadena perpetua.

Más allá de su talento en la pantalla, Sharon Tate era una mujer vibrante y llena de vida. Era una esposa amorosa, una amiga leal y una persona comprometida con su arte. Su muerte prematura no solo privó al mundo del cine de un talento prometedor, sino que también robó a su familia y amigos de la luz y la alegría que irradiaba. Sharon Tate no debería ser recordada solo por la tragedia que marcó su final, sino por la vida que vivió y el talento que compartió con el mundo. Es hora de honrar su memoria y celebrar su legado como la talentosa y hermosa mujer que fue.

ernesto.jimher@gmail.com

X: @OsirisJimenez

Threads: Ernesto Jiménez Hernández

“Denme dos semanas para tener a mi bebé y después me pueden matar”, suplicó la actriz y modelo Sharon Tate, embarazada de ocho meses, a Tex Watson, Susan Atkins y Patricia Krenwinkel. Recibió 16 puñaladas. Así terminó “el verano del amor aquella sangrienta noche" de 1969.

En el mundo del cine hay historias que trascienden las pantallas y se convierten en leyendas. La historia de Sharon Tate es una de esas leyendas, pero no solo por su talento en la actuación o su belleza deslumbrante, sino también por la tragedia que marcó su vida y su trágica muerte a manos de seguidores del culto liderado por Charles Manson.

Sharon Marie Tate nació el 24 de enero de 1943 en Dallas, Texas, en el seno de una familia de clase media. A los seis meses de edad ganó el concurso “Señorita pequeña de las festividades de Dallas". En la adolescencia participó en concursos de belleza y fue elegida Miss Richland en 1959.

Su padre pertenecía a la milicia, fue trasladado a Italia y se llevó a su familia con él. En ese país, Sharon participó como extra en las películas “Adventures of a Young Man” y “Barrabás”. El actor Richard Beymer quedó prendado de su belleza y la animó a hacer carrera en el cine. Sin poseer una carrera como actriz, en 1963, Martin Rasonhoff le firmó un contrato por 7 años con Filmways, Inc.

Fue entonces que inició una relación amorosa con el famoso estilista Jay Sebring. Él le propuso matrimonio, pero ella no aceptó porque estaba centrada en la actuación. Debutó oficialmente con la cinta “El ojo del diablo” en 1966. Los críticos expresaron que fue “escalofriantemente hermoso pero inexpresivo”. Se trataba de una obra de suspenso y terror en donde interpreta a la bruja Odile. Para promocionarla, Rasonhoff rodó el documental “All Eyes in Sharon Tate”, mientras se rodaba la película. Viajó a Londres, donde se interesó por el mundo de la moda. Ahí conoció a Roman Polanski. Este reconocido cineasta preparaba “The fearless Vampire Killers”. Rasonhoff aprovechó la ocasión para insistir en que le realizara una prueba a Sharon, no muy convencido, aceptó.

Cineasta escrupuloso, Polanski era todo un perfeccionista, grababa decenas de tomas hasta quedar satisfecho. A medida que avanzaba la filmación, comenzó a elogiar sus actuaciones. Pronto iniciaron una relación y, tras el rodaje, ella se mudó con él a Londres. Fueron la nota del momento por la prensa londinense.

Sharon regresa a los Estados Unidos para actuar en la comedia “Don´t Make Waves”. Protagonizaba a “Malibú, la reina del surf”, y casi todo el tiempo aparecía en bikini. La productora realizó una campaña de publicidad en la que se exhibieron figuras de cartón de tamaño natural en todos los cines.

Todo marchaba de maravilla, particularmente su relación con Polanski. Semanalmente celebraban fiestas en sus casas, recibían a mucha gente y fumaban marihuana. Llevaban una relación libre. En algún momento expresó: “Roman me engaña y yo finjo que le creo”. Contrajeron matrimonio en enero de 1968, todo el mundillo del espectáculo estuvo presente.

Polanski, por su parte, fue contratado para dirigir y escribir el guión de la cinta “El bebé de Rosemary” (1968). Aspiraba a que Sharon fuera la protagonista, pero Robert Evans eligió a Mia Farrow. La película fue todo un éxito, tanto que salvó a la Paramount de la quiebra, al mismo tiempo que se consagró como un gran director.

También Sharon avanzaba en su carrera como actriz. Basada en una de las novelas más vendidas de la historia, partició en la versión fílmica de “Valley of the Dolls”, una cinta muy esperada. Ella sabía que un papel así la haría consolidar su carrera, pero le confesó a Polanski que ni el guión ni el libro eran de su total agrado.

Luego rodaría la cinta “The Wrecking Crew” (1968), ahí trabó amistad con el artista y experto en artes marciales Bruce Lee. Esta sería su última película proyectada en salas de cine antes de su asesinato, puesto que “The Thirteen Chairs” (1969) se estrenó póstumamente.

Hasta que cumplió cuatro meses de embarazo le dio la noticia a Polanski. La propiedad ubicada en el 10050 Cielo Drive en Beverly Hills, antigua propiedad de Terry Melcher, era ideal para la crianza de su hijo, así que se mudaron. Ignoraba que una sombría secta se encontraba cerca de allí.

El músico frustrado y criminal, Charles Manson, había reunido a un grupo de fanáticos seguidores, en su mayoría jovencitas desequilibradas, con el cerebro atrofiado a causa de las drogas. En consonancia con la época, su mensaje hablaba del amor libre y los estupefacientes. Se llamaban “La Familia”.

Polanski mantenía un trabajo incansable. Sus proyectos lo obligaban a viajar frecuentemente a Londres. El 8 de agosto de 1969, Sharon fue a cenar con Jay Sebring, Wojciech Frankowski y Abigail Folger a su restaurante favorito, El Coyote.

Esa noche la “Familia Manson” tenía una misión y la iba a cumplir ciegamente.

Cerca de las diez de la noche, Tex Watson detuvo su vehículo a las puertas de la entrada, trepó por el poste telefónico y cortó los cables y regresó al auto en el que esperaban Susan Atkins, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel. En el silencio de la noche desenvainaron los cuchillos y las armas. Helter Skelter.

Steven Parent, de 18 años, fue la primera víctima: recibió 4 balazos en el pecho y el abdomen. Era la primera vez que visitaba la residencia. Había ido a vender una radio al cuidador William Garretson. Si hubiera salido en su Rambler unos minutos antes, habría salvado la vida, pero la suerte lo abandonó.

Tex se coló en la propiedad por una de las ventanas y le ordenó a Kasabian que montara guardia. El resto del grupo le siguió. Sometieron a los cuatro ocupantes de la sala y los sometieron. Sebring suplicó que no le hicieran daño a Sharon, en ese instante Watson le disparó, dando inicio a la matanza.

Frykowski y Folger corrieron hacia el jardín de la entrada, pero fueron perseguidos y masacrados. Sharon rogó por la vida del hijo que esperaba. Watson, harto de escucharla, la apuñaló. Atkins empapó una toalla con su sangre y escribió en la puerta principal “Pig”. Sharon tenía 25 años. Al amanecer llegó la policía y lo que encontraron fue macabro. Sharon fue enterrada el 13 de agosto junto a su hijo Paul Richard Polanski en el cementerio Holy Cross de Culver City, California. Sus películas se reeditaron, logrando más popularidad que las versiones originales.

En noviembre, estando bajo arresto por el robo de un auto, Atkins dijo ser la responsable del asesinato de Sharon. Reveló los nombres de los integrantes de “La Familia”. Un jurado los declaró culpables de asesinato en primer grado y condenados a cadena perpetua.

Más allá de su talento en la pantalla, Sharon Tate era una mujer vibrante y llena de vida. Era una esposa amorosa, una amiga leal y una persona comprometida con su arte. Su muerte prematura no solo privó al mundo del cine de un talento prometedor, sino que también robó a su familia y amigos de la luz y la alegría que irradiaba. Sharon Tate no debería ser recordada solo por la tragedia que marcó su final, sino por la vida que vivió y el talento que compartió con el mundo. Es hora de honrar su memoria y celebrar su legado como la talentosa y hermosa mujer que fue.

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