/ domingo 11 de julio de 2021

El universo de Maxwell | Sophie Germain

A pesar de la discriminación que han sufrido durante siglos, han existido grandes mujeres que se sobrepusieron a todo tipo de adversidades y lograron dejar un legado científico. En esta ocasión comentaremos sobre la vida de una de las primeras matemáticas de la historia, quien brilló con luz propia en una época de gran esplendor de esta ciencia en Francia.

Marie Sophie Germain nació el 1 de abril de 1776, en París, en el seno de una familia burguesa. Sus padres eran de buena posición económica, y albergaban principios liberales. En su casa se realizaban reuniones donde se exponían las ideas de la Ilustración.

Al estallar la Revolución francesa –en la que su padre participó– Sophie contaba con 13 años, por lo que permaneció recluida en su casa. Es aquí, a través del estudio de la biblioteca familiar, donde empieza su formación autodidacta. Inicia con la lectura de la historia de las matemáticas y queda impactada con la narración de la muerte de Arquímedes a manos de un soldado romano durante la invasión a Siracusa.

Al principio, sus padres no vieron con buenos ojos su inclinación a la ciencia, ya que pensaban que no tenía futuro y que jamás se podría casar si continuaba con esas ideas. La castigaban, le quitaban las velas y la dejaban sin calefacción para que no pudiera estudiar por las noches. Sin embargo, Sophie se las ingeniaba para poder leer, escondía una vela y continuaba con sus estudios sobre matemáticas.

En cierta ocasión, sus padres la encontraron por la mañana dormida en su escritorio y con la tinta congelada. A pesar de su reticencia inicial, al final Sophie obtuvo el apoyo de su familia para continuar con sus estudios. El hecho de tener el soporte económico de su padre fue muy importante, ya que nunca se casó.

LE BLANC

Aunque no podía asistir a la Universidad, ya que a las mujeres no se les permitía tener educación superior, Sophie se las ingenió para participar y exponer sus trabajos. La Escuela Politécnica de París –fundada en 1792– pedía a sus alumnos que presentaran sus investigaciones al final de los cursos. A través de un amigo de la familia Sophie tenía acceso a las notas, entre ellas las del curso impartido por Joseph Louis Lagrange.

Sophie Germain envía su trabajo con el seudónimo de Antoine Auguste Le Blanc (un exalumno). Al revisarlo, Lagrange desea conocer al autor y queda sorprendido al enterarse de que es una mujer, quien ha desarrollado ese brillante análisis matemático. La felicita y la anima a continuar con sus investigaciones.

GAUSS

En los años que Sophie Germain realizó su obra se vivía una época dorada de matemáticos en Europa, con genios que hicieron contribuciones muy importantes. Uno de ellos, quizás el más grande, fue Carl Friedrich Gauss –de quien hablamos en otro artículo–, con quien tuvo contacto mediante una considerable correspondencia.

Bajo el seudónimo de Le Blanc, Sophie le enviaba los resultados de sus investigaciones en la Teoría de Números (disciplina en la que Gauss había publicado un tratado). Sin embargo, tiempo después tuvo que confesarle su identidad, debido a una situación surgida en la guerra.

En 1806 Napoleón y sus ejércitos invadieron Prusia –lugar de residencia de Gauss– por lo que Sophie, preocupada por la seguridad del genio, ya que temía que corriera la misma suerte que Arquímedes, le pidió al general Pernety, un amigo de la familia, que lo visitara en su casa de Brunswick para asegurarse de que todo estuviera bien.

El general Pernety le ordenó a un comandante que cabalgara trescientos kilómetros, hasta la casa de Gauss. Al explicarle la situación, este le contestó que le agradecía el gesto, pero que se encontraba bien y además no conocía a ninguna mujer llamada Sophie Germain. Debido a esta situación, le tuvo que explicar todo y confesar su verdadera identidad.

Gauss se asombró al conocer la verdad, pero no tenía ningún tipo de prejuicio al respecto, al contrario, le escribió una carta elogiándola y la animó a continuar con su trabajo. Continuaron con su intercambio de cartas y Gauss la recomendó incluso para un doctorado Honoris Causa.

ACADEMIA

En 1808 el ingeniero alemán Ernst Chladni expuso en París los resultados experimentales de su investigación sobre la vibración de las superficies elásticas. Esta presentación, realizada ante la élite matemática de Francia, y después repetida ante Napoleón, generó un gran interés.

La Academia de Ciencias de París ofrecía un premio al mejor trabajo en ciencias físicas y matemáticas. El tema era seleccionado por un comité de tres o cuatro científicos. En 1809 el tema propuesto fue sobre la obtención de una teoría matemática que explicara los resultados obtenidos por Chladni, y dieron dos años de plazo para desarrollarla.

Al enterarse del premio, Sophie deja de lado su trabajo en Teoría de Números y se pone a trabajar en el tema. Sus resultados fueron rechazados dos veces. Lo tuvo que enviar en 1811, en 1813, y con su memoria enviada en 1815 le fue concedido el Premio, así que en enero de 1816 obtuvo el “Grand Prix” de la Academia de Ciencias. Sin embargo, como una medida de protesta por todo el rechazo que tenía que enfrentar por su condición de ser mujer, no asistió a la ceremonia de entrega.

LEGADO

Aunque con el tiempo obtuvo el reconocimiento general, Sophie Germain enfrentó durante toda su vida los prejuicios y la discriminación hacia la mujer propias de la época. Gracias a la amistad y admiración que el matemático Jean Baptiste Joseph Fourier sentía por ella, le permitieron asistir a las reuniones de la Academia (fue la primera mujer, no esposa de un académico, que lo hizo).

Gauss la propuso para un Doctorado Honoris Causa en 1830, por la Universidad de Gotinga, pero, a pesar del prestigio del matemático, la propuesta fue rechazada. Después de la muerte de Sophie, volvió a insistir en el reconocimiento, y le fue concedido.

Marie Sophie Germain falleció el 27 de junio de 1831, en París, víctima de cáncer de mama. Sus contribuciones no se limitaron a las matemáticas, también realizó estudios en filosofía, geografía, historia y química. Algunas de sus obras fueron publicadas después de su muerte y obtuvieron la aprobación varias décadas después.

Dejemos aquí el reconocimiento a esta gran mujer, quien a pesar de no tener acceso a una educación formal, y de enfrentarse a los prejuicios y a la discriminación, logró trascender en una época de esplendor matemático.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

A pesar de la discriminación que han sufrido durante siglos, han existido grandes mujeres que se sobrepusieron a todo tipo de adversidades y lograron dejar un legado científico. En esta ocasión comentaremos sobre la vida de una de las primeras matemáticas de la historia, quien brilló con luz propia en una época de gran esplendor de esta ciencia en Francia.

Marie Sophie Germain nació el 1 de abril de 1776, en París, en el seno de una familia burguesa. Sus padres eran de buena posición económica, y albergaban principios liberales. En su casa se realizaban reuniones donde se exponían las ideas de la Ilustración.

Al estallar la Revolución francesa –en la que su padre participó– Sophie contaba con 13 años, por lo que permaneció recluida en su casa. Es aquí, a través del estudio de la biblioteca familiar, donde empieza su formación autodidacta. Inicia con la lectura de la historia de las matemáticas y queda impactada con la narración de la muerte de Arquímedes a manos de un soldado romano durante la invasión a Siracusa.

Al principio, sus padres no vieron con buenos ojos su inclinación a la ciencia, ya que pensaban que no tenía futuro y que jamás se podría casar si continuaba con esas ideas. La castigaban, le quitaban las velas y la dejaban sin calefacción para que no pudiera estudiar por las noches. Sin embargo, Sophie se las ingeniaba para poder leer, escondía una vela y continuaba con sus estudios sobre matemáticas.

En cierta ocasión, sus padres la encontraron por la mañana dormida en su escritorio y con la tinta congelada. A pesar de su reticencia inicial, al final Sophie obtuvo el apoyo de su familia para continuar con sus estudios. El hecho de tener el soporte económico de su padre fue muy importante, ya que nunca se casó.

LE BLANC

Aunque no podía asistir a la Universidad, ya que a las mujeres no se les permitía tener educación superior, Sophie se las ingenió para participar y exponer sus trabajos. La Escuela Politécnica de París –fundada en 1792– pedía a sus alumnos que presentaran sus investigaciones al final de los cursos. A través de un amigo de la familia Sophie tenía acceso a las notas, entre ellas las del curso impartido por Joseph Louis Lagrange.

Sophie Germain envía su trabajo con el seudónimo de Antoine Auguste Le Blanc (un exalumno). Al revisarlo, Lagrange desea conocer al autor y queda sorprendido al enterarse de que es una mujer, quien ha desarrollado ese brillante análisis matemático. La felicita y la anima a continuar con sus investigaciones.

GAUSS

En los años que Sophie Germain realizó su obra se vivía una época dorada de matemáticos en Europa, con genios que hicieron contribuciones muy importantes. Uno de ellos, quizás el más grande, fue Carl Friedrich Gauss –de quien hablamos en otro artículo–, con quien tuvo contacto mediante una considerable correspondencia.

Bajo el seudónimo de Le Blanc, Sophie le enviaba los resultados de sus investigaciones en la Teoría de Números (disciplina en la que Gauss había publicado un tratado). Sin embargo, tiempo después tuvo que confesarle su identidad, debido a una situación surgida en la guerra.

En 1806 Napoleón y sus ejércitos invadieron Prusia –lugar de residencia de Gauss– por lo que Sophie, preocupada por la seguridad del genio, ya que temía que corriera la misma suerte que Arquímedes, le pidió al general Pernety, un amigo de la familia, que lo visitara en su casa de Brunswick para asegurarse de que todo estuviera bien.

El general Pernety le ordenó a un comandante que cabalgara trescientos kilómetros, hasta la casa de Gauss. Al explicarle la situación, este le contestó que le agradecía el gesto, pero que se encontraba bien y además no conocía a ninguna mujer llamada Sophie Germain. Debido a esta situación, le tuvo que explicar todo y confesar su verdadera identidad.

Gauss se asombró al conocer la verdad, pero no tenía ningún tipo de prejuicio al respecto, al contrario, le escribió una carta elogiándola y la animó a continuar con su trabajo. Continuaron con su intercambio de cartas y Gauss la recomendó incluso para un doctorado Honoris Causa.

ACADEMIA

En 1808 el ingeniero alemán Ernst Chladni expuso en París los resultados experimentales de su investigación sobre la vibración de las superficies elásticas. Esta presentación, realizada ante la élite matemática de Francia, y después repetida ante Napoleón, generó un gran interés.

La Academia de Ciencias de París ofrecía un premio al mejor trabajo en ciencias físicas y matemáticas. El tema era seleccionado por un comité de tres o cuatro científicos. En 1809 el tema propuesto fue sobre la obtención de una teoría matemática que explicara los resultados obtenidos por Chladni, y dieron dos años de plazo para desarrollarla.

Al enterarse del premio, Sophie deja de lado su trabajo en Teoría de Números y se pone a trabajar en el tema. Sus resultados fueron rechazados dos veces. Lo tuvo que enviar en 1811, en 1813, y con su memoria enviada en 1815 le fue concedido el Premio, así que en enero de 1816 obtuvo el “Grand Prix” de la Academia de Ciencias. Sin embargo, como una medida de protesta por todo el rechazo que tenía que enfrentar por su condición de ser mujer, no asistió a la ceremonia de entrega.

LEGADO

Aunque con el tiempo obtuvo el reconocimiento general, Sophie Germain enfrentó durante toda su vida los prejuicios y la discriminación hacia la mujer propias de la época. Gracias a la amistad y admiración que el matemático Jean Baptiste Joseph Fourier sentía por ella, le permitieron asistir a las reuniones de la Academia (fue la primera mujer, no esposa de un académico, que lo hizo).

Gauss la propuso para un Doctorado Honoris Causa en 1830, por la Universidad de Gotinga, pero, a pesar del prestigio del matemático, la propuesta fue rechazada. Después de la muerte de Sophie, volvió a insistir en el reconocimiento, y le fue concedido.

Marie Sophie Germain falleció el 27 de junio de 1831, en París, víctima de cáncer de mama. Sus contribuciones no se limitaron a las matemáticas, también realizó estudios en filosofía, geografía, historia y química. Algunas de sus obras fueron publicadas después de su muerte y obtuvieron la aprobación varias décadas después.

Dejemos aquí el reconocimiento a esta gran mujer, quien a pesar de no tener acceso a una educación formal, y de enfrentarse a los prejuicios y a la discriminación, logró trascender en una época de esplendor matemático.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com