/ domingo 18 de octubre de 2020

Liberándose del Alcohol | El camino a la sobriedad

Como todo en la vida, el camino de regreso a la sobriedad que en algún momento de nuestra vida perdimos es muy variado. Por ejemplo, José Luis salió de una fiesta totalmente ebrio, condujo su automóvil a gran velocidad, chocó contra un árbol, estuvo diez días internado en el hospital y treinta incapacitado en su casa.

Durante su incapacidad se dedicó a leer y reflexionar la Sagrada escritura y no ha vuelto a tomar en cinco años. Su convicción es no volver a hacerlo. Alejandro es otro caso, quien por conducir borracho también chocó, estuvo tres meses incapacitado, quedó con secuelas de movilidad por el resto de su vida y sigue tomando alcohol como si nada hubiera pasado. Salomón es otro personaje que, por el exceso de consumo, perdió su sano juicio, fue a dar con el psiquiatra, quien después de darle su tratamiento lo envió a un grupo de Alcohólicos Anónimos y tiene ya tres años sobrio. Pedro de cuarenta años de edad y 15 de alcoholismo, despertó una mañana crudo, con una fuerte temblorina y ansioso por un trago del alcohol, se sintió al borde de la muerte. Pedro se dijo así mismo: “esto se acabó, no más estupideces” y lleva dos años sobrio.

Sin embargo, la experiencia, la gran maestra de la vida nos dice que hay un camino que no falla. Que durante varios años y en muchas partes del planeta ha demostrado su efectividad de una manera amigable y civilizada. Ese camino es el programa de recuperación de alcohólicos anónimos. Doce pasos son los que hay que recorrer para poder transformar la vida de un enfermo alcohólico, en una vida útil y feliz. Útil a su agrupación, a su familia y a la sociedad.

Este camino en búsqueda de la sobriedad, es un proceso inteligente que debe ser transitado por una mente enferma, es por ello que se hace difícil de asimilar y practicar. Por ser una mente con escaso sano juicio, batalla para iniciar cualquier proceso que le exija un mínimo esfuerzo. Esto significa que necesita ayuda. Solo no puede. Esta ayuda es la que ofrece gratuitamente Alcohólicos Anónimos.

Durante más de ochenta y cuatro años los Doce Pasos de A.A. han transitado por muchos países ayudando en la recuperación de blancos, negros, amarillos, católicos, protestantes, ateos, priistas, panistas, perredistas, morenistas, republicanos, demócratas etc. Esta variedad de personas provoca que se acumule una mayor cantidad de experiencia que se pone al servicio del que busca honestamente su sobriedad.

El primer paso es aceptar que soy un alcohólico. Es decir, que no puedo controlar mi forma de beber y que además ya me está causando problemas con mi esposa, con mis hijos, con mi mamá o con mi jefe inmediato o con mis vecinos o con todos juntos. Mi vida se convierte en una carga imposible de llevarla tranquilamente. Está llena de ansiedad, de tristeza, de inconformidad, de autoconmiseración, de resentimientos y de ingobernabilidad. El alcohol es quien me ayuda a aligerar esa carga, es mi cómplice para sobrevivir. Me ayuda, pero al mismo tiempo me destruye. Esa autodestrucción es adictiva y por ello no puedo dejarla solo, necesito ayuda. Ante ese dilema quien me puede dar la ayuda efectiva es alcohólicos anónimos.

Otro factor ineludible en un alcohólico que busca su sobriedad es la fe. Fe en un poder Superior a sí mismo. Dios como cada quien lo concibe. Creer que existe Alguien que posee la capacidad que yo no tengo para poder hacer de mi vida algo útil, es la esencia de la posibilidad de avanzar con certeza en el camino que me lleva a la sobriedad.

Si conoces a algún enfermo alcohólico, ayúdalo. Marca el 8332125634, (833) 216 60 58 o el (833) 228 90 03 y ahí te dirán como.

Como todo en la vida, el camino de regreso a la sobriedad que en algún momento de nuestra vida perdimos es muy variado. Por ejemplo, José Luis salió de una fiesta totalmente ebrio, condujo su automóvil a gran velocidad, chocó contra un árbol, estuvo diez días internado en el hospital y treinta incapacitado en su casa.

Durante su incapacidad se dedicó a leer y reflexionar la Sagrada escritura y no ha vuelto a tomar en cinco años. Su convicción es no volver a hacerlo. Alejandro es otro caso, quien por conducir borracho también chocó, estuvo tres meses incapacitado, quedó con secuelas de movilidad por el resto de su vida y sigue tomando alcohol como si nada hubiera pasado. Salomón es otro personaje que, por el exceso de consumo, perdió su sano juicio, fue a dar con el psiquiatra, quien después de darle su tratamiento lo envió a un grupo de Alcohólicos Anónimos y tiene ya tres años sobrio. Pedro de cuarenta años de edad y 15 de alcoholismo, despertó una mañana crudo, con una fuerte temblorina y ansioso por un trago del alcohol, se sintió al borde de la muerte. Pedro se dijo así mismo: “esto se acabó, no más estupideces” y lleva dos años sobrio.

Sin embargo, la experiencia, la gran maestra de la vida nos dice que hay un camino que no falla. Que durante varios años y en muchas partes del planeta ha demostrado su efectividad de una manera amigable y civilizada. Ese camino es el programa de recuperación de alcohólicos anónimos. Doce pasos son los que hay que recorrer para poder transformar la vida de un enfermo alcohólico, en una vida útil y feliz. Útil a su agrupación, a su familia y a la sociedad.

Este camino en búsqueda de la sobriedad, es un proceso inteligente que debe ser transitado por una mente enferma, es por ello que se hace difícil de asimilar y practicar. Por ser una mente con escaso sano juicio, batalla para iniciar cualquier proceso que le exija un mínimo esfuerzo. Esto significa que necesita ayuda. Solo no puede. Esta ayuda es la que ofrece gratuitamente Alcohólicos Anónimos.

Durante más de ochenta y cuatro años los Doce Pasos de A.A. han transitado por muchos países ayudando en la recuperación de blancos, negros, amarillos, católicos, protestantes, ateos, priistas, panistas, perredistas, morenistas, republicanos, demócratas etc. Esta variedad de personas provoca que se acumule una mayor cantidad de experiencia que se pone al servicio del que busca honestamente su sobriedad.

El primer paso es aceptar que soy un alcohólico. Es decir, que no puedo controlar mi forma de beber y que además ya me está causando problemas con mi esposa, con mis hijos, con mi mamá o con mi jefe inmediato o con mis vecinos o con todos juntos. Mi vida se convierte en una carga imposible de llevarla tranquilamente. Está llena de ansiedad, de tristeza, de inconformidad, de autoconmiseración, de resentimientos y de ingobernabilidad. El alcohol es quien me ayuda a aligerar esa carga, es mi cómplice para sobrevivir. Me ayuda, pero al mismo tiempo me destruye. Esa autodestrucción es adictiva y por ello no puedo dejarla solo, necesito ayuda. Ante ese dilema quien me puede dar la ayuda efectiva es alcohólicos anónimos.

Otro factor ineludible en un alcohólico que busca su sobriedad es la fe. Fe en un poder Superior a sí mismo. Dios como cada quien lo concibe. Creer que existe Alguien que posee la capacidad que yo no tengo para poder hacer de mi vida algo útil, es la esencia de la posibilidad de avanzar con certeza en el camino que me lleva a la sobriedad.

Si conoces a algún enfermo alcohólico, ayúdalo. Marca el 8332125634, (833) 216 60 58 o el (833) 228 90 03 y ahí te dirán como.