/ domingo 7 de abril de 2024

Liberándose del alcohol / Una historia como muchas

Una historia como muchas

Jorge es un pequeño empresario dueño de un taller mecánico. Vive en casa rentada y tiene una camioneta que ya tiene ocho años en servicio. Catalina, fue su esposa. Permaneció casado civilmente con ella 15 años y procrearon dos hijos, una mujercita que actualmente tiene 18 años, estudiante de enfermería y un varoncito que con 16 años cursa la preparatoria.

Jorge solo estudió hasta la secundaria. Cuando cursaba tercer año empezó a beber cerveza en las fiestas que organizaban sus compañeros los fines de semana. Empezaron a reunirse en un taller mecánico que tenía el papá de un compañero y de ahí le nació el interés por la mecánica y decidió aprender este oficio en lugar de seguir estudiando, puesto que su mamá no tenía los recursos para seguir sosteniendo sus estudios. Jorge era hijo único y su padre había fallecido cuando él tenía 6 años. Su madre trabajó muy duro para poder sufragar los gastos propios y los de Jorge.

Jorge asistió al taller mecánico con el interés de aprender el oficio, objetivo que logró al transcurrir tres años, aunque no tenía mucha teoría sí mucha práctica y resultó tener muy buena actitud y aptitud para este oficio. Tales características causaron que los clientes del taller lo buscaran para las reparaciones de sus vehículos.

Con tan buena estrella Jorge se pudo independizar y poner un tallercito por su cuenta. La vida le siguió sonriendo y pronto se casó con Catalina, compró un terreno donde después construiría su casa. Mientras hacía sus ahorros.

Sin embargo Jorge viene arrastrando un serio problema desde su tercer año de secundaria: el consumo de alcohol. Durante los tres años de aprendizaje el consumo fue gradual pero pocas veces llegaba a ponerse ebrio. Después cuando ya tuvo más ingresos en su taller la ingesta de alcohol aumentó, comenzó a beber aun en horas de trabajo. Al ser el dueño, nadie podía prohibirle que bebiera discretamente en el taller.

Nació su primera hija y lo celebró con una semana de borrachera, empezó después a faltar a su casa y empezaron los problemas con su esposa. Aun así llegó su segundo hijo. Sin embargo Jorge siguió consumiendo alcohol en exceso y Catalina se hartó y le exigió el divorcio. Tal separación fue sancionada por el DIF y Jorge tiene que pasar una pensión a Catalina por sus dos hijos que se quedaron con su madre cuando tenían 10 la mayor y 8 años el menor. Jorge vendió su terreno y se olvidó de construir su casa.

Ante tal situación Jorge buscó consuelo en el alcohol y por supuesto que se hundía cada vez más, hasta que recibió la invitación de un cliente a que asistiera a un Grupo de Alcohólicos Anónimos.

Con el alma en rastras y destrozado por el sufrimiento asistió a A.A. y permaneció 6 meses sin consumir asistiendo a sus reuniones de terapia grupal, trabajando fuertemente en su taller y con su buena estrella brillando en su universo.

Al empezar el séptimo mes, dejó de asistir a su grupo pensando que ya no lo necesitaba, que ya podía mantenerse sobrio sin ayuda del Grupo. Ocho meses permaneció sin beber. El cumpleaños de un amigo al que fue invitado fue la ocasión para que iniciara una parranda de 15 días. Cuando paró de beber estaba en el hospital, sin saber con certeza por qué estaba ahí. Su memoria no tenía registrado nada en los últimos días de su existencia.

Al salir del hospital Jorge regresó al Grupo convencido de que su enfermedad del alcoholismo era más fuerte que su fuerza de voluntad y ahí está con varios años sin beber alcohol.

Jorge vive ahora en unión libre con Esperanza, apoyando firmemente a sus dos hijos mayores y atendiendo a su pequeño de 3 años. Aprendió que se puede ser feliz sin alcohol.

Si deseas ayudar a algún alcohólico marca el 833 2125634, 833 1055995 o el 833 2289003.

Una historia como muchas

Jorge es un pequeño empresario dueño de un taller mecánico. Vive en casa rentada y tiene una camioneta que ya tiene ocho años en servicio. Catalina, fue su esposa. Permaneció casado civilmente con ella 15 años y procrearon dos hijos, una mujercita que actualmente tiene 18 años, estudiante de enfermería y un varoncito que con 16 años cursa la preparatoria.

Jorge solo estudió hasta la secundaria. Cuando cursaba tercer año empezó a beber cerveza en las fiestas que organizaban sus compañeros los fines de semana. Empezaron a reunirse en un taller mecánico que tenía el papá de un compañero y de ahí le nació el interés por la mecánica y decidió aprender este oficio en lugar de seguir estudiando, puesto que su mamá no tenía los recursos para seguir sosteniendo sus estudios. Jorge era hijo único y su padre había fallecido cuando él tenía 6 años. Su madre trabajó muy duro para poder sufragar los gastos propios y los de Jorge.

Jorge asistió al taller mecánico con el interés de aprender el oficio, objetivo que logró al transcurrir tres años, aunque no tenía mucha teoría sí mucha práctica y resultó tener muy buena actitud y aptitud para este oficio. Tales características causaron que los clientes del taller lo buscaran para las reparaciones de sus vehículos.

Con tan buena estrella Jorge se pudo independizar y poner un tallercito por su cuenta. La vida le siguió sonriendo y pronto se casó con Catalina, compró un terreno donde después construiría su casa. Mientras hacía sus ahorros.

Sin embargo Jorge viene arrastrando un serio problema desde su tercer año de secundaria: el consumo de alcohol. Durante los tres años de aprendizaje el consumo fue gradual pero pocas veces llegaba a ponerse ebrio. Después cuando ya tuvo más ingresos en su taller la ingesta de alcohol aumentó, comenzó a beber aun en horas de trabajo. Al ser el dueño, nadie podía prohibirle que bebiera discretamente en el taller.

Nació su primera hija y lo celebró con una semana de borrachera, empezó después a faltar a su casa y empezaron los problemas con su esposa. Aun así llegó su segundo hijo. Sin embargo Jorge siguió consumiendo alcohol en exceso y Catalina se hartó y le exigió el divorcio. Tal separación fue sancionada por el DIF y Jorge tiene que pasar una pensión a Catalina por sus dos hijos que se quedaron con su madre cuando tenían 10 la mayor y 8 años el menor. Jorge vendió su terreno y se olvidó de construir su casa.

Ante tal situación Jorge buscó consuelo en el alcohol y por supuesto que se hundía cada vez más, hasta que recibió la invitación de un cliente a que asistiera a un Grupo de Alcohólicos Anónimos.

Con el alma en rastras y destrozado por el sufrimiento asistió a A.A. y permaneció 6 meses sin consumir asistiendo a sus reuniones de terapia grupal, trabajando fuertemente en su taller y con su buena estrella brillando en su universo.

Al empezar el séptimo mes, dejó de asistir a su grupo pensando que ya no lo necesitaba, que ya podía mantenerse sobrio sin ayuda del Grupo. Ocho meses permaneció sin beber. El cumpleaños de un amigo al que fue invitado fue la ocasión para que iniciara una parranda de 15 días. Cuando paró de beber estaba en el hospital, sin saber con certeza por qué estaba ahí. Su memoria no tenía registrado nada en los últimos días de su existencia.

Al salir del hospital Jorge regresó al Grupo convencido de que su enfermedad del alcoholismo era más fuerte que su fuerza de voluntad y ahí está con varios años sin beber alcohol.

Jorge vive ahora en unión libre con Esperanza, apoyando firmemente a sus dos hijos mayores y atendiendo a su pequeño de 3 años. Aprendió que se puede ser feliz sin alcohol.

Si deseas ayudar a algún alcohólico marca el 833 2125634, 833 1055995 o el 833 2289003.