/ sábado 27 de marzo de 2021

Ocurrencias del futbol | Todo hombre que trasciende genera resentimiento

Los que lo vimos jugar no tenemos duda de que fue inigualable como lo es Messi, pero distinto.

Resulta extraño constatar como con el retiro de Pelé del futbol, el poderío de Brasil se ha venido abajo. Mientras Pelé estuvo activo, Brasil obtuvo tres Copas del Mundo: Suecia 58, Chile 62 y México 70. Cuando se ha intentado comparar a Messi con Pelé, la juventud actual opina que eran tiempos distintos y, algunos vejestorios como yo, les damos la razón. Ellos observan que aquel futbol era más lento y, yo les digo que tienen razón, pero aclaro que no era por gusto de los jugadores, sino debido a que es diferente conducir a velocidad un balón de 400 gramos, que hacerlo igual con uno que pesa un kilogramo, Y lo mismo aplica para el golpeo de balón, sea tiro a gol o despeje, incluyendo el cabeceo.

Los balones de aquel tiempo eran de cuero, con una cámara de hule inflable, que tenía un pivote por el cual se le inyectaba el aire, este pivote se doblaba y ligaba con un elástico, ocultándolo bajo una abertura con ojales, por los que pasaba una correa también de cuero, ocultando la punta en el interior del balón para que no hiciera daño al contacto con la piel del jugador. Debo decirles que al cabecear, la correa que pasaba por los quince ojales, se quedaban marcados en la frente del jugador. Igual resultaba doloroso formarse en la barrera cuando se iba a cobrar un tiro libre, pues era igual que ser fusilado, sobre todo, cuando el balón golpeaba en la cintura, si no me crees, pregúntale a tu bisabuelo.

En fin, que yo no imagino a Messi corriendo como lo hace, pero conduciendo uno de aquellos balones y, menos aún, cabeceando uno de ellos. Pero eso no era lo único que causaba sufrimiento, los uniformes estaban hechos con una tela a la que llamaban cabeza de indio, a la que poco le faltaba para ser lona y, que decir de los zapatos, que igual eran de cuero y, con tachones de cuero, clavados a la suela del zapato, que era vaqueta vil. Con el peso del jugador y con el uso, los clavos aquellos penetraban la vaqueta de la suela y, al tocar el pie lo hacían sangrar. Si llegabas a jugar con aquellos zapatos en tiempo lluvioso, se ponían duros como charamusca haciendo un tormento de su uso.

Vaya, dirán ustedes, hasta que dejó de lloriquear este, ¡pues no! lo peor no era el balón ni los zapatos, lo peor era el reglamento de juego y, los villanos que se aprovechaban de ello. Hoy escucha uno a los comentaristas discutir por las terribles entradas asesinas, poniendo los tacos en el empeine y peor aún arriba del tobillo, mientras que en aquel tiempo, para que se marcara foul, era condición que los tachones superaran la superficie del balón. Así, imaginen un balón entre pecho y tachones, no era falta mientras que la suela no rebasara la superficie del balón.

Y como no había forma de contener a Pelé, se convirtió en el blanco de todos sus detractores. En la actualidad, los comentaristas piden a los árbitros que protejan a los grandes artistas del balón y, yo al menos, no he visto que Messi sea tratado al menos la cuarta parte de lo que fue Pelé. ¡SI! la juventud actual tiene razón cuando dice que aquellos fueron otros tiempos y, yo, como dijera Alberto Cortez repito ¡Que suerte he tenido de nacer! que pude disfrutar el balón de un kilo, que sufrí los balonazos al formar barreras, que sufrí los clavos de los tachones hundidos en las plantas de mis pies y, que vivo agradecido a todo ello, porque me permitieron disfrutar la gran diferencia... ¡Si! Los tiempos han cambiado.

Vean ustedes cómo es que se conforma la competencia brasileña, que misteriosamente se ha desmoronado a partir del retiro de Pelé. El futbol brasileño ha asentado siempre su brillante y peculiar personalidad sobre magníficas individualidades que no han cesado de surgir de su cantera, desde el mulato Arthur Friedenreich, que cubrió la primera gran etapa de los años 10 y 20 hasta nuestros días. Domingo da Guía, apodado el "Divino maestro" fue otro de los jugadores legendarios de Brasil de la cuarta década del siglo. Del mismo período es Leónidas, un futbolista de una planta impresionante, con un juego habilidoso y efectivo que le llevó a ser la gran figura del Flamengo y de la selección brasileña.

Ademir de Menezes, máximo goleador del Mundial del 50 fue uno de los puntales de Brasil y del Vasco da Gama. Zizinho era el apodo de Thomaz Soares da Silva, interior del Flamengo, jugó hasta los 48 años. Djalma Santos fue uno de los defensas más brillantes de toda la historia del futbol brasileño, junto a él formó otro gran defensa del mismo apellido: Nilton Santos, titular del equipo campeón en 1058 y 1962, cuya carrera transcurrió casi toda en el Botafogo.

Otro hombre legendario que conquistó su primera Copa del Mundo en 1958 en Suecia, fue Waldir Pereira, más conocido por Didi, anterior de juego cerebral, militó en Fluminense, Botafogo, Real Madrid, Sporting Cristal y Veracruz, antes de pasar a dirigir a Perú que acudió al Mundial México 70. Garrincha ha sido considerado el mejor extremo derecho de todos los tiempos, que tenía una deformación en sus extremidades debido a una fractura mal atendida y a una poliomielitis, era una hombre de un regate endiablado e incontenible, jugó en el Botafogo de los mejores años al lado de Nilton Santos, Didi, Quarentinha, Amarildo y Zagallo y fue campeón mundial en 1958 y 1962.

Edson Arantes do Nascimento, Pelé, militó en el Santos con el que llegó a jugar 1, 120 partidos oficiales en los que consiguió 1, 120 goles, se coronó campeón del Mundo con Brasil en 1958-1962 y 1970, a los 31 años de edad, renunció a la selección brasileña, retirándose del futbol con el Cosmos de Estados Unidos.

Hasta pronto amigo.

Los que lo vimos jugar no tenemos duda de que fue inigualable como lo es Messi, pero distinto.

Resulta extraño constatar como con el retiro de Pelé del futbol, el poderío de Brasil se ha venido abajo. Mientras Pelé estuvo activo, Brasil obtuvo tres Copas del Mundo: Suecia 58, Chile 62 y México 70. Cuando se ha intentado comparar a Messi con Pelé, la juventud actual opina que eran tiempos distintos y, algunos vejestorios como yo, les damos la razón. Ellos observan que aquel futbol era más lento y, yo les digo que tienen razón, pero aclaro que no era por gusto de los jugadores, sino debido a que es diferente conducir a velocidad un balón de 400 gramos, que hacerlo igual con uno que pesa un kilogramo, Y lo mismo aplica para el golpeo de balón, sea tiro a gol o despeje, incluyendo el cabeceo.

Los balones de aquel tiempo eran de cuero, con una cámara de hule inflable, que tenía un pivote por el cual se le inyectaba el aire, este pivote se doblaba y ligaba con un elástico, ocultándolo bajo una abertura con ojales, por los que pasaba una correa también de cuero, ocultando la punta en el interior del balón para que no hiciera daño al contacto con la piel del jugador. Debo decirles que al cabecear, la correa que pasaba por los quince ojales, se quedaban marcados en la frente del jugador. Igual resultaba doloroso formarse en la barrera cuando se iba a cobrar un tiro libre, pues era igual que ser fusilado, sobre todo, cuando el balón golpeaba en la cintura, si no me crees, pregúntale a tu bisabuelo.

En fin, que yo no imagino a Messi corriendo como lo hace, pero conduciendo uno de aquellos balones y, menos aún, cabeceando uno de ellos. Pero eso no era lo único que causaba sufrimiento, los uniformes estaban hechos con una tela a la que llamaban cabeza de indio, a la que poco le faltaba para ser lona y, que decir de los zapatos, que igual eran de cuero y, con tachones de cuero, clavados a la suela del zapato, que era vaqueta vil. Con el peso del jugador y con el uso, los clavos aquellos penetraban la vaqueta de la suela y, al tocar el pie lo hacían sangrar. Si llegabas a jugar con aquellos zapatos en tiempo lluvioso, se ponían duros como charamusca haciendo un tormento de su uso.

Vaya, dirán ustedes, hasta que dejó de lloriquear este, ¡pues no! lo peor no era el balón ni los zapatos, lo peor era el reglamento de juego y, los villanos que se aprovechaban de ello. Hoy escucha uno a los comentaristas discutir por las terribles entradas asesinas, poniendo los tacos en el empeine y peor aún arriba del tobillo, mientras que en aquel tiempo, para que se marcara foul, era condición que los tachones superaran la superficie del balón. Así, imaginen un balón entre pecho y tachones, no era falta mientras que la suela no rebasara la superficie del balón.

Y como no había forma de contener a Pelé, se convirtió en el blanco de todos sus detractores. En la actualidad, los comentaristas piden a los árbitros que protejan a los grandes artistas del balón y, yo al menos, no he visto que Messi sea tratado al menos la cuarta parte de lo que fue Pelé. ¡SI! la juventud actual tiene razón cuando dice que aquellos fueron otros tiempos y, yo, como dijera Alberto Cortez repito ¡Que suerte he tenido de nacer! que pude disfrutar el balón de un kilo, que sufrí los balonazos al formar barreras, que sufrí los clavos de los tachones hundidos en las plantas de mis pies y, que vivo agradecido a todo ello, porque me permitieron disfrutar la gran diferencia... ¡Si! Los tiempos han cambiado.

Vean ustedes cómo es que se conforma la competencia brasileña, que misteriosamente se ha desmoronado a partir del retiro de Pelé. El futbol brasileño ha asentado siempre su brillante y peculiar personalidad sobre magníficas individualidades que no han cesado de surgir de su cantera, desde el mulato Arthur Friedenreich, que cubrió la primera gran etapa de los años 10 y 20 hasta nuestros días. Domingo da Guía, apodado el "Divino maestro" fue otro de los jugadores legendarios de Brasil de la cuarta década del siglo. Del mismo período es Leónidas, un futbolista de una planta impresionante, con un juego habilidoso y efectivo que le llevó a ser la gran figura del Flamengo y de la selección brasileña.

Ademir de Menezes, máximo goleador del Mundial del 50 fue uno de los puntales de Brasil y del Vasco da Gama. Zizinho era el apodo de Thomaz Soares da Silva, interior del Flamengo, jugó hasta los 48 años. Djalma Santos fue uno de los defensas más brillantes de toda la historia del futbol brasileño, junto a él formó otro gran defensa del mismo apellido: Nilton Santos, titular del equipo campeón en 1058 y 1962, cuya carrera transcurrió casi toda en el Botafogo.

Otro hombre legendario que conquistó su primera Copa del Mundo en 1958 en Suecia, fue Waldir Pereira, más conocido por Didi, anterior de juego cerebral, militó en Fluminense, Botafogo, Real Madrid, Sporting Cristal y Veracruz, antes de pasar a dirigir a Perú que acudió al Mundial México 70. Garrincha ha sido considerado el mejor extremo derecho de todos los tiempos, que tenía una deformación en sus extremidades debido a una fractura mal atendida y a una poliomielitis, era una hombre de un regate endiablado e incontenible, jugó en el Botafogo de los mejores años al lado de Nilton Santos, Didi, Quarentinha, Amarildo y Zagallo y fue campeón mundial en 1958 y 1962.

Edson Arantes do Nascimento, Pelé, militó en el Santos con el que llegó a jugar 1, 120 partidos oficiales en los que consiguió 1, 120 goles, se coronó campeón del Mundo con Brasil en 1958-1962 y 1970, a los 31 años de edad, renunció a la selección brasileña, retirándose del futbol con el Cosmos de Estados Unidos.

Hasta pronto amigo.