/ lunes 22 de noviembre de 2021

Ocurrencias del futbol | En el futbol no cabe el merecimiento

Lo hemos repetido muchas veces, en el futbol el merecimiento no sirve como excusa, ni para ganar, ni para perder.

Desde que Vucetich estaba al frente del Guadalajara, las Chivas nos han venido ofreciendo la falsa imagen de un futbol que en apariencia es bien jugado y nos gusta tanto a los Chivas de hueso colorado, como a los antichivas, que reconocemos y calificamos bien la parte estética de su juego. Peeeero, si juegan bien, ¿por qué no ganan?.

La única respuesta a esto se remite a un dogma, que pareciera ser asumido en forma de blasfemia por los seguidores del Guadalajara, que están seguros de que si la existencia de Dios es aceptada sin pero alguno, la grandeza de las Chivas también. Alberto Cortez lo ha dicho muy claramente en su poema "Hay un niño en cada hombre", expresándolo de la siguiente manera: "A ese niño en cada hombre, que todavía conservo, yo quiero decirle cosas que a mis amigos no puedo: hablarle pausadamente como si fuera un abuelo, de las piedras del camino, de lo malo y de lo bueno.

Quiero decirle que andando me he encontrado, sin quererlo, con seres que sólo hablan el lenguaje de los cuervos; que no les importa nada más que su vientre y su sexo y que son los artesanos de la burla y el desprecio. Quiero decirle a mi niño, que no se quede con ellos... Ni tampoco con los otros que están en el otro extremo, A LA ESPERA DE UN MILAGRO, SIN HACER NADA POR ELLO"... y es así, que vemos cómo el director técnico, jugadores, directiva y los seguidores de Chivas confían en un dogma que es exclusividad para Dios y saltan al terreno de juego con la idea de que son invencibles.

Y los narradores del juego y los analistas, que no pueden ocultar su preferencia, ven la salvación cuando la requieren, como ocurrió recién cuando con un tono de voz pleno de entusiasmo anunciaron el cambio que metía al juego al "Pollo" Briceño, que sí cuenta con los tamaños para apagar el débil fuego que significaba el Puebla, o acaso vieron ustedes que las Chivas estuvieran enfrentando al Liverpool o al Bayern Munich y, oh desilusión, fue el propio "Pollo" el que descuidó a su marca para que Puebla empatara el juego.

Y así me voy recordando las profecías de los narradores, que veían la solución al problema, cada vez que la genialidad de Leaño realizaba un cambio. Ahora fue César Huerta el que entró, precedido por una larga estela de piropos, que ante los comentaristas, lo acreditaban para sosegar a los empecinados camoteros. Pero todos los reconocimientos recibidos por Huerta se convirtieron en denuestos que negaban rotundamente lo que de él se dijo cuando entró al juego.

El Puebla, desde que lo manejaba Juan Reinoso, ha sido una muestra de colectividad a toda prueba, que saltan a la cancha con la obligación de cumplir un compromiso que no se apega a táctica alguna, o que si obedece a algún sistema visible, mi gran ignorancia lo desaparece, ocurriéndome lo mismo que cuando intento comprender al América, equipo que no sé como es que gana, pero que tampoco sé como es que no lo golean y,es que algo debe tener el agua cuando la bendicen, pero ese algo no es visible a mis ojos.

Y aquí se va confirmando la mediocridad de nuestro sistema de competencia, cuando dos equipos que nada tienen que hacer en unas finales, pueden incluso alzarse con el título de campeones y luego toda la borregada culpa al director técnico de la selección por no poder salir adelante en la zona más pobre del futbol mundial, ¡claro! en las eliminatorias de Concacaf los muertos muertos están y ni siquiera los gurús haitianos los han vuelto a la vida convertidos en zombies.

Qué distinto en cambio es disfrutar de los juegos de la Liga MX Femenil, en donde las jugadoras que caen al piso víctimas de una entrada fuerte, son obligadas por sus compañeras a levantarse, sólo al influjo de una frase que las pone de pie de inmediato: ¡Levántate, pareces hombre!.

Antes de que se jueguen los últimos partidos de la competencia normal, Tigres se encuentra en el primer lugar de la tabla con 43 puntos (invictas), le sigue Monterrey con 38, Atlas 33, Santos 30, Chivas 30, América 24, Tijuana 24, y Cruz Azul con 24. Esto sin tomar en cuenta los resultados de la última jornada, que seguramente originará algunos cambios, especialmente con América, Tijuana y Cruz Azul.

Y miren ustedes la diferencia, en Inglaterra los compañeros de Raúl Jiménez le abastecen de balones y el mexicano los manda al fondo de las porterías rivales, sin embargo con el Tri tiene que ir a medio campo para arrebatarle un balón a los contrarios y de ahí hacer fuerza de flaqueza para llegar hasta el área rival y, con la poca fuerza que le quede, intentar "algo" que las más de las veces se reduce a nada.

Pienso que Orbelín Pineda es el único que puede iniciar con Jiménez una complicidad semejante a la que en el Wolverhampton hizo con el portugués Diogo Jota y el español Adama Traore. Equivalentes que en México podrían ser Orbelín Pineda y Alexis Vega.

Hasta pronto amigo.

Lo hemos repetido muchas veces, en el futbol el merecimiento no sirve como excusa, ni para ganar, ni para perder.

Desde que Vucetich estaba al frente del Guadalajara, las Chivas nos han venido ofreciendo la falsa imagen de un futbol que en apariencia es bien jugado y nos gusta tanto a los Chivas de hueso colorado, como a los antichivas, que reconocemos y calificamos bien la parte estética de su juego. Peeeero, si juegan bien, ¿por qué no ganan?.

La única respuesta a esto se remite a un dogma, que pareciera ser asumido en forma de blasfemia por los seguidores del Guadalajara, que están seguros de que si la existencia de Dios es aceptada sin pero alguno, la grandeza de las Chivas también. Alberto Cortez lo ha dicho muy claramente en su poema "Hay un niño en cada hombre", expresándolo de la siguiente manera: "A ese niño en cada hombre, que todavía conservo, yo quiero decirle cosas que a mis amigos no puedo: hablarle pausadamente como si fuera un abuelo, de las piedras del camino, de lo malo y de lo bueno.

Quiero decirle que andando me he encontrado, sin quererlo, con seres que sólo hablan el lenguaje de los cuervos; que no les importa nada más que su vientre y su sexo y que son los artesanos de la burla y el desprecio. Quiero decirle a mi niño, que no se quede con ellos... Ni tampoco con los otros que están en el otro extremo, A LA ESPERA DE UN MILAGRO, SIN HACER NADA POR ELLO"... y es así, que vemos cómo el director técnico, jugadores, directiva y los seguidores de Chivas confían en un dogma que es exclusividad para Dios y saltan al terreno de juego con la idea de que son invencibles.

Y los narradores del juego y los analistas, que no pueden ocultar su preferencia, ven la salvación cuando la requieren, como ocurrió recién cuando con un tono de voz pleno de entusiasmo anunciaron el cambio que metía al juego al "Pollo" Briceño, que sí cuenta con los tamaños para apagar el débil fuego que significaba el Puebla, o acaso vieron ustedes que las Chivas estuvieran enfrentando al Liverpool o al Bayern Munich y, oh desilusión, fue el propio "Pollo" el que descuidó a su marca para que Puebla empatara el juego.

Y así me voy recordando las profecías de los narradores, que veían la solución al problema, cada vez que la genialidad de Leaño realizaba un cambio. Ahora fue César Huerta el que entró, precedido por una larga estela de piropos, que ante los comentaristas, lo acreditaban para sosegar a los empecinados camoteros. Pero todos los reconocimientos recibidos por Huerta se convirtieron en denuestos que negaban rotundamente lo que de él se dijo cuando entró al juego.

El Puebla, desde que lo manejaba Juan Reinoso, ha sido una muestra de colectividad a toda prueba, que saltan a la cancha con la obligación de cumplir un compromiso que no se apega a táctica alguna, o que si obedece a algún sistema visible, mi gran ignorancia lo desaparece, ocurriéndome lo mismo que cuando intento comprender al América, equipo que no sé como es que gana, pero que tampoco sé como es que no lo golean y,es que algo debe tener el agua cuando la bendicen, pero ese algo no es visible a mis ojos.

Y aquí se va confirmando la mediocridad de nuestro sistema de competencia, cuando dos equipos que nada tienen que hacer en unas finales, pueden incluso alzarse con el título de campeones y luego toda la borregada culpa al director técnico de la selección por no poder salir adelante en la zona más pobre del futbol mundial, ¡claro! en las eliminatorias de Concacaf los muertos muertos están y ni siquiera los gurús haitianos los han vuelto a la vida convertidos en zombies.

Qué distinto en cambio es disfrutar de los juegos de la Liga MX Femenil, en donde las jugadoras que caen al piso víctimas de una entrada fuerte, son obligadas por sus compañeras a levantarse, sólo al influjo de una frase que las pone de pie de inmediato: ¡Levántate, pareces hombre!.

Antes de que se jueguen los últimos partidos de la competencia normal, Tigres se encuentra en el primer lugar de la tabla con 43 puntos (invictas), le sigue Monterrey con 38, Atlas 33, Santos 30, Chivas 30, América 24, Tijuana 24, y Cruz Azul con 24. Esto sin tomar en cuenta los resultados de la última jornada, que seguramente originará algunos cambios, especialmente con América, Tijuana y Cruz Azul.

Y miren ustedes la diferencia, en Inglaterra los compañeros de Raúl Jiménez le abastecen de balones y el mexicano los manda al fondo de las porterías rivales, sin embargo con el Tri tiene que ir a medio campo para arrebatarle un balón a los contrarios y de ahí hacer fuerza de flaqueza para llegar hasta el área rival y, con la poca fuerza que le quede, intentar "algo" que las más de las veces se reduce a nada.

Pienso que Orbelín Pineda es el único que puede iniciar con Jiménez una complicidad semejante a la que en el Wolverhampton hizo con el portugués Diogo Jota y el español Adama Traore. Equivalentes que en México podrían ser Orbelín Pineda y Alexis Vega.

Hasta pronto amigo.