/ lunes 8 de junio de 2020

Desde El Faro | Hotel Villa del Mar

Para Ciudad Madero y Playa Miramar, que actualmente es el segundo destino carretero a nivel nacional y la única playa pública certificada al más alto rango, los hoteles en la costera siempre han marcado un atractivo desde inicio del siglo pasado.

Y si vamos a la memoria turística, llegamos a 1918 cuando fue construido el primer balneario en playa Miramar, el “Villa del Mar” era de dos pisos, todo de madera, en su tiempo fue el más grande y elegante propiedad de don Pedro García, quien fue el iniciador de los maravillosos bailes y tertulias en la playa.

Contaba con dos grandes salones, elegantemente distribuidos y comedores que eran principalmente visitados por los jefes de las compañías extranjeras que contaban con presupuesto bastante privilegiado y podían degustar las delicias que ofrecían en el lugar.

Es ahí donde se corre la versión de don Pedro García, de ascendencia española, que le puso a la playa el nombre de Miramar, en recuerdo a Maximiliano de Habsburgo quien tenía su palacio en Europa, versión que se comentaba como un detalle histórico no confirmado.

Posteriormente dicho negocio fue comprado por unos banqueros, uno de ellos americano de nombre Millican; el otro, un señor de apellido Díaz, hermano de don Arturo Díaz, quien fungió como administrador del mismo y a la vez sería su dueño un tiempo después.

Con los señores Díaz mejoraron las instalaciones y la comida, introduciendo la comida tipo europea, con variedad en carnes. Desde un principio en dicho balneario se hacían los festejos de más resonancia social de aquella época.

El siguiente dueño fue don Manuel Gamboa, hombre adentrado y conocedor de la buena cocina, quien en su época le dio fama como el mejor balneario con cocina internacional.

Destruido por el ciclón del '55, el señor Gamboa lo reconstruyó de dos plantas, ampliándolo con dos pistas de baile, imponiendo moda al instalar un sonido estereofónico, una novedad a fines de la década de los 50.

Las pistas tenían capacidad para 5 mil personas, un lugar bastante grande, considerado para esa época, ahí se presentaron grandes orquestas nacionales e internacionales, tales como Mariano Mercerón, La Sonora Matancera, Larry and Son, y muchos más.

Ahí se hicieron los primeros concursos de belleza para elegir a la Señorita más Bella del Golfo de México, organizados por el Sr. Ricardo Ramón Castañón, el “Penicilina”, con la participación de un grupo de amigos que siempre les gustó la organización de bailes, carnavales y coronaciones como Alfredo González González, apodado el “Polilla”, delegado de Turismo en aquel entonces; don Eduardo Infante Álvarez, el muy recordado “Jarros”, y Roberto de León el “Cachifus”.

Muchos años después vino el declive del glamoroso balneario, prestaba servicio solo de restaurante en la parte de abajo y se hacían tertulias cada fin de semana con un cupo de 2 mil personas y lo administraba el Sr. Francisco Vega Capistrán.

Por la época de los 80 se destacó como un lugar de baile popular y diversión de bastante concurrencia sobre el bulevar costero.

Queda el recuerdo de ese y otros hoteles que funcionaron en una época de abundancia petrolera que dieron prestigio y encanto a playa Miramar.

Para Ciudad Madero y Playa Miramar, que actualmente es el segundo destino carretero a nivel nacional y la única playa pública certificada al más alto rango, los hoteles en la costera siempre han marcado un atractivo desde inicio del siglo pasado.

Y si vamos a la memoria turística, llegamos a 1918 cuando fue construido el primer balneario en playa Miramar, el “Villa del Mar” era de dos pisos, todo de madera, en su tiempo fue el más grande y elegante propiedad de don Pedro García, quien fue el iniciador de los maravillosos bailes y tertulias en la playa.

Contaba con dos grandes salones, elegantemente distribuidos y comedores que eran principalmente visitados por los jefes de las compañías extranjeras que contaban con presupuesto bastante privilegiado y podían degustar las delicias que ofrecían en el lugar.

Es ahí donde se corre la versión de don Pedro García, de ascendencia española, que le puso a la playa el nombre de Miramar, en recuerdo a Maximiliano de Habsburgo quien tenía su palacio en Europa, versión que se comentaba como un detalle histórico no confirmado.

Posteriormente dicho negocio fue comprado por unos banqueros, uno de ellos americano de nombre Millican; el otro, un señor de apellido Díaz, hermano de don Arturo Díaz, quien fungió como administrador del mismo y a la vez sería su dueño un tiempo después.

Con los señores Díaz mejoraron las instalaciones y la comida, introduciendo la comida tipo europea, con variedad en carnes. Desde un principio en dicho balneario se hacían los festejos de más resonancia social de aquella época.

El siguiente dueño fue don Manuel Gamboa, hombre adentrado y conocedor de la buena cocina, quien en su época le dio fama como el mejor balneario con cocina internacional.

Destruido por el ciclón del '55, el señor Gamboa lo reconstruyó de dos plantas, ampliándolo con dos pistas de baile, imponiendo moda al instalar un sonido estereofónico, una novedad a fines de la década de los 50.

Las pistas tenían capacidad para 5 mil personas, un lugar bastante grande, considerado para esa época, ahí se presentaron grandes orquestas nacionales e internacionales, tales como Mariano Mercerón, La Sonora Matancera, Larry and Son, y muchos más.

Ahí se hicieron los primeros concursos de belleza para elegir a la Señorita más Bella del Golfo de México, organizados por el Sr. Ricardo Ramón Castañón, el “Penicilina”, con la participación de un grupo de amigos que siempre les gustó la organización de bailes, carnavales y coronaciones como Alfredo González González, apodado el “Polilla”, delegado de Turismo en aquel entonces; don Eduardo Infante Álvarez, el muy recordado “Jarros”, y Roberto de León el “Cachifus”.

Muchos años después vino el declive del glamoroso balneario, prestaba servicio solo de restaurante en la parte de abajo y se hacían tertulias cada fin de semana con un cupo de 2 mil personas y lo administraba el Sr. Francisco Vega Capistrán.

Por la época de los 80 se destacó como un lugar de baile popular y diversión de bastante concurrencia sobre el bulevar costero.

Queda el recuerdo de ese y otros hoteles que funcionaron en una época de abundancia petrolera que dieron prestigio y encanto a playa Miramar.