/ lunes 4 de octubre de 2021

La madriguera del lobo | Inseguridad, Sociedad Civil y Gobierno

Empecemos por los antecedentes. Quién no recuerda, en los años más hostiles, las distintas rachas de inseguridad que golpearon al estado de Tamaulipas, una de ellas que iniciara precisamente en el sur del estado en la Semana Santa del 2013, es decir en uno de los peores momentos, por un impacto social y desde luego de derrama económica, eventos que a partir de ese momento se fueron incrementando prácticamente hasta finales de 2015.

En aquel entonces, aunque pareciera surrealista, las balaceras empezaban por ejemplo; desde las tres de la tarde de un jueves hasta las 2 o 3 de la mañana de un viernes, para volver a empezar durante el día del viernes en avenida Monterrey en Ciudad Madero y terminar por la noche en la colonia Campbell de Tampico o en prolongación de la avenida Hidalgo con Altamira.

Quién no recuerda también qué movilizarse en las carreteras de Tamaulipas, ya sea el trayecto a la frontera a Nuevo León o a Ciudad Victoria desde cualquier punto era necesario hacerlo en caravana de dos o tres vehículos mínimo y que incluso se puso de moda como si se tratara de tours turísticos, circular en convoy con patrullas de la policía de caminos, quienes organizaban con itinerario y lista los viajes por carretera. Ni se diga lo que representó para la movilización de mercancías que entraban, salían y se desplazaban en el estado.

Una época en que en cualquier momento de la madrugada aparecían colgados en los puentes y pasos a desnivel de distintas avenidas, junto con lonas y mensajes de toda índole, lo que parecía un conflicto interno entre distintos grupos que incluso utilizaron distintivos de fresas y otros artículos por decir lo menos, para confirmar su presencia.

Todo lo anterior, trajo al país y al Tamaulipas en particular, que ocupaba uno de los primeros lugares de inseguridad, una crisis de desconfianza social y desarrollo económico muy grave, en donde lo más lamentable fue la pérdida de vidas humanas de sociedad civil que se vio involucrada por distintas razones o en medio de fuego cruzado, causando una gran desesperanza.

Fue entonces cuando las organizaciones empresariales como el CIEST, el CEM, COPARMEX, AISTAC, entre otras, así como sociedad civil, levantaron la voz fuertemente a todos lo niveles de gobierno, propusieron así la creación del Observatorio Ciudadano y de las Mesas de Seguridad, hicieron publicaciones y reclamos también por la muertes y secuestros de empresarios, ciudadanos y sus familias. Acciones que empezaron a consolidarse a partir de 2014, incluso con la presencia del Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, quien se comprometió y escuchó la demanda de organizaciones empresariales y de sociedad civil.

El gobierno federal del que estaba el frente el entonces presidente, Enrique Peña Nieto, creó por decreto la Gendarmería el 22 de agosto de 2014, como una división para de la Policía Federal, con el objetivo de proteger fundamentalmente a la sociedad civil del impacto delincuencial, por eso su nombre concebida como una policía de recorrido y primer contacto ciudadano, así como para proteger a las cadenas productivas, es decir al comercio de distintos niveles, de temas relacionados con la extorsión y cobro de piso. Si esto dio o no resultado, ya será motivo de otro análisis.

Fue en ese mismo contexto que en el 2016 un tema controvertido, que tuvo que ver con el incremento al impuesto sobre nómina del 2 al 3%, situación que en principio estaba generando inconformidad del recién llegado gobierno a la entidad con distintos organismos empresariales, pero que finalmente se resolvió con los acuerdos que se fueron suscribiendo en el Sur del Estado con la iniciativa privada, acordando que el incremento estaría destinado y comprometido para la mejora de la seguridad. Es decir, para trazar la nueva estrategia, crear una nueva policía y blindar carreteras y a la ciudadanía.

Lo cierto es que a partir de ese mismo año de 2016 la percepción de la inseguridad en nuestras carreteras cambió y se recuperó la movilidad en las mismas. Empezó a notarse una presencia y vigilancia distinta, es decir, algo dio resultado en un gran porcentaje de esas vías de comunicación, sin pasar por alto que aún sigue habiendo temas pendientes en ese renglón, pero nunca como los antecedentes que se vivieron. Sin embargo, hay focos rojos que se deben atender para que no crezcan.

EL RETO AHORA, considerando que los intereses siguen siendo los mismos, será no permitir que de nueva cuenta inicien focos rojos que vuelvan a traer incertidumbre, desconfianza, y pongan otra vez a Tamaulipas en los primeros lugares del ranking de inseguridad que hace unos años tuvimos, por lo que es muy importante en esta que ocurran y coincidan distintos factores. Primero que nada, que no se nos olvide lo que ya ocurrió. Segundo que se capitalice lo que en su caso ha funcionado; y tercero, que los empresarios y la sociedad civil sigan teniendo voz y construyendo acuerdos con los tres niveles de gobierno de manera seria y comprometida.

Hasta pronto.

Empecemos por los antecedentes. Quién no recuerda, en los años más hostiles, las distintas rachas de inseguridad que golpearon al estado de Tamaulipas, una de ellas que iniciara precisamente en el sur del estado en la Semana Santa del 2013, es decir en uno de los peores momentos, por un impacto social y desde luego de derrama económica, eventos que a partir de ese momento se fueron incrementando prácticamente hasta finales de 2015.

En aquel entonces, aunque pareciera surrealista, las balaceras empezaban por ejemplo; desde las tres de la tarde de un jueves hasta las 2 o 3 de la mañana de un viernes, para volver a empezar durante el día del viernes en avenida Monterrey en Ciudad Madero y terminar por la noche en la colonia Campbell de Tampico o en prolongación de la avenida Hidalgo con Altamira.

Quién no recuerda también qué movilizarse en las carreteras de Tamaulipas, ya sea el trayecto a la frontera a Nuevo León o a Ciudad Victoria desde cualquier punto era necesario hacerlo en caravana de dos o tres vehículos mínimo y que incluso se puso de moda como si se tratara de tours turísticos, circular en convoy con patrullas de la policía de caminos, quienes organizaban con itinerario y lista los viajes por carretera. Ni se diga lo que representó para la movilización de mercancías que entraban, salían y se desplazaban en el estado.

Una época en que en cualquier momento de la madrugada aparecían colgados en los puentes y pasos a desnivel de distintas avenidas, junto con lonas y mensajes de toda índole, lo que parecía un conflicto interno entre distintos grupos que incluso utilizaron distintivos de fresas y otros artículos por decir lo menos, para confirmar su presencia.

Todo lo anterior, trajo al país y al Tamaulipas en particular, que ocupaba uno de los primeros lugares de inseguridad, una crisis de desconfianza social y desarrollo económico muy grave, en donde lo más lamentable fue la pérdida de vidas humanas de sociedad civil que se vio involucrada por distintas razones o en medio de fuego cruzado, causando una gran desesperanza.

Fue entonces cuando las organizaciones empresariales como el CIEST, el CEM, COPARMEX, AISTAC, entre otras, así como sociedad civil, levantaron la voz fuertemente a todos lo niveles de gobierno, propusieron así la creación del Observatorio Ciudadano y de las Mesas de Seguridad, hicieron publicaciones y reclamos también por la muertes y secuestros de empresarios, ciudadanos y sus familias. Acciones que empezaron a consolidarse a partir de 2014, incluso con la presencia del Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, quien se comprometió y escuchó la demanda de organizaciones empresariales y de sociedad civil.

El gobierno federal del que estaba el frente el entonces presidente, Enrique Peña Nieto, creó por decreto la Gendarmería el 22 de agosto de 2014, como una división para de la Policía Federal, con el objetivo de proteger fundamentalmente a la sociedad civil del impacto delincuencial, por eso su nombre concebida como una policía de recorrido y primer contacto ciudadano, así como para proteger a las cadenas productivas, es decir al comercio de distintos niveles, de temas relacionados con la extorsión y cobro de piso. Si esto dio o no resultado, ya será motivo de otro análisis.

Fue en ese mismo contexto que en el 2016 un tema controvertido, que tuvo que ver con el incremento al impuesto sobre nómina del 2 al 3%, situación que en principio estaba generando inconformidad del recién llegado gobierno a la entidad con distintos organismos empresariales, pero que finalmente se resolvió con los acuerdos que se fueron suscribiendo en el Sur del Estado con la iniciativa privada, acordando que el incremento estaría destinado y comprometido para la mejora de la seguridad. Es decir, para trazar la nueva estrategia, crear una nueva policía y blindar carreteras y a la ciudadanía.

Lo cierto es que a partir de ese mismo año de 2016 la percepción de la inseguridad en nuestras carreteras cambió y se recuperó la movilidad en las mismas. Empezó a notarse una presencia y vigilancia distinta, es decir, algo dio resultado en un gran porcentaje de esas vías de comunicación, sin pasar por alto que aún sigue habiendo temas pendientes en ese renglón, pero nunca como los antecedentes que se vivieron. Sin embargo, hay focos rojos que se deben atender para que no crezcan.

EL RETO AHORA, considerando que los intereses siguen siendo los mismos, será no permitir que de nueva cuenta inicien focos rojos que vuelvan a traer incertidumbre, desconfianza, y pongan otra vez a Tamaulipas en los primeros lugares del ranking de inseguridad que hace unos años tuvimos, por lo que es muy importante en esta que ocurran y coincidan distintos factores. Primero que nada, que no se nos olvide lo que ya ocurrió. Segundo que se capitalice lo que en su caso ha funcionado; y tercero, que los empresarios y la sociedad civil sigan teniendo voz y construyendo acuerdos con los tres niveles de gobierno de manera seria y comprometida.

Hasta pronto.