/ lunes 6 de junio de 2022

Desde el faro | Adiós a la "Casa Azul"

Nos acostumbramos a ver siempre lo mismo, que ya no causa sorpresa, porque estamos tan acostumbrados a suponer que siempre estará ahí, pero ¿qué pasa cuando, de repente, deja de ser parte del entorno que invariablemente veíamos?

Es el caso de la enigmática y abandonada “Casa Azul” que se encontraba en la entrada a la playa por La Sirena.

Nos sorprendió que en pleno día y a la vista de todos, de repente un tremendo incendio la consumiera en un momento, toda quedó hecha cenizas.

Lo que representaba esa casa propiedad de la familia DiCostanzo de descendencia italiana, construida a la orilla de la playa; cabe destacar que la orilla de la playa llegaba en donde hoy es el bulevar costero.

Esa bella casa tipo americano con grandes corredores y ventanas de dos hojas fue construida con madera que traían de los Estados Unidos, madera muy resistente a los ciclones y temporales que azotan esta zona. Su pilotaje en alto era para evitar posibles inundaciones en época de lluvia.

También representaban la opulencia con que vivían los jefes que trabajaban en la empresa petrolera El Águila en la gloriosa época del auge petrolero de esta zona.

A inicios de la década de los años 20 las construcciones de madera eran muy normales. Los materiales más comunes para las viviendas de esa época.

Las casas en el poblado Villa Cecilia, hoy Ciudad Madero, se empezaron a extender en la periferia de las refinerías El Águila y la Pierce, hoy la Francisco I, Madero y la 21.

Usted, apreciable lector, recordará las colonias Árbol Grande, específicamente la 21 y Del Bosque en refinería, eran casas hermosas de madera, muy grandes y ventiladas, con grandes patios y llenas de árboles, su estilo era muy típico de casas americanas o inglesas. En realidad, los que las conocimos no nos cansamos de admirarlas.

El detalle que esa vivienda en especial a la que nos referimos, por su estratégica ubicación y emblemática construcción era muy admirada por propios y extraños que pasaban rumbo a la playa. Obligadamente tenían que voltear su mirada a la construcción que, aunque se encontraba abandonada, se notaba su belleza, era como aquella fémina que en su juventud fue hermosa, pero con los años el tiempo marchitó su piel, mas nunca apagó su porte y elegancia que, lejos de ajarla, la hacía más enigmática al imaginarnos cuántas historias debió haber vivido.

Muchas historias nacieron dentro de esa casa, los más lenguaraces aseguraban ser testigos de grandes novelas inimaginables.

Otros tantos eruditos en temas de conservación y restauración echaron culpas, que si los dueños, que si las autoridades, y a todo mundo culparon por no cuidarla. Lo que no saben es que si bien es una lástima que haya acabado un referente del auge petrolero en tema de vivienda, es una casa que tiene un dueño y solo él sabe el uso y final que le da a su propiedad.

Por mi parte me queda claro que seguiremos escribiendo estos hechos para la historia. ¡Adiós "Casa Azul"!

Nos leemos el próximo lunes DESDE EL FARO

Nos acostumbramos a ver siempre lo mismo, que ya no causa sorpresa, porque estamos tan acostumbrados a suponer que siempre estará ahí, pero ¿qué pasa cuando, de repente, deja de ser parte del entorno que invariablemente veíamos?

Es el caso de la enigmática y abandonada “Casa Azul” que se encontraba en la entrada a la playa por La Sirena.

Nos sorprendió que en pleno día y a la vista de todos, de repente un tremendo incendio la consumiera en un momento, toda quedó hecha cenizas.

Lo que representaba esa casa propiedad de la familia DiCostanzo de descendencia italiana, construida a la orilla de la playa; cabe destacar que la orilla de la playa llegaba en donde hoy es el bulevar costero.

Esa bella casa tipo americano con grandes corredores y ventanas de dos hojas fue construida con madera que traían de los Estados Unidos, madera muy resistente a los ciclones y temporales que azotan esta zona. Su pilotaje en alto era para evitar posibles inundaciones en época de lluvia.

También representaban la opulencia con que vivían los jefes que trabajaban en la empresa petrolera El Águila en la gloriosa época del auge petrolero de esta zona.

A inicios de la década de los años 20 las construcciones de madera eran muy normales. Los materiales más comunes para las viviendas de esa época.

Las casas en el poblado Villa Cecilia, hoy Ciudad Madero, se empezaron a extender en la periferia de las refinerías El Águila y la Pierce, hoy la Francisco I, Madero y la 21.

Usted, apreciable lector, recordará las colonias Árbol Grande, específicamente la 21 y Del Bosque en refinería, eran casas hermosas de madera, muy grandes y ventiladas, con grandes patios y llenas de árboles, su estilo era muy típico de casas americanas o inglesas. En realidad, los que las conocimos no nos cansamos de admirarlas.

El detalle que esa vivienda en especial a la que nos referimos, por su estratégica ubicación y emblemática construcción era muy admirada por propios y extraños que pasaban rumbo a la playa. Obligadamente tenían que voltear su mirada a la construcción que, aunque se encontraba abandonada, se notaba su belleza, era como aquella fémina que en su juventud fue hermosa, pero con los años el tiempo marchitó su piel, mas nunca apagó su porte y elegancia que, lejos de ajarla, la hacía más enigmática al imaginarnos cuántas historias debió haber vivido.

Muchas historias nacieron dentro de esa casa, los más lenguaraces aseguraban ser testigos de grandes novelas inimaginables.

Otros tantos eruditos en temas de conservación y restauración echaron culpas, que si los dueños, que si las autoridades, y a todo mundo culparon por no cuidarla. Lo que no saben es que si bien es una lástima que haya acabado un referente del auge petrolero en tema de vivienda, es una casa que tiene un dueño y solo él sabe el uso y final que le da a su propiedad.

Por mi parte me queda claro que seguiremos escribiendo estos hechos para la historia. ¡Adiós "Casa Azul"!

Nos leemos el próximo lunes DESDE EL FARO