/ domingo 31 de marzo de 2024

Liberándose del alcohol / Una historia que se repite

“Por cada hombre que bebe hay otras personas implicadas: la esposa que tiembla de miedo a la próxima borrachera, y la madre y el padre que ven al hijo consumiéndose”. (Libro Alcohólicos Anónimos. Capítulo 8)

Pedro Antonio es un alcohólico anónimo, tiene apenas cinco meses de haber ingresado a la comunidad de A.A. Es casado y padre de cuatro hijos, trabaja de guardia en una guardería y el consumo exagerado de alcohol lo condujo irremediablemente a tener graves problemas con su esposa. Es evidente que en una familia donde hay cuatro hijos los gastos son pesados para una persona con ingresos de bajo nivel como era el caso de Pedro Antonio, por esta razón también la esposa trabajaba y aun así la carga era pesada y más aún con las frecuentes fugas para la compra de la bebida alcohólica. Qué pensaría una buena esposa que esperaba la tapa de huevo para la semana y no llegó porque se atravesó al alcohol. Y esto sucede una semana y otra y otra, sin duda la bondad se acaba y aparece la intolerancia y la esposa se ve forzada a buscar soluciones más definitivas, porque el borrachito no entiende y los hijos tienen que comer, vestir y calzar y, por supuesto, asistir a la escuela. La esposa buena y comprensiva toma una decisión: Pedro Antonio, te vas de la casa. Para nada sirves y causas muchos problemas. Más vale sola que mal acompañada.

Pedro Antonio con el alma en rastras se fue de su casa dejando atrás unos hijos, una esposa y un estilo de vida. Pedro se refugió en la casa de su mamá, para quien, como toda mamá, no hay hijo malo. Ante este cambio inesperado, Pedro Antonio sintió la ausencia de su esposa e hijos y la soledad empezó a causar problemas de frustración y de ansiedad y, por supuesto, la única solución que se le ocurrió fue emborracharse con mayor frecuencia. Con la falsa idea de que el alcohol solucionaría su problema emocional.

Fue en esos días que Pedro Antonio se encontró a un compadre que en tiempos pasados había sido su compañero de parranda, pero que ahora no bebía.

-"Compadre, ¿no le gustaría dejar de beber, para que se deje de andar llorando por las cantinas, para que recupere su familia y para que no lo vayan a correr de su trabajo?"

- "Claro que sí, compadre, pero no puedo, ya le hice la lucha, pero me ganan las ganas de beber, y otra vez".

-"Muy bien, compadre, hoy paso por usted a las 6:30 de la tarde y lo voy a llevar a donde le van a ayudar a dejar de beber alcohol por el resto de su vida", le dijo. A las 6:30 de la tarde el compadre pasó por Pedro Antonio y se encaminaron rumbo a un grupo de Alcohólicos Anónimos. En el Grupo le dieron la bienvenida, le aplaudieron y le dijeron que era el más importante de la junta. Acto seguido, algunos alcohólicos compartieron su historial y Pedro Antonio se sintió confortado, y al hacer uso de la palabra les dijo que era alcohólico y que se sentía muy agradecido por el trato recibido y fue todo lo que pudo decir porque sus lágrimas callaron sus palabras y guardó un silencio que fue respetado por los alcohólicos presentes. Pedro Antonio continúa asistiendo puntualmente a sus reuniones de recuperación y lo importante es que lleva cinco meses sin tomar una gota de alcohol y ya puede visitar a su esposa y a sus hijos, aunque sigue viviendo con su mamá.

Estoy seguro de que en nuestra sociedad hay varias personas que viven algo parecido a la historia de Pedro Antonio y que necesitan una oportunidad para emprender un mejor nivel de vida. Los invito muy cordialmente a que se acerquen a la comunidad de Alcohólicos Anónimos y sin duda alguna obtendrán la ayuda que necesitan. Basta una llamada telefónica para iniciar el cambio. Marquen el 833 2125634, 833 1055995 o el 833 2289003, ahí les orientarán adecuadamente.

“Por cada hombre que bebe hay otras personas implicadas: la esposa que tiembla de miedo a la próxima borrachera, y la madre y el padre que ven al hijo consumiéndose”. (Libro Alcohólicos Anónimos. Capítulo 8)

Pedro Antonio es un alcohólico anónimo, tiene apenas cinco meses de haber ingresado a la comunidad de A.A. Es casado y padre de cuatro hijos, trabaja de guardia en una guardería y el consumo exagerado de alcohol lo condujo irremediablemente a tener graves problemas con su esposa. Es evidente que en una familia donde hay cuatro hijos los gastos son pesados para una persona con ingresos de bajo nivel como era el caso de Pedro Antonio, por esta razón también la esposa trabajaba y aun así la carga era pesada y más aún con las frecuentes fugas para la compra de la bebida alcohólica. Qué pensaría una buena esposa que esperaba la tapa de huevo para la semana y no llegó porque se atravesó al alcohol. Y esto sucede una semana y otra y otra, sin duda la bondad se acaba y aparece la intolerancia y la esposa se ve forzada a buscar soluciones más definitivas, porque el borrachito no entiende y los hijos tienen que comer, vestir y calzar y, por supuesto, asistir a la escuela. La esposa buena y comprensiva toma una decisión: Pedro Antonio, te vas de la casa. Para nada sirves y causas muchos problemas. Más vale sola que mal acompañada.

Pedro Antonio con el alma en rastras se fue de su casa dejando atrás unos hijos, una esposa y un estilo de vida. Pedro se refugió en la casa de su mamá, para quien, como toda mamá, no hay hijo malo. Ante este cambio inesperado, Pedro Antonio sintió la ausencia de su esposa e hijos y la soledad empezó a causar problemas de frustración y de ansiedad y, por supuesto, la única solución que se le ocurrió fue emborracharse con mayor frecuencia. Con la falsa idea de que el alcohol solucionaría su problema emocional.

Fue en esos días que Pedro Antonio se encontró a un compadre que en tiempos pasados había sido su compañero de parranda, pero que ahora no bebía.

-"Compadre, ¿no le gustaría dejar de beber, para que se deje de andar llorando por las cantinas, para que recupere su familia y para que no lo vayan a correr de su trabajo?"

- "Claro que sí, compadre, pero no puedo, ya le hice la lucha, pero me ganan las ganas de beber, y otra vez".

-"Muy bien, compadre, hoy paso por usted a las 6:30 de la tarde y lo voy a llevar a donde le van a ayudar a dejar de beber alcohol por el resto de su vida", le dijo. A las 6:30 de la tarde el compadre pasó por Pedro Antonio y se encaminaron rumbo a un grupo de Alcohólicos Anónimos. En el Grupo le dieron la bienvenida, le aplaudieron y le dijeron que era el más importante de la junta. Acto seguido, algunos alcohólicos compartieron su historial y Pedro Antonio se sintió confortado, y al hacer uso de la palabra les dijo que era alcohólico y que se sentía muy agradecido por el trato recibido y fue todo lo que pudo decir porque sus lágrimas callaron sus palabras y guardó un silencio que fue respetado por los alcohólicos presentes. Pedro Antonio continúa asistiendo puntualmente a sus reuniones de recuperación y lo importante es que lleva cinco meses sin tomar una gota de alcohol y ya puede visitar a su esposa y a sus hijos, aunque sigue viviendo con su mamá.

Estoy seguro de que en nuestra sociedad hay varias personas que viven algo parecido a la historia de Pedro Antonio y que necesitan una oportunidad para emprender un mejor nivel de vida. Los invito muy cordialmente a que se acerquen a la comunidad de Alcohólicos Anónimos y sin duda alguna obtendrán la ayuda que necesitan. Basta una llamada telefónica para iniciar el cambio. Marquen el 833 2125634, 833 1055995 o el 833 2289003, ahí les orientarán adecuadamente.