/ lunes 27 de febrero de 2023

Desde el faro | Orgullo de ser mexicanos y tener una bandera, la más hermosa

Recién acaba de pasar el 24 de febrero, Día de la Bandera mexicana. Quiero pensar que no hubo escuela, ni municipio que no haya celebrado este día. Y claro que nosotros no fuimos la excepción. La ceremonia cívica se realizó en el Parque Bicentenario, inaugurado en diciembre de 2010, dentro de los festejos del centenario de la Revolución Mexicana y el bicentenario de la Independencia.

En el asta monumental se izó la bandera de 35.50 metros de largo por 15 metros de ancho y con un peso de más de 200 kilogramos. En serio que ver cómo se iba elevando y ondeando la monumental bandera, despertó un sentimiento de emoción, orgullo y patriotismo entre todos los presentes que estábamos ahí. El viento que soplaba permitió que la bandera se enarbolaba con magistral belleza, así se elevó poco a poco, hasta llegar a la parte más alta y oronda se lucía al vaivén del tenue viento que parecía moverla al compás de un ritmo armonioso y sublime.

Por unos momentos veíamos el escudo del águila devorado la serpiente, postrada en un nopal, con los colores contrastantes que hacían resaltar el escudo.

Me imaginé el gran trabajo que realiza la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para confeccionar nuestro lábaro patrio.

La difícil tarea de pintar a mano el escudo, combinando perfectamente los 16 colores en un proceso que se lleva tres semanas. En la fábrica de vestuario y equipo de la Sedena fabrican todas las banderas que podemos ver ondear en las plazas públicas.

La tela que utilizan es tan fuerte que resiste por un año el viento, el sol y la lluvia, la bandera mexicana lleva una parte extranjera, los torantes son traídos de Suiza y los auxiliares de Alemania de muy alta calidad, no son contaminantes y sí amigables al medio ambiente.

Inmediatamente pasa por un proceso donde se le agrega un químico que la hace repelente al agua y la protege del sol y la lluvia ácida. Cuando la tela se seca es cortada en pequeños lienzos y se unen para dar el tamaño deseado a la bandera.

Cuando terminan con este paso, viene lo más difícil y de extremo cuidado, pintar el escudo nacional en la tela blanca. Se requiere de cuatro personas, especialistas en pintura que la colorean durante tres días, armonizando los 16 colores diferentes; 11 para la base y cinco para dar el matiz. Una vez terminado se ensamblaban los lienzos rojo y verde.

Finalmente se colocan las argollas para poder izar la bandera y se revisan costuras, bordados, medidas y todo lo necesario para que el acabado sea perfecto.

Nuestra hermosa bandera a parte de ser tan representativa, conlleva un trabajo especial realizado por la Sedena, por ello son los únicos autorizados para su confección y distribución, (oficial, no banderas piratas) De tal manera que la formalidad del abanderamiento a las escoltas de las escuelas e incineración de banderas una vez que cumplen su ciclo de vida es tan ceremonioso y protocolario.

Sin duda, la próxima vez que usted, estimado lector, vea una bandera ondear, la va a admirar y valorar más que antes por ser la más bella y que nos sentimos muy mexicanos.

Nos leemos el próximo lunes, DESDE EL FARO


Recién acaba de pasar el 24 de febrero, Día de la Bandera mexicana. Quiero pensar que no hubo escuela, ni municipio que no haya celebrado este día. Y claro que nosotros no fuimos la excepción. La ceremonia cívica se realizó en el Parque Bicentenario, inaugurado en diciembre de 2010, dentro de los festejos del centenario de la Revolución Mexicana y el bicentenario de la Independencia.

En el asta monumental se izó la bandera de 35.50 metros de largo por 15 metros de ancho y con un peso de más de 200 kilogramos. En serio que ver cómo se iba elevando y ondeando la monumental bandera, despertó un sentimiento de emoción, orgullo y patriotismo entre todos los presentes que estábamos ahí. El viento que soplaba permitió que la bandera se enarbolaba con magistral belleza, así se elevó poco a poco, hasta llegar a la parte más alta y oronda se lucía al vaivén del tenue viento que parecía moverla al compás de un ritmo armonioso y sublime.

Por unos momentos veíamos el escudo del águila devorado la serpiente, postrada en un nopal, con los colores contrastantes que hacían resaltar el escudo.

Me imaginé el gran trabajo que realiza la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para confeccionar nuestro lábaro patrio.

La difícil tarea de pintar a mano el escudo, combinando perfectamente los 16 colores en un proceso que se lleva tres semanas. En la fábrica de vestuario y equipo de la Sedena fabrican todas las banderas que podemos ver ondear en las plazas públicas.

La tela que utilizan es tan fuerte que resiste por un año el viento, el sol y la lluvia, la bandera mexicana lleva una parte extranjera, los torantes son traídos de Suiza y los auxiliares de Alemania de muy alta calidad, no son contaminantes y sí amigables al medio ambiente.

Inmediatamente pasa por un proceso donde se le agrega un químico que la hace repelente al agua y la protege del sol y la lluvia ácida. Cuando la tela se seca es cortada en pequeños lienzos y se unen para dar el tamaño deseado a la bandera.

Cuando terminan con este paso, viene lo más difícil y de extremo cuidado, pintar el escudo nacional en la tela blanca. Se requiere de cuatro personas, especialistas en pintura que la colorean durante tres días, armonizando los 16 colores diferentes; 11 para la base y cinco para dar el matiz. Una vez terminado se ensamblaban los lienzos rojo y verde.

Finalmente se colocan las argollas para poder izar la bandera y se revisan costuras, bordados, medidas y todo lo necesario para que el acabado sea perfecto.

Nuestra hermosa bandera a parte de ser tan representativa, conlleva un trabajo especial realizado por la Sedena, por ello son los únicos autorizados para su confección y distribución, (oficial, no banderas piratas) De tal manera que la formalidad del abanderamiento a las escoltas de las escuelas e incineración de banderas una vez que cumplen su ciclo de vida es tan ceremonioso y protocolario.

Sin duda, la próxima vez que usted, estimado lector, vea una bandera ondear, la va a admirar y valorar más que antes por ser la más bella y que nos sentimos muy mexicanos.

Nos leemos el próximo lunes, DESDE EL FARO