/ domingo 28 de febrero de 2021

El universo de Maxwell | George Boole

Todo estudiante de electrónica o computación se ha topado alguna vez con la lógica booleana, la cual define la forma de operar de ciertos circuitos electrónicos, en forma de razonamiento. Pero quizás nunca ha pensado que estas leyes fueron expresadas muchos años antes de que naciera la electrónica.

Del hombre que desarrolló los principios de la lógica, los cuales se utilizan actualmente en el procesamiento por computadora y los circuitos digitales, hablaremos en esta ocasión.

LOS PRIMEROS AÑOS

George Boole nació el 2 de noviembre de 1815, en Lincoln, Inglaterra. Su padre, John Boole, había partido a Londres a principios de siglo en busca de fortuna. Aunque no la consiguió, sí conoció a una joven de nombre Mary Ann Joyce, quien trabajaba como sirvienta, y se casaron en 1806.

Debido al elevado costo de vida en Londres, sus padres decidieron mudarse a Lincoln, donde establecieron una zapatería, y después de nueve años de matrimonio nació George, al que le siguieron una niña y dos niños más. Aunque su familia tenía poca educación y su nivel de vida era humilde, su padre tenía interés en la ciencia, y se preocupó en inculcarle a su hijo ese amor al conocimiento.

A muy corta edad Boole construyó –con ayuda de su padre– telescopios, cámaras, caleidoscopios, microscopios y relojes de sol. También mostró desde niño una gran habilidad para las lenguas. Aunque asistió a escuelas de nivel modesto, sus deseos de aprender hicieron que estudiara de forma autodidacta latín, griego, francés, alemán, italiano, así como álgebra.

EL PROFESOR

De no haber sido de extracción humilde, muy probablemente habría estudiado en Oxford o Cambridge, pero su condición no se lo permitía. En 1831 el negocio de su padre quebró, y Boole, a los dieciséis años, tuvo que hacerse cargo del mantenimiento de su familia.

Boole inició su labor como profesor asistente, aunque pronto vio que el sueldo no alcanzaría para mantener a su familia, por lo que decidió abrir su propia academia. En 1838, a la muerte de su director, le ofrecen hacerse cargo de la Academia Wadding-ton, en donde había trabajado. Aunque sus ingresos habían mejorado, no era el dueño de la academia, por lo que decide, con ayuda de su familia, abrir nuevamente una escuela en 1840.

Por decreto real, en 1846 se establecieron tres nuevos Queen´s Colleges en Irlanda (hoy University College Cork), y Boole vio la oportunidad que había esperado para postularse como profesor de tiempo completo en una universidad. Sin embargo, la apertura de dichas universidades se retrasó por los problemas que hubo en Irlanda en ese año.

Lo anterior debido principalmente a la llamada “hambruna de la patata”, provocada por la escasez de este alimento, el cual había sido traído de América y constituía una pieza clave para saciar el hambre que se vivía en ciertas regiones y períodos en Europa.

Por fin, después de esperar tres años –y sufrir la pérdida de su padre–, en agosto de 1849 se convirtió en el primer profesor de matemáticas del Queen´s College Cork, que abrió sus puertas a los jóvenes estudiantes en noviembre de ese año. Su nivel intelectual y su excelente trato lo llevaron a ser nombrado decano de la Facultad en 1851.

LAS OBRAS

Una vez establecido como profesor universitario en Cork inicia su época más productiva, con la publicación de varios artículos y libros, en los cuales expresa sus teorías matemáticas y obtiene el reconocimiento general. En 1854 Boole publica su obra maestra: “Una investigación de las leyes del pensamiento en las cuales están fundadas las teorías matemáticas de lógica y probabilidad”.

En este libro, conocido como “Las leyes del pensamiento”, expresa los principios que rigen el razonamiento, y establece las bases de la lógica. El gran filósofo Bertrand Russell lo llamó “El trabajo en el cual las matemáticas puras fueron descubiertas”. Boole fue electo miembro de la Royal Society de Londres el 11 de julio de 1857. Además, se le otorgaron varios doctorados honorarios, entre otros reconocimientos.

La lógica booleana y sus operaciones de “cierto” o “falso” encontraron una gran aplicación un siglo después, en el desarrollo de circuitos eléctricos y computadoras que funcionan con operaciones de “uno” y “cero” (circuito abierto o circuito cerrado).

MATRIMONIO

Boole conoció a Mary Everest, su futura esposa, en 1851, cuando ella fue a visitar a su tío, un profesor y amigo suyo, en Cork. A pesar de que Boole alguna vez confesó ser un romántico que se enamoraba y desengañaba con facilidad, no parece haber existido una gran pasión cuando se empezaron a tratar.

La relación inició como profesor-alumna, ya que Boole le daba clases de matemáticas. Esto, además de la diferencia de edad, ya que él contaba con treinta y cinco años, mientras que ella tenía dieciocho. Por cierto, Mary era sobrina de George Everest, la persona que realizó los primeros estudios sobre el famoso monte –el cual fue nombrado en su honor–, por lo que la ciencia no le era ajena.

El padre de Mary fallece en 1855, por lo que Boole la toma bajo su protección y le pide matrimonio. George Boole y Mary Everest se casaron el 11 de septiembre de ese año. Exactamente nueve meses y una semana después de su boda, Mary dio a luz a su primera hija, a la que siguieron otras cuatro niñas; la más pequeña nació en 1864. Su matrimonio fue muy feliz, aunque desgraciadamente solo duró unos años.

EL FINAL

El 24 de noviembre de 1864 Boole recorrió a pie los cinco kilómetros que separaban su casa de la universidad, tal como acostumbraba hacerlo, con el fin de asistir a su clase. Sin embargo, en esa ocasión lo hizo bajo una lluvia torrencial. Antes de llegar al salón, no se molestó en secarse o cambiarse de ropa, y al final de la clase ya sufría de una severa fiebre.

Siempre había tenido una salud delicada, por lo que regresó a su casa muy enfermo. Su esposa era una seguidora de la naciente ciencia de la homeopatía, y administró a Boole un tratamiento consistente en vasos de agua fría para –según ella– curarlo. Obviamente, la situación de Boole empeoró, y aunque después de varios días decidió llamar a un médico, su marido ya se encontraba en coma profundo.

George Boole falleció de neumonía el 8 de diciembre de 1864, a la edad de cuarenta y nueve años. Sólo podemos imaginar hasta dónde habría llegado su mente de no haber sido porque consideraba a su clase un deber sagrado, que una tormenta no debía de cancelar –algo digno de alabarse–, y en especial, si su esposa no hubiera sido una fiel seguidora de la homeopatía.

EL LEGADO

La obra de Boole abrió un mundo completamente nuevo para las matemáticas. Su álgebra boolena estableció las bases para el comportamiento de los modernos sistemas microelectrónicos y el procesamiento por computadora.

Boole consideraba al cerebro humano como la mayor creación de Dios, y pensaba que su funcionamiento podía expresarse a través de un análisis matemático. Queda aquí el reconocimiento para esta gran mente, que potenció el uso de las matemáticas a niveles insospechados.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com

Todo estudiante de electrónica o computación se ha topado alguna vez con la lógica booleana, la cual define la forma de operar de ciertos circuitos electrónicos, en forma de razonamiento. Pero quizás nunca ha pensado que estas leyes fueron expresadas muchos años antes de que naciera la electrónica.

Del hombre que desarrolló los principios de la lógica, los cuales se utilizan actualmente en el procesamiento por computadora y los circuitos digitales, hablaremos en esta ocasión.

LOS PRIMEROS AÑOS

George Boole nació el 2 de noviembre de 1815, en Lincoln, Inglaterra. Su padre, John Boole, había partido a Londres a principios de siglo en busca de fortuna. Aunque no la consiguió, sí conoció a una joven de nombre Mary Ann Joyce, quien trabajaba como sirvienta, y se casaron en 1806.

Debido al elevado costo de vida en Londres, sus padres decidieron mudarse a Lincoln, donde establecieron una zapatería, y después de nueve años de matrimonio nació George, al que le siguieron una niña y dos niños más. Aunque su familia tenía poca educación y su nivel de vida era humilde, su padre tenía interés en la ciencia, y se preocupó en inculcarle a su hijo ese amor al conocimiento.

A muy corta edad Boole construyó –con ayuda de su padre– telescopios, cámaras, caleidoscopios, microscopios y relojes de sol. También mostró desde niño una gran habilidad para las lenguas. Aunque asistió a escuelas de nivel modesto, sus deseos de aprender hicieron que estudiara de forma autodidacta latín, griego, francés, alemán, italiano, así como álgebra.

EL PROFESOR

De no haber sido de extracción humilde, muy probablemente habría estudiado en Oxford o Cambridge, pero su condición no se lo permitía. En 1831 el negocio de su padre quebró, y Boole, a los dieciséis años, tuvo que hacerse cargo del mantenimiento de su familia.

Boole inició su labor como profesor asistente, aunque pronto vio que el sueldo no alcanzaría para mantener a su familia, por lo que decidió abrir su propia academia. En 1838, a la muerte de su director, le ofrecen hacerse cargo de la Academia Wadding-ton, en donde había trabajado. Aunque sus ingresos habían mejorado, no era el dueño de la academia, por lo que decide, con ayuda de su familia, abrir nuevamente una escuela en 1840.

Por decreto real, en 1846 se establecieron tres nuevos Queen´s Colleges en Irlanda (hoy University College Cork), y Boole vio la oportunidad que había esperado para postularse como profesor de tiempo completo en una universidad. Sin embargo, la apertura de dichas universidades se retrasó por los problemas que hubo en Irlanda en ese año.

Lo anterior debido principalmente a la llamada “hambruna de la patata”, provocada por la escasez de este alimento, el cual había sido traído de América y constituía una pieza clave para saciar el hambre que se vivía en ciertas regiones y períodos en Europa.

Por fin, después de esperar tres años –y sufrir la pérdida de su padre–, en agosto de 1849 se convirtió en el primer profesor de matemáticas del Queen´s College Cork, que abrió sus puertas a los jóvenes estudiantes en noviembre de ese año. Su nivel intelectual y su excelente trato lo llevaron a ser nombrado decano de la Facultad en 1851.

LAS OBRAS

Una vez establecido como profesor universitario en Cork inicia su época más productiva, con la publicación de varios artículos y libros, en los cuales expresa sus teorías matemáticas y obtiene el reconocimiento general. En 1854 Boole publica su obra maestra: “Una investigación de las leyes del pensamiento en las cuales están fundadas las teorías matemáticas de lógica y probabilidad”.

En este libro, conocido como “Las leyes del pensamiento”, expresa los principios que rigen el razonamiento, y establece las bases de la lógica. El gran filósofo Bertrand Russell lo llamó “El trabajo en el cual las matemáticas puras fueron descubiertas”. Boole fue electo miembro de la Royal Society de Londres el 11 de julio de 1857. Además, se le otorgaron varios doctorados honorarios, entre otros reconocimientos.

La lógica booleana y sus operaciones de “cierto” o “falso” encontraron una gran aplicación un siglo después, en el desarrollo de circuitos eléctricos y computadoras que funcionan con operaciones de “uno” y “cero” (circuito abierto o circuito cerrado).

MATRIMONIO

Boole conoció a Mary Everest, su futura esposa, en 1851, cuando ella fue a visitar a su tío, un profesor y amigo suyo, en Cork. A pesar de que Boole alguna vez confesó ser un romántico que se enamoraba y desengañaba con facilidad, no parece haber existido una gran pasión cuando se empezaron a tratar.

La relación inició como profesor-alumna, ya que Boole le daba clases de matemáticas. Esto, además de la diferencia de edad, ya que él contaba con treinta y cinco años, mientras que ella tenía dieciocho. Por cierto, Mary era sobrina de George Everest, la persona que realizó los primeros estudios sobre el famoso monte –el cual fue nombrado en su honor–, por lo que la ciencia no le era ajena.

El padre de Mary fallece en 1855, por lo que Boole la toma bajo su protección y le pide matrimonio. George Boole y Mary Everest se casaron el 11 de septiembre de ese año. Exactamente nueve meses y una semana después de su boda, Mary dio a luz a su primera hija, a la que siguieron otras cuatro niñas; la más pequeña nació en 1864. Su matrimonio fue muy feliz, aunque desgraciadamente solo duró unos años.

EL FINAL

El 24 de noviembre de 1864 Boole recorrió a pie los cinco kilómetros que separaban su casa de la universidad, tal como acostumbraba hacerlo, con el fin de asistir a su clase. Sin embargo, en esa ocasión lo hizo bajo una lluvia torrencial. Antes de llegar al salón, no se molestó en secarse o cambiarse de ropa, y al final de la clase ya sufría de una severa fiebre.

Siempre había tenido una salud delicada, por lo que regresó a su casa muy enfermo. Su esposa era una seguidora de la naciente ciencia de la homeopatía, y administró a Boole un tratamiento consistente en vasos de agua fría para –según ella– curarlo. Obviamente, la situación de Boole empeoró, y aunque después de varios días decidió llamar a un médico, su marido ya se encontraba en coma profundo.

George Boole falleció de neumonía el 8 de diciembre de 1864, a la edad de cuarenta y nueve años. Sólo podemos imaginar hasta dónde habría llegado su mente de no haber sido porque consideraba a su clase un deber sagrado, que una tormenta no debía de cancelar –algo digno de alabarse–, y en especial, si su esposa no hubiera sido una fiel seguidora de la homeopatía.

EL LEGADO

La obra de Boole abrió un mundo completamente nuevo para las matemáticas. Su álgebra boolena estableció las bases para el comportamiento de los modernos sistemas microelectrónicos y el procesamiento por computadora.

Boole consideraba al cerebro humano como la mayor creación de Dios, y pensaba que su funcionamiento podía expresarse a través de un análisis matemático. Queda aquí el reconocimiento para esta gran mente, que potenció el uso de las matemáticas a niveles insospechados.

rodolfoechavarria@eluniversodemaxwell.com