/ miércoles 15 de agosto de 2018

El manto de la buena suerte

Andrés Manuel López Obrador, Presidente Electo de México, insiste, persiste...

Sigue aferrado a la decisión de no designar o contratar a un grupo de élite, militar o no, que lo resguarde de cualquier agresión que ponga en peligro su vida, quién sabe si como parte de su plan de austeridad económica o como una manera de demostrar “que el pueblo lo quiere mucho”.

Una veintena de profesionistas de probada lealtad al hombre de Macuspana, serán sus guardias personales, gente no preparada en cuestiones de defensa personal o combate armado, que se supone de ninguna manera garantizan su seguridad física.

AMLO quedará expuesto a la ira de cualquier exaltado, que bien pudiera ser un desequilibrado mental, una airada víctima del crimen organizado o simplemente, alguien molesto porque no ganó su candidato.

En definitiva, la lógica sugiere, -obliga- que el dirigente de un país -especialmente como México- debe ser objeto de total protección dada la enorme responsabilidad que sobre sus hombros descansa y un accidente que le pudiera pasar, afectaría a millones de personas y al destino de la Patria que representa.

Estoy seguro que ningún mexicano normal desea algún mal para el nuevo Presidente, nadie en sus cabales atentaría contra él, pero en la alta política los peligros van más allá de las fronteras, traspasan los límites de las naciones y sobran los mercenarios que se venden por precios muy altos.

Y además, están los desquiciados, como aquel estúpido y maldito criminal que se creía encarnación de un guerrero azteca y que, adoctrinado por una red de intereses políticos y económicos, asesinó cobardemente a Luis Donaldo Colosio en el Barrio de Lomas Taurinas en Tijuana, Baja California.

Desde César en la antigua Roma, hasta Abraham Lincoln y John Kennedy en Estados Unidos, decenas de grandes líderes en todo el mundo han sido objeto de atentados, unos fatales, otros no, lo que nos enseña que nadie está exento de ser objeto de una agresión malévola, porque ni siquiera el Papa se ha salvado de ello.

Andrés Manuel López Obrador es sin duda alguna un hombre fuera de serie, casi idolatrado por sus seguidores, carismático y hombre de paz, ojalá y dé marcha atrás en la decisión de no contar con escoltas entrenados, profesionales de las materia, que lo cuiden, porque nada en ese sentido está por demás.

Si algo le pasara al nuevo Presidente de México, todo el país sería un caos, se convertiría en una olla de disturbios, atizada por los lobos del dinero y de la política, ansiosos de recuperar lo que ya consideran perdido.

Ojalá y de alguna otra dimensión al nuevo líder mexicano le lleguen otro tipo de protecciones, espirituales o divinas, porque con esos veinte, andará muy expuesto físicamente.

Por mi parte, mis más altos deseos son de que a Andrés Manuel López Obrador lo cubra siempre el manto de la buena suerte.

P.D.- Cuidar al Presidente, es cuidar el País, que no se olvide.

e-mail: armando_juarezbecerra@ hotmail.com

Andrés Manuel López Obrador, Presidente Electo de México, insiste, persiste...

Sigue aferrado a la decisión de no designar o contratar a un grupo de élite, militar o no, que lo resguarde de cualquier agresión que ponga en peligro su vida, quién sabe si como parte de su plan de austeridad económica o como una manera de demostrar “que el pueblo lo quiere mucho”.

Una veintena de profesionistas de probada lealtad al hombre de Macuspana, serán sus guardias personales, gente no preparada en cuestiones de defensa personal o combate armado, que se supone de ninguna manera garantizan su seguridad física.

AMLO quedará expuesto a la ira de cualquier exaltado, que bien pudiera ser un desequilibrado mental, una airada víctima del crimen organizado o simplemente, alguien molesto porque no ganó su candidato.

En definitiva, la lógica sugiere, -obliga- que el dirigente de un país -especialmente como México- debe ser objeto de total protección dada la enorme responsabilidad que sobre sus hombros descansa y un accidente que le pudiera pasar, afectaría a millones de personas y al destino de la Patria que representa.

Estoy seguro que ningún mexicano normal desea algún mal para el nuevo Presidente, nadie en sus cabales atentaría contra él, pero en la alta política los peligros van más allá de las fronteras, traspasan los límites de las naciones y sobran los mercenarios que se venden por precios muy altos.

Y además, están los desquiciados, como aquel estúpido y maldito criminal que se creía encarnación de un guerrero azteca y que, adoctrinado por una red de intereses políticos y económicos, asesinó cobardemente a Luis Donaldo Colosio en el Barrio de Lomas Taurinas en Tijuana, Baja California.

Desde César en la antigua Roma, hasta Abraham Lincoln y John Kennedy en Estados Unidos, decenas de grandes líderes en todo el mundo han sido objeto de atentados, unos fatales, otros no, lo que nos enseña que nadie está exento de ser objeto de una agresión malévola, porque ni siquiera el Papa se ha salvado de ello.

Andrés Manuel López Obrador es sin duda alguna un hombre fuera de serie, casi idolatrado por sus seguidores, carismático y hombre de paz, ojalá y dé marcha atrás en la decisión de no contar con escoltas entrenados, profesionales de las materia, que lo cuiden, porque nada en ese sentido está por demás.

Si algo le pasara al nuevo Presidente de México, todo el país sería un caos, se convertiría en una olla de disturbios, atizada por los lobos del dinero y de la política, ansiosos de recuperar lo que ya consideran perdido.

Ojalá y de alguna otra dimensión al nuevo líder mexicano le lleguen otro tipo de protecciones, espirituales o divinas, porque con esos veinte, andará muy expuesto físicamente.

Por mi parte, mis más altos deseos son de que a Andrés Manuel López Obrador lo cubra siempre el manto de la buena suerte.

P.D.- Cuidar al Presidente, es cuidar el País, que no se olvide.

e-mail: armando_juarezbecerra@ hotmail.com