/ sábado 17 de noviembre de 2018

Cuando nos fijemos objetivos valiosos desaparecerán las tinieblas de nuestro espíritu

Hemos tenido por costumbre contemplar con envidia a los buenos jugadores de otros países, agigantando con eso nuestras carencias y acudimos al cielo para que nos solucione el problema, o sea que estamos a la espera de un milagro sin hacer nada por ello.

La Femexfut gasta un dineral en la contratación de un entrenador que, cual mago, se saque buenos jugadores de la chistera, cuando lo que hará es trabajar con aquellos que ya están formados. Si el compromiso se estableciera a ocho años presentando buenos resultados, es probable que, a través de nuestro representativo, los entrenadores locales imiten el trabajo realizado con la selección y, encontremos en ello un avance.

Pero, no sería mejor que así como se invierte en un director técnico caro para que se haga cargo de nuestra selección, cada club contrate formadores de jugadores, a los que se les pague bien para que realicen un buen trabajo en fuerzas básicas. Eso sí elevaría el nivel de juego de nuestro futbol. Otro compromiso a cumplir sería invertir en un buen roce de nuestros equipos con los equipos del primer mundo, cumpliendo el compromiso con nuestra zona, Concacaf, que bien podía ser atendida por los equipos de media tabla, buscando que los otros atiendan competencias de mayor peso, como lo son la Copa Libertadores, la Copa Sudamericana y el Mundial de Clubes y para nuestra selección, la Copa América.

Pero por lo pronto, nuestro Tri ha de cumplir con el compromiso de enfrentar a Argentina, allá en la lejana Córdoba, en el estadio que lleva el nombre del hijo consentido de la ciudad, Alberto Mario Kempes "El Matador”. Con una formación inédita, que es el verdadero propósito de estos juegos de preparación, conceder oportunidad a los nuevos valores con la finalidad de que se vayan acostumbrando a la intensidad de los juegos internacionales. Y apenas había iniciado el juego, cuando Raúl Jiménez se adelanta a los defensas argentinos, para asestar un fuerte cabezazo que se fue apenas arriba del arco defendido por Marchesín, dueño ahora de la puerta albiceleste y, no acabábamos de reponernos de tal acción, cuando en jugada similar, pero ahora por tierra, Marchesín repite atajando el disparo de Pulido, acciones estas que nos brindan razones para que nuestro optimismo se eleve.

El juego continúa como lo habíamos previsto, Argentina contando con la posesión del balón y México replegado cazando la oportunidad de armar contragolpes, siempre con el cuidado de no largar por largar, intentando darle circulación a la pelota, pero terminando siempre con el largo pase hacia atrás con Araujo y Reyes, sólo para conservar la posesión. El tiempo corre y es ya un mérito el que Argentina no haya creado una sola de sus conocidas penetraciones hasta que ya avanzado el primer tiempo, Ochoa rechaza un remate en corto y de inmediato se levanta para detener en segunda ocasión.

Nuevamente se hace ver Ochoa, deteniendo un remate a bocajarro, mientras que México, en un buen contraataque conducido por Raúl Jiménez, quien llegando al área rival toca de tres dedos para Layún, que llegaba por el otro lado, quien ya para golpear el balón, es despojado por un defensor en una excelente y oportuna barrida. Y por fin, en un faul inexistente marcado a Pulido muy fuera del área mexicana, nuestra defensa ha vuelto a ser sorprendida por el balón quieto. Argentina cobra frontalmente en el momento que nuestros defensas pierden de vista el balón, para que Ramiro Funes Mori salte y venza a Ochoa, que no tuvo nada que hacer. Termina así el juego, dejándonos ver un progreso contra el mismo error de siempre.

Para la segunda parte nada cambió, la falta de creatividad en este juego es justificada por la ausencia de los jugadores creativos de ambos conjuntos, así podemos decir que el tedio ha sido el máximo componente de este juego, en donde la brillantez estuvo ausente. En la primera mitad de esta segunda parte, la posesión pasó a ser del equipo mexicano, que sin embargo no pudo aprovechar debido a la falta de un verdadero organizador, que no se encontraba ni en el campo ni en la banca. Vaya, ni siquiera el nerviosismo sufrido con las grandes bloqueadas de Memo Ochoa se repitieron en esta segunda parte, pues los argentinos, cojeando de la misma pata que México, no tuvo argumentos para realizar un mejor juego.

Dybala fue removido y con él se fue la esperanza de ver algo mejor. Ambos equipos realizaron sus seis cambios y, a petición de los entrenadores, se les autorizó uno más debido a que Layún y Araujo salieron lastimados. Precisamente, Brizuela, que recién había entrado por Layún, demostró que no es defensa cuando no supo resolver un centro fuerte frente a su portería, incrustando el balón para el dos a cero y sentenciar el juego. El juego nos dijo que ni Pulido ni Fabián están para esto y que Güémez sí.

Hasta pronto amigo.

Hemos tenido por costumbre contemplar con envidia a los buenos jugadores de otros países, agigantando con eso nuestras carencias y acudimos al cielo para que nos solucione el problema, o sea que estamos a la espera de un milagro sin hacer nada por ello.

La Femexfut gasta un dineral en la contratación de un entrenador que, cual mago, se saque buenos jugadores de la chistera, cuando lo que hará es trabajar con aquellos que ya están formados. Si el compromiso se estableciera a ocho años presentando buenos resultados, es probable que, a través de nuestro representativo, los entrenadores locales imiten el trabajo realizado con la selección y, encontremos en ello un avance.

Pero, no sería mejor que así como se invierte en un director técnico caro para que se haga cargo de nuestra selección, cada club contrate formadores de jugadores, a los que se les pague bien para que realicen un buen trabajo en fuerzas básicas. Eso sí elevaría el nivel de juego de nuestro futbol. Otro compromiso a cumplir sería invertir en un buen roce de nuestros equipos con los equipos del primer mundo, cumpliendo el compromiso con nuestra zona, Concacaf, que bien podía ser atendida por los equipos de media tabla, buscando que los otros atiendan competencias de mayor peso, como lo son la Copa Libertadores, la Copa Sudamericana y el Mundial de Clubes y para nuestra selección, la Copa América.

Pero por lo pronto, nuestro Tri ha de cumplir con el compromiso de enfrentar a Argentina, allá en la lejana Córdoba, en el estadio que lleva el nombre del hijo consentido de la ciudad, Alberto Mario Kempes "El Matador”. Con una formación inédita, que es el verdadero propósito de estos juegos de preparación, conceder oportunidad a los nuevos valores con la finalidad de que se vayan acostumbrando a la intensidad de los juegos internacionales. Y apenas había iniciado el juego, cuando Raúl Jiménez se adelanta a los defensas argentinos, para asestar un fuerte cabezazo que se fue apenas arriba del arco defendido por Marchesín, dueño ahora de la puerta albiceleste y, no acabábamos de reponernos de tal acción, cuando en jugada similar, pero ahora por tierra, Marchesín repite atajando el disparo de Pulido, acciones estas que nos brindan razones para que nuestro optimismo se eleve.

El juego continúa como lo habíamos previsto, Argentina contando con la posesión del balón y México replegado cazando la oportunidad de armar contragolpes, siempre con el cuidado de no largar por largar, intentando darle circulación a la pelota, pero terminando siempre con el largo pase hacia atrás con Araujo y Reyes, sólo para conservar la posesión. El tiempo corre y es ya un mérito el que Argentina no haya creado una sola de sus conocidas penetraciones hasta que ya avanzado el primer tiempo, Ochoa rechaza un remate en corto y de inmediato se levanta para detener en segunda ocasión.

Nuevamente se hace ver Ochoa, deteniendo un remate a bocajarro, mientras que México, en un buen contraataque conducido por Raúl Jiménez, quien llegando al área rival toca de tres dedos para Layún, que llegaba por el otro lado, quien ya para golpear el balón, es despojado por un defensor en una excelente y oportuna barrida. Y por fin, en un faul inexistente marcado a Pulido muy fuera del área mexicana, nuestra defensa ha vuelto a ser sorprendida por el balón quieto. Argentina cobra frontalmente en el momento que nuestros defensas pierden de vista el balón, para que Ramiro Funes Mori salte y venza a Ochoa, que no tuvo nada que hacer. Termina así el juego, dejándonos ver un progreso contra el mismo error de siempre.

Para la segunda parte nada cambió, la falta de creatividad en este juego es justificada por la ausencia de los jugadores creativos de ambos conjuntos, así podemos decir que el tedio ha sido el máximo componente de este juego, en donde la brillantez estuvo ausente. En la primera mitad de esta segunda parte, la posesión pasó a ser del equipo mexicano, que sin embargo no pudo aprovechar debido a la falta de un verdadero organizador, que no se encontraba ni en el campo ni en la banca. Vaya, ni siquiera el nerviosismo sufrido con las grandes bloqueadas de Memo Ochoa se repitieron en esta segunda parte, pues los argentinos, cojeando de la misma pata que México, no tuvo argumentos para realizar un mejor juego.

Dybala fue removido y con él se fue la esperanza de ver algo mejor. Ambos equipos realizaron sus seis cambios y, a petición de los entrenadores, se les autorizó uno más debido a que Layún y Araujo salieron lastimados. Precisamente, Brizuela, que recién había entrado por Layún, demostró que no es defensa cuando no supo resolver un centro fuerte frente a su portería, incrustando el balón para el dos a cero y sentenciar el juego. El juego nos dijo que ni Pulido ni Fabián están para esto y que Güémez sí.

Hasta pronto amigo.