/ miércoles 17 de marzo de 2021

Con café y a media luz | Sociedad herida

Debo confesarle que dedicaría este espacio al quinto informe de gobierno de quien representa al Poder Ejecutivo en el estado de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca. En medio de un entorno en el que el trance legal por el que atraviesa roba luces y columnas a los medios de comunicación para dar cuenta de los avances de las investigaciones, esta rendición de cuentas sería un parteaguas para hacer valer el sentir del mandatario local de cara a un conflicto “comprado” con el presidente López.

Cabeza de Vaca, esperábamos y así fue, no dejó pasar la oportunidad para mostrar su perspectiva al respecto de dicho problema. No obstante, aunque diplomáticas, las frases usadas fueron incisivas y contundentes ya que, sin decir nombres, hizo alusión a los discursos de división, odio y condena a los que nos referíamos en la entrega pasada.

La disertación del panista contuvo lo que se esperaba. Sin embargo, además, aderezó sus frases con una oratoria que me supo a despedida. “El cambio en Tamaulipas, dejó de ser un discurso”, evocó el mandatario desde la tribuna y, eso último, no se puede negar. El hombre es el primer político de oposición que llega a ocupar la silla de mando en este “territorio de las flores”.

Asimismo, versó sobre la presencia del Covid y la desaceleración económica que sufre el país entero. Destacó la labor de su equipo de trabajo –como se supone que debe ser– y citó dos o tres detalles que parecieran críticas a las figuras de un gabinete presidencial. Y, aunque reconoció que Tamaulipas no juega el papel de “enemigo de la Federación”, apuntó a que sí se está dispuesto a labrar nuestro propio destino con orden, trabajo y determinación.

Todo ello, además de las conferencias matutinas del hombre originario de Macuspana, me hicieron pensar una sencilla reflexión: “La teoría del ejercicio del poder está plagada de beldades oníricas que se sostienen en los más nobles ideales, empero, en la realidad, solo el que está arriba vive la urgencia de que los demás vean su perspectiva, sin percatarse, del lugar que ocupan”.

Esto último me llevó a poner atención a otro fenómeno, cuyo ejemplo palpable se encontró en el corazón de una zona habitacional de Altamira, en el que, como si se tratara de una broma macabra, una mujer y dos menores fueron asesinados a sangre fría.

Esta situación no narra la tragedia de tres seres humanos solamente, por el contrario, ¡Grita con voz entrecortada por una herida social profunda que ya supura por la infección que ha incubado durante tantos años y que nadie ha podido o le ha interesado sanar y se ha venido agravando con el paso de la indiferencia de muchos; de todos!

Mientras las agencias cumplen con su labor investigadora para fincar responsabilidades al o los culpables, las familias de ese sector popular se ven envueltas en el luto, la angustia, la inseguridad, el miedo y la incertidumbre, esperando que muy pronto una voz les vuelva a decir “no pasa nada” y sea el tiempo el que disimule la herida profanada en contra de la comunidad.

¿Por qué digo lo anterior? ¿Cuántas veces lo hemos vivido, gentil amigo lector?

La cuestión es que esta acometida contra el respeto al género femenino y a la infancia, que son las dos manifestaciones más puras del ser, nos debería doler a todos porque, a fin de cuentas, esa mujer no era un ente inanimado ajeno a los demás, por el contrario, tenía compañeros, amigos y familiares y, en una de esas criaturas, dormía un futuro médico que descubriría la cura contra el sida o el cáncer o un prominente empresario que, con su visión, acabaría con el desempleo y la hambruna en el mundo.

No estoy a gusto pensando en este crimen. No estoy tranquilo sabiendo que la sociedad tiene un mal desde sus entrañas que la indiferencia ha permitido que crezca. No concibo la comunión de los hombres en francos concordia, respeto y paz cuando los vicios, las calamidades y los desencuentros se están volviendo “el pan nuestro de cada día”.

Esta cara de una sociedad dolida fue el desencanto que ocupó mi ánimo para tomar un poco de espacio que pensé en dedicar a la quinta rendición de cuentas públicas al que está obligado el mandatario local. Porque hoy, antes de esperar obras, capitales, carreteras pavimentadas, infraestructura portuaria y desarrollo de bienes y servicios, espero con ansias el intangible amor al prójimo.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.

Debo confesarle que dedicaría este espacio al quinto informe de gobierno de quien representa al Poder Ejecutivo en el estado de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca. En medio de un entorno en el que el trance legal por el que atraviesa roba luces y columnas a los medios de comunicación para dar cuenta de los avances de las investigaciones, esta rendición de cuentas sería un parteaguas para hacer valer el sentir del mandatario local de cara a un conflicto “comprado” con el presidente López.

Cabeza de Vaca, esperábamos y así fue, no dejó pasar la oportunidad para mostrar su perspectiva al respecto de dicho problema. No obstante, aunque diplomáticas, las frases usadas fueron incisivas y contundentes ya que, sin decir nombres, hizo alusión a los discursos de división, odio y condena a los que nos referíamos en la entrega pasada.

La disertación del panista contuvo lo que se esperaba. Sin embargo, además, aderezó sus frases con una oratoria que me supo a despedida. “El cambio en Tamaulipas, dejó de ser un discurso”, evocó el mandatario desde la tribuna y, eso último, no se puede negar. El hombre es el primer político de oposición que llega a ocupar la silla de mando en este “territorio de las flores”.

Asimismo, versó sobre la presencia del Covid y la desaceleración económica que sufre el país entero. Destacó la labor de su equipo de trabajo –como se supone que debe ser– y citó dos o tres detalles que parecieran críticas a las figuras de un gabinete presidencial. Y, aunque reconoció que Tamaulipas no juega el papel de “enemigo de la Federación”, apuntó a que sí se está dispuesto a labrar nuestro propio destino con orden, trabajo y determinación.

Todo ello, además de las conferencias matutinas del hombre originario de Macuspana, me hicieron pensar una sencilla reflexión: “La teoría del ejercicio del poder está plagada de beldades oníricas que se sostienen en los más nobles ideales, empero, en la realidad, solo el que está arriba vive la urgencia de que los demás vean su perspectiva, sin percatarse, del lugar que ocupan”.

Esto último me llevó a poner atención a otro fenómeno, cuyo ejemplo palpable se encontró en el corazón de una zona habitacional de Altamira, en el que, como si se tratara de una broma macabra, una mujer y dos menores fueron asesinados a sangre fría.

Esta situación no narra la tragedia de tres seres humanos solamente, por el contrario, ¡Grita con voz entrecortada por una herida social profunda que ya supura por la infección que ha incubado durante tantos años y que nadie ha podido o le ha interesado sanar y se ha venido agravando con el paso de la indiferencia de muchos; de todos!

Mientras las agencias cumplen con su labor investigadora para fincar responsabilidades al o los culpables, las familias de ese sector popular se ven envueltas en el luto, la angustia, la inseguridad, el miedo y la incertidumbre, esperando que muy pronto una voz les vuelva a decir “no pasa nada” y sea el tiempo el que disimule la herida profanada en contra de la comunidad.

¿Por qué digo lo anterior? ¿Cuántas veces lo hemos vivido, gentil amigo lector?

La cuestión es que esta acometida contra el respeto al género femenino y a la infancia, que son las dos manifestaciones más puras del ser, nos debería doler a todos porque, a fin de cuentas, esa mujer no era un ente inanimado ajeno a los demás, por el contrario, tenía compañeros, amigos y familiares y, en una de esas criaturas, dormía un futuro médico que descubriría la cura contra el sida o el cáncer o un prominente empresario que, con su visión, acabaría con el desempleo y la hambruna en el mundo.

No estoy a gusto pensando en este crimen. No estoy tranquilo sabiendo que la sociedad tiene un mal desde sus entrañas que la indiferencia ha permitido que crezca. No concibo la comunión de los hombres en francos concordia, respeto y paz cuando los vicios, las calamidades y los desencuentros se están volviendo “el pan nuestro de cada día”.

Esta cara de una sociedad dolida fue el desencanto que ocupó mi ánimo para tomar un poco de espacio que pensé en dedicar a la quinta rendición de cuentas públicas al que está obligado el mandatario local. Porque hoy, antes de esperar obras, capitales, carreteras pavimentadas, infraestructura portuaria y desarrollo de bienes y servicios, espero con ansias el intangible amor al prójimo.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a: licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, será un gran día.