/ martes 8 de septiembre de 2020

Cambiavía | Vino, pan y mujeres

En estos días en que el calor se resiste a retirarse del puerto, escuchaba música afrocubana, acompañado con una copa de vino tinto, queso y pan. Una de las canciones me atrapó en seguida, se trata de un guaguancó interpretado por Mongo Santamaría, titulado “Complicaciones”; dice la letra: “La mujer es como el pan. Hay que comerla caliente. Si la dejas enfriar, ni el Diablo le mete el diente".

Inevitablemente, el estribillo se me quedó grabado y me puse a pensar en las tantas cosas que se dicen acerca de las mujeres: cosas ciertas, falsas; inventadas, creadas por ese “ente” extraño al que llamamos “sabiduría popular”, nacida de la experiencia vital del hombre y su machismo.

Esa canción me llevó a otra conocidísima: “El que siembre su maíz, que se coma su pinole”. Tal pieza, interpretada por Las perlas del son, grupazo cubano, incluye, sus variaciones y estribillos. Uno de ellos dice: “La mujer en el amor se parece a la gallina, en cuanto se muere el gallo, a cualquier pollo se le arrima”.

Tales aseveraciones nos quieren hacer creer que las mujeres, por lo general, son livianas, fáciles. Pareciera que tras la ausencia de un varón, la mujer no acepta padecer su condición de mujer sola y, a la menor provocación, corre tras del primer hombre que se le cruza por el camino. Esas ideas vertidas en las canciones mencionadas dan idea de lo que la “sabiduría popular” ha ido generando a través de los refranes.

El refranero es concebido como uno de los más completos compendios de filosofía y saber popular. En nuestra lengua española se conocen casi cien mil refranes, lo que da idea del legado cultural que esto encierra en nuestra vida, ya que nunca falta uno o varios refranes para ejemplificar nuestra conversación, a cualquier hora del día o en cualquier ángulo de nuestra cotidianidad.

El refrán es una parte consustancial de nuestra charla cotidiana. Breve, conciso, preciso y con gran poder de ilustración. Y de esa rica herencia literaria y de la vida cotidiana han quedado gran cantidad de refranes. Veamos algunos ejemplos cuya temática se relaciona con el pan y con la mujer:

El Refranero General ideológico español, de Luis Martínez Kleiser, editado por primera vez en 1953, bajo los auspicios de la Real Academia de la Lengua Española, recoge más de 65 mil refranes españoles; de esos, más de 300 se refieren al pan.

Veamos algunos ejemplos: “No hay mejor refrán que buen vino y buen pan”, pues se trata de dos alimentos fundamentales. Cómo olvidar las noches tertulianas en las que no falta el vino ni el pan, si hay queso, mucho mejor. Luego este otro: “Con pan y vino se anda el camino”, o “Con pan y ajo crudo se anda seguro”; “Pan bendito”, para referirse a una persona sumamente bondadosa; “Pan comido”, para expresar que la situación es fácil de resolver; o “Nuestro pan de cada día”, cuando se quiere expresar que de tanto repetirse una cosa se ha vuelto cotidiana, como las declaraciones y los desaciertos cotidianos de los políticos; los asaltos, la violencia, etcéteras. En cambio, cuando queremos expresar que algo nos cuesta mucho trabajo o que es muy laborioso decimos que es “Más largo que un día sin pan”; para mostrar indiferencia nada mejor que esta expresión: “Con su pan se lo coma”. Por el contrario, si queremos expresar solidaridad, amor, compromiso, recurrimos al que dice “Contigo pan y cebolla”. Cuando la necesidad es mucha suele uno decir “A buen hambre no hay pan duro”; o este otro que solía decir mi abuelo refiriéndose al pan, por supuesto, “Duro pero seguro”. La gente tacaña o coda, para mostrar menosprecio por alguien recurre a la frase “Negar el pan y la sal”; para el avaro también el refrán encuentra una expresión: “Aunque sea duro, más vale para mí que para ninguno”. Para consolar a alguien vale decir: “Las penas con pan son buenas” o “Los duelos con pan son menos”.

Ahora, en cuanto de mujeres se trata, los refranes dan cuenta de ello de muy diversas maneras, a veces condenándolas, creándoles famas que no del todo son ciertas. En todo ellos, sin embargo, uno puede ver, cierta discriminación, demasiada misoginia: “Agarren a sus pollas que mi gallo anda suelto”, “Hijos de mis hijas mis nietos serán… hijos de mi hijo… en duda estará”. Y también existen refranes o frases hechas que se han modificado para ofender a la mujer: “Aunque la fresa se vista de seda, peda se encuera”, “si me vas a dejar, que sea embarazada”, “¿qué somos? Mujeres, y ¿qué queremos? No sabemos, somos mujeres”.

La misoginia en el refranero no es un hecho aislado, en la literatura, en el pensamiento y la política se han dedicado a despreciar a las mujeres. Según el refranero, la mujer es un ser inestable emocionalmente que siempre llora y complica la vida del hombre: “En cojera de perro y llanto de mujer no debes creer”, “Lo que la mujer no consigue hablando, lo consigue llorando”; el refranero también dedica mucho espacio para advertir de los “peligros” que ellas representan: “Con mujeres, armas y fuegos, no quieras juegos”; todo eso con el fin de justificar la violencia: “Riñas entre mujer y marido, de la mesa al lecho”, “a la mujer y a la burra, cada día una zurra”. El pensamiento trasnochado del refranero es evidente, veamos qué pasa cuando describe cómo debe ser una mujer “virtuosa”: “A la mujer búscala delgada y limpia, que grande y sucia se vuelve”; “Mujer y sardina, cuanto más pequeña, más fina”.

Por último, una muestra de cómo el refranero nos habla de la “ineptitud” de las mujeres para ejercer el poder: “Allí donde mandan mujeres y labran vacas, mal año asegurado”, “Casa donde gobierna la mujer, no suele ir bien”.

Sí, el refranero es una fuente de “sabiduría popular”, pero hay casos en los que lo que se explica ha quedado totalmente fuera de lugar y de tiempo, habría que desterrar esa visión cargada de tópicos y prejuicios, casi siempre con una manifestación de machismo y misoginia.

Besitos a los niños, a las mariposas amarillas y a mi gaviota que, en luna menguante, se mece entre las olas, entre las nubes, ligera y amorosa.

En estos días en que el calor se resiste a retirarse del puerto, escuchaba música afrocubana, acompañado con una copa de vino tinto, queso y pan. Una de las canciones me atrapó en seguida, se trata de un guaguancó interpretado por Mongo Santamaría, titulado “Complicaciones”; dice la letra: “La mujer es como el pan. Hay que comerla caliente. Si la dejas enfriar, ni el Diablo le mete el diente".

Inevitablemente, el estribillo se me quedó grabado y me puse a pensar en las tantas cosas que se dicen acerca de las mujeres: cosas ciertas, falsas; inventadas, creadas por ese “ente” extraño al que llamamos “sabiduría popular”, nacida de la experiencia vital del hombre y su machismo.

Esa canción me llevó a otra conocidísima: “El que siembre su maíz, que se coma su pinole”. Tal pieza, interpretada por Las perlas del son, grupazo cubano, incluye, sus variaciones y estribillos. Uno de ellos dice: “La mujer en el amor se parece a la gallina, en cuanto se muere el gallo, a cualquier pollo se le arrima”.

Tales aseveraciones nos quieren hacer creer que las mujeres, por lo general, son livianas, fáciles. Pareciera que tras la ausencia de un varón, la mujer no acepta padecer su condición de mujer sola y, a la menor provocación, corre tras del primer hombre que se le cruza por el camino. Esas ideas vertidas en las canciones mencionadas dan idea de lo que la “sabiduría popular” ha ido generando a través de los refranes.

El refranero es concebido como uno de los más completos compendios de filosofía y saber popular. En nuestra lengua española se conocen casi cien mil refranes, lo que da idea del legado cultural que esto encierra en nuestra vida, ya que nunca falta uno o varios refranes para ejemplificar nuestra conversación, a cualquier hora del día o en cualquier ángulo de nuestra cotidianidad.

El refrán es una parte consustancial de nuestra charla cotidiana. Breve, conciso, preciso y con gran poder de ilustración. Y de esa rica herencia literaria y de la vida cotidiana han quedado gran cantidad de refranes. Veamos algunos ejemplos cuya temática se relaciona con el pan y con la mujer:

El Refranero General ideológico español, de Luis Martínez Kleiser, editado por primera vez en 1953, bajo los auspicios de la Real Academia de la Lengua Española, recoge más de 65 mil refranes españoles; de esos, más de 300 se refieren al pan.

Veamos algunos ejemplos: “No hay mejor refrán que buen vino y buen pan”, pues se trata de dos alimentos fundamentales. Cómo olvidar las noches tertulianas en las que no falta el vino ni el pan, si hay queso, mucho mejor. Luego este otro: “Con pan y vino se anda el camino”, o “Con pan y ajo crudo se anda seguro”; “Pan bendito”, para referirse a una persona sumamente bondadosa; “Pan comido”, para expresar que la situación es fácil de resolver; o “Nuestro pan de cada día”, cuando se quiere expresar que de tanto repetirse una cosa se ha vuelto cotidiana, como las declaraciones y los desaciertos cotidianos de los políticos; los asaltos, la violencia, etcéteras. En cambio, cuando queremos expresar que algo nos cuesta mucho trabajo o que es muy laborioso decimos que es “Más largo que un día sin pan”; para mostrar indiferencia nada mejor que esta expresión: “Con su pan se lo coma”. Por el contrario, si queremos expresar solidaridad, amor, compromiso, recurrimos al que dice “Contigo pan y cebolla”. Cuando la necesidad es mucha suele uno decir “A buen hambre no hay pan duro”; o este otro que solía decir mi abuelo refiriéndose al pan, por supuesto, “Duro pero seguro”. La gente tacaña o coda, para mostrar menosprecio por alguien recurre a la frase “Negar el pan y la sal”; para el avaro también el refrán encuentra una expresión: “Aunque sea duro, más vale para mí que para ninguno”. Para consolar a alguien vale decir: “Las penas con pan son buenas” o “Los duelos con pan son menos”.

Ahora, en cuanto de mujeres se trata, los refranes dan cuenta de ello de muy diversas maneras, a veces condenándolas, creándoles famas que no del todo son ciertas. En todo ellos, sin embargo, uno puede ver, cierta discriminación, demasiada misoginia: “Agarren a sus pollas que mi gallo anda suelto”, “Hijos de mis hijas mis nietos serán… hijos de mi hijo… en duda estará”. Y también existen refranes o frases hechas que se han modificado para ofender a la mujer: “Aunque la fresa se vista de seda, peda se encuera”, “si me vas a dejar, que sea embarazada”, “¿qué somos? Mujeres, y ¿qué queremos? No sabemos, somos mujeres”.

La misoginia en el refranero no es un hecho aislado, en la literatura, en el pensamiento y la política se han dedicado a despreciar a las mujeres. Según el refranero, la mujer es un ser inestable emocionalmente que siempre llora y complica la vida del hombre: “En cojera de perro y llanto de mujer no debes creer”, “Lo que la mujer no consigue hablando, lo consigue llorando”; el refranero también dedica mucho espacio para advertir de los “peligros” que ellas representan: “Con mujeres, armas y fuegos, no quieras juegos”; todo eso con el fin de justificar la violencia: “Riñas entre mujer y marido, de la mesa al lecho”, “a la mujer y a la burra, cada día una zurra”. El pensamiento trasnochado del refranero es evidente, veamos qué pasa cuando describe cómo debe ser una mujer “virtuosa”: “A la mujer búscala delgada y limpia, que grande y sucia se vuelve”; “Mujer y sardina, cuanto más pequeña, más fina”.

Por último, una muestra de cómo el refranero nos habla de la “ineptitud” de las mujeres para ejercer el poder: “Allí donde mandan mujeres y labran vacas, mal año asegurado”, “Casa donde gobierna la mujer, no suele ir bien”.

Sí, el refranero es una fuente de “sabiduría popular”, pero hay casos en los que lo que se explica ha quedado totalmente fuera de lugar y de tiempo, habría que desterrar esa visión cargada de tópicos y prejuicios, casi siempre con una manifestación de machismo y misoginia.

Besitos a los niños, a las mariposas amarillas y a mi gaviota que, en luna menguante, se mece entre las olas, entre las nubes, ligera y amorosa.