/ lunes 16 de octubre de 2023

El Telar | Posdata

El día de ayer, como cada 15 de octubre, celebramos el Día de las Mujeres Rurales, cuyo objetivo es reconocer el papel decisivo y fundamental de las mujeres en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. El lema para este año, "Las mujeres rurales cultivan alimentos de calidad para todas las personas", pretende poner en relieve que, desde la producción de cultivos hasta el procesamiento, la preparación y la distribución de alimentos, su trabajo ya sea remunerado o no, siempre beneficia a sus familias, a sus comunidades y al mundo entero.

Por eso es que como señaló acertadamente António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, el empoderamiento de las mujeres y las niñas rurales es esencial para construir un futuro próspero, equitativo y pacífico. Es necesario para lograr la igualdad entre los géneros, garantizar un trabajo decente para todas y todos, así como para erradicar la pobreza y el hambre.

Para transformar radicalmente la realidad de las mujeres rurales, es necesario invertir en infraestructura, servicios y protección social, pues no podemos pasar por alto que ellas son objeto de una triple discriminación: por ser mujeres, por ser pobres y por ser indígenas. Lo cual, exige el impulso de una estrategia integral que permita combatir las muchas desigualdades y violencias de las que son objeto.

De acuerdo al Instituto Nacional de las Mujeres, las mujeres que habitan en las localidades rurales realizan trabajos para el sistema productivo y económico: cultivan la tierra, crían animales de engorda, pescan, procesan y distribuyen diversos productos en el mercado, y no todas ellas reciben ingresos por este trabajo, ya que es considerado como ayuda familiar no remunerada. Adicionalmente, llevan a cabo el trabajo doméstico del hogar, trabajos de cuidado para niños, personas mayores, enfermas y en situación de discapacidad, así como diversas labores comunitarias, actividades que tampoco son remuneradas y que les exige una triple jornada.

En nuestro país hay 64.5 millones de mujeres, 21.1% habitan en localidades rurales (14.7 millones que representan 11.7% de la población total del país). Además, de los 11.4 millones de hogares que son jefaturados o encabezados por una mujer en el país 16.2% se ubica en una zona rural.

Es fundamental, asumir la deuda histórica que el Estado y la sociedad tenemos con las mujeres, las adolescentes y las niñas rurales. La cual debemos de saldar de manera urgente, comprometida y solidaria. Son muchas las áreas en donde debemos trabajar incansablemente hasta lograr su empoderamiento, lo cual implica entre otros aspectos, posibilitarles mediante acciones afirmativas el ejercicio efectivo de todos sus derechos y el disfrute de todos los beneficios.

Para decirlo de manera más concreta, tenemos que entender que el acceso al agua, a la justicia, a los créditos, a la educación, a la salud y a la alimentación es más limitado que el de los hombres. Tienen una menor movilidad, mayores roles y estereotipos impuestos, y sufren en mayor medida discriminación y son objeto de las formas más crueles de violencia.

La gestión del agua, la procuración e impartición de justicia, el derecho a la propiedad privada, a un salario bien remunerado y a un trabajo digno, el acceso a los servicios de salud, la permanencia en las aulas, y todas y cada una de las oportunidades y acciones que les permita una mejor calidad de vida y desarrollo, deben instrumentarse con perspectiva de género, de interseccionalidad, de interculturalidad y de derechos humanos, para no hacer más grande y más honda las brecha de la desigualdad. De lo contrario, las acciones públicas una y otra vez conculcarán sus derechos, socavarán sus libertades, las revictimizarán y por acción u omisión darán paso a la violencia institucional en contra de ellas.

En esta fecha honro la existencia de las mujeres rurales de todas las edades, de Tamaulipas y México; celebro su día y reafirmo mi compromiso con ellas. Trabajaré siempre desde mi trinchera por la reivindicación y resarcimiento de todos y cada uno de sus derechos.

P.D. Me pregunto, si el Tribunal Superior Agrario cuando decidió trasladar el Tribunal Unitario ubicado en Tampico, Tamaulipas desde el año de 2007, a Cd. VALLES, San Luis Potosí, pensó en las mujeres rurales. Estoy segura de que no; nunca previó que el hecho de trasladarse por caminos altamente inseguros las coloca en una vulnerabilidad extrema. ¿Cómo ejercer su derecho a la propiedad privada y a la tierra, si para ello hay que sortear primero un capricho institucional? Es lamentable, la magistrada presidenta tiene mucho por reflexionar y mucho por reparar.

  • blancanarro.telar@gmail.com


El día de ayer, como cada 15 de octubre, celebramos el Día de las Mujeres Rurales, cuyo objetivo es reconocer el papel decisivo y fundamental de las mujeres en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. El lema para este año, "Las mujeres rurales cultivan alimentos de calidad para todas las personas", pretende poner en relieve que, desde la producción de cultivos hasta el procesamiento, la preparación y la distribución de alimentos, su trabajo ya sea remunerado o no, siempre beneficia a sus familias, a sus comunidades y al mundo entero.

Por eso es que como señaló acertadamente António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, el empoderamiento de las mujeres y las niñas rurales es esencial para construir un futuro próspero, equitativo y pacífico. Es necesario para lograr la igualdad entre los géneros, garantizar un trabajo decente para todas y todos, así como para erradicar la pobreza y el hambre.

Para transformar radicalmente la realidad de las mujeres rurales, es necesario invertir en infraestructura, servicios y protección social, pues no podemos pasar por alto que ellas son objeto de una triple discriminación: por ser mujeres, por ser pobres y por ser indígenas. Lo cual, exige el impulso de una estrategia integral que permita combatir las muchas desigualdades y violencias de las que son objeto.

De acuerdo al Instituto Nacional de las Mujeres, las mujeres que habitan en las localidades rurales realizan trabajos para el sistema productivo y económico: cultivan la tierra, crían animales de engorda, pescan, procesan y distribuyen diversos productos en el mercado, y no todas ellas reciben ingresos por este trabajo, ya que es considerado como ayuda familiar no remunerada. Adicionalmente, llevan a cabo el trabajo doméstico del hogar, trabajos de cuidado para niños, personas mayores, enfermas y en situación de discapacidad, así como diversas labores comunitarias, actividades que tampoco son remuneradas y que les exige una triple jornada.

En nuestro país hay 64.5 millones de mujeres, 21.1% habitan en localidades rurales (14.7 millones que representan 11.7% de la población total del país). Además, de los 11.4 millones de hogares que son jefaturados o encabezados por una mujer en el país 16.2% se ubica en una zona rural.

Es fundamental, asumir la deuda histórica que el Estado y la sociedad tenemos con las mujeres, las adolescentes y las niñas rurales. La cual debemos de saldar de manera urgente, comprometida y solidaria. Son muchas las áreas en donde debemos trabajar incansablemente hasta lograr su empoderamiento, lo cual implica entre otros aspectos, posibilitarles mediante acciones afirmativas el ejercicio efectivo de todos sus derechos y el disfrute de todos los beneficios.

Para decirlo de manera más concreta, tenemos que entender que el acceso al agua, a la justicia, a los créditos, a la educación, a la salud y a la alimentación es más limitado que el de los hombres. Tienen una menor movilidad, mayores roles y estereotipos impuestos, y sufren en mayor medida discriminación y son objeto de las formas más crueles de violencia.

La gestión del agua, la procuración e impartición de justicia, el derecho a la propiedad privada, a un salario bien remunerado y a un trabajo digno, el acceso a los servicios de salud, la permanencia en las aulas, y todas y cada una de las oportunidades y acciones que les permita una mejor calidad de vida y desarrollo, deben instrumentarse con perspectiva de género, de interseccionalidad, de interculturalidad y de derechos humanos, para no hacer más grande y más honda las brecha de la desigualdad. De lo contrario, las acciones públicas una y otra vez conculcarán sus derechos, socavarán sus libertades, las revictimizarán y por acción u omisión darán paso a la violencia institucional en contra de ellas.

En esta fecha honro la existencia de las mujeres rurales de todas las edades, de Tamaulipas y México; celebro su día y reafirmo mi compromiso con ellas. Trabajaré siempre desde mi trinchera por la reivindicación y resarcimiento de todos y cada uno de sus derechos.

P.D. Me pregunto, si el Tribunal Superior Agrario cuando decidió trasladar el Tribunal Unitario ubicado en Tampico, Tamaulipas desde el año de 2007, a Cd. VALLES, San Luis Potosí, pensó en las mujeres rurales. Estoy segura de que no; nunca previó que el hecho de trasladarse por caminos altamente inseguros las coloca en una vulnerabilidad extrema. ¿Cómo ejercer su derecho a la propiedad privada y a la tierra, si para ello hay que sortear primero un capricho institucional? Es lamentable, la magistrada presidenta tiene mucho por reflexionar y mucho por reparar.

  • blancanarro.telar@gmail.com