/ martes 15 de septiembre de 2020

Cambiavía | Benedetti: 100 años

Sus primeras obras hicieron hincapié en la vida rutinaria, el amor y la oficina. Luego habría de abordar temáticas desde una mirada individual, en la que insertó los problemas generacionales e ideológicos profundos.

Su obra y su trayectoria personal puede resumirse en una lucha permanente contra la alienación del ser humano que se refugia en la apatía ideológica y en una cierta resignación reflejada en el acontecer cotidiano. Este gran hombre cultivó todos los géneros: poesía, novela, teatro, cuento y crítica. Es considerado como una de las figuras más relevantes de la literatura uruguaya.

Ayer se cumplieron cien años de su nacimiento y esta semana habrá homenajes, memorias, reseñas, retrospectivas, festejos, en gran parte del mundo. Entre sus novelas más importantes figuran: La tregua (1960), Gracias por el fuego (1965) y El cumpleaños de Juan Ángel (1971). En cuento destacan: Montevideanos, o los cuentos fantásticos incluidos en La muerte y otras sorpresas (1968). Su obra poética refleja las circunstancias políticas y vivenciales del exilio y el regreso a su hogar: Vientos del exilio (1982), Geografías (1984) y Las soledades de Babel (1991), pero también recorre el fastidio, la rutina y el amor en Poemas de la oficina, o su Rincón de haikus, en donde manifiesta su dominio de este género poético japonés; agregue a esta lista sus Inventarios,El amor las mujeres y la vida (compilación de poemas amorosos, 1995); Corazón coraza y otros poemas (1997). También incursionó en la dramaturgia con Pedro y el capitán (1979).

Mario Benedetti apareció muy temprano en mi vida. Era un adolescente que estudiaba la licenciatura en Lenguas (Español-Inglés). Recuerdo muy bien el primero de sus trabajos literarios que leí en aquel entonces: El cumpleaños de Juan Ángel. Se trata de una novela escrita en verso, en la que Osvaldo, el protagonista, situado en su presente, analiza y describe su vida, a partir de su cumpleaños número ocho y apreciamos luego cómo se va transformando tanto física como ideológicamente. Osvaldo recorre su vida de los ocho a los 35 años: primero la infancia, rodeado de su hermana y el zapatero Baldomero y de la familia, víctima del sistema; después, ya todo un hombre de familia, oficinista y, finalmente, los dos últimos años, en donde se plantea su ingreso a una organización guerrillera y donde también habrá de cambiar su nombre por el de Juan Ángel. Aquí les comparto un breve fragmento: “…después de todo la infancia puede ser una / excelente temporada / por supuesto ahora sólo tengo una impresión / muy vagarosa de semejante privilegio / seguramente sólo lo apreciaré dentro de treinta / o de treinta y cinco años / cierta noche en que emerja de una borrachera / adulta y tartajosa / o mi tercera mujer arañe mi mejilla barbuda al / tiempo que me entere de que por fin me / ha puesto los cuernos / o un jefe convulsionado de pánico mercantil / me vocifere está despedido imbécil…”.

Me segunda lectura fue La tregua. Una novela escrita en forma de diario. Al leerla cualquiera se enamora de los personajes: Martín Santomé y Laura Avellaneda. Martín, un hombre maduro, viudo y con tres hijos se encuentra muy cerca de jubilarse. De pronto, la llegada de una nueva empleada al trabajo, habrá de transformar su vida gris y rutinaria de oficinista, esa será la tregua. Entablan amistad y luego una relación amorosa. Ese despertar provoca en Martín una nueva mirada a la vida. Un día le propone matrimonio y en su diario habrá de registrar los acontecimientos dolorosos que ocurren a continuación. Esos hechos lo harán reflexionar sobre la relación que tenía con sus hijos y de cómo el amor por Laura ayudó a afianzar sus vínculos familiares. La tregua es una historia triste triste, a no ser por la presencia de Laura. Sí, enamorarse era una desgracia para ambos y una suerte de preparación para la muerte de Martín.

La poesía es, sin duda, lo que más me ha gustado de Benedetti. Cada año procuro hacer una lectura con una selección de su obra. Cuando concluí los estudios normalistas formé un grupo de poesía coral con mis alumnos de sexto grado; en los festivales escolares presentamos “Hombre que mira la luna”, “Hombre que mira al tira que lo sigue” y la que más hondo calaba entre padres de familia, alumnos y maestros: “Hombre preso que mira a su hijo”, incluidos en el libro “Poemas de otros”, publicado en 1974.

Mucha de su poesía se ha musicalizado. Recuerdo muy bien, cuando justo yo atravesaba por la rutina y el fastidio de la oficina y pensaba en la jubilación, a la que por cierto le faltaban algunos años, que llegó a mis manos el disco “Nacha Guevara canta a Benedetti”, en el que se incluyen “Canciones de la oficina” “Versos para cantar” “Canciones de amor y desamor”. Mi poema-canción favorita era, desde luego: “Cuando te jubiles” y la muy conocida “Te quiero”. Ésta última ha sido interpretada por diversos cantantes como Tania Libertad, Coro de cámara Ars Nova, Alberto Favero.

Otro admirado y querido personaje, un ser humano excepcional, Joan Manuel Serrat, quien fue amigo cercano de Benedetti, grabó el disco “El sur también existe”, en 1985. La música fue compuesta por Serrat y las letras basadas en poemas del gran poeta. Personalmente me gusta mucho escuchar: “Hagamos un trato”, “Una mujer desnuda y en lo obscuro” y “Los formales y el frío”.

Mexicanto, grupo formado en 1985 e integrado por el cantautor David Filio y el compositor Sergio Félix, también le dieron música a uno de los poemas más emblemáticos de Benedetti: “No te salves”, incluido en el álbum “En venta”, grabado en 1987.

Estos son sólo algunos de los muchos acercamientos que a lo largo de mi vida he tenido con este enorme escritor. Para terminar, no puedo dejar de mencionar el poema que más duro me pega en el corazón: “Última noción de Laura”. A cien años de su nacimiento celebremos a Benedetti, leamos sus novelas, sus cuentos, su poesía. Escuche sus poemas leídos por el autor, vea las películas que se hicieron con dos de sus novelas, en suma, déjese mover el alma y el corazón.

Besitos a las mariposas amarillas, a las niñas azules y a mi gaviota que vuela bajo, porque abajo está la verdad.

Sus primeras obras hicieron hincapié en la vida rutinaria, el amor y la oficina. Luego habría de abordar temáticas desde una mirada individual, en la que insertó los problemas generacionales e ideológicos profundos.

Su obra y su trayectoria personal puede resumirse en una lucha permanente contra la alienación del ser humano que se refugia en la apatía ideológica y en una cierta resignación reflejada en el acontecer cotidiano. Este gran hombre cultivó todos los géneros: poesía, novela, teatro, cuento y crítica. Es considerado como una de las figuras más relevantes de la literatura uruguaya.

Ayer se cumplieron cien años de su nacimiento y esta semana habrá homenajes, memorias, reseñas, retrospectivas, festejos, en gran parte del mundo. Entre sus novelas más importantes figuran: La tregua (1960), Gracias por el fuego (1965) y El cumpleaños de Juan Ángel (1971). En cuento destacan: Montevideanos, o los cuentos fantásticos incluidos en La muerte y otras sorpresas (1968). Su obra poética refleja las circunstancias políticas y vivenciales del exilio y el regreso a su hogar: Vientos del exilio (1982), Geografías (1984) y Las soledades de Babel (1991), pero también recorre el fastidio, la rutina y el amor en Poemas de la oficina, o su Rincón de haikus, en donde manifiesta su dominio de este género poético japonés; agregue a esta lista sus Inventarios,El amor las mujeres y la vida (compilación de poemas amorosos, 1995); Corazón coraza y otros poemas (1997). También incursionó en la dramaturgia con Pedro y el capitán (1979).

Mario Benedetti apareció muy temprano en mi vida. Era un adolescente que estudiaba la licenciatura en Lenguas (Español-Inglés). Recuerdo muy bien el primero de sus trabajos literarios que leí en aquel entonces: El cumpleaños de Juan Ángel. Se trata de una novela escrita en verso, en la que Osvaldo, el protagonista, situado en su presente, analiza y describe su vida, a partir de su cumpleaños número ocho y apreciamos luego cómo se va transformando tanto física como ideológicamente. Osvaldo recorre su vida de los ocho a los 35 años: primero la infancia, rodeado de su hermana y el zapatero Baldomero y de la familia, víctima del sistema; después, ya todo un hombre de familia, oficinista y, finalmente, los dos últimos años, en donde se plantea su ingreso a una organización guerrillera y donde también habrá de cambiar su nombre por el de Juan Ángel. Aquí les comparto un breve fragmento: “…después de todo la infancia puede ser una / excelente temporada / por supuesto ahora sólo tengo una impresión / muy vagarosa de semejante privilegio / seguramente sólo lo apreciaré dentro de treinta / o de treinta y cinco años / cierta noche en que emerja de una borrachera / adulta y tartajosa / o mi tercera mujer arañe mi mejilla barbuda al / tiempo que me entere de que por fin me / ha puesto los cuernos / o un jefe convulsionado de pánico mercantil / me vocifere está despedido imbécil…”.

Me segunda lectura fue La tregua. Una novela escrita en forma de diario. Al leerla cualquiera se enamora de los personajes: Martín Santomé y Laura Avellaneda. Martín, un hombre maduro, viudo y con tres hijos se encuentra muy cerca de jubilarse. De pronto, la llegada de una nueva empleada al trabajo, habrá de transformar su vida gris y rutinaria de oficinista, esa será la tregua. Entablan amistad y luego una relación amorosa. Ese despertar provoca en Martín una nueva mirada a la vida. Un día le propone matrimonio y en su diario habrá de registrar los acontecimientos dolorosos que ocurren a continuación. Esos hechos lo harán reflexionar sobre la relación que tenía con sus hijos y de cómo el amor por Laura ayudó a afianzar sus vínculos familiares. La tregua es una historia triste triste, a no ser por la presencia de Laura. Sí, enamorarse era una desgracia para ambos y una suerte de preparación para la muerte de Martín.

La poesía es, sin duda, lo que más me ha gustado de Benedetti. Cada año procuro hacer una lectura con una selección de su obra. Cuando concluí los estudios normalistas formé un grupo de poesía coral con mis alumnos de sexto grado; en los festivales escolares presentamos “Hombre que mira la luna”, “Hombre que mira al tira que lo sigue” y la que más hondo calaba entre padres de familia, alumnos y maestros: “Hombre preso que mira a su hijo”, incluidos en el libro “Poemas de otros”, publicado en 1974.

Mucha de su poesía se ha musicalizado. Recuerdo muy bien, cuando justo yo atravesaba por la rutina y el fastidio de la oficina y pensaba en la jubilación, a la que por cierto le faltaban algunos años, que llegó a mis manos el disco “Nacha Guevara canta a Benedetti”, en el que se incluyen “Canciones de la oficina” “Versos para cantar” “Canciones de amor y desamor”. Mi poema-canción favorita era, desde luego: “Cuando te jubiles” y la muy conocida “Te quiero”. Ésta última ha sido interpretada por diversos cantantes como Tania Libertad, Coro de cámara Ars Nova, Alberto Favero.

Otro admirado y querido personaje, un ser humano excepcional, Joan Manuel Serrat, quien fue amigo cercano de Benedetti, grabó el disco “El sur también existe”, en 1985. La música fue compuesta por Serrat y las letras basadas en poemas del gran poeta. Personalmente me gusta mucho escuchar: “Hagamos un trato”, “Una mujer desnuda y en lo obscuro” y “Los formales y el frío”.

Mexicanto, grupo formado en 1985 e integrado por el cantautor David Filio y el compositor Sergio Félix, también le dieron música a uno de los poemas más emblemáticos de Benedetti: “No te salves”, incluido en el álbum “En venta”, grabado en 1987.

Estos son sólo algunos de los muchos acercamientos que a lo largo de mi vida he tenido con este enorme escritor. Para terminar, no puedo dejar de mencionar el poema que más duro me pega en el corazón: “Última noción de Laura”. A cien años de su nacimiento celebremos a Benedetti, leamos sus novelas, sus cuentos, su poesía. Escuche sus poemas leídos por el autor, vea las películas que se hicieron con dos de sus novelas, en suma, déjese mover el alma y el corazón.

Besitos a las mariposas amarillas, a las niñas azules y a mi gaviota que vuela bajo, porque abajo está la verdad.