/ martes 25 de agosto de 2020

Cambiavía | El hombre de las mil vidas

Novelista, cuentista, poeta, músico de jazz (trompeta), dramaturgo, periodista, traductor, ingeniero y, especialista en ser muchos (como lo hizo en su tiempo el gran Fernando Pessoa); este personaje firmó como Vernon Sullivan, Navis Orbi, Brisavion, Boriso Viana, Baron Visi, cerca de treinta y siete identidades y una vida muy corta, 39 años. En este año celebramos el centenario de su natalicio, del hombre de las mil vidas, mejor conocido como Boris Vian.

Nació un 10 de marzo de 1920 en Ville-d’Avray (Francia), en un entorno de una familia que, si bien no era rica, tampoco padecían la pobreza, pues vivían de sus rentas. Sin embargo, con la crisis del 29 la economía familiar se derrumbó. Su padre era traductor de inglés y alemán; su madre tocaba el piano y el arpa, talentos que el hijo habría de transformar en las diversas esferas artísticas en las que se desarrolló.

A los doce años de edad dos sucesos lo marcan para siempre: sufre fiebre reumática y fiebre tifoidea, enfermedades que a la larga habrían de minar su salud. A los veinte, forma con sus hermanos una orquesta de jazz, toca la trompeta y amenizan las noches en un bar de París.

En 1941 se casa con Michelle Léglise-Vian. Con ella tuvo dos hijos: Patrick y Carole. Años después contrajo matrimonio con Úrsula Kübler y posteriormente vivió con Hildegard Knef. En 1942 se recibe de ingeniero, pero habría de abandonar la carrera; como si Boris presagiara que la muerte vendría muy pronto se dedicó incansablemente a la escritura, de esa manera pergeñó: doce novelas y cuatro obras de teatro. Con apenas 23 años, Jean Paul Sartre lo invita a escribir en “Les Temps Modernes”, ahí se publicaron crónicas, críticas sociales, cuentos. En el periódico “Combat”, de Albert Camus, escribe críticas de jazz.

A los veintiséis años da vida a un notable experimento: publica la novela policial “Escupiré sobre sus tumbas”, ¿el autor? Un tal Vernon Sullivan, supuesto escritor norteamericano; ¿el traductor? Boris Vian. La publicación fue, como él lo suponía, un “escándalo” pues “su contenido de violencia y sexo es intolerable”. La multa ascendió a 100 mil francos por “ultraje a las buenas costumbres”. La novela destaca por el ritmo narrativo y el manejo del suspenso, muy similar al de Raymond Chandler.

El escándalo no lo detiene, por el contrario, lo impulsa a seguir escribiendo y así, publica: “A tiro limpio”, “Todos los muertos tienen la misma piel”, “Que se mueran los feos”, “Con las mujeres no hay manera”, “El arrancacorazones” y “La hierba roja”, una especie de sátira hacia el psicoanálisis y el existencialismo; en la historia, Wolf construye una máquina liberadora de terrores y obsesiones, lo que acabará por matarlo.

Según mi opinión, lo mejor de su narrativa se encuentra en: “La hierba roja”, “El arrancacorazones” y “La espuma de los días”; en esta última, los temas fundamentales de la literatura: el amor, la muerte, el destino, son tratados con una belleza original y un lenguaje novedoso. Agregue a esto, que Boris juró haberla escrito en 48 horas, una de sus tantas mitomanías.

Boris Vian vendió los derechos de la novela “Escupiré sobre sus tumbas” para su versión en cine. A él le fue encargado la elaboración del guion, sin embargo, las pugnas constantes con la empresa productora y con el director, lo dejaron fuera del proyecto.

El 23 de junio de 1959 se llevó a cabo el preestreno de la película en la sala Le Petit Marbeuf. Boris Vian asistió de incógnito. Al encenderse las luces fue hallado muerto en su butaca.

Para acercarse a su literatura les recomiendo “El lobo-hombre”, trece historias extrañas, absurdas, grotescas, perturbadoras, escritas entre 1945 y 1952. En el cuento que da título a la obra, se invierte la conocida leyenda del hombre-lobo: un lobo que amuebla su cueva con restos de accidentes de carretera sufre la mordida de un hombre-lobo que lo transforma en lobo-hombre. El grupo de rock La unión escribió un sencillo llamado “Lobo hombre en París”, basado en esa historia. Yo conocí la obra de Boris Vian a inicios de este siglo, si usted, amable lector, no lo ha leído, le invito a que ingrese a su universo literario, al de la novela negra con una marcada influencia norteamericana, pero con un estilo propio, marcado por su desobediencia y por la renovación del lenguaje, una lectura apasionante y vertiginosa.

Boris Vian

“La vida es como un diente

al principio no piensas en él

te has contentado con masticar

y luego, con frecuencia, se echa a perder

te duele, y te importa

y te lo curan, y los problemas

y para que estés realmente curado

tienes que arrancarte la vida”.

Novelista, cuentista, poeta, músico de jazz (trompeta), dramaturgo, periodista, traductor, ingeniero y, especialista en ser muchos (como lo hizo en su tiempo el gran Fernando Pessoa); este personaje firmó como Vernon Sullivan, Navis Orbi, Brisavion, Boriso Viana, Baron Visi, cerca de treinta y siete identidades y una vida muy corta, 39 años. En este año celebramos el centenario de su natalicio, del hombre de las mil vidas, mejor conocido como Boris Vian.

Nació un 10 de marzo de 1920 en Ville-d’Avray (Francia), en un entorno de una familia que, si bien no era rica, tampoco padecían la pobreza, pues vivían de sus rentas. Sin embargo, con la crisis del 29 la economía familiar se derrumbó. Su padre era traductor de inglés y alemán; su madre tocaba el piano y el arpa, talentos que el hijo habría de transformar en las diversas esferas artísticas en las que se desarrolló.

A los doce años de edad dos sucesos lo marcan para siempre: sufre fiebre reumática y fiebre tifoidea, enfermedades que a la larga habrían de minar su salud. A los veinte, forma con sus hermanos una orquesta de jazz, toca la trompeta y amenizan las noches en un bar de París.

En 1941 se casa con Michelle Léglise-Vian. Con ella tuvo dos hijos: Patrick y Carole. Años después contrajo matrimonio con Úrsula Kübler y posteriormente vivió con Hildegard Knef. En 1942 se recibe de ingeniero, pero habría de abandonar la carrera; como si Boris presagiara que la muerte vendría muy pronto se dedicó incansablemente a la escritura, de esa manera pergeñó: doce novelas y cuatro obras de teatro. Con apenas 23 años, Jean Paul Sartre lo invita a escribir en “Les Temps Modernes”, ahí se publicaron crónicas, críticas sociales, cuentos. En el periódico “Combat”, de Albert Camus, escribe críticas de jazz.

A los veintiséis años da vida a un notable experimento: publica la novela policial “Escupiré sobre sus tumbas”, ¿el autor? Un tal Vernon Sullivan, supuesto escritor norteamericano; ¿el traductor? Boris Vian. La publicación fue, como él lo suponía, un “escándalo” pues “su contenido de violencia y sexo es intolerable”. La multa ascendió a 100 mil francos por “ultraje a las buenas costumbres”. La novela destaca por el ritmo narrativo y el manejo del suspenso, muy similar al de Raymond Chandler.

El escándalo no lo detiene, por el contrario, lo impulsa a seguir escribiendo y así, publica: “A tiro limpio”, “Todos los muertos tienen la misma piel”, “Que se mueran los feos”, “Con las mujeres no hay manera”, “El arrancacorazones” y “La hierba roja”, una especie de sátira hacia el psicoanálisis y el existencialismo; en la historia, Wolf construye una máquina liberadora de terrores y obsesiones, lo que acabará por matarlo.

Según mi opinión, lo mejor de su narrativa se encuentra en: “La hierba roja”, “El arrancacorazones” y “La espuma de los días”; en esta última, los temas fundamentales de la literatura: el amor, la muerte, el destino, son tratados con una belleza original y un lenguaje novedoso. Agregue a esto, que Boris juró haberla escrito en 48 horas, una de sus tantas mitomanías.

Boris Vian vendió los derechos de la novela “Escupiré sobre sus tumbas” para su versión en cine. A él le fue encargado la elaboración del guion, sin embargo, las pugnas constantes con la empresa productora y con el director, lo dejaron fuera del proyecto.

El 23 de junio de 1959 se llevó a cabo el preestreno de la película en la sala Le Petit Marbeuf. Boris Vian asistió de incógnito. Al encenderse las luces fue hallado muerto en su butaca.

Para acercarse a su literatura les recomiendo “El lobo-hombre”, trece historias extrañas, absurdas, grotescas, perturbadoras, escritas entre 1945 y 1952. En el cuento que da título a la obra, se invierte la conocida leyenda del hombre-lobo: un lobo que amuebla su cueva con restos de accidentes de carretera sufre la mordida de un hombre-lobo que lo transforma en lobo-hombre. El grupo de rock La unión escribió un sencillo llamado “Lobo hombre en París”, basado en esa historia. Yo conocí la obra de Boris Vian a inicios de este siglo, si usted, amable lector, no lo ha leído, le invito a que ingrese a su universo literario, al de la novela negra con una marcada influencia norteamericana, pero con un estilo propio, marcado por su desobediencia y por la renovación del lenguaje, una lectura apasionante y vertiginosa.

Boris Vian

“La vida es como un diente

al principio no piensas en él

te has contentado con masticar

y luego, con frecuencia, se echa a perder

te duele, y te importa

y te lo curan, y los problemas

y para que estés realmente curado

tienes que arrancarte la vida”.