/ lunes 9 de marzo de 2020

Desde El Faro | Tragedia en la Col. Unidad Nacional

Han pasado 24 años de aquella fatídica y recordada desdicha, cuando una pipa cargada de turbosina intentó ganarle el paso al tren en el cruce de las avenidas Tamaulipas y Monterrey, en la colonia Unidad Nacional de Ciudad Madero.

Era jueves 29 de febrero de 1996, por la tarde, cuando la imprudencia de un trailero protagonizó una de las tragedias más recordadas en la memoria colectiva de los maderenses.

El impacto del tren contra la pipa generó una estruendosa explosión que cimbró y rompió los vidrios de las ventanas de las casas cercanas al crucero.

La onda expansiva de fuego quemó los autos detenidos que esperaban el paso del ferrocarril; sus tripulantes resultaron con graves quemaduras.

Algunas personas que caminaban por el lugar fueron alcanzadas por las llamaradas. Mientras que el maquinista y su ayudante murieron al instante, totalmente calcinados.

Veinticuatro años han pasado y mucha gente platica historias colaterales en torno a esta tragedia. Desde recuerdos por lo que vivieron, hasta cómo se enteraron de lo sucedido. Algunos, que eran niños en esa época, solo recuerdan el pánico o la angustia.

El cuerpo de bomberos acudió al llamado de los vecinos con el escaso equipo que contaban, incrédulos de lo que estaba pasando. Protección Civil y elementos de la Cruz Roja se hicieron presentes ante el siniestro.

Vecinos que escucharon el ruido enseguida observaron que las ventanas de sus casas se estrellaban. El asombro y desconocimiento de lo ocurrido los hizo salir a la calle, al percatarse de lo sucedido, espantados corrieron de ahí para protegerse de las llamas y del intenso calor.

Entre el pánico y el miedo hubo personas que se salieron de sus hogares tal como estaban vestidos, descalzos abandonaron sus casas dejándolas abiertas, sin pensar en la inseguridad que se registraba por los robos domiciliarios.

Era impresionante la cantidad de gente que iba llegando al lugar del accidente, atraídos por el morbo y la curiosidad para ver de cerca el accidente, poniendo imprudentemente sus vidas en peligro.

Conforme pasaba el tiempo; el calor se empezó a intensificar, sintiéndose cada vez más en las cuadras de la periferia del accidente.

Platican que desde Altamira llegaron a vislumbrar la gran humareda y algo del fuego que se veía en lo alto.

Hubo el apoyo de elementos del Ejército Mexicano que acordonaron el área y las cuadras cercanas. Aun con todo eso, la gente sin medir consecuencias seguía llegando y muchos con niños, realmente no medían el riesgo al que se estaban exponiendo.

Poco después de la media noche el fuego se había sofocado al consumirse el combustible, mientras bomberos de Ciudad Madero y Tampico apoyaron enfriando la pipa con chorros de agua para evitar el sobrecalentamiento y evitar una segunda explosión.

Algunos recordamos ese accidente con tristeza por la mala experiencia vivida y apelamos a que nunca se vuelva a repetir.

Cronista de Municipal de Ciudad Madero

Conforme pasaba el tiempo el calor se empezó a intensificar, sintiéndose cada vez más en las cuadras de la periferia

Han pasado 24 años de aquella fatídica y recordada desdicha, cuando una pipa cargada de turbosina intentó ganarle el paso al tren en el cruce de las avenidas Tamaulipas y Monterrey, en la colonia Unidad Nacional de Ciudad Madero.

Era jueves 29 de febrero de 1996, por la tarde, cuando la imprudencia de un trailero protagonizó una de las tragedias más recordadas en la memoria colectiva de los maderenses.

El impacto del tren contra la pipa generó una estruendosa explosión que cimbró y rompió los vidrios de las ventanas de las casas cercanas al crucero.

La onda expansiva de fuego quemó los autos detenidos que esperaban el paso del ferrocarril; sus tripulantes resultaron con graves quemaduras.

Algunas personas que caminaban por el lugar fueron alcanzadas por las llamaradas. Mientras que el maquinista y su ayudante murieron al instante, totalmente calcinados.

Veinticuatro años han pasado y mucha gente platica historias colaterales en torno a esta tragedia. Desde recuerdos por lo que vivieron, hasta cómo se enteraron de lo sucedido. Algunos, que eran niños en esa época, solo recuerdan el pánico o la angustia.

El cuerpo de bomberos acudió al llamado de los vecinos con el escaso equipo que contaban, incrédulos de lo que estaba pasando. Protección Civil y elementos de la Cruz Roja se hicieron presentes ante el siniestro.

Vecinos que escucharon el ruido enseguida observaron que las ventanas de sus casas se estrellaban. El asombro y desconocimiento de lo ocurrido los hizo salir a la calle, al percatarse de lo sucedido, espantados corrieron de ahí para protegerse de las llamas y del intenso calor.

Entre el pánico y el miedo hubo personas que se salieron de sus hogares tal como estaban vestidos, descalzos abandonaron sus casas dejándolas abiertas, sin pensar en la inseguridad que se registraba por los robos domiciliarios.

Era impresionante la cantidad de gente que iba llegando al lugar del accidente, atraídos por el morbo y la curiosidad para ver de cerca el accidente, poniendo imprudentemente sus vidas en peligro.

Conforme pasaba el tiempo; el calor se empezó a intensificar, sintiéndose cada vez más en las cuadras de la periferia del accidente.

Platican que desde Altamira llegaron a vislumbrar la gran humareda y algo del fuego que se veía en lo alto.

Hubo el apoyo de elementos del Ejército Mexicano que acordonaron el área y las cuadras cercanas. Aun con todo eso, la gente sin medir consecuencias seguía llegando y muchos con niños, realmente no medían el riesgo al que se estaban exponiendo.

Poco después de la media noche el fuego se había sofocado al consumirse el combustible, mientras bomberos de Ciudad Madero y Tampico apoyaron enfriando la pipa con chorros de agua para evitar el sobrecalentamiento y evitar una segunda explosión.

Algunos recordamos ese accidente con tristeza por la mala experiencia vivida y apelamos a que nunca se vuelva a repetir.

Cronista de Municipal de Ciudad Madero

Conforme pasaba el tiempo el calor se empezó a intensificar, sintiéndose cada vez más en las cuadras de la periferia